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miércoles, noviembre 23, 2022

La Realidad Comprendida A Través de la Plenitud

J. Krishnamurti

Amigos: Los periódicos han dado tantos informes inexactos con respecto a mí, que deseo corregirlos antes de empezar mi plática. Yo no soy teósofo. No pertenezco a ninguna secta o partido, ni a ninguna religión particular, porque la religión es un obstáculo definido para la plenitud del hombre. Tampoco deseo convertiros a ninguna teoría o conclusión fantástica. Podréis preguntarme: ¿Qué se propone usted hacer? 

Si no trata que ingresemos a alguna sociedad o que aceptemos determinadas teorías, ¿Qué es entonces lo que usted trata de hacer? Lo que deseo es ayudar a vosotros, el individuo, a cruzar la corriente del sufrimiento, confusión y conflicto, por medio de la completa y profunda plenitud. Esta plenitud no radica en las autoexpresiones egoístas, ni se logra por medio de la compulsión e imitación; tampoco a través de un sentimiento o conclusiones fantásticas; sino a través del pensamiento claro, y de la acción inteligente cruzaremos esta corriente de pena y aflicción. Hay una realidad, la cual puede ser comprendida solamente a través de la verdadera y profunda plenitud. Antes de poder entender la riqueza y hermosura de la plenitud, la mente tendrá que liberarse a sí misma, del fondo escénico de tradición, hábitos y prejuicios. 

Por ejemplo: si pertenecéis a un partido político determinado, naturalmente, todas las consideraciones políticas que hagáis partirán de este estrecho y limitado punto de vista de vuestro partido. Si habéis sido educados, nutridos, condicionados en alguna religión, miraréis la vida a través de su velo de prejuicios y oscuridad. Ese fondo de tradición impide la completa comprensión de la vida, causando así, sufrimiento y confusión. Yo os rogaría que escuchéis lo que tengo que decir, libertándoos por esta hora siquiera de este fondo escénico en que habéis sido educados, con sus tradiciones y prejuicios, y penséis simple y directamente en los múltiples problemas humanos. El ser verdaderamente crítico no es estar en oposición. La mayor parte de nosotros hemos sido entrenados para oponernos, no para criticar. Cuando un hombre meramente se opone, indica por lo general, que tiene algún interés creado que quiere proteger; y esto no es penetración profunda a través de un examen crítico...

miércoles, agosto 31, 2022

Religión, Cooperación y Libertad

Jiddu Krishnamurti

VII PLATICA DE BOMBAY, 1º DE MARZO DE 1964

Esta es la última plática en Bombay en el presente año. Creo que muy pocos de nosotros nos damos cuenta de los problemas tan tremendos que tenemos que afrontar; muy pocos somos los que abarcamos con claridad su total implicación y muy pocos- los que deseamos hacer algo acerca de ellos efectivamente. Nos percatamos, intelectual o verbalmente, de la inmensa revolución que se está efectuando en lo externo, cuando en algún periódico leemos uno o dos artículos, o cuando leemos un libro. Quiero decir con “darse cuenta” el enfrentarse de hecho con ellos, y cuando uno lo hace así, se da cuenta con tremenda conmoción, de que el hombre ha vivido durante un millón de años o más, con muy poca comprensión, con muy pequeño cambio y sin transmutación o mutación, total mutación de la mente y del corazón.

Tenemos múltiples problemas: la extrema falta de afecto en el mundo, el sentido del amor que por completo está ausente; hay el problema del sexo; luego existe la cuestión de la culpabilidad; y no liemos comprendido plenamente lo que significa ser creativo. Estamos frente a estos problemas y tenemos que responder a ellos, cada uno de nosotros, y a mí me parece que una de nuestras mayores dificultades es que recurrimos al pensamiento como medio de solución de todos los innumerables problemas.

El pensamiento es del tiempo, y no es posible que el pensamiento pueda solucionar los problemas de nuestra vida. Pienso que ésta es la primera cosa que nos toca realizar. En el pensamiento hay tiempo y autoridad y no puede, bajo ningunas circunstancias, solucionar o confrontar los muchos y muy intrincados problemas de la vida. Debe haber un enfoque totalmente nuevo, un enfoque operativo que pueda comprobarse, ser elaborado por cada uno. Y para comprender las limitaciones y la importancia que tiene el pensamiento, tiene uno que ver el mecánico proceso del pensar y la futilidad, la extrema superficialidad de todas las filosofías que conocemos, porque ellas son producto del pensamiento...

domingo, junio 12, 2022

A los Piés del Maestro

J. Krishnamurti 

Por ser un hermano de más edad, se me ha concedido la distinción de escribir algunas palabras como prefacio de este pequeño libro, el primero que ha escrito un hermano más joven de cuerpo, ciertamente, pero no de alma. Las enseñanzas contenidas en él se las impartió su Maestro cuando lo preparaba para la Iniciación, y él las ha transcripto de memoria, lenta y laboriosamente, porque el año anterior sabía mucho menos inglés que ahora. Este libro es, en su mayor parte, una reproducción literal de las propias palabras del Maestro; y lo que no, es el pensamiento del Maestro expresado con las palabras del discípulo. El Maestro suplió dos frases omitidas. En otros dos casos más, se añadió otra palabra omitida. Aparte de esto; es enteramente de Krishnamurti: es su primer donativo al mundo. Que este libro pueda ayudar a otros como las enseñanzas verbales lo ayudaron a él. Con tal esperanza las da. Pero las enseñanzas pueden tan sólo dar fruto si las vivimos como él las ha vivido, desde que brotaron de los labios de su Maestro. Si el ejemplo se sigue de acuerdo con el precepto, entonces se abrirá el gran Portal para el lector como se abrió para el autor, y sus pies hollarán el Sendero. 

ANNIE BESANT A LOS QUE LLAMAN 

Conducidme desde lo ilusorio a lo Real. Conducidme de las tinieblas a la Luz. Conducidme de la muerte a la Inmortalidad. 

Estas palabras no son mías: son del Maestro que me enseñó. Sin Él no hubiera podido hacer nada, pero con Su ayuda he puesto los pies en el Sendero. Vosotros también deseáis penetrar en este Sendero; y así, las mismas palabras que Él me dijo os ayudarán si queréis obedecerlas. No basta decir que estas palabras son bellas y verdaderas; quien desee lograr éxito debe hacer exactamente lo que ellas entrañan. Mirar la comida y decir que es sabrosa no satisfaría a un hambriento: ha de comerla. Así pues, no basta escuchar al Maestro: debéis practicar lo que Él aconseja, atendiendo a cada palabra y fijándoos en cada insinuación. Si no advertís una indicación, si no atendéis a una palabra, queda perdida para siempre, porque Él no las repite. En este Sendero se requieren cuatro cualidades: 

DISCERNIMIENTO CARENCIA DE DESEOS BUENA CONDUCTA AMOR 

Trataré de explicaros lo que el Maestro me dijo acerca de cada una de ellas... 

La primera cualidad es el DISCERNIMIENTO. Se denomina así, generalmente, a la facultad de distinguir entre lo real y lo ilusorio, y la cual guía a los hombres para entrar en el Sendero. Pero también es mucho más que esto, y debe practicarse no tan sólo en los comienzos del Sendero, sino en cada una de sus etapas, diariamente, hasta el fin. Vosotros entráis en el Sendero porque habéis aprendido que tan sólo en él pueden encontrarse las cosas dignas de ser alcanzadas. Los que no saben esto trabajan para adquirir riqueza y poder, pero esto dura a lo más una vida tan sólo y, por lo tanto, no es real. Hay bienes mayores, reales y perdurables, cuando los hayáis alcanzado, ya no desearéis jamás aquellos otros. En el mundo hay dos clases de seres: los sabios y los ignorantes. 

Esta sabiduría es la que nos interesa. La religión que un hombre profese, la raza a que pertenezca, importan poco; lo realmente importante es que los hombres conozcan el plan Divino. Porque el plan de Dios es la evolución. Una vez que el hombre realmente lo reconoce, no puede sino identificarse con sus designios y trabajar de acuerdo con él, porque es tan glorioso como bello. Así, conociéndolo, permanece al lado de Dios, firme para el bien y resistente contra el mal, trabajando para la evolución y no por egoísmo. Si está al lado de Dios, está unido a nosotros, y no importa lo mínimo que se llame hindú o buddhista, cristiano o mahometano, ni que sea indio o inglés, chino o ruso. Los que están al lado de Dios saben por qué están aquí y cuál es su misión, y procuran cumplirla; los demás no saben todavía lo que han de hacer, y así obran a menudo erróneamente e intentan trazarse vías que imaginan placenteras sin comprender que todos somos uno y que, por lo tanto, tan sólo lo que el Uno quiere puede ser verdaderamente agradable para todos. 

Ellos van en pos de lo irreal, en vez de lo real. Hasta que aprendan a distinguir entre los dos, no se colocarán al lado de Dios, y, para aprenderlo, discernimiento es el primer paso. Pero, aun después de efectuada la elección, debéis recordar que hay muchas variedades de lo real y lo irreal, y por lo tanto debemos discernir también entre lo justo y lo injusto, lo esencial y lo accesorio, lo útil y lo inútil, lo verdadero y lo falso, lo egoísta y lo altruista. Aquellos que, deseosos de seguir al Maestro, han resuelto servir a lo justo a toda costa, no hallan dificultad en la elección entre lo justo y lo injusto. Pero el cuerpo es distinto del hombre, y la voluntad del hombre no siempre coincide con el deseo del cuerpo. Cuando vuestro cuerpo desee algo, deteneos a pensar si vosotros realmente lo deseáis. Porque vosotros sois Dios, y queréis únicamente lo que Dios quiere; así, debéis buscar profundamente en vosotros mismos para hallar el Dios interno y escuchar Su voz, que es vuestra voz.

