miércoles, diciembre 03, 2008

Movimientos Esotéricos Modernos


DE ALICE BAILEY


Un análisis comparativo y esquemático de los impulsossubjetivos característicos de la Era que terminay de la Era que se inicia


PUBLICACIONES DEL CENTRO DE ESTUDIOS “SOPHIA”
Sección Hispana de la Arcane School de New York


Nos sería mucho más fácil la comprensión de las condiciones que prevalecen ac¬tualmente en el mundo del pensamiento, si nos tomáramos el trabajo de contrastar ciertas dife¬rencias básicas y ciertas ideas o tendencias, a fin de encontrar la relación que pueda existir entre ellas. Ningún movimiento es enteramente erróneo y ninguno está completamente libre de error. Ningún grupo de pensadores es el depo¬sitario de toda la verdad; ninguna Escritura ni Instructor alguno nos dice todo cuanto se pue¬de saber acerca de Dios y de Sus Obras. La cuestión de exactitud o error es de carácter personal e individual, pues nadie es guar¬dián de su hermano ni puede regirle la con¬ciencia. Las distinciones que hemos de establecer pueden compendiarse en dos grupos principa¬les: Las relacionadas con la forma externa y la enseñanza interna de cada movimiento, o sean los aspectos esotérico y exotérico de la verdad expuesta; y las resultantes de la vieja era que agoniza, e indicadora de la advinente influencia de la nueva era.

I

No tenemos para qué ocuparnos de la verdad exotérica. Las formas religiosas y de pensamien¬to no son más que indicaciones de vida y crecimiento. Son semblanzas deformadas de una rea¬lidad interna; son las interpretaciones simbólicas que la mente humana ha dado de la verdad, que cambian de época en época y de ciclo en ciclo. Aparecen y desaparecen; vienen y van; mientras duran cumplen un objeto útil; después de pasadas se las considera como limitaciones. Las formas por que pasa el pensamiento colectivo, sea vasto como el de las grandes religiones o limitado como cualquiera de las sectas o ismos insignificantes, tienen muy si¬milar historia y siguen un curso análogo. Tie¬nen su período de inserción, cuando la visión se percibe en su prístina belleza y el ideal se vislumbra en toda su gloria y continuidad. Algún pensador clarividente, algún gran Ins¬tructor desciende del Monte de la Iniciación, anuncia la verdad y describe la visión. Así aparece la primera forma. A medida que trascurre el tiempo, sigue un periodo de crecimien¬to, durante el cual la verdad se va encubriendo más y más y la visión se aleja. Finalmente nos encontramos con una religión, una ciencia o un arte expresados en fórmulas dogmáticas, leyes, rituales, y doctrinas, con el acostumbra¬do atavío de enseñanzas autoritarias y exalta¬dos instructores. A medida que la forma se desarrolla, la vida se debilita; pero entre tanto se cumple un propósito y muchos utilizan la verdad así encarnada. Sigue a esto la decadencia, acompañada de la cristalización y la revuelta de los pensadores contra las limitaciones impuestas. Entonces se pone de manifiesto la inutilidad de la forma, que eventualmente se destruye, con la consiguien¬te liberación de la vida, a fin de que ésta se construya una más adecuada expresión. Así ha ocurrido y así ocurrirá siempre; aunque a me¬dida que la humanidad avance en inteligencia, armonía y sabiduría los ciclos, de crecimiento, edad madura y muerte serán menos bruscos, más graduales y de tránsito más suave. Nos encontramos actualmente en una época en que la destrucción de vetustas formas y anticuadas doctrinas está en su apogeo; y este período de revolución y dificultad excede de lo usual, porque no sólo estamos pasando de las condiciones anteriores a la guerra, a una era de expansión y desarrollo, sino que pasamos de un gran ciclo solar a otro. El del pasado nos revelará que análogas épocas terribles se dis¬tinguieron siempre por tan radicales cambios en las condiciones económicas, sociales, raciales y religiosas, como si asumiera nueva for¬ma el mundo. Los ciclos a que nos referimos no son meramente astrológicos, sino hechos astronómicos que se pueden comprobar en cualquier observatorio. Bajo estas formas exotéricas, sea al iniciar su manifestación, en