martes, noviembre 18, 2008

Mi Niño Interno

Todo lo que el niño interno necesita es ser escuchado... ser liberado de las capas de condicionamientos bajo las cuales vive, capas de las que tú (el adulto) puedes estar conciente o no. El condicionamiento proviene de fuentes que permanecen invisibles; que han pasado de generación en generación. Wim Borsboom


Piensa en tu niño interno como alguien que vive en tu corazón, deseando y necesitando ciertas cosas que le permiten mantenerse vivo.
Stephen Aderneck

Dicen que el Niño Interno (Inner child) es como un Yo Inferior - en contraste con el Yo Superior -. Prefiero verlo como el Yo básico, el Yo primario u original. Después tenemos el Yo actual, el de la etapa media, el Yo que ha crecido, que ha dejado de ser un infante, con el que nos manejamos cotidianamente. Y luego se habla del Yo Superior, el Yo Sagrado, el Yo que está desarrollándose en niveles espirituales superiores. Todos estos Yo pueden convivir sanamente, especialmente ese Niño Interno que tanto dolor nos causa a medida que crecemos y no resolvemos los problemas emocionales, las vivencias no aclaradas o no apoyadas por un adulto que tenga la capacidad de explicar que lo sucedido no tiene por qué darnos miedo o frustración.

Stephen Aderneck, hipnólogo, dice: "El niño interno es aquel que resuelve los asuntos que afectan al adulto que llevamos dentro. El trabajo relacionado con el niño interno se relaciona con ponerse en contacto con las etapas de nuestro crecimiento, de nuestro desarrollo, esas que fueron heridas o paralizadas debido a estímulos o a algo demasiado intenso para poder ser manejado. La terapia para aliviar asuntos del niño interno ayuda al adulto a identificar por qué él o ella tiene una fuerte reacción emocional hacia algo o hacia alguna persona.

Llegado el momento podemos darnos cuenta que atraemos hacia nuestra vida a personas con problemas de alcoholismo o que son abusivos o que nos descuidan. También atraemos a personas emocionalmente inestables que más adelante nos abandonan. Todo esto tiene una razón de ser.

El autor Aderneck nos cuenta que de niño le gustaba jugar a ser inventor y recuerda que en una ocasión estaba atrayendo clavos con un imán y pensó que sería maravilloso poder contar con imanes para cualquier tipo de objetos: imanes para atraer oro, cobre o aluminio; también un imán para recoger cristales cuando se le rompieran a uno los vasos o los platos, y lo mismo para atrapar aserrín. Y agregó ¿qué tal si tuviéramos imanes especiales para atraer a ciertas personas a nuestras vidas? Sería maravilloso atraer al príncipe de nuestros sueños o a la mujer perfecta y ser felices para siempre. De hecho, tenemos lo que podría llamarse un imán especial dentro de nosotros, dentro de nuestros corazones, que atrae y es atraído hacia cierto tipo de personas.

Aderneck establece, "Podríamos pensar que el niño interno está en nuestro corazón, vive ahí, necesita cosas y desea cosas para mantenerse vivo. Lo más importante que este niño necesita es AMOR. También necesita ser reconfortado acerca de traumas y dolor de eventos vividos y que le aseguren que eso no sucederá de nuevo. Necesita expresar sus sentimientos acerca de lo sucedido a alguien que lo comprenda. Se siente mucho más cómodo en compañía de otros niños que sienten exactamente lo mismo. Tu niño interno no está a gusto con cosas que no le sean familiares. Este niño quiere permanecer en su zona confortable.

Así que ahí estás, en tu mundo, quizá estás en una fiesta o dentro de un supermercado o en cualquier sitio entre estas dos opciones. Ves a alguien y sientes atracción por esa persona. La conoces y de inmediato las cosas marchan de maravilla. Te sientes a gusto hablando con esta persona. La química está funcionando, sientes la electricidad y de pronto se ven volando chispas por todos lados. En poco tiempo sientes que has conocido a esta persona muchos años y te puedes acostar con ella. Una conexión sexual rápida puede ser un intento de intimidad por ambas partes.

Y luego ¿vives por siempre feliz? Probablemente no. Empiezas a darte cuenta que esta persona no es perfecta. Existe una atracción, pero algo dentro de ti te dice que esta persona no es la adecuada para ti. Puedes empezar a discutir por cualquier cosa. Los pleitos se intensifican y multiplican. Puede haber infidelidad por parte de alguno o de ambos. El resultado puede ser la separación.

