domingo, julio 18, 2021

Alimentando la Pureza Interior

La Práctica de los Yamas y Niyamas 
JOHN YRCHIK

Durante una visita reciente al Shri Muktanada Ashram, conocí a un devoto de las islas Canarias que me contó una experiencia particularmente v i vida del Gur ú . Una noche, en un sueño, recibió una llamada de Gurumayi. Cuando se despertó a la mañana siguiente, recordó una frase del sueño con mucha más claridad que el resto. Gurumayi le había dicho: «Haces las prácticas para experimentar felicidad». A pesar de que en nuestras mentes a menudo asociamos la felicidad con el ocio, en realidad experimentamos el mayor gozo cuando estamos completamente ocupados en una tarea o cuando intentamos efectuar una hazaña desafiante. La disciplina implícita en esos momentos es la propia recompensa. Así sucede con el yoga. El gozo de las prácticas no está separado del gozo infinito que es la naturaleza del Ser, la divina Conciencia que es nuestra verdadera naturaleza.

Para conocer al Ser en todas las cosas, debemos incorporar las prácticas de yoga a todo lo que hacemos. El yoga es un sistema integrado que se extiende desde los modelos más básicos de conducta personal hasta la completa absorción en el Ser. El gran sabio Patánjali describe las ocho ramas del yoga. Incluye los yamas o (restricciones), niyamas (observancias), asar í as (posturas), pranayama (control de la respiración), pratyahara (control de los sentidos), ab ara ñ a (concentración), dhyana (meditación) y samadhi (concentración perfecta). Cada una de estas prácticas depende de si es reforzada por las otras. Las dos primeras, los yamas y niyamas, ofrecen un código para la conducta ética y preceptos para vivir una vida disciplinada. Un comentarista de los Yoga Su f ras de Patánjali describe los yamas y niyamas como «los más importantes preliminares para la práctica de la meditación». El sugiere que si entras en meditación y samadhi sin haberlos adquirido, «sólo conseguirás quebrarte las piernas»...

Según Patánjali, los cinco yamas son ahimsa (no hacer daño), satya (verdad), asteya (abstenerse de robar), brahmacharya (continencia) y aparigraha (abstenerse de la avaricia). A estas prácticas se las llama grandes votos cuando se cumplen en todo momento ) lugar. Los cinco niyamas incluyen shaucha (limpieza), santosha (contenta- miento), tapas (austeridad), swadhyaya (repetición de los man i r á s) e ishvara pranidhana (devoción a Dios).

Swami Muktananda dice que los yamas y niyamas no son sino reglas de autocontrol tales como «vivir una vida ordenada y disciplinada, acostarse y levantarse puntualmente, hablar poco, decir la verdad y comer sólo lo que puedas digerir». Al cumplir estas reglas, apoyamos nuestros esfuerzos en dirigir nuestra atención hacia el Ser y preservar la Shakti o poder divino, que se despliega dentro de nosotros.

Los yamas y niyamas son parte integral de la purificación de la mente y del cuerpo ya que ayudan a remover lo que obstaculiza el conocimiento del Ser. Todos nuestros obstáculos, desde la más oculta mala voluntad hacia los otros hasta nuestra aceptación del daño que infringimos a otros, sólo aumenta nuestra ignorancia y sufrimiento. El sabio Vyasa explica que la práctica de los yamas erradica las impurezas de la misma forma en que un hacha corta la madera. Como el Ser ya está dentro, el discípulo sólo tiene que remover los obstáculos para percibirlo. De esta manera, la purificación que se lleva a cabo mediante las prácticas de los yamas y niyamas, remueve las impurezas tales como el conocimiento errado o falso y clarifica el conocimiento del Ser ÍLl primer yama, ahimsa (no hacer daño), exige al discípulo evitar hacer daño a ningún ser en todo momento y lugar, sea como sea y a cualquier precio. La práctica de no hacer daño implica mucho más que simplemente abstenerse de hacer daño: de hecho, ahimsa implica cultivar el amor por todos. El aforismo de Baba Muktananda «Ve a Dios en los demás» es la expresión más elevada de este principio. Verdaderamente nos invita a servir a los demás y a tratarlos como podríamos ser tratados nosotros. Todas las restricciones y prescripciones surgen de ahimsa y cada una debe ser practicada con respeto hacia ella. En los años que llevo practicando Siddha Yoga he notado un cambio radical en mi actitud. He experimentado una creciente habilidad para manejar el conflicto y el ataque sin cólera o deseo de venganza. La cólera virtualmente asegura que cada ataque sea respondido con otro. Convertirse en el maestro de nuestra propia ira rompe la cadena de represalias.