pleno desarrollo o en decadencia, subyace oculta y esotérica la vida causante de su existencia; el impulso espiri¬tual que produce lo tangible. De consiguiente, los movimientos denominados esotéricos tra¬tan del aspecto subjetivo, del alma residente en las formas, del aspecto vida en contraste con el aspecto material y objetivo. El verdadero esoterismo alcanza las raíces del ser de todo hombre, y se ocupa del aspecto de la humanidad que llamamos inmortal y eterno. Trata de la causa del pensamiento, de las emociones y de la acción. Se esfuerza en expresar y colocar en primer plano de la con¬ciencia los persistentes impulsos divinos que se manifiestan en la intensa actividad de las transformaciones que caracterizan a toda la naturaleza, incluso al hombre. Es lo subya¬cente en todas las fórmulas religiosas, en toda investigación científica, en todo impulso eco¬nómico y en todo rumbo básico que tome el organismo social. En cuanto a la entidad hu¬mana, el ocultismo o exoterismo, concierne al alma manifestada por medio del mecanismo cerebral, emocional y mecánico, aquella parte de si mismo de la cual el hombre conoce toda¬vía muy poco; pero que hace de él lo que es. El verdadero esoterismo no es, como generalmen¬te se supone, una profunda enseñanza dada con rituales ceremoniosos, bajo juramento de sigi¬lo, sino un interno despertamiento espiritual que reconoce un despertamiento similar, o espi¬ritualidad potencial, en todos los demás seres humanos, y la vida latente en todas las formas. Estos son los movimientos u organismos que vamos a considerar, en vista de su gran impor¬tancia y responsabilidad. Lo comprendan o no a ellos corresponde la función de dar la tónica y de indicar la dirección que tomarán las más nuevas y completas presentaciones de la ver¬dad. De la labor que dichos organismos desarrollen dependerá la calidad y suficiencia de las religiones, organizaciones y grupos que entrañarán el orden social que ha de prevale¬cer durante el periodo de estabilidad que inevitablemente ha de sobrevenir después del actual periodo de transición y dificultad.

II

A medida que comprendemos el significado de la vida y sus formas, y estudiamos los tiem¬pos en que vivimos, nos damos cuenta de que estamos en el fragor de un dificilísimo período de transición. Dos métodos actúan simultánea¬mente: el nutrido, desenvuelto y utilizado en el pasado, todavía muy poderoso e influyente; y el que indica las nuevas tendencias y se ca¬racteriza por las cualidades incipientes deno¬tadoras de la nueva era. El dilema ante el cual el mundo se encuentra ahora deriva de que ambos métodos están en actividad al mismo tiempo, y unos individuos se dejan influir por uno o por otro, mientras que otros les oponen resistencia, a la vez que otros observan el con¬flicto con espantosa perplejidad. La influencia del signo de Piscis, que se está desvaneciendo, y la del ascendente signo de Acuario, que se está acentuando, determinan el caos general que se manifiesta en todas las esferas del pensamiento y ocasionan los con¬flictos que surgen entre los obreros de pensa¬miento y los de acción, en todas las esferas. Por la comprensión de estas dos modalidades de in¬fluencia y la consideración de las diferencias entre los movimientos que las representan llegaremos a ciertas conclusiones provechosas, que acaso nos muestren un curso más directo y menos escabroso. La humanidad ha pasado por muchos perío¬dos de transición como el presente, de los cuales siempre ha salido beneficiada, estabilizada, y con una expansión de conciencia, un desen¬volvimiento intelectual y un desarrollo de lo que podría llamarse genéricamente la idea de Dios, que han servido de base a un nuevo y más grandioso templo de la humanidad, com¬pleto en todas sus partes. El curso de nuestro Sol en su ronda por los cielos y su paso progresivo por los doce signos del Zodíaco es tan inevitable como el tiempo. Cada ciclo solar ha visto a nuestro planeta sujeto a diferentes modalidades de fuerza, que se han manifestado en la diversidad de civilizaciones y culturas. Una breve ojeada a los dos ciclos que precedieron a la