¿Por qué sucedió esto? ¿No se veía que estaban hechos el uno para el otro? Al principio parecían compatibles. Las cosas habían empezado casi como por arte de magia. La atracción era muy fuerte y pensabas que sería para siempre.

Pero ¿qué sucedió? Veamos por qué la atracción fue tan fuerte. Existen dos razones principales: primero, porque posiblemente estaban solos; segundo, porque sus niños internos se cayeron bien. En virtud de tener niños internos dolidos sintieron atracción uno por el otro porque estaban en la misma frecuencia. El niño interno suele no hacer caso de las palabras que escucha, pero pone atención al dolor o la incomodidad del niño interno de la otra persona. A pesar de haberte dicho que esta vez ibas a tener cuidado con quién te involucrabas no hiciste caso porque posiblemente el dolor de esta persona es igual al tuyo y eso puede resultar en una conexión importante dentro de una nueva relación. Pero es una relación basada en la fantasía, no puede durar mucho tiempo.

En una relación saludable existe el cuidar y compartir, pero a nivel adulto. Esto va más allá de la capacidad que poseen dos pequeños niños confundidos e infelices. Y a nivel más profundo, en el interior de cada uno, vemos a dos niños jugando a la casita, tratando de ser adultos lo mejor que pueden, pero fracasando lamentablemente.

En el caso mencionado, es posible que dos personas alcancen una buena relación si reconocen que algo está mal y quieren ayudar a resolver el problema. Pueden ir a terapia o asistir a talleres dinámicos que ayuden a resolver el conflicto. Se trata de lograr que el niño interno sea feliz y su comportamiento saludable.

Si tienes una relación en este momento, y quieres que sea estable, y que exista felicidad para ti, lo mismo que para el otro, entonces debes sanar a tu niño interno.

Otro autor, Wim Borsboom, dice que es muy fácil desconcertar a un niño si su vida empieza así:
Cuando nace el bebé no se pregunta ¿quién soy?
Pero los padres o los tíos y abuelos le preguntan desde el primer día: ¿quién eres? ¿cómo te llamas? ¿cómo estás? ¿a quién te pareces? La familia hace esto de manera tan frecuente que el bebé empieza a dudar quién es y cómo es. Así es como los niños son condicionados a preguntarse todo tipo de cuestiones incesantemente, y crecemos dentro de una búsqueda perenne para saber quiénes somos y anhelando un significado para nuestras vidas.

Dice Borsboom: "La vida es un proceso evolutivo y evolucionar es gozar, o por lo menos eso queremos. Cada persona que se acerca a mi vida, ya sea paciente o no, me muestra una situación o a una persona que viene como un espejo de alguna parte de mi o de mi sistema de creencias para poder identificar mejor mis propias limitaciones y de esta manera evolucionar."

Nuestro trabajo debe empezar por no culpar a nadie, no encontrar a un chivo expiatorio, no tratar de encontrar una cura y no dar respuestas breves, sino encontrar una razón, comprender por qué los niños están pasando por lo que están pasando actualmente, desde drogas, SIDA, suicidio, rebelión, poca unión familiar y abandono.

Una vez que el sendero del pasado es comprendido ya no se necesita caminar por ese sendero ni un momento más... podemos escoger.

¿Cuantas actitudes en tu vida constituyen una serie de 'reacciones' basadas en patrones heredados, esperanzas, miedos, pensamientos, sueños y pesadillas acerca de personas que murieron hace mucho tiempo?

Pues bien, creo que hay mucho por hacer si finalmente nos ponemos en contacto con nuestro niño interno, aunque prefiero no llamarle así, me parece más apropiado llamarle mi Yo primario, ese que inició todo el proceso. Porque al fin y al cabo empezamos como niños y luego crecimos, sólo que esa parte emocional básica, primordial, de raíz, se quedó aislada, confundida, ya no pudo crecer junto con el cuerpo y la mente del Yo medio.

En su libro "Precriptions for Living" el Dr. Bernie S. Siegel cirujano y médico internista - convertido en terapeuta dedicado a dar conferencias para que las personas conozcan su yo interno - le pide a su auditorio que aquel que desea vivir una vida feliz primero debe descubrir quién quiere ser. El Dr. Siegel dice:
'Una de las mejores maneras es actuar como si tú fueras ya la persona que quieres llegar a ser."

