miércoles, agosto 05, 2015

Personalidades dañinas, los traficantes de culpa

Valeria Sabater

Es un tipo de treta muy antigua. Una estrategia tan vieja como el propio mundo ejercida por todo aquel que, en un momento dado, necesita someter a otra persona. Dominar y tener una sensación de control. Es algo habitual en las relaciones de pareja, en esas relaciones tóxicas donde experimentamos todo tipo de emociones menos la felicidad. Pero la culpa no habita solo a nivel afectivo y de pareja… son muchas las relaciones en que pueden dejarnos afilar hábilmente esta sensación.

Un familiar que nos echa en cara su soledad y que no los atendemos, un niño que nos increpa que queremos más al hermano pequeño que él…son muchos los rostros que tiene el "hilador de culpa", y muchas las víctimas que, en un momento dado la hemos sufrido. Pero hay que poner límites. Límites de protección donde no se manipule nuestras emociones y sentimientos. Vale la pena ahondar un poco más en este tema. ¿Te parece?


LA CULPA O EL SENTIMIENTO DE FALSA TRISTEZA
Es una moneda de doble cara cuya sensación, te será sobradamente conocida. Cuando nos hacen sentir culpables lo que en realidad bombea en nuestro interior es tristeza. Una incómoda y punzante tristeza que en realidad debería ser rabia al ser manipulados tan fríamente.
Preferimos callarnos y aceptar ese sutil engaño en que nos han hecho caer, porque en el fondo, queremos a la persona que nos hace sentir culpables. No queremos reaccionar de modo tajante para no terminar con esa relación o, sencillamente, para no complicar aún más la situación. Una vez más han abusado de nuestra bondad y nos sentimos mal, sentimos que nuestra autoestima se va erosionando como una roca frente al mar golpeada continuamente por el oleaje.

¿Qué podemos hacer? ¿Qué deberíamos hacer cuando es nuestra pareja quien gusta siempre de hacernos sentir culpables? ¿O cuando son nuestros padres, por ejemplo, captando nuestra atención para que estemos más con ellos? Sin olvidar a los niños, que desde muy temprano pueden convertirse en hábiles manipuladores de sus padres. Es una realidad muy común en la que solemos caer y de la que cuesta saber reaccionar. Pero debemos hacerlo por nuestra propia salud psíquica y emocional. Si nos dejamos amordazar con este tipo de sentimientos hostigantes nos irán destruyendo poco a poco, minando por dentro hasta convertirnos en una sombra de nosotros mismos. No caigas en el sentimiento de culpa. Tú no eres culpable de nada, solo de querer hacer las cosas bien y de querer a quienes tienes a tu alrededor.

DEFENDERNOS DEL SENTIMIENTO DE CULPA
"No puedes negarte, con todo lo que yo he hecho por ti es lo menos que puedes hacer". "Siempre soy el último en tu lista de prioridades, se nota que ya no me quieres". Estas frases son sin duda las más comunes que podemos escuchar de boca de esas personas expertas en manipulación emocional. Pero ten en cuenta algo, las personalidades que utilizan esta estrategia lo único que van a conseguir es hacer crecer nuestro resentimiento. Nuestra rabia. Y poco a poco nos irá envenenando.
La forma en que deberíamos marcar límites a este tipo de comportamientos, sería la siguiente. ¿Tomamos nota? Excelente:

1. Hazle saber a dicha persona que la quieres. Que es importante para ti, pero que lo que te está pidiendo o diciendo no está bien. Que ése no es el modo de hacerlo porque te hace sentir mal, infeliz y manipulado/a.

2. Indícale que si sigue comportándose del mismo modo, proponiendo cosas con doble sentido o tergiversando palabras para hacernos quedar mal, lo que acabará provocando es tu distanciamiento. Hazle entender que no quieres eso y que tampoco mereces ser tratado/a de esa forma tan negativa.

3. Indícale que lo que esperas en realidad es que sea más directo/a, que diga las cosas que de verdad siente sin manipular, y no que nos obliguen a hacer cosas que no queremos haciéndonos sentir mal. La sinceridad es lo que más valoras y es lo que esperas de los demás. La manipulación es un modo de maltrato y debe quedar claro que no es lo que quieres.

4. Dile también que necesitas libertad de elección. Habrá cosas que te proponga que quieras hacer y cosas que no, y que esa libertad de elección es básica para ti. No por decir "no" a algo los quieres menos, en absoluto, es un modo de respetar espacios, emociones y voluntades. Decir "no" no es ser egoísta, es actuar con libertad y también con amor.
Para concluir, sabemos que poner en práctica todos estos enunciados no es fácil, al contrario, que exige tiempo y tal vez, alguna que otra discusión. Si la otra persona nos llega a enteder -y a respetar- será un auténtico triunfo y un descanso. Pero si no nos atienden, si hacen oídos sordos y gustan de seguir ejerciendo el mismo comportamiento, será el momento de tomar decisiones. Piensa que lo más importante en esta vida es ser feliz. Disponer de tu equilibrio personal y emocional, poder ilusionarte cada día. Si solo sientes tristeza, rabia y resentimiento, tu corazón ya estará envenenado….