No confundáis con vosotros mismos ni vuestro cuerpo físico, ni vuestro cuerpo astral, ni vuestro cuerpo mental, porque cada uno de ellos pretenderá ser el Yo, a fin de obtener lo que desea. Debéis conocerlos todos y reconoceros por su dueño. Cuando se ha de hacer un trabajo, el cuerpo físico quiere descansar, pasear, comer y beber; y el ignorante se dice a sí mismo: "Yo quiero hacer estas cosas y debo hacerlas." Pero el sabio dice: "Lo que en mí desea no soy yo, y puede esperar." A menudo, cuando se presenta alguna oportunidad para ayudar a alguien, el cuerpo incita a pensar: "¡Qué molestia me causa esto! Dejemos que otro lo haga." Pero el hombre le replica a su cuerpo: "Tú no me estorbarás para practicar el bien." El cuerpo es nuestro animal, el caballo en que cabalgamos. Por lo tanto, debéis tratarlo y cuidarlo bien; no debéis fatigarlo; debéis alimentarlo tan sólo con comidas y bebidas puras, y llevarlo escrupulosamente limpio de la más leve mancha. Porque sin un cuerpo perfectamente limpio y sano no podríais llevar a cabo el arduo trabajo de preparación, ni podríais soportar el esfuerzo incesante. Pero vosotros debéis gobernar constantemente al cuerpo, nunca el cuerpo a vosotros. El cuerpo astral tiene sus deseos a docenas; él os inclina a la cólera, a la injuria, a la envidia, a la avaricia, a codiciar los bienes ajenos, a sumiros en la depresión. 

El cuerpo astral quiere todas estas cosas y muchas más, no porque desee perjudicaros, sino porque le gustan las vibraciones intensas, así como el cambio constante de ellas. Mas vosotros no necesitáis estas cosas, y por esto debéis saber distinguir entre vuestros deseos y los de vuestro cuerpo. Nuestro cuerpo mental desea pensar orgullosamente que es algo separado de lo demás; pensar dándose mucho valor a sí mismo y poco a los otros. Aun cuando lo hayáis apartado de las cosas mundanas, persiste en especular sobre sí mismo, en incitaros a pensar en vuestros propios progresos, en vez de pensar en la labor de los Maestros y en ayudar a los demás. Cuando meditéis, tratará de haceros pensar en las diferentes cosas que él desea, en vez de pensar en lo que vosotros queréis. 

Vosotros no sois esta mente, sino que ella está a vuestro servicio, y así también en este caso es necesario el discernimiento. Debéis vigilar constantemente, so pena de fracaso. El Ocultismo no tiene compromiso entre lo justo y lo injusto. Debéis hacer a toda costa lo justo; debéis dejar de hacer lo injusto, sin importaros lo que el ignorante piense o diga. Debéis estudiar profundamente las leyes ocultas de la Naturaleza, y cuando las conozcáis, ordenad vuestra vida de acuerdo con ella, empleando siempre la razón y el sentido común. Debéis saber distinguir lo importante de lo secundario. Firmes como una roca cuando de lo justo y de lo injusto se trate, dad siempre la razón a los demás en cosas de poca importancia. Porque debéis ser siempre amables y cariñosos, razonables y condescendientes; habéis de conceder siempre a los demás la misma libertad que necesitáis para vosotros mismos. Tratad de ver lo que es más meritorio que hagáis, y recordad que no debéis juzgar las cosas por su aparente grandeza. Es mucho más meritorio hacer una cosa mínima pero útil a la labor del Maestro, que otra de mayor apariencia de las que el mundo llama buenas. Debéis distinguir no tan sólo entre lo útil y lo inútil, sino entre lo más útil y lo menos útil. Alimentar a un pobre es bueno, útil y noble; pero alimentar su alma es todavía más noble y más útil que alimentar su cuerpo. Cualquier rico puede alimentar el cuerpo de un necesitado, pero tan sólo los sabios pueden alimentar su alma. Si sois sabios, vuestro deber es ayudar a otros en el logro de la sabiduría.

No obstante, por sabios que seáis, tenéis mucho que aprender en este Sendero, y por esto también en él es preciso el discernimiento. Debéis pensar cuidadosamente lo que es mejor que aprendáis. Todo conocimiento es útil, y llegará un día en que lo alcancéis; pero mientras tan sólo poseáis una parte, cuidad de que ésa sea la más útil. Dios es tanto Sabiduría como Amor, y cuanta más sabiduría alcancéis, mejor podréis manifestar a Dios. Estudiad, pues; mas, en primer lugar, estudiad lo que os ayude a ayudar a los otros. Estudiad pacientemente, no porque los hombres os llamen sabios, ni aun por tener la dicha de serlo, sino porque tan sólo el sabio puede ayudar sabiamente. Por mucho que deseéis ayudar, si sois ignorantes, podréis hacer más mal que bien. Debéis saber distinguir lo falso de lo verdadero; debéis aprender a ser verídicos en todas las circunstancias, en pensamiento, en palabra y en obra. Primero en pensamiento; y esto no es fácil, porque en el mundo hay muchos pensamientos falsos, muchas supersticiones tontas, y nadie que esté esclavizado por ellas puede progresar. ASÍ pues, no debéis sostener una idea precisamente porque otros la sostienen, ni porque se haya creído en ella durante siglos, ni porque esté escrita en algún libro que los hombres tengan por sagrado. 

Debéis pensar acerca de aquel asunto por vosotros mismos, y juzgar si es razonable. Recordad que la opinión de un millar de hombres acerca de algún asunto que desconozcan no tiene ningún valor. Los que piensan hollar el Sendero deben aprender a pensar por sí mismos, porque la superstición es uno de los mayores males del mundo, una de las ligaduras de que totalmente debéis desembarazaros. En lo tocante a los demás, vuestros pensamientos deben ser verídicos; no debéis pensar acerca de nadie lo que no sepáis. No supongáis que los demás están siempre pensando en vosotros. Si un hombre hace algo que parezca perjudicaros, o dice algo que creáis que se refiere a vosotros, no penséis entonces: "Quiere ofenderme." Probablemente ni siquiera piensa en vosotros, porque cada alma tiene sus propias tribulaciones y pensamientos, que flotan principalmente alrededor de ella. 

Si un hombre os habla colérico, no penséis: "Me odia, trata de herirme." Quizá otra persona o alguna otra cosa lo han contrariado, y porque tropieza eventualmente con vosotros, descarga su cólera en vosotros. Él obra imprudentemente, porque toda clase de cólera es prueba de insensatez; pero vosotros no os debéis formar de él un juicio equivocado. Cuando seáis discípulos del Maestro, podréis poner siempre a tono la pureza de vuestros pensamientos comparándolos con los Suyos. Porque el discípulo es uno con su Maestro, y debe procurar fundir su pensamiento con el Suyo y ver si coinciden. Si no están a tono, su pensamiento no es recto, y debe variarlo inmediatamente, porque los pensamientos del Maestro son perfectos, puesto que Él lo sabe todo. 

Los que todavía no han sido aceptados por Él, no pueden hacerlo del todo; pero pueden ayudarse mucho deteniéndose a pensar a menudo: "¿Qué pensaría el Maestro en estas circunstancias?" "¿Qué haría o qué diría el Maestro acerca de esto?" Porque no debéis nunca hacer, decir o pensar lo que no podáis imaginar al Maestro haciéndolo, diciéndolo o pensándolo. Aun al relatar habéis de ser verídicos, exactos y sin exageración. Nunca atribuyáis intenciones a otro; tan sólo su Maestro conoce sus pensamientos, y él puede estar obrando por razones de que no tenéis idea. Si oís que dicen algo en contra de alguna persona, no lo repitáis; podría no ser verdad, y aun cuando lo fuese, es caritativo callar. Pensad bien antes de hablar, no sea que incurráis en inexactitudes. Sed verídicos en la acción; jamás pretendáis ser otro del que sois, porque toda pretensión sirve de impedimento a la pura luz de verdad que debe brillar a través de vosotros como la luz del sol brilla a través de un diáfano cristal. 

Debéis distinguir entre el egoísmo y el desinterés; porque el egoísmo se presenta bajo muchas formas, y cuando creáis que al fin lo habéis destruido en algunos de sus aspectos, surge en otro tan fuerte como siempre. Pero gradualmente os irá animando tan por completo el pensamiento de ayudar a los demás, que no habrá lugar ni tiempo para pensar en vosotros mismos. También debéis distinguir en otro sentido. Aprended a reconocer a Dios en todos los seres y en todas las cosas, prescindiendo del mal que puedan presentar en la superficie. Podéis ayudar a vuestros hermanos por medio de lo que tenéis de común con ellos, esto es, la Vida Divina. Aprended a despertarla y a vivificarla en ellos, así los salvaréis de lo falso. II Hay muchos individuos para quienes la cualidad "CARENCIA DE DESEOS" es verdaderamente difícil, porque sienten que sus deseos son ellos mismos, y que si desechan sus deseos peculiares, sus gustos y disgustos, dejará de existir su yo. Pero esto les sucede tan sólo a quienes no han visto al Maestro. A la luz de su Santa Presencia se extinguen todos los deseos, menos el de igualarse a Él. 

Sin embargo, antes que gocéis, de la felicidad de encontraros frente a frente con Él, podréis alcanzar, si queréis, la "Carencia de deseos". El Discernimiento os ha mostrado ya que las cosas que los hombres más desean, como la riqueza y el poder, no tienen valor alguno. Cuando esto no se dice tan sólo, sino que se siente en verdad, cesa todo deseo de ellos. Así pues, todo eso es sencillo; sólo se requiere que lo comprendáis. 

Pero hay algunos que cesan de perseguir los bienes terrenales, con el fin de ganar el cielo o alcanzar la liberación personal del renacimiento; no debéis caer en este error. Si habéis olvidado al yo, no podéis pensar en la hora en que este yo sea libre o qué clase de cielo tendrá. Recordad que todo deseo egoísta ata, por elevado que sea su objeto, y en tanto no os hayáis librado de él no estaréis enteramente preparados para dedicaros a la labor del Maestro. Cuando desaparezcan todos los deseos que se refieren al yo, todavía puede existir el deseo de ver los resultados de vuestra obra. Si ayudáis a alguien, querréis ver en cuánto lo habéis ayudado; aun tal vez queréis que aquel a quien habéis ayudado, también lo vea y os lo agradezca. Esto es todavía deseo, y, además, falta de confianza. Cuando hacéis todo el esfuerzo que podéis para ayudar, debe dar un resultado, tanto si podéis verlo como si no; si reconocéis la manera de obrar de la Ley, sabéis que esto es así. 