¡Qué fácil cuando nos dan una buena receta! Eso es lo que los padres podemos aprender a hacer ¡desde ya! Preguntarle a nuestros hijos: ¿Qué quieres ser? Y ya sabemos que esto se ha hecho con suficiente frecuencia, sólo que la parte fundamental de la receta se desconoce porque nosotros mismos no estamos haciendo lo mismo: actuar como la persona que queremos ser. Por lo tanto, primero y fundamentalmente debemos recordarnos cada día lo que queremos ser y de inmediato empezar a comportarnos de esa manera. ¿Quiero triunfar en la vida? Pues, adelante, empieza el día repitiéndote 'Soy capaz, salgo avante con facilidad, soy un triunfador/tiunfadora'. Me mantengo fuerte y sereno(a) para enfrentarme a un trabajo arduo o a reuniones difíciles. Y repetirme sin cesar 'Soy un triunfador/triunfadora'. Contestar el teléfono exactamente bajo esa premisa, pensando en los logros, dándome ánimo para hablar de lo positivo y no poner atención a lo que la mayoría del tiempo yo y muchos otros consideramos como mala racha, malos tiempos, una economía en deterioro y un sinfín de pensamientos negativos. Pensar que mi salud está bien y si hay problemas o achaques éstos son la lección que debo aprender. Muchas de las lecciones aprendidas serán regalos, no problemas.

Si uno lee las enseñanzas de los grandes maestros espirituales verá que nada de lo que las personas dicen hoy día es nuevo. Hace siglos, la Cábala - el sistema místico judío - subrayaba la importancia de sentarse cada día en silencio durante una hora para escuchar y luego escribir lo que se había escuchado. Los textos Hindúes nos dicen que una transformación personal requiere de acción, sabiduría, devoción y meditación. Uno aprende la misma lección cuando lee las descripciones modernas sobre comportamientos de supervivencia.

¿Por qué no les enseñamos a nuestros hijos la sabiduría de las distintas eras? Les pasamos el conocimiento acumulado sobre matemáticas, ciencia, historia, literatura y medicina, entonces ¿por qué no hacer un verdadero esfuerzo para pasarles lo que la gente ha aprendido acerca de cómo manejar los problemas y vivir felizmente?

Ya cargamos bastante al no tener información acerca de cómo encontrar la felicidad, y para muchas personas la situación empeora porque a esos les enseñan cómo ser infelices.

La gente que sabe cómo ser feliz dice: "Gracias Señor por este fertilizante que me has dado", mientras que el infeliz grita: "¿Por qué yo Señor?" El optimista y confiado sabe que todo lo que nos llega es un aprendizaje; estamos reciclando toda la sabiduría como si fuéramos una pila de composta que al poco tiempo va a darnos la mejor tierra fértil, los nutrientes necesarios para alimentar nuestra conciencia, nuestra capacidad de enfrentarnos a los retos, pero también, para mantenernos felices.

Tolstoi dijo que todas las familias felices se parecen, mientras que cada familia infeliz es infeliz a su manera. ¿Por qué? Toda familia tiene problemas. Las familias felices no escapan a la adversidad, solamente se enfrentan a ella de mejor manera. Si se parecen unas a las otras es porque solamente existen unas cuantas maneras de ser feliz frente a la adversidad, pero hay muchas maneras infelices de responder a los problemas, las suficientes para que cada familia infeliz pueda encontrar su propio camino de ser miserable.

Tenemos la opción de apoyar a nuestro niño interno con materiales preciosos que servirán para construir los cimientos de un adulto feliz. Podemos hacerlo con sólo eliminar el sistema de creencias limitantes. Este sistema puede provenir de la propia familia (carga generacional) o de nosotros mismos como resultado de habernos sentido acorralados durante la infancia. Por ello, nos vimos forzados a crear enormes muros de defensa, imponentes escudos para evitar cualquier ataque a nuestro pobre niño triste e indefenso. Crecimos seguros de haber descubierto una gran verdad: "Así es la vida". Y con esta premisa actuamos en consecuencia. Sólo que nadie nos dijo que la vida podía ser diferente. Que siempre hay opciones. Que nuestra percepción en determinado momento de nuestra infancia no fue del todo correcta; que no tuvimos la suficiente información; que no se nos aclaró una situación con actitudes y palabras de apoyo; que tenemos el derecho a percibir las cosas de otra manera; que podemos amarnos y ser amados.