era cristiana (o de Piscis) esclarecerá la idea. Aproximadamente 5.000 A. antes de C. nues¬tro Sol pasó por el signo de Tauro. Fue el periodo de la adoración del Becerro, tal como se practicaba en los misterios Caldeos, de Mitra y Egipcios. El Becerro era el símbolo y signo del Hijo de Dios, el Cristo Cósmico, cuyo supremo símbolo y expresión era el Sol. Fue el gran signo de la Voz. Oráculos y Sibilas regían las actividades colectivas e individua¬les. El pueblo aprendió a obedecer implícitamente a lo que oía y de allí proviene la adhe¬sión a la palabra hablada, y la creencia, aún prevaleciente, en la inspiración verbal de las Escrituras. Las gentes recibían dirección ex¬terna y nadie se dirigía desde su interior, ex¬cepto las almas avanzadas que guiaban los destinos de los demás. La dispensación. hebrea se inauguró 2.500 años antes de C. El sol pasó entonces por el signo de Aries, el Cordero, dando origen a la institución del Cordero Pascual, la época en que se sacrificaban ovejas, cabras y corderos en lugar de los bueyes que se inmolaban en los sacrificios anteriores. Es interesante notar, que el pecado de los hijos de Israel en el desierto consistió en la adoración del becerro de oro, o la vuelta a una vieja forma de adora¬ción, que la raza debía haber trascendido. El establecimiento del gran altar de los sacrifi¬cios en el Tabernáculo y Templo hebreo y del mar de bronce en el recinto externo con los doce bueyes, simbólicos de lo subyacente, daba a entender que la humanidad, enseñada hasta entonces por medio de la Voz y por tanto con la obediencia irresponsable del niño, debía en adelante saber que existía una naturaleza ani¬mal, un aspecto fundamental que había de subyugarse por el sacrificio y la voluntaria puri¬ficación. Así tenemos la base de la gran ex¬pansión que sobrevino cuando el Sol entró en el siguiente signo y se inculcó la idea del esfuerzo individual. Después nuestro Sol empezó a cruzar el sig¬no de Piscis, y hace 2.000 años se inició la dis¬pensación cristiana. El gran Maestro de Galilea está siempre asociado en la mente de los hombres con el símbolo del pez. Escogió pes¬cadores por discípulos y los envió por el mun¬do para que fueran «pescadores de hombres». Fue con ellos frecuentemente a pescar y muchos de sus milagros se relacionan con los peces. Un pez dibujado en la arena era signo secreto para los primitivos cristianos, y se le ve frecuentemente representado en las catacumbas, y la Iglesia ha perpetuado esta idea en la recomendación de comer pescado los viernes y otros días de ayuno. ¿No hay un profundo significado subyacente en estos sacrificios del toro, del cordero y del pez en las ceremonias religiosas, tal como se desenvolvieron sucesivamente a medida que el Sol fue pasando por los signos zodiacales, Tau¬ro, el toro; Aries, el cordero; y Piscis, los peces? En el presente ciclo hemos tenido el desenvolvimiento del corazón como medio del acerca¬miento a Dios; la era del devoto y la sublimación de la naturaleza emocional y su elevación a los cielos en la persona de grandes santos, místicos e instructores de la Iglesia. La carac¬terística de la época presente es el sacrificio del individuo y de su martirio por amor a la gran Personalidad que encarnó la Idea divina. Dijo Cristo: ¿De qué aprovecha al hombre si granjease todo el mundo y perdiese su alma? En respuesta, los hombres han recalcado la necesidad de la salvación personal y el desenvolvimiento, a toda costa, del principio Cristo en sus corazones. En el Cristo se dio al mundo la revelación de un alma perfecta y la representación de una posibilidad divina al alcance de todo hijo de hombre. ¿Cuál fue el gran mensaje de Cristo? Salva tu alma. Nada dijo de las congregaciones, sino que la gran enseñanza consistió en que debíamos trabajar por nuestra propia sal¬vación, alcanzar la perfección individual y re¬gular nuestra conducta de acuerdo con las reglas dadas en el sermón de la montaña. La misma idea puede verse expresada en las enseñanzas del Baghavad Gita con respecto al Ego y a los sistemas yogui, que enseñan el desen¬volvimiento del Yo Superior. ¿Cuál ha