Por esto debéis obrar rectamente por amor a lo recto, no con esperanza de recompensa; debéis trabajar por amor al trabajo, no por la esperanza de ver el resultado; debéis entregaros al servicio del mundo, porque lo amáis y no podéis dejar de entregaros a él. No deseéis poderes psíquicos; ya vendrán cuando el Maestro comprenda que debéis tenerlos. Además, es esforzarse en adquirirlos trae consigo, muy a menudo, gran perturbación; frecuentemente, a su poseedor le descarrían los falaces espíritus de la naturaleza, o se envanece y cree que él no puede caer en error; y el tiempo y el esfuerzo que emplea para alcanzar estos poderes podría emplearlos, de cualquier otro modo, en trabajar para los demás. Los poderes vendrán en el curso del desarrollo; deben venir; y si el Maestro ve que es útil que los tengáis antes, os enseñará a desarrollarlos sin peligro. Hasta entonces, estaréis mejor sin ellos. Además, debéis precaveros de ciertos pequeños deseos que son comunes en la vida diaria. No deséis jamás brillar o parecer superior en ningún sentido; no habléis mucho. Es mejor hablar poco; es mejor todavía callar, hasta que estéis seguros de que lo que vais a decir es VERDADERO, BUENO y PUEDE AYUDAR A OTROS. 

Antes de hablar, pensad cuidadosamente si lo que vais a decir posee estas tres cualidades; si no es así, no lo digáis. Lo mejor es acostumbrarse desde el primer momento a pensar cuidadosamente antes de hablar, porque cuando alcancéis la Iniciación debéis fijaros en cada palabra, no sea que digáis lo que no debe decirse. Mucha habladuría vulgar es insensata y vana; cuando es chismosa, es maligna. Así, acostumbraos a escuchar, mejor que a hablar, no expongáis opiniones, a menos que os las pidan directamente. En resumen; las cualidades son: saber oír, querer y callar; y la última es la más ardua de todas. Otro común deseo que debéis reprimir severamente es el de inmiscuiros en los asuntos de los demás. Lo que otro haga o diga o crea, no es cosa vuestra, y debéis aprender a dejarlo completamente solo. Él tiene perfecto derecho al pensamiento, palabra y acción libres, mientras no se meta con otro. Así como vosotros reclamáis la libertad de hacer lo más conveniente, debéis concederle la misma libertad, y cuando la usufructúa no tenéis ningún derecho a ocuparos de él. 

Si pensáis que obra equivocadamente, y podéis hallar oportunidad de decirle privadamente y con la mayor delicadeza vuestra opinión, es posible que lo convenzáis; pero hay muchos casos en que, aun de esta manera, la intervención sería impropia. Nunca debéis hablar a una tercera persona acerca del asunto, porque ésta es una acción muy baja. Si veis un caso de crueldad contra un niño o un animal, vuestro deber es defenderlos. Si estáis encargado de instruir a otra persona, es vuestro deber reprender afectuosamente sus faltas. Excepto en semejantes casos, ocupaos de vuestros propios asuntos y ejercitad la virtud del silencio. 

III Las seis reglas de conducta que particularmente se requieren, las da el Maestro en este orden: 
1ª Dominio de la mente. 
2ª Dominio de la acción. 
3ª Tolerancia. 
4ª Alegría. 
5ª Aspiración única. 
6ª Confianza. 

Sé que algunas de estas cualidades se han denominado diferentemente, pero yo hago uso de los nombres que el Maestro mismo les daba al explicármelas.

1ª DOMINIO DE LA MENTE. — La cualidad "Carencia de deseos" nos demuestra que debemos dominar el cuerpo astral; esta otra significa lo mismo con relación al cuerpo mental. Ello implica dominio del temperamento, de suerte que no podáis sentir cólera o impaciencia; dominio de la mente, de modo que podáis sosegar y tranquilizar el pensamiento y, por medio de la mente, dominio del sistema nervioso, a fin de que se excite lo menos posible. Esto último es difícil, porque cuando os preparáis para entrar en el Sendero, no podéis evitar que vuestro cuerpo se haga más sensitivo, y así los nervios son perturbados por cualquier choque o sonido, y sienten agudamente cualquier presión; mas debéis hacer lo posible por evitarlo. 

Mente tranquila significa también valor para arrastrar sin temor las pruebas y dificultades del Sendero; significa además firmeza para considerar serenamente cuanto os acontezca en la vida cotidiana, y evitar el incesante tedio e inquietud que dimanen de ciertos pormenores de la vida, en los que muchos malgastan la mayor parte del tiempo. El Maestro enseña que a un hombre no le debe importar lo más mínimo cuanto provenga del exterior: tristezas, disgustos, enfermedades, pérdidas; todo esto nada debe significar para él, ni ha de permitir que perturbe la calma de su mente. Estas cosas son resultado de pasadas acciones, y cuando sobrevengan, debéis soportarlas con calma, recordando que todo mal es transitorio, y que vuestro deber es permanecer siempre contentos y serenos. Aquello pertenece a vuestras vidas anteriores, no a ésta; no podéis alterarlo, y, así es inútil preocuparos por ello. Pensad, mejor, lo que hacéis ahora, lo cual determinará los acontecimientos de vuestra próxima vida, pues esto podéis modificarlo. No cedáis jamás a la tristeza ni a la depresión. 

La depresión es un mal, porque contamina a otros y torna sus vidas más penosas, a lo cual no tenéis derecho alguno. Por esta razón, si alguna vez os acometen, desechadlas para siempre. Aun en otro sentido debéis dominar vuestro pensamiento; no le permitáis errar a la ventura. Fijad la atención en lo que estéis haciendo, sea lo que fuere, para que lo hagáis con toda la perfección posible; no acostumbréis vuestra mente a la vagancia; antes bien conservad buenos pensamientos siempre en su fondo, dispuestos a surgir en el momento en que ella esté libre. Emplead todos los días el poder de vuestro pensamiento en buenos propósitos; convertíos en un poder que trabaje de acuerdo con la evolución. Pensad cada día en alguno de quien sepáis que está triste, que sufre o que necesita ayuda, y enviadle pensamientos de amor. Apartad vuestra mente del orgullo, porque el orgullo es hijo de la ignorancia. El ignorante cree ser grande, cree que ha hecho esta o aquella gran cosa; el sabio sabe que tan sólo Dios es grande y que sólo Él es el hacedor de todas las cosas buenas y perfectas. 

2a DOMINIO DE LA ACCIÓN. — Si vuestra mente es tal como debe ser, se perturbará muy poco con vuestra acción. Recordad que para ayudar a la Humanidad, el pensamiento debe convertirse en acción. En esta labor no caben tibiezas, sino una constante actividad. Pero debéis cumplir vuestro propio deber, no el de los demás, a no ser con su permiso y con el fin de ayudarlos. Dejad que cada cual cumpla su propio deber, a su modo peculiar; estad siempre dispuestos a ofrecer vuestro apoyo cuando sea necesario, pero nunca os entrometáis. Porque, para algunas personas, la cosa más difícil del mundo es aprender a cumplir sus propios deberes, y precisamente esto es lo que vosotros debéis hacer. Aunque tratéis de realizar una labor más elevada, no por ello debéis olvidar vuestros deberes ordinarios, pues hasta que éstos no queden satisfechos, no estaréis en libertad para prestar otros servicios. No os comprometáis a nuevos deberes mundanos; mas debéis cumplir perfectamente aquellos de que estéis encargados, esto es, todos aquellos deberes que reconozcáis como evidentes y razonables, no deberes imaginarios que otros traten de imponeros. Si queréis servirles a Ellos, debéis cumplir vuestros deberes ordinarios mejor y no peor que los demás; porque haciendo esto también Les servís. 

3ª TOLERANCIA.— Debéis sentir perfecta tolerancia hacia todos y un sincero interés por las creencias de los que profesan otras religiones, tanto como por la que profesáis. Porque la religión de los otros es un sendero que conduce a lo más elevado, lo mismo que la vuestra. Para ayudar a todos, debéis comprenderlos. Mas, para alcanzar esta perfecta tolerancia, debéis libraros antes del fanatismo y de la superstición. Debéis saber que no hay ceremonias necesarias; de otro modo es consideraríais algo mejores que los que no las practican. Sin embargo, no debéis vituperar a los que aun las necesitan. Dejadles hacer su voluntad; pero ellos no deben meterse con vosotros, que sabéis la verdad, ni deben tratar de imponeros aquello que habéis trascendido. Sed indulgentes y bondadosos en todo. Ahora que vuestros ojos están abiertos, quizás os parezcan absurdas algunas de vuestras antiguas creencias y ceremonias; tal vez lo sean en realidad. Pero, aunque ya no toméis parte en ellas, respetadlas por consideración a aquellas buenas almas para quienes todavía tienen importancia. Ellas tienen su lugar y su utilidad, como la falsilla le sirve a un niño para escribir derecho, hasta que aprende a escribir mejor y con mayor igualdad sin ella. Hubo un tiempo en que las necesitasteis, pero ya pasó aquel tiempo. Un gran instructor dijo: "Cuando yo era niño, hablaba, comprendía y pensaba como niño; pero ya hombre, di de lado las niñerías." Quien haya olvidado su infancia y perdido la simpatía por los niños no puede enseñarles ni ayudarles. Así, sed bondadosos, amables, tolerantes con todos los hombres sin distinción, sean buddhistas o indos, jainas o judíos, cristianos o musulmanes. 

4ª ALEGRÍA.— Debéis sobrellevar alegremente vuestro karma, cualquiera que sea, aceptando como un honor que el sufrimiento caiga sobre vosotros, porque esto demuestra que los Señores del Karma os consideran dignos de ayuda. Por muy penoso que resulte, agradeced que no sea peor. Recordad que podréis servir muy poco para la labor del Maestro, mientras vuestro mal karma no se extinga y quedéis libres. Al ofreceros a Él, habéis pedido que se acelerase vuestro karma, y así, en una o dos vidas haréis lo que de otro modo hubierais debido hacer en cientos. Pero a fin de obtener el mejor resultado, debéis sobrellevarlo alegremente. Todavía hay otro aspecto. Debéis desechar toda idea de posesión. El Karma puede arrebataros las cosas que más queráis y hasta a las personas que más améis. Aun entonces debéis permanecer alegres, dispuestos a separaros de todo. A menudo el Maestro necesita verter Su fuerza sobre otros por medio de Su discípulo e incondicional servidor; y si éste cayese en la depresión no podría Él realizarlo. Así, la alegría debe ser vuestra norma. 