Hace varios años se desarrolló una relación muy tensa entre el presidente de la organización para la que trabajaba y yo. A medida que los hechos se desarrollaban, me consumía tanto por la cólera y la venganza que casi llegué a excluir todo el resto. Había estado practicando Siddha Yoga alrededor de dos años, pero aún no había alcanzado un punto donde pudiera calmar el fuego de mi cólera. Seguía meditando diariamente, y un día se me presentó una forma de salir de la situación. Había una dificultad: tendría que dejar a un lado mi cólera. Después de meses de una constante lucha de voluntades, entré en la oficina del presidente y dije: «Dos idiotas pueden pelear entre ellos. Pero llegar a un acuerdo cuando de entrada estás en desacuerdo, es un arte mucho más refinado. Ya nos hemos hecho suficiente el uno al otro. Dejemos esas cosas en la puerta y concentrémonos en conseguir hacer el trabajo». El caminó alrededor de su escritorio y se sentó a mi lado. Trabajamos en proyectos que tenían que realizarse. Hasta que me fui de la organización para hacer otro trabajo, todo funcionó con absoluta facilidad.

Al practicar ahimsa de esta forma , evitamos hacer daño no sólo a los otros sino también a nosotros mismos. La cólera, ya sea contenida o suelta, mina nuestro equilibrio. Cuando alcanzamos el punto en que logramos soltarla, empezamos a purificarnos a nosotros mismos. Nos abrimos a nosotros mismos a impulsos mucho más elevados. Cl siguiente yama es satya o verdad. Satya no permite ninguna desviación entre lo que decimos y nuestras acciones. La práctica de satya calma la codicia e inspira confianza en los otros. Mahatma Gandhi observó que la practica de satya asegura una conducta apropiada, mientras que una conducta inapropiada sólo aumenta la tentación de mentir y ocultar acciones incorrectas. Satya no sólo se refiere a evitar decir menti ras, sino también a abstenerse de palabras ambiguas, a actuar hipócritamente o incluso decir medias verdades. En la base de una estatua de Albert Einstein en Washington D.C. están estas palabras: El derecho de buscar la verdad también implica un deber; uno no debe ocultar ninguna parte de lo que ha descubierto.

Esta misma honestidad es necesaria en el viaje espiritual. Después de la iniciación de Shaktipat, comenzamos a vemos con claridad y desapego, a medida que nos establecemos gradualmente en el Ser. Patánjali nos dice que la verdad espera al que está establecido en satya. Las palabras que un ser así pronuncia, sean cual sean, se vuelven infalibles. Como ha dicho Gurumayi: «Hablar la verdad significa ser honesto contigo mismo. Para eso, tienes que saber lo que eres.»

Asteya (no robar) se refiere a la abstención de robar, no solo de robar objetos, sino también cosas menos tangibles. Cuando un profesor firma un escrito de un estudiante, por ejemplo, esto es steya o robo. Si un supervisor asume el mérito de la idea de un empleado suyo, eso también es robo. Si un taxista le entrega un recibo a alguien en un viaje de negocios y éste escribe una suma superior al costo verdadero, esto es una violación de asteya. De la misma forma en que nos hacemos daño cuando hacemos daño a otro, también nos robamos cuando cometemos este tipo de estafa. Robamos la atención de la mente alejándola de la finalidad de nuestra vida espiritual. Todas esta estafas también violan a ahimsa y satya Podemos apreciar cuan relacionadas están la restricciones y las observancias Cumplir un principio refuerza el cumplimiento de otros, y de la misma forma, la violación de un principio probablemente viola los otros.

Brahmacharya es continencia. Aun cuando los Yoga Sutras enfocan brahmacharya como continencia sexual la práctica en realidad abarca todos los sentidos. Gracias a la continencia mantenemos nuestros sentidos disciplinados en el Ser. Permitir que nuestra energía fluya libremente hacia fuera, mina la fuerza que necesitamos para el viaje espiritual y aumenta nuestros apegos externos. Por el contrario, al contener nuestra energía, nos fortalecemos y mejoramos nuestra habilidad para hacer las prácticas de yoga.

