jueves, mayo 28, 2015

Divino masculino y divino femenino

Nicolás Niglia

Se ha llamado dioses/as a los seres que mostraban comprensión y dominio de las leyes que determinan la realidad, quienes tenían el poder de alterar las realidades produciendo fenómenos extraordinarios conocidos como milagros. Imagina que se apareciera un sujeto, de apariencia humana o similar, pero con un poder sobrenatural de acuerdo a lo que consideramos lo natural, y caminara sobre el agua e hiciera detener los vientos y apaciguar las mareas… No estaría haciendo nada que ya no existiera sino que lo extraordinario de todo ello es que lo hace a voluntad y cuando esa facultad no es natural de su condición terrenal como por ejemplo el hecho de volar para el ser humano, entonces ese fenómeno es considerado extra normal, extra humano. Si pudiéramos viajar en el tiempo y fuéramos, por ejemplo, 150 años atrás, volando un avión de los de hoy, seríamos considerados algo así como dioses por el hecho de dominar el vuelo por ejemplo.

Así es que se han llamado dioses a los seres que mostraban un dominio o una facultad sobre determinada realidad, lo cual era considerado como extraordinario o sobre natural para los seres humanos de entonces. Seres que mostraban un conocimiento sobre las leyes de la naturaleza terrenal y enseñaron técnicas para mejorar los cultivos, seres que nos han transferido conocimiento específico de acuerdo a lo que fuimos necesitando para el propósito de nuestra evolución.
Pero, en este artículo quiero destacar las dos figuras de la Divinidad que se expresan en esta realidad y que tienen el poder sobre la realidad humana, un poder que concede la Vida al ser humano y sus dones extra terrenales. Estas dos figuras de la Divinidad son lo que podríamos llamar el Divino Masculino y el Divino Femenino; el Divino Masculino está vinculado a la Naturaleza Dadora que proviene de la Fuente, del Núcleo, de Dios Padre y, el Divino Femenino es la fuerza dadora que proviene del Núcleo de la Madre Tierra, de Gaia. Ambas fuerzas convergen en el ser humano y componen los aspectos Masculino-Femenino, Divino-Terrenal.

La mujer es la manifestación concreta y natural del aspecto Femenino, portadora de la Energía de la Diosa Madre, dadora de Vida, la energía de Gaia fluye en la mujer. El hombre, el aspecto masculino, es el portador natural de la energía del Dios Padre. Ambos Reinos convergen en el ser humano, al Reino de la Diosa lo llamamos Reino Terrenal que no es el mundo del hombre actual sino el Paraíso Terrenal con el cuál hemos perdido resonancia y del cual “fuimos excluidos” según la historia. Y al Reino del Dios Padre lo llamamos: el Cielo.
Ambos Reinos son expresión de una sola singularidad, el Todo lo que Es, la cual se expresa en dos aspectos Diosa-Dios componiendo la Dualidad característica de esta realidad dimensional. Esta dualidad Diosa-Dios existe en cada ser humano. La especie humano comenzó su ciclo evolutivo experimentando en el Reino de la Diosa Madre, regido por las Leyes del Reino Terrenal. Alcanzada la madurez necesaria, la especie humana comenzó a experimentar al Reino de los Cielos, y es así que a fin de Guiarnos en este sentido de la evolución, hacia el Padre Dios, fueron destacados Seres de Luz que encarnaron con el propósito de generar los estímulos que la humanidad necesitaba para encontrar el Camino en esta senda hacia el Cielo.

Tal cual revelaron algunos investigadores, Jesús el Cristo, estaba acompañado por más mujeres que hombres y sus vínculos más cercanos en intensidad y resonancia eran tanto con mujeres como con los hombres que conocemos como sus discípulos. Sin embargo, se ha resaltado más el vínculo de los 12 pues Jesús trae a la humanidad el Reino del Dios Padre, esa era la novedad y la tarea y por esta razón no se resaltó el rol de las mujeres que lo acompañaron pues ellas representaban la energía de la Diosa Madre y proveían la resonancia con el Reino de la Tierra, Gaia.
Las mujeres que acompañaron a Jesús aportaron la energía de la Diosa, principalmente María, su madre, luego Magdalena, Marta y otras. Ellas sostuvieron el surgimiento del Cristo, fueron pilar y cimiento del nacimiento del Cristo, su rol fue indispensable! María, la madre del Cristo, siendo la dadora de vida la que recibe al Espíritu Santo en su vientre y concibe un Ser Hijo de Madre Gaia y de Dios Padre, el cual vivió bajo la Guía de su madre hasta tanto alcanzó la madurez para manifestar su Divino Masculino, convirtiéndose así en Hijo de Dios (y de Gaia, lo que es traducido por las Escrituras como “Hijo del Hombre”).