5ª ASPIRACIÓN ÚNICA.— El objetivo que debéis tener a la vista es realizar la obra del Maestro. No debéis jamás olvidarla, cualesquiera que sean las ocupaciones que os salgan al paso, y ninguna otra labor puede interponerse en vuestro camino, porque toda la que sea fecunda y desinteresada es labor del Maestro, y debéis ejecutarla por amor a Él. Además, debéis poner toda vuestra atención en cada parte de la misma, para que la hagáis lo más perfecta posible. El mismo Instructor dijo también: "Sea lo que fuere que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres. Pensad cómo ejecutaríais una obra si supieseis que el Maestro ha de venir a verla; así debéis realizar toda labor." Los más conscientes sabrán mejor lo que este versículo significa. Y hay otro semejante y mucho más antiguo: "Esfuérzate tanto como puedas en cumplir cualquier cosa que se te presente." Aspiración única significa también que nada deberá jamás desviaros, ni siquiera por un momento, del sendero en que habéis entrado. Ni tentaciones, ni placeres terrenales, ni mundanos afectos deberán nunca apartaros de él. Porque vosotros mismos debéis identificaros con el Sendero, el cual ha de formar parte de vuestra natulareza, de tal modo que lo sigáis sin necesidad de pensar en él ni en la posibilidad de abandonarlo. Vosotros, la Mónada, lo habéis decidido; desprenderos de él equivaldría a desprenderos de vosotros mismos.

6ª CONFIANZA.— Debéis confiar en vuestro Maestro; debéis confiar en vosotros mismos. Si ya habéis visto al Maestro, confiaréis del todo en Él a través de vidas y muertes. Si aún no Lo habéis visto, debéis tratar de imaginároslo y confiar en Él, porque si no lo hiciéreis, no podrá Él ayudaros. Sin completa confianza no puede establecerse la perfecta corriente de amor y de poder. Debéis tener confianza en vosotros mismos. ¿Decís que os conocéis bien a vosotros mismos? Si tal creéis, no os conocéis; tan sólo conocéis la débil corteza externa que con frecuencia cae en el cieno. Vosotros, vuestro Yo real, es una chispa del propio Fuego Divino; y como Dios, que es omnipotente, está en vosotros, nada hay que no podáis hacer si queréis. Decíos: "Lo que hizo un hombre, otro hombre puede hacerlo. Yo soy un ser humano, más aún, soy Dios en el hombre: puedo y quiero hacerlo." Porque vuestra voluntad debe ser cual acero templado, si queréis hallar el Sendero. 

IV El Amor es la cualidad más importante, porque cuando es bastante fuerte en un hombre, lo estimula a revestirse de todas las demás, que sin ella nunca serían suficientes. Suele definirse el amor como un intenso deseo de unión con Dios y de liberación de la rueda de nacimientos y muertes. Pero este concepto del amor suena a egoísta e implica sólo una parte de su significado. El amor es más que deseo; es voluntad, resolución, determinación. Para producir este resultado, la resolución debe llenar vuestra naturaleza entera, hasta el punto de no dejar lugar para ningún otro sentimiento. Es, sin duda, la voluntad de ser uno con Dios, no para escapar del sufrimiento y de la fatiga, sino a fin de que, en razón de vuestro amor profundo hacia Él, podáis obrar con Él y como Él obra... Pues siendo Dios Amor, si queréis llegar a ser uno con Él, debéis también estar poseídos de amor y perfecto altruismo. En la vida diaria, esto significa dos cosas: primera, que procuréis cuidadosamente no causar daño a ningún ser viviente; segunda, que siempre estéis alerta por si se presenta la oportunidad de ayudar. 

Primero, no dañar. Hay tres pecados que causan en el mundo mayores males que todos los demás: maledicencia, crueldad y superstición, porque son pecados contra el amor. Si el hombre quiere henchir su corazón de amor divino, ha de vigilarlos y combatirlos constantemente. Veamos los efectos de la maledicencia: Principia con el mal pensamiento, y esto en sí mismo es ya un crimen. Porque en todas las personas y en todas las cosas existe el bien y el mal. A cualquiera de éstos podemos prestarle fuerza, pensando en él, y por este medio ayudar o estorbar la evolución; podemos hacer la voluntad del Logos o trabajar en contra de ella. Si pensáis mal de otro, cometéis tres iniquidades a un tiempo: 
1a Llenáis el ambiente que os rodea de malos pensamientos en vez de buenos, y así aumentáis las tristezas del mundo. 
2a Si en el ser en quien pensáis existe el mal que le atribuís, lo vigorizáis y alimentáis; y así, hacéis peor a vuestro hermano en vez de hacerlo mejor. Pero, si generalmente el mal no existe en él y tan sólo lo habéis imaginado, entonces vuestro maligno pensamiento tienta a vuestro hermano y lo induce a obrar mal, porque, si no es todavía perfecto, podéis convertirlo en aquello que de él habéis pensado. 
3a Nutrís vuestra propia mente de malos en vez de buenos pensamientos, y así impedís vuestro propio desarrollo y os hacéis, a los ojos de quienes pueden ver, un objeto feo y repulsivo, en vez de bello y amable. 

No contento con hacerse todo este daño y hacerlo a su víctima, el maldiciente procura con todas sus fuerzas que los demás participen de su crimen. Les expone con vehemencia su chisme, con la esperanza de que lo crean, y entonces los convencidos cooperan con él, enviando malos pensamientos al pobre paciente. Y esto continúa día tras día, y no lo hace sólo una persona, sino miles. ¿Veis ahora cuán bajo, cuán terrible es este pecado? Procurad evitarlo en absoluto. No habléis jamás mal de nadie; negaos a escuchar a quien os hable mal de otro, y decidle, afectuosamente: "Tal vez eso no sea verdad, y, aunque lo fuese, es mejor no hablar de ello". En cuanto a la crueldad, ésta es de dos clases: intencionada y sin intención. La crueldad intencionada consiste en causar, de propósito, dolor a otros seres vivientes, y éste es el pecado más grave de todos: obra de diablo más bien que de hombre. Diréis que ningún hombre puede hacer una cosa semejante; pero precisamente los hombres la han hecho muy a menudo y aún la están haciendo cada día. Los inquisidores la practicaron, y también muchas gentes religiosas en nombre de su religión; los vivisectores, así como habitualmente algunos maestros de escuela. Todas estas personas tratan de excusar su brutalidad con la costumbre; pero un crimen no deja de serlo porque muchos hombres lo cometan. Karma no tiene en cuenta las costumbres; y el karma de la crueldad es el más terrible. En la India, al menos, no puede haber excusa para tales costumbres, porque todos conocen el deber de no acusar mal a nadie. 

El destino de los crueles cae también sobre aquellos que se dedican intencionadamente a matar a las criaturas de Dios, y llaman a esto deporte. Ya sé que tales cosas no las efectuáis vosotros, y por amor de Dios hablaréis claramente contra ellas cuando la oportunidad se os presente. Pero también hay crueldad en las palabras como en los actos, y una persona que diga una palabra con intención de herir a otra es culpable de este crimen. Esto tampoco lo haréis vosotros; pero algunas veces una palabra dicha al descuido hace tanto daño como una maliciosa. Así pues, debéis estar siempre en guardia contra la crueldad no intencionada. En general, ello procede de la irreflexión. Hay hombres tan poseídos de la ambición y de la avaricia, que ni siquiera se dan cuenta del sufrimiento que causan a los demás pagándoles poco, o haciendo pasar hambre a su mujer e hijos Otros, pensando tan sólo en su codicia, se preocupan poco de los cuerpos y de las almas, a quienes arruinan por satisfacerla. Para librarse de unos cuantos minutos de molestia, un hombre deja de pagar a sus obreros el día que les corresponde, sin acordarse de las dificultades que este hecho les reporta. ¡Tanto sufrimiento se causa por descuido, por olvidar cómo una acción ha de afectar a los demás!... Pero Karma nunca olvida, y no tiene en cuenta que los hombres olviden los hechos. Si deseáis entrar en el Sendero, debéis pensar en las consecuencias de vuestros actos, para que no seáis culpables de crueldad irreflexiva. La superstición es otro mal tremendo, que ha causado grandes y terribles crueldades. 

Las personas esclavas de ella menosprecian a las que saben más, y tratan de obligarlas a hacer lo que ellas hacen. Pensad en la horrorosa matanza debida a la superstición de sacrificar a los animales y al todavía más terrible prejuicio de que el hombre necesita alimentarse de carnes. Pensad en el trato a que la superstición ha dado motivo con respecto a las clases oprimidas en nuestra amada India, y ved cómo esta mala tendencia puede engendrar una despiadada inconsideración, aun entre los que conocen el deber de fraternidad. Los hombres han cometido muchos crímenes en nombre del Dios de Amor, movidos por la pesadilla de la superstición; cuidad mucho de que no quede en vosotros ni el más leve vestigio de ella. Debéis evitar estos tres grandes delitos, porque son fatales a todo progreso, por ser pecados contra el amor. Pero no tan sólo estáis obligados a refrenaros de este modo ante el mal, sino que habéis de ser activos para el bien. 

El intenso deseo de servir ha de llegar al máximo, hasta el punto de estar siempre a la mira para aplicarlo alrededor de vosotros no tan sólo a las personas, sino a los animales y a las plantas. Debéis prestar vuestro servicio hasta en las pequeñas cosas de la vida diaria, de modo que, acostumbrándoos a ello, no podáis substraeros, cuando se presente la oportunidad de hacer cosas de mayor importancia. Pues si deseáis llegar a ser uno con Dios, que no sea para vuestro propio beneficio, sino para convertiros en canal por donde fluya Su amor para alcanzar a vuestros semejantes. El que está en el Sendero no vive para sí mismo, sino para los demás; se olvida de él para poder servirlos. Es a manera de pluma en manos de Dios, por la que fluye Su pensamiento y tiene expresión aquí abajo, lo que no podría suceder sin ella. Es a manera de un canal de fuego viviente que derrama sobre el mundo el Divino Amor que llena su corazón. 