Aparigraha es no ser codicioso. Al observar esta práctica, evitamos codiciar cosas que no nos pertenecen. Baba Muktananda, al describir a su Gurú , Bhagawan Nityananda, dice que sus dedos siempre estaban estirados, nunca cerrados, indicando así que Nityananda estaba más allá de cualquier clase de codicia o sentido de posesión. El deseo es una emoción sutil y debilitante. Si no están controlados, nuestros deseos por sí mismos se enredan con casi cualquier cosa. Podríamos, por ejemplo, codiciar el trabajo de uno de nuestros compañeros, un traje nuevo de un amigo o incluso la esposa de otro. Al practicar aparigraha, llegamos a entender que estos deseos crean apegos, miedos e incluso mala voluntad. Como señala un estudiante de Patánjali: Solo se deberían aceptar cosas necesarias para mantener el cuerpo. Acumular riqueza sin usarla por el bien de los otros es puro egoísmo y falta de interés por l as necesidades y sufrimiento de los otros.

Una amiga mía describe la dicha de experimentar aparigraha. Recientemente se separó de su marido, no tenía dinero y acababa de mudarse a un nuevo lugar. Su situación era más bien precaria. Un día conducía hacia el Ashram de Meditación de Siddha Yoga en South Falisburg con unos amigos, una pareja, se dio cuenta de cuan felices eran juntos. En el pasado había sentido a menudo amargura cuando otros tenían algo de lo que ella carecía, sin embargo esta vez sintió alegría por lo que sus amigos compartían. Sus años de prácticas habían limpiado el camino para un nivel nuevo de apertura y generosidad. Fue capaz no solo de observar a sus amigos sin codiciar la intimidad de su relación, sino también de mantenerse en contacto con su propia e innata dicha. Esta espontánea experiencia de aparigraha puede convertirse en la base de la práctica para yama. Si nos encontramos codiciando lo que otro tiene, conscientemente podemos recordar la plenitud entera del Ser. Podemos recordar que interiormente no carecemos de nada.

Los Yoga Sutras de Patánjali nos aconsejan que tengamos pensamientos contrarios cuando surjan pensamientos o impulsos en contra del espíritu de los yamas. Si, por ejemplo, nos imaginamos haciendo daño a alguien, debemos tener pensamientos amorosos. Cuando estemos acosados por el deseo, debemos pensar que estamos contentos. De esta manera, se pueden romper los patrones de pensamiento destructivos. Es extraordinario cómo esta sencilla práctica puede disolver las más profundas formas de ignorancia. El mantra Om Namah Shivaya también puede ser repetido con este fin. En vez de sentirnos victimas de nuestros pensamiento s destructivos o dejamos llevar por impulsos perjudiciales, podemos simplemente repetir el mantra. El poder del mantra nos permite devolver nuestro enfoque al Ser.

La purificación interior exige una constante vigilancia incluso en los actos más pequeños de nuestra vida. Si no logramos mantener nuestra compostura y, por ejemplo, nos permitimos montar en cólera, las ondas de esa cólera se extienden profundamente antes de que se disipen. Si escogemos ver un programa violento de televisión, las imágenes continúan repitiéndose aún cuando estemos tratando de mantener nuestras mentes tranquilas. El cumplimiento de los yamas es decisivo para la alimentación de la pureza interna. Los yamas limpian el corazón y lo mantienen abierto y receptivo a Dios. San Francisco de Sales escribe: «Una vez que se le saca de su equilibrio, el corazón ya no es su propio dueño». La purificación mantiene al corazón firme en su búsqueda de Dios. Cuando examinamos cada motivación y deseo, en cuanto surgen, comienza el proceso de la purificación interior.

Además de los yamas, están los ñ i p am o s u observancias. El primer niyama es limpieza. Existe la limpieza externa: bañarse con regularidad, come alimentos puros y en cantidades moderadas. Pero más importante es la limpieza interna que incluye liberarse del orgullo, la cólera, la codicia y otras cualidades negativas que se imponen entre el buscador y la experiencia del Ser. Así como ambas formas de limpieza son importantes, la limpieza interna es la más importante y la más difícil de cultivar.

Contentamiento, el segundo niyama, es una virtud que se gana con dificultad. Para alcanzar el contentamiento, debemos ir más allá de los deseos que continuamente se nos presentan. Con el contentamiento, cultivamos la conciencia de que lo que tenemos es suficiente. Un comentarista de Patánjali observaba lo siguiente: Lo mismo que para evitar las espinas tan sólo es necesario usar zapatos y no cubrir con cuero la faz de la tierra, así mismo la felicidad puede derivarse del contentamiento y no del pensar que seré feliz cuando tenga todo lo que deseo.