sido el efecto de estas enseñanzas? La era de Piscis, como ninguna otra, se ha dis¬tinguido por el gran número de personalidades eminentes que en el transcurso de ella han aparecido. Hemos tenido grandes hombres y grandes mujeres dotados de características divinas, en todas las fases de la vida. Con rela¬ción a la masa total de la humanidad, su número es relativamente escaso; pero sus nombres bri¬llan en todas las fases de nuestra civilización: religiosa, política, social, artística y científica, pues el principio Cristo no se manifiesta exclu¬sivamente en el fervor religioso y en la devoción, sino que se manifiesta en todo hombre que alcanza grandes alturas en cualquier ac¬tividad constructiva, sea arte o ciencia y cuyo genio se eleva sobre el término medio. Quien haya encontrado el Cristo divino en si mismo sobresaldrá en su campo de actividad, que no ha de ser necesariamente religiosa. Ahora estamos pasando paulatinamente de la era de Piscis, de este ciclo, predominante¬mente cristiano, a la era de Acuario, el Aguador. Aunque han de transcurrir lo menos 500 años antes de que se complete el tránsito, ya notamos la influencia de la nueva era sintién¬dola, cada vez con mayor fuerza, hasta que llegará a ser dominante. Conviene advertir que Cristo, como todos los grandes Instructores del mundo, no solamente encarnó la tónica para el ciclo que El representaba sino que se rela¬cionó con la nueva era y manifestó la unidad de la fuerza de vida. Así dijo: "Yo soy el agua de vida.” Agua es el símbolo de la nueva era y quizás la influencia de Acuario subyazga en la idea de la prohibición de bebidas alcoho¬licas y en la creciente tendencia de la gente a utilizar el agua en el baño y otras muchas aplicaciones en la vida, que la mayoría de las gentes desconocían hace cinco siglos. ¿Cual será la tendencia de la nueva era? Servicio y labor colectivos. Ya no se dará tanta importancia a la salvación individual, sino que el individuo que se haya encontrado a sí mismo se entregará y sumergirá su interés en el de la colectividad. Los individuos desarrollados, cuyo número irá creciendo rápidamente, lle¬varán el agua de vida a todos. La conciencia colectiva predominará y se tratará de satisfa¬cer las necesidades comunes.

III


Los métodos empleados en la era de Piscis son diferentes de los que se emplearán en la de Acuario; los resultados perseguidos, son en muchos casos, bastante diversos, y la, nota tó¬pica de cada era es muy diferente. Tal vez alcanzaremos más clara compren¬sión del punto en que nos hallamos y de cuál debería ser nuestra actitud, si comparamos estos dos grandes movimientos y analizamos sus características y sus beneficios, lo mismo que sus inevitables riesgos. Desde luego que no echaremos de ver el peor aspecto de las tendencias de la era de Acuario, pues sólo se manifestarán en toda su fuerza al final. El gran Maestro de la edad de Piscis, el Cris¬to, dio la tónica a sus discípulos en las pala¬bras: . Las ovejas aprenden a seguir al pastor y toman y acep¬tan el alimento que se les da. Así pues, el método empleado ha sido el de la obediencia a la auto¬ridad impuesta y seguir al guía. Las enseñan¬zas fundamentales se refieren a la naturaleza de Cristo y de ellas trata precisamente el Nueva Testamento. La enseñanza de la Iglesia ha tenido por objeto indicar la manera de seguir el ejemplo de Cristo y cómo alcanzar el cielo para estar con El en un sentido personal. Los reiterados mandatos de: -Este es el camino - ; - Sigue al guía - ; - Haz como te digo - ; - Estas son las reglas -, ha sido el método indicado y adecuado. Se ha fomentado deliberadamente el desarrollo de las emociones y del corazón porque tal era la necesidad de la raza humana. El deseo se ha transmutado en aspiración y el sentimiento se ha transferido al cielo. Se ha predicado la devoción personal al Cristo y mu¬chos ofrecieron gustosos y voluntariamente su vida por el amado guía. Se ha mantenido en alto el ideal y se ha estimulado un divino fana¬tismo para sostenerlo. Así pues, idealismo, aspiración, devoción y aptitud para reconocer al jefe, la obediencia al mismo, han