La sabiduría que os capacita para ayudar, la voluntad que dirige la sabiduría, el amor que inspira la voluntad, éstas son vuestras cualidades. Voluntad, Sabiduría y Amor son los tres aspectos del Logos; y vosotros, que deseáis alistaros para servirlo, debéis, hacer gala de ellos en el mundo. Quien la palabra del Maestro anhele, De Sus mandatos póngase en escucha Entre el fragor de la terrena lucha, Y la escondida Luz atento cele. Sobre el inquieto y mundanal gentío, Del Maestro atisbe la señal más leve, Y oiga el susurro que Su voz eleve Del mundo entre el rugiente griterío

martes, abril 12, 2022

La Meditación

J. Krishnamurti

Si durante el día está usted alerta, si está atento a todo el movimiento del pensar, a lo que usted dice, a sus gestos -cómo se sienta, cómo camina, cómo habla- si está atento a sus respuestas, entonces todas las cosas ocultas salen a la luz muy fácilmente. En ese estado de atención lúcida, despierta, todo es puesto al descubierto.

§ § La mayoría de nosotros está inatenta. Darse cuenta de esa inatención, es atención.

§ § La meditación no es una fragmentación de la vida; no consiste en retirarse a un monasterio o encerrarse en una habitación sentándose quietamente por diez minutos o una hora en un intento de concentrarse para aprender a meditar, mientras que por el resto del tiempo uno continúa siendo un feísimo y desagradable ser humano.

§ § Para percibir la verdad, uno debe poseer una mente muy aguda, clara y precisa —no una mente astuta, torturada, sino una mente capaz de mirar sin distorsión alguna, una mente inocente y vulnerable. Tampoco puede percibir la verdad una mente llena de conocimientos; sólo puede hacerlo una mente que posee completa capacidad de aprender. Y también es necesario que la mente y el cuerpo sean altamente sensibles —con un cuerpo torpe, pesado, cargado de vino y comida, no se puede tratar de meditar. Por lo tanto, la mente debe estar muy despierta, sensible e inteligente.

§ § Las necesidades básicas para descubrir aquello que está mas allá de la medida del pensamiento, para descubrir algo que el pensamiento no ha producido son tres: 1) se debe producir un estado de altísima sensibilidad e inteligencia en la mente; 2) ésta debe ser capaz de percibir con lógica y orden; 3) finalmente, la mente debe estar disciplinada en alto grado.

§ § Una mente que ve las cosas con total claridad, sin distorsión alguna, sin prejuicios personales, ha comprendido el desorden y está libre de él; una mente así es virtuosa, ordenada. Sólo una mente muy ordenada puede ser sensible, inteligente.

§ § Es preciso estar atento al desorden que hay dentro de uno mismo, atento a las contradicciones, a las luchas dualísticas, a los deseos opuestos, atento a las actividades ideológicas y a su irrealidad. Uno ha de observar "lo que es" sin condenar, sin juzgar, sin evaluar en absoluto...

domingo, diciembre 05, 2021

Una Entrevista a Krishnamurti

La importante revista francesa PLANETE (número 14, enero/febrero de 1904) publicó un diálogo de enorme interés para toda persona a quien preocupen los problemas fundamentales de la existencia humana. El diálogo, considerado por PLANETE como “un documento excepcional”, ocurrió entre el periodista y escritor francés de gran renombre Carlo Suares y J. Krishnamurti, figura de singular trascendencia en el pensamiento de nuestra época.

He aquí cl texto de la entrevista:

KRISHNAMURTI: ¿Qué desean de mí sus amigos de PLANETE? ¿Quieres hechos reales o simplemente erudición? ¿Piensan que yo les daré resultados de lecturas? ¿Conclusiones? ¿Opiniones? ¿Síntesis? ¿Ideas?

SUARES: No es eso lo que ellos quieren.

K.—Dígales que yo no he leído nada que no poseo referencias. Para mí la única mutación psicológica es aquella en que cesa el proceso acumulativo.

S.—Acaba usted de pronunciar la palabra “mutación”. Es una palabra que se encuentra a menudo en esta revista, pero acompañada, en general, de la idea de que la metamorfosis de este mundo moderno puede llevarnos, como por un proceso natural, a un cambio de estado íntimo, mientras que lo que usted quiere es una revolución total e inmediata de la conciencia, revolución que ninguna evolución puede provocar.

K.—Todos sabemos que nuestra época es explosiva, que los medios con que cuenta el hombre, que han permanecido más o menos constantes durante milenios, se han multiplicado súbitamente millones de veces; que los calculadores electrónicos, para no mencionar más que eso, se vuelven de hora en hora más fantásticos; que el hombre ha ido a la luna e ira a otros mundos; que la biología está a punto de descubrir el misterio de la vida y hasta crear la vida. Nosotros sabemos que los datos mejor establecidos de la ciencia se desmoronan; que todo está siendo constantemente puesto en tela de juicio, y que los cerebros se ven compelidos y forzados a ponerse en movimiento. Todo eso lo sabemos; no es pues necesario insistir sobre este aspecto de nuestra época. En la actual confusión, el hombre anda en busca de una seguridad material que no puede encontrarse sino por medio de los conocimientos tecnológicos. Las religiones se han convertido en superestructuras que prácticamente no tienen importancia real en los asuntos del mundo, mientras los problemas fundamentales quedan sin respuesta: el Tiempo, el Dolor, el Miedo...

Mutaciones, Religiones, Temor...

S.—Aquí es donde podemos iniciar una discusión. Yo creo que muchos lectores de PLANETE le dirán esto, puesto que también ellos están de acuerdo en comprobar que el medio ambiente está en pleno desorden y confusión: ¿Por qué, entonces, no pensar que este formidable movimiento no se producirá al mismo tiempo en nuestros cerebros!

K.—Efectivamente, podemos pensarlo. ¿Pero acaso es eso lo que puede llamarse una “mutación”? ¿Tener un cerebro electrónico? El cerebro no es toda la conciencia.

S.—No se trata del cerebro. Nuestra conciencia se ensancha a la medida de nuestro planeta, y lo que ocurre en el otro extremo del mundo...

sábado, noviembre 06, 2021

El Dios de Krishnamurti y Blavatsky

Alexandre Horne, B. Sc.

Dios es lo menos conocido y lo más discutido por nosotros.

Esta afirmación, que excusa a quien tratara de recusar la construcción empleada, comprende prácticamente todo lo que nosotros, los mortales, podemos decir con alguna certidumbre sobre el tema de la Deidad. Y ahora que Krishnamurti empieza a expresarse más definidamente en algunos particulares (1), y uno de ellos es la Deidad, sus declaraciones parecen perturbar y confundir a más de cuatro teósofos sin más razón que el no comprender su significado a la luz del verdadero conocimiento teosófico que supone poseer. Se le atribuye, por ejemplo, el dicho de que no hay Dios fuera del hombre; y, en seguida, algunos de sus críticos le inculpan de haber negado la existencia de Dios. Su manifestación es la siguiente: “No hay más Dios que el hombre purificado, y no hay poder exterior a él”; y, como ampliación posterior, ha dicho en el Campo de Ommen: “Jamás he dicho yo que no hay Dios; he dicho que solamente hay Dios como manifestado en vosotros; y, cuando hayáis purificado lo que reside dentro de vosotros, encontraréis la verdad.”

Poco bien nos han aportado cincuenta años de enseñanza teosófica sino podemos comprender el sencillo significado de Krishnamurti; porque vemos que en su enseñanza respecto a Dios y el hombre se anticiparon en detalle Isis sin Velo, La Doctrina Secreta y las primitivas cartas de los Maestros. Allí vemos ya establecido el plan preliminar, quizá en previsión de las dificultades que surgen ahora. Pero, por no molestarnos en comprender su base, pues persistimos en las ideas corrientes sobre el hombre y la Deidad (como si H. P. B. no hubiera nacido nunca), nos encontramos confusos y perplejos, víctimas de nuestra ignorancia. Volvamos, pues, al primer período de la historia de la Sociedad y tratemos de determinar qué es aquello de que H. P. B. recibió la comisión de enseñarnos respecto a esta cuestión. Dice ella : “Se me ha censurado a menudo el usar en Isis expresiones que denotan la la creencia en un Dios personal. No es ésa mi idea”. (D. S. II-479)...

lunes, octubre 18, 2021

La Esencia de las Enseñanzas de Krishnamurti

La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti está contenida en la declaración que hizo en 1929, cuando dijo: "La Verdad es una tierra sin caminos". El hombre no puede llegar a ella por medio de ninguna organización, a través de credos, dogmas, sacerdotes ni rituales, ni tampoco por medio de conocimientos filosóficos ni técnicas psicológicas. Debe hallarla mediante el espejo de la relación, mediante la comprensión de los

contenidos de su propia mente; por la observación y no por el análisis intelectual ni la disección introspectiva.

El hombre ha construido en sí mismo imágenes -religiosas, políticas y personales- como valla de seguridad. Éstas se manifiestan en forma de símbolos, ideas y creencias. La carga de dichas imágenes domina el modo de pensar del hombre, su relación y su vida cotidiana. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas, porque separan a un hombre de otro. Su percepción de la vida está formada por los conceptos previamente establecidos en su mente. El contenido de su conciencia es toda su existencia. Dicho contenido es común a toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma y la cultura superficial que ha adquirido de la tradición y del entorno. La unicidad del ser humano no estriba en la libertad superficial, sino en la completa liberación del contenido de su conciencia, la cual es común a toda la humanidad. Así pues, él no es ningún individuo.

La libertad no es una reacción; la libertad no es elección. Es pretensión del hombre creer que es libre porque puede elegir. La libertad es observación pura sin dirección alguna, sin temor del castigo, ni recompensa. La libertad es sin motivo; la libertad no se encuentra al final de la evolución humana, sino en el primer paso de su existencia. En la observación uno empieza a descubrir la falta de libertad. La libertad es hallada en el estado de conciencia alerta y sin elección de nuestra existencia y actividad de cada día.

El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y de los conocimientos, los cuales son inseparables del tiempo y del pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción está basada en los conocimientos y por lo tanto en el tiempo, de modo que el hombre es siempre esclavo del pasado. El pensamiento es siempre limitado y así nosotros vivimos en constante conflicto y lucha. No existe ninguna evolución psicológica...

sábado, octubre 09, 2021

Jiddu KRISHNAMURTI - Educando al Educador

El contenido, ha sido tomado del capítulo IX del libro UN MUNDO NUEVO

Aunque abierta a todos, la reunión de la fecha fue convocada especialmente para provecho de educadores y maestros. Fue presidida por un miembro de la Confraternidad de la Nueva Educación, quien dio la bienvenida a Krishnamurti en nombre de su institución, agradeciéndole el honor de su presencia. Luego le solicitó que les brindara la gracia de sus consejos en materia de educación.