Nuestras actitudes crean nuestras vidas. El contentamiento es vivir con la conciencia de que todo viene de Dios. Cuando tenemos esta actitud, no tenemos que buscar la felicidad: ella nos busca.

En nuestra vida, a todos nos ha impresionado alguien que parecía encarnar el contentamiento. De mi padre aprendí por primera vez lo que era el contentamiento. A pesar de que vivía una vida modesta, nunca quiso conseguir más dinero del que había ganado, ni conseguir un trabajo mejor del que tenía. Disfrutaba con las cosas sencillas. Para mi padre la felicidad consistía en pasear por el bosque y recoger setas o sentarse en el portal. Creo que lo que inspiraba su paz interior era su fe en Dios. Su fe le mostró que la medida de la vida debía basarse en otra cosa diferente al criterio del éxito mundano. Mi padre descubrió que era más importante vivir bien su vida que perseguir la fama y la riqueza. Perdonó a los que lo hirieron y ayudó a los necesitados. A menudo me decía que no echaba de menos nada en su vida, y murió con una sonrisa en su rostro.

Gurumayi ha dicho: No existe riqueza mayor que el contentamiento. Está llena de amor y pa z . Está llena de Shakti y conciencia. Cuando tienes un nudo en el corazón te sientes pesado, pero cuando tienes contentamiento siempre te sientes ligero y siempre puedes reírte.

El cumplimiento de la disciplina física y mental o tapas, el tercer niyama del yoga de Patánjali, nos otorga la habilidad de soportar penalidades o molestias, algo indispensable para el progreso espiritual. Tapas, traducido literalmente, significa «calor sagrado». Este calor que es alimentado mediante la firme disciplina de nuestras prácticas en fricción con nuestras impurezas interiores, termina disolviendo esas impurezas. Sin esta disciplina, incluso pequeñas molestias son capaces de hacer pedazos el tejido entero de nuestras vidas. ¿Alguna vez has estado sentado meditando y te ha distraído totalmente la más pequeña molestia física? Cuando te das cuenta de que tienes hambre ¿no es difícil concentrarse en cualquier otra cosa? Si estás completamente feliz con tu vida y alguien te dice algo negativo, ¿te absorbe totalmente tu propia cólera? Mucha gente permite que la incesante actividad del mundo le distraiga de su búsqueda del Ser. Los Vedas nos dicen que tapas es el ardor creativo, el fuego del anhelo espiritual. Inspirados por este anhelo, los grandes seres sufrieron pruebas terribles en sus respectivos viajes hacia la realización del Ser. Estas pruebas a su vez permitieron a los santos permanecer firmes ante el rostro de la adversidad. El cumplimiento de la disciplina es nuestro mejor amigo en momentos de dificultad. Sin esta práctica, somos como barcos vacíos en medio de mares tormentosos, incapaces de dirigimos hacia dónde queremos ir e impotentes ante la presencia de los elementos de nuestro alrededor.

Swadhyaya es el estudio del Ser mediante la repetición de los mantras y la contemplación de su significado. A través de la práctica de swadhyaya, entramos en comunión con la deidad del mantra. Baba Muktananda dice que el Nombre es la verdadera forma de Dios.

Así que no consideres que cantar el nombre sea meramente sádhana. El nombre en sí es Dios. Un poeta dijo que el nombre de Dios es la fuente del néctar de Dios. Así que canta el nombre con gran reverencia. Ningún acto puede igualar al nombre.

Dwadhyaya incluye el canto y el estudio de los textos sagrados, tales como la Gurú Cita o «canción del Gurú ». En este canto sublime, que es en realidad un mantra largo, se nos dice quién es el Gur ú y cómo contemplar al Gurú . El canto en sí, se convierte en un vehículo para entrar directamente en el misterio y la gloria del Gurú , y es cantado diariamente por mucha gente en todo el mundo como un acto de devoción al Gurú interior y como una forma para establecerse en la experiencia de la divinidad del Ser.

La Gurú Gita tiene tal poder, que otorga bendiciones a la familia del discípulo mismo.