sido las cualidades que la raza ha desarrollado y ahora encuentran su culminación en la digna, pero a veces irrazonable idolatría, hacia los direc¬tores, primates y figuras eminentes en todas las actividades de la vida. Mientras estas cualidades se han desarrolla¬do y se ha dado gran impulso a sus tendencias, se han deslizado los siglos y ahora entramos en las etapas finales del ciclo y nos aflige el perio¬do de cristalización con todas sus inherentes turbulencias. El culto a los líderes y la consecuente tendencia al proselitismo ha dado origen a una situación en extremo deplorable. Mientras el único líder reconocido fue el divino Hijo de Dios y las reglas del discipulado cristiano se observaban fielmente en la iglesia primitiva tan perseguida, algunos alcanzaron grandes alturas de devoción e intensa pureza de carác¬ter y el fiel devoto estaba salvaguardado por su ideal y su idealismo. Pero aquellos días pa¬saron hace tiempo y ahora nos encontramos con un estado de cosas en que el mundo está lleno de líderes que claman por ser reconocidos y miles de individuos siguen devotamente a tales personalidades; mientras que otros miles, con la misma devoción, los combaten. ¿Cómo hemos venido a parar en este estado de cosas? La razón no es difícil de descubrir. Salvo que el hombre sea un Cristo de Galilea o un Gautama Buda, el ansia de atribuirse títulos engaña y extravía. El efecto de esto en el público en general y en este momento de la historia del mundo, es pernicioso en extremo. El intento de hacer que la gente acepte tales títulos y que reconozca el derecho a ellos a quien los pretende para encaramarse en un pedestal y anunciar así su interpretación de la Verdad, como tal Verdad, impide ver las realidades y sofoca la inspiración. Quien se pro¬clama a sí mismo, o a otro, como el Ungido o representante del Señor, no hace más que jugar con la credulidad de las gentes ingenuas. Alienta en ellos el engreimiento que nace de atribuirse una maravillosa intuición por reconocer al pretendiente; el amor al poder porque ese reconocimiento los congracia con el líder reconocido y la ambición de entrar en intima asociación con él y brillar con gloria refleja. “Venid con nosotros”, dice un líder de gru¬po, "porque se nos han confiado enseñanzas negadas a otros”. Guiados por la idea de que se le ofrecen privilegios especiales, el busca¬dor, perfectamente sincero, acude prontamen¬te. Se publican anuncio de sistemas exclusivos para desarrollar los poderes del alma y poner al estudiante en el camino del éxito, de la bue¬na salud, de la popularidad y de beneficios extraordinarios; se dan entrenamientos para fines puramente egoístas; y el aspirante, des¬contento y cansado de tanto buscar, cae en la trampa. Las órdenes secretas y las fraternida¬des con reuniones y escritos velados en el mis¬terio y en el secreto atraen a los incautos; pero tras aquéllas, como araña en su tela, se esconde una personalidad con todo el aparato del poder organizado. El que muchos de estos líderes sean sinceros y que la inmensa mayoría de sus secuaces lo sean casi enteramente, no tiene nada que ver con el problema que plantea la pretensión a títulos que se atribuyen ins¬tructores de toda clase, buenos malos e indife¬rentes, cuyos oráculos y afirmaciones incom¬probables causan gran daño a quienes los es¬cuchan y con patética credulidad les siguen. Todo cuanto tienda a embotar la mente humana y desarrollar la obediencia ciega es de¬plorable en una época en que podemos alcanzar algo mejor; por lo tanto, la conformidad mediumnística a las afirmaciones de una per¬sonalidad, o de un grupo, es de todo punto in¬deseable. Bajo tales condiciones es imposible pensar con claridad; no hay manera de des¬arrollar la confianza en uno mismo, pues el común de los miembros de un grupo, organi¬zado alrededor de alguna personalidad, perte¬nece a él porque simpatizan personalmente con el líder, porque sus amigos son miembros también, o porque se les proporciona una serie continua de mensajes misteriosos, frecuente¬mente sin valor alguno, o se le dan instruccio¬nes, que se suponen proceder de inteligencias