CONFERENCIA PRONUNCIADA EN BOMBAY, INDIA, EN 1948

KRISHNAMURTI: Señor presidente y amigos: Se me han enviado muchas preguntas, y me propongo contestar esta tarde tantas como me sea posible. Todas estas preguntas han sido redactadas de nuevo, pero se ha conservado de ellas lo substancial. Algunas preguntas eran repetidas, y nos pareció que sería mejor combinarlas y escribirlas de nuevo y hay aquí unas 15 ó 16 preguntas. Pero antes de darles respuesta, desearía decir algo.

A través del mundo está tornándose cada vez más evidente que el educador necesita que se lo eduque. No es cuestión de educar al niño sino más bien al educador, pues él lo necesita mucho más que el alumno. El alumno, después de todo, es como una tierna planta que ha menester de guía, de ayuda; pero si el que brinda ayuda es incapaz, estrecho, fanático, nacionalista y otras cosas más, es natural que su producto sea lo que él es. Paréceme, pues, que lo importante no es tanto la técnica de lo que se ha de enseñar, que es secundaria, lo que tiene primordial importancia es la inteligencia del propio educador. Bien sabéis que, a través del mundo, la educación ha fracasado, porque ella ha producido las dos guerras más colosales y destructivas de la historia: y, puesto que ha fracasado, el mero hecho de substituir un sistema por otro paréceme absolutamente inútil. Si existe, empero, una posibilidad de cambiar el pensamiento, el sentir, la actitud del maestro, entonces podrá tal vez surgir una nueva cultura, una nueva civilización. Porque es obvio que esta civilización tiene probabilidades de ser completamente destruida; la próxima guerra acabará probablemente con la civilización de Occidente, tal como la conocemos. Tal vez en este país seremos también afectados por ella de un modo profundo. Pero en medio de este caos, de esta miseria, confusión y lucha, resulta por cierto extraordinariamente grande la responsabilidad del maestro, ya se trate de un empleado del gobierno, de un instructor religioso o del que imparte mera información; y los que, teniendo la educación como medio de vida, no hacen más que medrar con ella, a mi modo de ver no tienen lugar alguno en la estructura moderna de la sociedad, si es que un orden nuevo ha de crearse. Nuestro problema, pues, no es tanto el niño, el muchacho o la niña, sino el maestro, el educador: éste necesita mucho más que el alumno que se lo eduque. Y educar al educador es mucho más difícil que educar al niño, porque el educador ya está definido, fijo. Su función es raramente rutinaria. porque en realidad no le interesa el proceso del pensamiento, el cultivo de la inteligencia. No hace más que impartir la instrucción; y un hombre que sólo brinda informaciones cuando el mundo entero cruje en sus oídos, no es ciertamente un educador. ¿Pretenderéis decir que la educación es un medio de vida? Considerarla medio de vida, explotar a los niños para provecho de uno mismo, a mí me parece sumamente contrario al verdadero propósito de la educación...

jueves, agosto 26, 2021

Concepto de Reencarnación en 3º Dimensión

Puesto que con nuestra conciencia tridimensional no alcanzamos a comprender la simultaneidad y para entender el proceso de evolución, hablaremos de la reencarnación como una sucesión de experiencias en el tiempo.

En virtud de que ha sido nuestra voluntad expresarnos en el mundo de la materia, para conocer y dominar todo lo que este mundo ofrece se necesitarán experimentar múltiples vivencias. Estas nos harán ejercitar nuestra capacidad creativa y están diseñadas para crecer y aprender a amar, a desapegarnos del plano físico, a ser humildes y en fin, a adquirir todas aquellas virtudes que nos llevarán a manifestar nuestra esencia.

Al llegar al plano de la materia física es como si creáramos el escenario de una pieza teatral en la que deseamos ser los actores. Es ahí donde el concepto ilusorio toma sentido ya que únicamente se trata de una experiencia creativa de los seres que habitan el mundo físico. Así el Creador se manifiesta a través de sus criaturas pero guardándose siempre la dirección de la pieza teatral para que no se convierta en caos a través de la ley causa-efecto.

Necesita el ser humano de muchas y muy variadas experiencias para elevar su nivel de conciencia que se encuentra dormida después de su inmersión en el plano físico. En él se involucra en toda clase de distracciones; aparece el ego que en un principio le es necesario para afirmar su individualidad pero que a la larga confunde con separatividad. Es entonces cuando comienza a actuar en forma discordante, creando las distorsiones que se convertirán en enfermedades del alma y que son difíciles de curar. Esas toxinas espirituales sólo se expulsan a través de enfermedades manifestadas en el cuerpo físico y que el dolor que producen hace que se disuelvan o con la comprensión del error, con la toma de conciencia del patrón patológico y por ende, su curación.

En muchos casos se necesita de fuertes estímulos de dolor para tomar conciencia de lo erróneo de nuestras actitudes. Repetir una y otra vez las mismas no es grave ya que entre más elaborada sea la actitud distorsionada más profundamente se hunde el individuo y esto mismo lo llevará a reaccionar en un momento dado. Se da a cada quien las oportunidades necesarias para enderezar el cauce de su vida. En cada experiencia en el mundo físico se tienen diferentes opciones. Si se elige el camino que nos sumerge de nuevo en la vida distorsionada, se encontrará más adelante otra circunstancia que nos ayude en la curación de esa distorsión. Estos vicios de actitud frecuentemente pasan de una vida a otra y a veces es necesario caer hasta el fondo para que esa misma enfermedad nos haga reaccionar...

martes, junio 29, 2021

A los Pies del Maestro

J. KRISHNAMURTI

PREFACIO

Por ser un hermano de más edad, se me ha concedido la distinción de escribir algunas palabras como prefacio de este pequeño libro, el primero que ha escrito un hermano más joven de cuerpo, ciertamente, pero no de alma.

Las enseñanzas contenidas en él se las impartió su Maestro cuando lo preparaba para la Iniciación, y él las ha transcripto de memoria, lenta y laboriosamente, porque el año anterior sabía mucho menos inglés que ahora.

Este libro es, en su mayor parte, una reproducción literal de las propias palabras del Maestro; y lo que no, es el pensamiento del Maestro expresado con las palabras del discípulo.

El Maestro suplió dos frases omitidas. En otros dos casos más, se añadió otra palabra omitida. Aparte de esto; es enteramente de Krishnamurti: es su primer donativo al mundo. Que este libro pueda ayudar a otros como las enseñanzas verbales lo ayudaron a él. Con tal esperanza las da. Pero las enseñanzas pueden tan sólo dar fruto si las vivimos como él las ha vivido, desde que brotaron de los labios de su Maestro. Si el ejemplo se sigue de acuerdo con el precepto, entonces se abrirá el gran Portal para el lector como se abrió para el autor, y sus pies hollarán el Sendero.

ANNIE BESANT
A LOS QUE LLAMAN

Conducidme desde lo ilusorio a lo Real.
Conducidme de las tinieblas a la Luz.
Conducidme de la muerte a la Inmortalidad.

PRÓLOGO

Estas palabras no son mías: son del Maestro que me enseñó. Sin Él no hubiera podido hacer nada, pero con Su ayuda he puesto los pies en el Sendero. Vosotros también deseáis penetrar en este Sendero; y así, las mismas palabras que Él me dijo os ayudarán si queréis obedecerlas. No basta decir que estas palabras son bellas y verdaderas; quien desee lograr éxito debe hacer exactamente lo que ellas entrañan. Mirar la comida y decir que es sabrosa no satisfaría a un hambriento: ha de comerla. Así pues, no basta escuchar al Maestro: debéis practicar lo que Él aconseja, atendiendo a cada palabra y fijándoos en cada insinuación. Si no advertís una indicación, si no atendéis a una palabra, queda perdida para siempre, porque Él no las repite...

domingo, mayo 30, 2021

J. KRISHNAMURTI - Conferencia en Washington (1.985)

 

 

 

A pesar de los muchos años en que estuvo ofreciendo pláticas públicas en los Estados Unidos, Krishnamurti no había hablado en Washington, D.C. Cuando accedió a hacerlo en abril de 1985, fue en cierto sentido para un auditorio nuevo, al cual quiso comunicar tanto como fuera posible de su enseñanza, condensándolo todo en sólo dos pláticas.

 

En ambos días, el salón estuvo colmado de una variedad de oyentes seriamente interesados y, a medida que Krishnamurti hablaba, parecía haber una respuesta intangible, una calidad en la que los oyentes se unían a través de lo que Krishnamurti les comunicaba. Él lo percibió, y aunque habría otras pláticas antes de su muerte, acaecida diez meses después, en esos dos días de abril de 1985, a la edad de noventa años, Krishnamurti habló desde la cumbre de su enseñanza y de su vida.



PRIMERA PLÁTICA

Esta no es una conferencia sobre algún asunto en particular de acuerdo con ciertas disciplinas científicas o filosóficas. Las conferencias son para informar o instruir acerca de un determinado tema, pero no es eso lo que vamos a hacer. Así que ésta no es una conferencia, ni es una forma de entretenimiento. En este país especialmente, está uno muy acostumbrado a que se le entretenga, a que se le divierta. Tanto en la plática de esta tarde como en la de mañana en la mañana, vamos más bien a conversar juntos acerca de nuestra existencia desde el momento en que nacemos hasta que morimos.

 

En ese periodo de tiempo, ya sea de cincuenta, noventa o cien años, pasamos por toda clase de problemas y dificultades. Tenemos problemas económicos, sociales y religiosos; problemas de relación personal, problemas de realización individual, deseando encontrar nuestras raíces en uno u otro lugar. Y tenemos innumerables heridas psicológicas, temores, placeres, sensaciones. Hay mucho miedo en todos los seres humanos, mucha ansiedad, incertidumbre, y una constante persecución del placer; y todos los seres humanos en esta bella tierra sufren también mucho dolor, mucha soledad. Juntos, vamos a conversar sobre todo eso, y sobre el lugar que la religión ocupa en la vida moderna. También vamos a considerar juntos la cuestión de la muerte; y veremos qué es una mente religiosa y qué es la meditación. ¿Hay algo más allá del pensamiento, hay algo sagrado en la vida, o todo es materia y por eso llevamos una vida materialista?...

miércoles, abril 15, 2015

Una relación sin conflicto.

