miércoles, noviembre 18, 2009

Quien fue Tony de Mello



El sacerdote Anthony de Mello, nació el 4 de septiembre de 1931 en Santa Cruz, localidad ubicada en las afueras de Bombay, en la India. Sus padres fueron Franck y Louisa, oriundos de Goaz, una colonia portuguesa situada sobre la costa sudoeste de la India. Ambos descendían de familias católicas, conocidas por su profundo fervor religioso y cuya fe inculcaron a sus hijos. Franck se desempeñó como empleado de ferrocarriles y Louisa se dedicó a los quehaceres domésticos y a la crianza de sus cuatro niños: dos mujeres y dos varones.

SU FORMACION

Sus primeros estudios los realizó Tony en St. Estanislao High School. Se destacaba en el nivel académico, era particularmente hábil en las relaciones humanas y muy popular entre el personal que impartía sus enseñanzas y sus compañeros de estudio. En verdad Tony era el ídolo de la escuela y sus padres ya habían hecho planes para su futuro que sin duda auguraba brillantes espectativas con alguna carrera universitaria.

SU VOCACION RELIGIOSA

En 1947, a los 17 años, Tony realizó un curso de orientación vocacional, pues sentía vivos deseos de ser sacerdote.e ingresó el 1 de julio de 1947 a la Compañía de Jesús como novicio en el Seminario de Vinayálaya. Un día se haría Rector del mismo entre 1968 y 1972. Siempre estaría disponible para su familia, su gran amor junto con la Compañía de Jesús y a su gran patriotismo por la India ya que no podría hacerse la idea de vivir lejos de ella.

SU LABOR ESPIRITUAL

Comenzó dirigiendo Ejercicios Espirituales para jóvenes novicios, los que fueron el punto de partida para su carrera pública como director de almas, labor que continuaría durante toda su vida. Al comienzo se basó en la metodología, los principios y la fuerza de los Ejercicios de San Ignacio de Loyola, que había aprendido en España. Siguió luego incursionando en el Movimiento Carismático, con gran intensidad. Ambas experiencias fueron la base de lo que vendría después. Se llamaba a sí mismo ” rolling stone” (canto rodado), siempre listo y dispuesto para lanzarse en el desafío de nuevos derroteros para el espíritu.

De mente inquieta y casi revolucionaria, De Mello prosiguió su formación personal interesándose por diversas tradiciones religiosas asiáticas y del Medio Oriente. Captó enseguida que los cuentos y los pequeños relatos -nacidos en la profunda noche de los tiempos, como una forma de transmisión de enseñanzas-, seguían siendo tan útiles y necesarios hoy en día como lo habían sido siempre. Es por ello que muchos de los libros que siguió escribiendo De Mello fueron una recopilación y adaptación de estas enseñanzas de origen sufí y zen, relatos del medio oriente, dichos y hechos que aparecen en las leyendas hindúes, y también de las mismas enseñanzas cristianas y judías.

El común denominador entre todos estos cuentos breves -generalmente de una sola página- es su cualidad paradójica. Con ello, Toni pretendía ofrecer un revulsivo a las personas que sentían un interés en la espiritualidad, pero que tenían las mentes adormecidas: consciente del embotamiento que había producido en el cristianismo occidental décadas de formalismo moral y doctrinal, sabía que para que la fuente de los prodigios brotara de nuevo hacía falta remover los rescoldos del fondo del pozo. Y este es el efecto que producen sus narraciones: una confusión paradójica que apunta a un despertar.

Tarde o temprano estas enseñanzas tradicionales -y revolucionarias- encontraron sus detractores, que acusaron a De Mello de olvidar el aspecto formal de la religión cristiana para lanzarse a una exploración sin límites que diluía las enseñanzas de unas y otras religiones. Algo de cierto habrá en ello, pues algunos cuentos apuntan a un lugar que va más allá de la doctrina: abren un espacio al misticismo, en el que encuentran su fuente diversas tradiciones espirituales. Aun así, y quizás por este motivo, la aceptación popular de sus libros ha sido más que fenomenal: han sido traducidos a más de 40 idiomas de todo el mundo, y muchas personas -cristianas o agnósticas-, han reconocido que Anthony de Mello tendió un puente espiritual entre oriente y occidente -un puente que tiene circulación en ambos sentidos.

SU DECESO

Nadie ni nada hacía preveer lo que vendría después; el ataque al corazón que determinaría su fallecimiento en la madrugada del 1 de junio, mientras se preparaba para dar su charla al día siguiente en la Universidad de Fordham; el posterior velatorio en la capilla de la misma Universidad, rodeado de todos los que esperaban sus palabras para ese día; para con el tiempo ser enterrado sus restos en la vieja iglesia de San Peter en Bandra, Bombay, donde comenzaron sus inquietudes religiosas, aun siendo un niño.