planetarias y de Maestros. Estas inteligencias y estos Maestros sólo se comunican con el conjunto de los miembros por conducto del líder del grupo, cuyas declaraciones no son susceptibles de comprobación ni enmienda. Esta condición puede verse en muchos grupos, grandes y pe¬queños; en ciertas organizaciones esotéricas, metafísicas y mentalistas de toda clase y en todos los países. Este estado de cosas es uni¬versal y denota la culminación de la era de Piscis. Las iglesias están en el mismo caso y tenemos infinidad de teologías, papas, dogmas y biblias, que todas pretenden ser infalibles y fuentes misteriosas de poder e iluminación. La clave del peligro de la influencia de Piscis está en la idea de la separatividad. El líder de un grupo se encara en un pedestal, aparte de los miembros de fila; los que le siguen se consideran como los elegidos del Señor y condenan a variadas penalidades a todos los que se niegan a aceptar a su guía, a su biblia o a su exposición de la verdad. De esta manera se propaga la gran herejía de la separatividad. A pesar de todo hemos de tener presente que los movimientos de la era de Piscis han sido necesarios en el mundo, que en su día fueron justos y que han servido para desarrollar en la humanidad lo que era necesario desarrollar. Ellos nos han conducido hasta nuestro presen¬te grado de evolución. De consiguiente no los criticamos; pero si hemos de reconocer que está desapareciendo una forma gastada y ne¬cesitamos otra nueva. Las dificultades actuales provienen del trayecto recorrido desde que la gran Personalidad que inauguró la era de Pis¬cis estuvo con nosotros. De consiguiente la Voz que dijo: “Yo estoy entre vosotros como siervo” se ha atenuado mucho; mientras otras voces más nuevas y menos dignas gritan mucho más. Su única pretensión fue una vida vivida y un servicio prestado, y por esto su ejemplo persistirá mucho después que los pre¬sentes actuales pretendientes caigan en olvido. A medida que la influencia de la edad de Acuario aumente y sea más precisa ¿cuáles serán sus características distintivas? ¿Tenemos algún indicio del carácter de sus pensadores?. Téngase en cuenta que ha de pasar mucho tiempo antes de que sea posible definir el proceder y el movimiento del tipo Acuario puro; pero no faltan ciertas indicaciones. En las indicaciones dadas por el Maestro de la era de Piscis se cuenta la de “Apacentad a mis ovejas”. En estos días de amplitud de pen¬samiento general y de rápidas y fáciles comu¬nicaciones, ¿no es lógico esperar que alguna Palabra llegue al rebaño, en vez de unos pocos que encarnen el ideal del Servicio y de la ini¬ciativa? El signo de Acuario se denomina el signo del conocimiento universalmente aplica¬do; ¿qué más a propósito y comprensible en estos días de desenvolvimiento mental, que la adquisición de cuanto es posible saber? El tipo Acuario ideal puede muy bien ser un alma liberada e inteligente, prestando abnegado ser¬vicio a todos y, no obstante, hacerla por pro¬pia iniciativa. La era de Piscis utilizó y purificó el corazón de las gentes. La era de Acuario prestará a la raza el mismo servicio; pero ahora actuará sobre la mente. El hombre de Acuario se dis¬tinguirá por el dominio de la mente, adquirido por medio de la concentración, o atención diri¬gida. Estará enfocado en su propio centro; se conocerá a sí mismo, y sabrá lo que ha de ha¬cer; habrá encontrado en dicho centro, en el lugar secreto, el punto esotérico de todo su ser: Dios, su Yo Divino. Actuará desde dicho centro, dirigido por si mismo, no por ajena guía. Se sentirá confiado y seguro de si mismo con el sentido más elevado, con la confianza y seguridad del hombre que conoce su propia alma y por ella dirigido actúa inteligentemen¬te. El tipo Acuario ideal habrá trascendido su conciencia animal y en él el entrenamiento Taurico habrá consumado su obra; habrá dominado su naturaleza animal, purificando sus deseos, siguiendo a su Maestro al cielo; de manera que el periodo de Piscis habrá dejado su impresión en él y en la era de Acuario aprenderá a trabajar desde este centro celes¬tial, mediante el empleo inteligente de