Jiddu Krishnamurti

“La vida es un movimiento de relación. Dos personas que viven juntas quizás se encuentren en la cama, pero por lo demás llevan vidas con intereses distintos. Son como dos líneas paralelas que nunca se encuentran. Y a esto, en lo que no existe un verdadero sentimiento de amor, llamamos relación.

¿Cómo es que los seres humanos con sus extraordinarias capacidades y su energía, con la inteligencia que han demostrado en el plano tecnológico, no han sabido resolver esta cuestión, este problema tan esencial? Ya puede uno meditar, dedicar su vida a la búsqueda de la iluminación, seguir al último gurú o a la última manifestación de lo que quiera que uno siga; si uno no ha resuelto este problema, ninguno de sus logros espirituales ni hallazgos tecnológicos le servirá de nada. Porque nuestra vida es relación, y mientras no resolvamos esta cuestión básica de la relación que en la actualidad nos aísla a unos de otros, ese aislamiento, inevitablemente, engendrará toda clase de desdicha, confusión, odio e ira.

Debemos preguntarnos si es posible entablar una relación en la que no haya ni la más leve sombra de conflicto.

Seguridad significa permanencia, pero, ¿existe algo en la vida que sea permanente?
En nuestras relaciones, buscamos permanencia. Y lo que ocurre, presten atención a esto, es que el concepto mismo de sentir que necesitamos esa seguridad y permanencia se traduce en apego. ¿Se dan cuenta?
Y así hacemos a la otra persona objeto de ese intenso apego, durante un mes, una semana o ciencuenta años, del cual nacen toda clase de conflicto: celos, sospechas, miedo, sentimiento de adquisición y pérdida. Ya saben ustedes a lo que me refiero, ¿no es cierto?

Vamos a suponer que quien les habla, o cualquiera de ustedes, no tiene ese deseo de seguridad y permanencia… No digo que sea así, es simplemente una suposición. ¿Qué es la relación entonces? ¿Entienden la pregunta?
El deseo de estabilidad y el apego, con su correspondiente dolor y placer, ansiedad y miedo, no es amor.
Cuando ese deseo y ese apego estan totalmente ausentes, el otro es como una flor que se abre.

Uno toma la mano de la otra persona, la abraza, camina a su lado, pero interiormente está separado de ella.
Es un hecho, afrontemoslo.
Por consiguiente, hay perpetuo conflicto entre los dos, y uno pregunta, ¿es posible vivir en relación con otro sin que haya conflicto? ¿Se basa en la memoria nuestra relación?
Porque si nuestra relación está hecha de recuerdos, de imagen diversas, entonces todo lo que hay es producto del pensamiento. Y, ¿que es el “pensamiento amor”? Por favor, háganse esta pregunta a ustedes mismos, no es a mi a quien deben responder.

¿Puede haber paz entre los seres humanos, sea cual fuere su color, raza o idioma o su así llamada cultura?
Para lograr esa paz, primero debe haber paz entre usted y el otro, entre usted y su esposa, entre usted y sus hijos. Luego, es posible que haya paz, es decir, que no haya ningún conflicto.

En la ausencia total de conflicto, lo que hay es infinitamente más extraordinario que la actividad del pensamiento.

viernes, noviembre 28, 2008

Escencia de las Enseñanzas de KRISHNAMURTI


La esencia de las enseñanzas de Krishnamurti está contenida en la declaración que hizo en 1929, cuando dijo: "La Verdad es una tierra sin caminos". El hombre no puede llegar a ella por medio de ninguna organización, a través de credos, dogmas, sacerdotes ni rituales, ni tampoco por medio de conocimientos filosóficos ni técnicas psicológicas. Debe hallarla mediante el espejo de la relación, mediante la comprensión de los contenidos de su propia mente; por la observación y no por el análisis intelectual ni la disección introspectiva.

El hombre ha construido en sí mismo imágenes -religiosas, políticas y personales- como valla de seguridad. Éstas se manifiestan en forma de símbolos, ideas y creencias. La carga de dichas imágenes domina el modo de pensar del hombre, su relación y su vida cotidiana. Estas imágenes son la causa de nuestros problemas, porque separan a un hombre de otro. Su percepción de la vida está formada por los conceptos previamente establecidos en su mente. El contenido de su conciencia es toda su existencia. Dicho contenido es común a toda la humanidad. La individualidad es el nombre, la forma y la cultura superficial que ha adquirido de la tradición y del entorno. La unicidad del ser humano no estriba en la libertad superficial, sino en la completa liberación del contenido de su conciencia, la cual es común a toda la humanidad. Así pues, él no es ningún individuo.
La libertad no es una reacción; la libertad no es elección. Es pretensión del hombre creer que es libre porque puede elegir. La libertad es observación pura sin dirección alguna, sin temor del castigo, ni recompensa.
La libertad es sin motivo; la libertad no se encuentra al final de la evolución humana, sino en el primer paso de su existencia. En la observación uno empieza a descubrir la falta de libertad. La libertad es hallada en el estado de conciencia alerta y sin elección de nuestra existencia y actividad de cada día.
El pensamiento es tiempo. El pensamiento nace de la experiencia y de los conocimientos, los cuales son inseparables del tiempo y del pasado. El tiempo es el enemigo psicológico del hombre. Nuestra acción está basada en los conocimientos y por lo tanto en el tiempo, de modo que el hombre es siempre esclavo del pasado. El pensamiento es siempre limitado y así nosotros vivimos en constante conflicto y lucha. No existe ninguna evolución psicológica.

Cuando el hombre se vuelva consciente del movimiento de sus propios pensamientos, verá la división que hay entre el pensador y el pensamiento, entre el observador y lo observado, entre la experiencia y el que la vive.
Descubrirá que esta división es una ilusión. En este momento sólo hay pura observación, que es percepción interna sin sombra alguna de pasado ni de tiempo. Esta percepción interna intemporal origina una mutación radical y profunda en la mente.

La negación total es la esencia de lo positivo.

Cuando hay negación de todas las cosas que el pensamiento ha creado psicológicamente, sólo entonces, existe el amor, que es compasión e inteligencia.
(Esta declaración fue originalmente escrita por el mismo Krishnamurti el 21 de Octubre de 1980 para el libro: "Krisnamurti: Los años de plenitud", de Mary Lutyens, segundo libro de su biografía.)

¿Por qué busca uno el placer y descarta el dolor? Porque uno piensa que el placer es más conveniente, ¿no es así? El sufrimiento es doloroso. Usted quiere aferrarse a uno y evitar el otro. ¿Por qué? Evitar el dolor es un instinto natural, ¿no? Si yo tengo un dolor de muelas, quiero evitarlo.
Quiero dar un paseo que es placentero. El problema no radica en el placer y el dolor, sino en el eludir uno u otro. La vida es ambas cosas, placer y dolor, ¿no es cierto? La vida es tanto oscuridad como luz. En un día como éste hay nubes y brilla el sol; luego están el invierno y la primavera; son parte de la vida, parte de la existencia. ¿Pero por qué debemos evitar lo uno y aferramos a lo otro? ¿Por qué nos adherimos al placer y escapamos del dolor? ¿Por qué no vivir simplemente con ambos? En el momento que usted quiere eludir el dolor, el sufrimiento, comienza a inventar escapes, cita al Buddha, al Gita, va al cine o inventa creencias. El problema no se resuelve ni por el dolor ni por el placer. De modo que no se aferre al placer ni escape del dolor. ¿Qué sucede cuando se aferra al placer? Usted queda atado, ¿no es así? Y si algo ocurre con la persona a la que está apegado, o con su propiedad, o con su opinión, usted está perdido. Entonces dice que debe haber desapego. No esté apegado ni desapegado; sólo mire los hechos, y cuando usted comprende los hechos, entonces no hay placer ni dolor; simplemente existe el hecho. [Krishnamurti y la educación].
- Krishnamurti: Todo el contenido de esa conciencia es el "yo". El "yo" no es diferente de mi conciencia.
- David Bohm: Sí, bueno, creo que se podría decir que yo soy mi conciencia, puesto que si no estoy consciente no estoy aquí. Ahora bien, ¿no es la conciencia nada más que lo que acaba de describir, que incluye el pensamiento, las emociones, la intención?
- K.: ... la intención, las aspiraciones...
- D. B.: ... recuerdos...
- K.: ... recuerdos, creencias, dogma s, los rituales que se celebran, todo eso, como un ordenador que ha sido programado.
- D. B.: Sí, todo el mundo estaría de acuerdo en que eso ciertamente está en la conciencia, pero muchos sentirían que significa algo más, que la conciencia puede extenderse más allá de eso.
- K.: Vamos a investigarlo. El contenido de la conciencia constituye la conciencia.
- D. B.: Me parece que eso requiere cierta aclaración. El uso corriente de la palabra "contenido" es muy diferente. Cuando se dice que el contenido de un vaso es agua, el vaso es una cosa y el agua es otra. El vaso contiene el agua, de modo que la palabra "contenido" sugiere que algo lo contiene.
- K.: Muy bien, la conciencia está constituida por todo lo que ha recordado:
creencias, dogmas, rituales, nacionalidades, miedos, placeres, dolor. -
- D. B.: Sí, ahora bien, si todo eso estuviese ausente, ¿no habría conciencia alguna?
- K.: No tal como la conocemos.
- D. B.: ¿Pero seguiría existiendo cierto tipo de conciencia?
- K.: Un tipo totalmente distinto.
- D. B.: Bueno, entonces me parece que lo que usted quiere decir en realidad es que la conciencia, tal como la conocemos, está constituida...
- K.: ... es el resultado de las múltiples actividades del pensamiento. El pensamiento ha constituido mi conciencia: las reacciones, las respuestas, los recuerdos, las extraordinarias complejidades y sutilezas; todo eso es, constituye la conciencia.
- D. B.: Tal como la conocemos.
- K.: Tal como la conocemos. [...]
- D. B.: Pero me parece que usted está tratando de decir que la conciencia no es una entidad de carácter individual.
- K.: Eso es.
- D. B.: El cuerpo es una entidad que está dotada de cierta individualidad.
- K.: Todo eso parece estar muy claro.
- D. B.: Puede que esté claro, pero creo que...
- K.: Su cuerpo es diferente del mío, tengo un nombre distinto al suyo.
- D. B.: Bueno, somos diferentes. Aunque hechos de material parecido, éste es diferente: no podemos intercambiar cuerpos porque las proteínas de un cuerpo no son compatibles con las del otro. Ahora bien, muchas personas sienten lo mismo respecto a la mente, aduciendo que hay una especie de química entre las personas que puede resultar compatible o incompatible.
- K.: Pero si profundiza más en la cuestión, la conciencia es compartida por todos los seres humanos.
- D. B.: Sí, pero la sensación es que la conciencia es individual y que es transmitida, por así decirlo...
- K.: A mi entender, eso es una ilusión, porque nos estamos ateniendo a algo que no es verdad.
- D. B.: Bueno, ¿quiere usted decir que hay una sola conciencia de la humanidad?
- K.: Es una sola cosa.
- D. B.: Es una sola cosa. Eso es importante, porque si es un gran número o una sola es una cuestión crucial.
- K.: Sí.
- D. B.: Ahora bien, pudiera ser que hubiese muchas personas que se estuvieran comunicando y creando la unidad más grande. ¿O cree usted que es una sola conciencia desde el principio?
- K.: Es una sola desde el principio.
- D. B.: Y la sensación de existir por separado es una ilusión, ¿verdad?
- K.: Eso es lo que estoy diciendo una y otra vez. Eso parece ser sumamente lógico y sensato; lo otro es una locura. [Diálogos con Krishnamurti].
Y bien, ¿por qué nombramos algo? ¿Por qué asignamos un rótulo a una flor, a una persona, a un sentimiento? Lo hacemos, o bien para comunicar nuestro sentimiento, para describir la flor, y así sucesivamente, o para identificamos con este sentimiento, ¿no es así? Nombro algo, un sentimiento, para comunicarlo: "estoy furioso". O me identifico con ese sentimiento a fin de fortalecerlo, de disolverlo o de hacer algo al respecto.
Es decir, damos un nombre a algo, a una rosa, para comu nicar esto a otros; o bien, nombrándolo pensamos que lo hemos comprendido. Decimos: "es una rosa", la miramos rápidamente y proseguimos nuestro camino. Al darle un nombre creemos haberla comprendido; hemos clasificado esa flor y pensamos que así hemos captado todo su contenido y su belleza.
Ahora bien, si no es tan sólo para comunicar, ¿qué ocurre cuando damos un nombre a una flor, a cualquier cosa? Por favor, sigan esto, examínenlo conmigo. Aunque sea yo quien se expresa en voz alta, ustedes también participan en lo que se dice. Dando un nombre a algo nos hemos limitado a ponerlo en una categoría, y pensamos que lo hemos comprendido; no lo miramos más atentamente. Pero si no lo nombramos estamos obligados a mirarlo. O sea, abordamos la flor, o lo que fuere, con un sentido de novedad, con una calidad nueva de examen: la miramos como si nunca la hubiésemos
mirado antes. [El conocimiento de uno mismo].