El Despertar de Consciencia requiere el desarrollo del estado de resonancia armónica con el Reino de la Diosa (Gaia) y con el Reino del Cielo (Dios Adonai). Ambos Reinos deben converger en cada uno para completarnos y darnos la plenitud de Consciencia. Como decía al principio de este artículo, todo hombre o mujer que ha manifestado un poder sobrenatural, intencional, alterando el orden de lo que hasta entonces era asumido como posible y real, fue considerado un dios o una diosa. En realidad, estos hombres y mujeres expresaban la energía de la Diosa y el dominio consciente sobre las leyes de la naturaleza terrenal y Divina. Así es que la Diosa se ha expresado / encarnado en varias identidades femeninas, y la Consciencia Creadora que llamamos Dios Padre lo ha hecho a través de varias identidades masculinas, manteniéndose siempre el Equilibrio Femenino-Masculino, Terrenal-Divino, Tierra-Cielo.
La mujer, como manifestación natural de la energía de la Diosa provee al hombre el estímulo y la energía que el hombre necesita para activar su aspecto femenino, para Despertar la Consciencia de la Diosa y completar su identidad Espiritual dado que ésta no distingue entre ambos aspectos (femenino y masculino). Para alcanzar el estado de plenitud necesitamos desarrollar nuestro aspecto natural de género, el hombre su masculino y la mujer su femenino y, además, el hombre necesita el aspecto femenino (la Energía de la Diosa) el cual lo consigue a través del vínculo con la mujer, primero con su madre, luego con su pareja; y, la mujer, necesita completarse con el hombre, primero con su padre y luego con su pareja.

Los padres que no han desarrollado sus cualidades sutiles, la madre que no esta en resonancia con la energía de la Diosa Gaia y el padre que no está en resonancia con la energía de Dios Adonai no servirán de estímulo suficiente para que sus hijos desarrollen sus aspectos y cualidades Divinas. La relación con la tierra, con la vida y con la naturaleza se transmite, se enseña si aprende, del mismo modo la relación con la Espiritualidad, el incentivo lo recibimos en la educación familiar, el ejemplo de nuestros padres en su vinculación con el Cielo y con la Tierra…
Es cierto que la energía de la Diosa fue aplacada en la humanidad, pero esto se debió al propósito de encender la energía del Hijo de Dios, del Padre Adonai. Esto suscito un desequilibrio en la relación hombre mujer, surgiendo el Patriarcado. La idea era dirigir a la humanidad hacia los aspectos masculinos de Dios Padre y atenuar la incidencia del aspecto femenino de la Diosa Gaia. Esto nos ha quitado resonancia con la Vida en Gaia y ha puesto a la mujer en un lugar de “inferioridad” con respecto al hombre.

Hoy hemos concluido este ciclo, ya no debe ser así, ya se ha dado el tiempo para el desarrollo de los aspectos que nos dan la resonancia con el Cielo, con Dios Padre. Ahora debemos re activar la energía de la Diosa, esa energía que se ha aplacado durante tanto tiempo pues, necesitamos completarnos! para alcanzar el estado de plenitud, y expresar nuestra nueva identidad, la del Ser Humano Cósmico, extra terrestre, es decir, ya no atado a la Tierra, Hijo de Gaia y Adonai. Así como cuando el varón de la casa alcanza la madurez y deja de quedarse en su casa con su madre y comienza a ir al trabajo con su padre, así estamos alcanzando ya la madurez y nuestro Padre nos está reclamando para que lo acompañemos en el trabajo diario de la Creación!

Las religiones, las culturas y costumbres le han puesto muchos nombres y la reconocieron a través de varias identidades pero, la Madre, la Diosa es una! es Gaia. Lo mismo sucede con el Dios Padre, Adonai. El hijo de ambos, el hijo maduro, ascendido, de ambos es el CRISTO! estado al que nos dirigimos y que debemos alcanzar para continuar la senda evolutiva. Existen ya seres humanos que son Cristos Vivos, caminando entre nosotros, enseñando, dando testimonio y ejemplo, es este el “regreso del Cristo” prometido por Jesús, ÉL presente y Vivo en los seres humanos que han resucitado y alcanzado el estado de Cristo Vivo.
Y Así Es!