la mente. Todo se coordina de manera maravillosa. Cuando estos tres aspectos del hombre: el físi¬co, el emocional y el mental, estén desarrolla¬dos y se hayan convertido en el instrumento del alma, será posible el rápido desarrollo espiritual y entrará el mundo en una nueva era. Los grupos en la época de Acuario serán, sin duda alguna, asociaciones de almas libera¬das, apoyadas y centradas en si mismas en sentido espiritual y sin embargo unidas para el enaltecimiento general de la raza. Tales grupos no se formarán alrededor de una per¬sonalidad dominante, sino que serán organiza¬ciones de individuos iluminados, cuyas perso¬nalidades quedarán sumergidas en el bien general. En la actualidad nuestro mundo es el campo en que actúa la fuerza de Piscis, con más la creciente influencia de Acuario. Los movi¬mientos que se han desarrollado de acuerdo con la tónica de Piscis están completando su obra y deben necesariamente terminarla. Los movimientos que llevan la señal de Acuario son grupos de personas que piensan indepen¬dientemente y se niegan seguir con fe ciega a ningún ser humano. Por doquiera hay muchas personas con inclinaciones de Acuario, almas libres, tolerantes; pero sosteniéndose por su propio pie; armónicos; pero sin exclusivismos; de perspectivas universales aunque de ideas claras y precisas. Los tipos de Piscis y los de Acuario chocan frecuentemente. No se entienden porque no comprenden que ambos tipos son genuinos, que ambos desempeñan su función y que en este período de transición, ambos son necesarios y han de aprender a trabajar unidos. Reconozcamos la sinceridad de ambos gru¬pos, reconozcamos sus funciones diferentes y comprendamos que ambos han de desempeñar su parte, puesto que los dos son necesarios y no es cuestión de menos derecho o más derecho, ni de ignorancia o sabiduría. Es simplemente cuestión de diferencia de método y de empleo de partes diferentes del organismo; pe¬ro que ambas partes son igualmente divinas. El tipo Piscis actúa emocionalmente, el tipo Acuario mentalmente; el uno emplea el cerebro y el otro el corazón; ¿quién es capaz de decir cuál tiene más derecho ante el divino director de los destinos humanos? No olvidemos que quien sigue a un líder tro¬pieza con dificultades si sigue ciegamente a su corazón y deja de usar su cerebro; igualmente se puede decir que la persona que se desarrolla por el método de Acuario y se guía únicamen¬te por su cerebro y no por su corazón, puede tropezar con dificultades y peligros similares. El tipo Acuario ideal (que probablemente po¬drá verse en gran escala dentro de unos 3.000 años) es una fusión sintética del cerebro y del corazón.


IV


Tres cuestiones surgen de las consideracio¬nes que acabamos de hacer acerca de nuestro tiempo y de la influencia dual prevaleciente, a saber: ¿Cómo puede el hombre ordinario reconocer los movimientos de la época de Piscis? ¿Cómo puede igualmente reconocer un movi¬miento de la nueva era? ¿Cuáles son las funciones del verdadero ins¬tructor en la época actual? 1° Los movimientos de Piscis siempre ape¬lan a una autoridad jerárquica; pretenden te¬ner tras ellos una autoridad; por lo que siem¬pre demandan obediencia de sus afiliados, la aceptación de las afirmaciones, deseos y exi¬gencias de sus líderes. En sus aspectos peores y más ciegamente desarrollados, imponen a sus fieles la devoción fanática y fomentan la intolerancia respecto de los demás grupos de pensadores. Poseen una autoridad central, una Biblia y una serie de dogmas, aunque lo nieguen con ardor. La mayoría de nuestras igle¬sias, sociedades teosóficas y organizaciones rosacruces, así como infinidad de cultos, son de Piscis y deben desarrollar su trabajo hasta completarlo; la Iglesia Católica y la Ciencia Cristiana son ejemplos que sobresalen de los demás. Nuestra actual Sociedad Teosófica es señaladamente de esta clase, no obstante que cuando su fundación hace cincuenta y ocho años era de calidad mucho más Acuaria. Los deberes de estos organismos han de cumplirse, pues hay miles de personas a quienes pueden ayudar y el impulso que han recibido debe uti¬lizarse hasta agotarlo.