Entonces, ¿qué es este núcleo desde el cual nombramos, qué es el centro que está siempre nombrando, escogiendo, rotulando? Todos sentimos que hay un centro, un núcleo, ¿no es así?, desde el cual actuamos, juzgamos, nombramos las cosas. ¿Qué es este centro, este núcleo? [...]
Nuestro centro, el núcleo, es la palabra, el rótulo. Si el rótulo carece de importancia, si lo que importa es lo que está detrás del rótulo, entonces estamos capacitados para investigar; pero si nos identificamos con el rótulo y nos atenemos a él, no podemos ir más allá. Y nosotros estamos identificados con el rótulo: la casa, la forma, el nombre, los muebles, la cuenta bancaria, nuestras opiniones, nuestros estimulantes, y así sucesivamente. Somos todas esas cosas, esas cosas que están
representadas por un nombre. Y esas cosas se han vuelto importantes: los nombres, los rótulos. Así, pues, el centro, el núcleo, es la palabra.
Ahora bien, si no hay palabra ni rótulo, tampoco hay centro, ¿verdad?
Hay una disolución, un vacío; no el vacío del miedo, eso es algo por completo diferente. Hay un sentido de ser como la nada, y debido a que hemos eliminado todos los rótulos, o más bien, a causa de que hemos comprendido por qué ponemos rótulos a los sentimientos y a las ideas, somos seres completamente nuevos, ¿no es así? No hay un centro desde el cual estemos actuando. El centro, que es la palabra, ha sido disuelto. El rótulo ha sido quitado. Entonces, ¿dónde está uno como centro? Uno está ahí, pero ha habido una transformación. Y esta transformación es un poco atemorizante; por lo tanto, uno no prosigue con lo que ello aún contiene; empieza a juzgarlo, a decidir si le agrada o no le agrada. No continúa con la comprensión de lo que viene luego, sino que ya lo juzga, lo cual quiere decir que uno tiene un centro desde el cual está actuando. Por consiguiente, tan pronto juzga, permanece fijo; se vuelven importantes las palabras agrado y desagrado. [El conocimiento de uno mismo].

¿Puede la verdad ser encontrada mediante la búsqueda? ¿Es ella reconocible cuando la hemos encontrado? Si la encontramos, ¿podemos decir "ésta es la Verdad", "esto es lo real"? ¿Tiene algún sentido la búsqueda? La mayoría de la gente religiosa está siempre hablando de buscar la verdad, y nosotros preguntamos si la verdad puede ser buscada en forma alguna. ¿En la idea de buscar y de encontrar, no existe también la idea de reconocimiento, la idea de que si encuentro algo debo ser capaz de reconocerlo? ¿No implica el reconocimiento que eso ya lo he conocido antes?
¿Es la verdad "reconocible", en el sentido de haber sido ya experimentada, de manera que pueda uno decir "esto es la Verdad"? Así, ¿cuál es el valor de buscar en forma alguna? O, si no hay valor en ello, ¿está entonces el valor únicamente en la observación constante, en el escuchar constante, que no es lo mismo que buscar? Cuando existe la observación constante, no hay movimiento del pasado. "Observar" implica ver muy claramente, y para ver claramente tiene que haber libertad, libertad del resentimiento, de la enemistad, de cualquier prejuicio o rencor, libertad de todos esos recuerdos que hemos almacenado como conocimiento, los cuales nos impiden ver. Cuando existe esa calidad, esa clase de libertad con observación constante -no sólo de la cosas externas sino también de lo interno- de lo que realmente está ocurriendo ¿qué necesidad hay entonces de buscar en absoluto? Porque todo está allí siendo observado; el hecho, "lo que es". Pero tan pronto queremos cambiar "lo que es" en alguna otra cosa, tiene lugar el proceso de distorsión. En la observación libre, sin distorsión, sin evaluación, sin deseo alguno de placer, en ese puro observar, vemos que "lo que es" sufre un cambio extraordinario. [El vuelo del águila].

De modo que ahora vamos a meditar juntos, no deliberadamente, porque no existe la meditación deliberada. Es como dejar la ventana abierta y el aire llega cuando quiere -cualquier cosa que el aire traiga, sea como fuere la brisa-. Pero si esperan que las brisas lleguen porque han abierto la ventana, éstas jamás llegarán. La ventana tiene que ser abierta por amor, por afecto, desde la libertad, no porque uno desee algo. Y ese es el estado de belleza, es el estado de la mente que ve y no exige nada.

Estar atentos implica un estado extraordinario de la mente –estar atentos a cuanto les rodea, a los árboles, al pájaro que canta, al Sol que está detrás de ustedes; estar atentos a los rostros, a las sonrisas; estar atentos a la suciedad del camino, a la belleza de la tierra, a la palmera contra el cielo rojo del crepúsculo, a la onda sobre el agua-, simplemente estar atentos, sin preferencia alguna. Por favor, háganlo mientras prosiguen con esto. Escuchen a estos pájaros, sin nombrarlos, no reconozcan la especie, sólo escuchen el sonido. Escuchen los movimientos del propio pensar, no los controlen, no los moldeen, no digan: "Esto es bueno, eso es malo". Simplemente, muévanse con ello.
Eso es la percepción alerta, en la que no hay opción ni condena ni juicio ni comparación o interpretación; sólo observación pura. Eso hace que la mente sea altamente sensible. En el momento en que nombran, han retrocedido y la mente se embota, porque eso es lo que acostumbra
hacer.

En ese estado de percepción alerta hay atención, no control ni concentración. Hay atención. O sea, escuchan a los pájaros, ven la puesta de sol, contemplan la quietud de los árboles, oyen pasar los automóviles, oyen a quien les habla; y están atentos al significado de las palabras, a sus propios pensamientos y sentimientos y al movimiento de esa atención. [Sobre Dios].

¿De qué manera conoce usted lo que es? ¿Comprende mi pregunta?
Usted se mira en el espejo por primera vez, y después de unos pocos días o unas pocas semanas, vuelve a mirarse y dice: "Ese soy yo nuevamente." ¿Correcto? Así es que, mediante el mirarse cada día en el espejo, usted empieza a conocer su propia cara y dice: "Ese soy yo."
Ahora bien, ¿puede, de igual manera, conocer lo que usted es mediante el observarse a sí mismo? ¿Puede observar sus gestos, la manera como camina, como habla, como se comporta; si es duro, cruel, grosero, paciente? Entonces comienza a conocerse. Usted se conoce a sí mismo observándose en el espejo de lo que hace, de lo que piensa, de lo que siente. Ése es el espejo -el sentir, el hacer, el pensar. Y en ese espejo usted comienza a observarse. El espejo dice, ése es el hecho; pero a usted no le agrada el hecho. De modo que quiere alterarlo. Empieza a deformar el hecho; no lo ve tal como es.

Ahora bien, como dije el otro dia, uno aprende cuando hay atención y silencio. El aprender tiene lugar cuando usted se halla en silencio y concede su atención completa. En ese estado comienza a aprender.
Ahora, permanezca muy quieto, no porque yo se lo pida sino porque ése es el modo de aprender. Estése muy quieto y silencioso, no sólo en lo físico, no sólo en su cuerpo, sino también en su mente. Permanezca muy silencioso, y entonces, en ese silencio, atienda. Atienda a los sonidos que hay fuera de este edificio, el canto del gallo, los pájaros, alguien que tose, alguien que se despide; escuche primero las cosas que están fuera de usted, luego escuche lo que está pasando dentro de su mente.
Y entonces, en ese silencio verá, si escucha muy, muy atentamente, que el sonido externo y el sonido interno son la misma cosa. [Krishnamurti y la educación].