Una mujer me contó su experiencia al respecto. Hace ya varios años decidió cantar la Gurú Gita todos los días y ofrecer una parte de sus méritos a su hijo que sufría problemas de abuso de drogas. Lo hizo sin falta. Con el tiempo, su hijo se recuperó de forma extraordinaria. Hoy día está en la universidad y no ha tenido recaídas. Su madre continúa su práctica disciplinada de swadhyaya, cantando la Gurú Gita todos los días.

Devoción a Dios o ishvarapranidhana es el último niyama. Al cumplir ishwarapranidhana, el discípulo ve a Dios como la causa de todo, ofrece todo a Dios y busca cumplir la voluntad de Dios en todas las cosas. Es la entrega completa a Dios sin reservas y sin deseos de conseguir algo personal. Los Yoga Su f ras de Patánjali nos dicen que esta práctica nos conduce directamente al samadhi, absorción en el Ser. Como uno de los comentaristas decía: Otros yamas y niyamas conducen a la obtención de samadhi por otros medios, pero la devoción a Dios conduce directamente a samadhi, porque es una forma de contemplación favorable a samadhi.

De muchas maneras, la devoción a Dios y la entrega a Dios representan la culminación de la práctica de yamas y niyamas. No seríamos capaces de tal entrega, si abrigásemos aunque solo fuese un vestigio de mala voluntad hacia los otros. Si estamos crónicamente descontentos, es imposible colocar nuestras necesidades a un lado y servir a otros. La entrega completa solo es posible si vivimos nuestras vidas sin el menor indicio de deseo personal.

Una noche soñé que estaba en un gran anfiteatro, al cual debía venir Gurumayi. Me uní a una multitud de gente para intentar conseguir un puesto adelante, pero Gurumayi no apareció. Mientras estaba sentado allí sintiendo frustración y decepción, desde el fondo del anfiteatro, una muchacha joven bajó despacio por el pasillo. Cuando se acercó a la silla de Gurumayi, se inclino y con gran reverencia colocó encima una sola flor. En un instante, vi el deseo personal que yacía bajo mi intento por conseguir un buen sitio y mi frustración. La pureza sencilla de la joven tocó mi corazón y vi con claridad lo que era la verdadera devoción. Desde esa noche, el sueño de la joven me ha servido como una brújula personal que apunta el camino hacia el logro de la verdadera devoción. colectivamente, la práctica de los yamas y niyamas nos proporciona un medio para hacer auto indagación y sobreponemos a los obstáculos que encontramos en el camino espiritual. Cumplirlos con firmeza y disciplina, siendo conscientes de las elecciones que hacemos con respecto a nuestras acciones, puede parecer extraordinariamente difícil, pero cuando una persona recibe la iniciación de Shaktipat del Gurú , los yamas y niyamas buscan al discípulo. Baba dice que vienen por su cuenta «buscando con fervor al buscador que ha recibido la gracia del Gur ú .» La gracia nos da el impulso y la disposición para practicar los yamas y niyamas. Luego depende de nosotros tomar la decisión de actuar de acuerdo con este impulso.

Cuando seguimos ese impulso, nos volvemos como los alquimistas que intentaban convertir metal en oro. Buscamos convertir los obstáculos que encontramos en oro espiritual. Un crítico moderno de Patánjali decía:

La batalla de los yoguis contra cualquier «obstáculo» tiene un carácter mágico Cada tentación a la que se sobrepone es equivalente a una fuerza que hace suya. Al renunciar a una tentación, no sólo se «purifica» a sí mismo en el sentido negativo de la palabra, sino también alcanza una ganancia genuina y positiva.

Estamos comprometidos en un proceso de continua transformación. Nuestro progreso hacia la realización del Ser se mide de acuerdo con lo que hacemos en nuestra vida diaria y cómo enfrentamos nuestros problemas. Los desafíos que enfrentamos son la materia prima para el crecimiento y el cambio. Con el apoyo de las prácticas, la auto indagación nos conduce hacia las virtudes que transforman los obstáculos en logros. Esta transformación no solo nos beneficia a nosotros mismos, sino también a todos aquellos con quienes vivimos y trabajamos. Esencialmente transforma la comunidad humana.

John Yrchik es el director ejecutivo de una asociación de educación y tiene un PHD en sociología de la State University de Nueva York. El y su mujer, Eileen Sypher, viven en Haddam Neck, Connecticut.

GyVinguna ganancia, ningún placer en este mundo o en el cielo es comparable al deleite del autocontrol. El deleite que uno experimenta en la presencia del que se autocontrola es incomparable.

-Yoga Vasishtha