2° Existen actualmente individuos con ten¬dencias características del tipo Acuario. No existen todavía movimientos de Acuario, pro¬piamente dichos, porque no ha llegado el mo¬mento propicio para que su actividad pueda desarrollarse con éxito. No estamos todavía en la era de Acuario; todo lo que tenemos son las avanzadas. Pero, cuando llegue y podamos ha¬blar en verdad de movimientos de Acuario, ¿qué debemos esperar? ¿Cuáles serán sus carac¬terísticas distintivas? Tales movimientos se caracterizarán por la libertad de pensamiento que conceden a sus adherentes; se negarán a reconocer a ningún Instructor, Biblia u organización como único depositario de la verdad; pero concederán igual derecho al reconocimiento a todos los grupos que traten de presentar el conocimiento de Dios, que se obtenga por medio de la ciencia, de la religión, del arte, o de la filosofía. De consiguiente, entre ellos no existirán antago¬nismos, criticas ni condenaciones para ningún grupo; serán incluyentes y no excluyentes; harán resaltar principios y no personalidades; servicio y no ambiciones egoístas, y en virtud de la amplitud de su visión y de la verdad de su perspectiva, conducirán a la humanidad al pleno reconocimiento de la unidad universal. Cada cual será libre de enseñar lo que quie¬ra; empleará su propia terminología y expre¬sará la verdad tal como la comprenda; desarrollará sus propios métodos de servicio; sin embargo, todos estarán acordes en que existe un trabajo único, pero muchos métodos de tra¬bajar; un solo templo de Dios, pero muchas piedras y partes; una gran Verdad central, pero muchos aspectos diversos; una Vida di¬vina, pero muchas formas de expresión. En la actualidad sólo notamos tendencias en esta dirección; pero indican la dirección del viento. Algún día este viento soplará con fuer¬za y despejará las nubes de las diferencias y de las distinciones y abrirá paso a la luz del Sol, desvaneciendo las brumas y las nieblas de la época actual.
3° ¿Cuáles son las funciones del verdadero Instructor? Ante todo establecer y mantener contacto con su propia alma, procurando, en cuanto pueda, que nada nuble su visión; man¬tenerse impoluto en el mundo; a fin de ser un instrumento que su Yo Divino pueda utilizar. No ha de tener pretensiones, sino que ha de reconocer que es nada más que un Servidor y que solamente sus palabras y actos han de justificarle y dar a conocer. El verdadero Ins¬tructor repudia toda exaltación de la persona¬lidad; evita, siempre que puede, toda referencia a si mismo y se mantiene siempre en el trasfondo. En su labor docente ha de hacer tan sólo tres cosas:
Primera. - Decir a cada hombre que es un divino hijo de Dios, que el reino de Dios está en su interior y que todo poder y todo conoci¬miento es el privilegio de todo hijo de Dios.
Segunda. - Anunciar únicamente los prin¬cipios básicos y fundamentales subyacentes en todas las exposiciones de la Verdad. Eliminará lo accidental y los puntos de diferencia, ha¬ciendo hincapié en las verdades universales y generales, que han persistido a través de los tiempos y que toda religión reconoce, a saber: La Paternidad de Dios y el Principio Inmutable e Ilimitado “en quien vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser”; la Fraternidad del hom¬bre, porque todas las Almas son idénticas a la Super Alma y la manifestación de Dios en la naturaleza y del Espíritu en el hombre.
Tercera. - Presentar estos principios funda¬mentales y sus corolarios bajo tantos aspectos como sea posible y por medio de tantos sinóni¬mos y símbolos como estén a su alcance. Sola¬mente de esta manera el estudiante y el devoto afiliado a cualquier grupo, iglesia u organiza¬ción podrá alcanzar la comprensión del camino que su hermano sigue hacia Dios. Después de exponer los puntos esenciales aceptados universalmente dejará que sus oyen¬tes hagan sus propias deducciones, decisiones y aplicaciones. De esta manera cada estudiante que busque la verdad la encontrará por si mismo y en sí mismo; y al encontrarla descubrirá que es la misma verdad que encontraron los conocedo¬res en todas las épocas y climas, ciclos y razas, que tras de toda religión está la gran armonía; que tras todo método está la unidad, y que Dios saldrá al paso del buscador en todos los ca¬minos. El Profesor Waswami de la India, en su libro titulado “Voices” ha expresado esta unidad de manera maravillosa. Dice: La armonía de las religiones que yo pido es sintética, no sincrética. Sintética y vital; que transmute las enseñanzas de todas las religiones en una verdad vital; la verdad de la vida divina está en desarrollo en la humanidad. La Vida divina cre¬ce, la Verdad crece también; no toda de una vez sino en porciones. En una serie de inspira¬ciones, la verdad se comunica al hombre según su desenvolvimiento y ambiente. Hay muchas religiones, pero el Inspirador es uno; muchas Escrituras, pero la fuente es una; muchos profetas, pero la fraternidad es una; muchas enseñanzas, pero la esencia es una; muchos templos, pero el sacrificio es uno; muchas mansiones, pero el Maestro es uno.