EL SER VERDADERO
De repente y, sin saber por qué, cualquiera puede hacer un súbito avance en el conocimiento de si mismo, o en la toma de su autoconciencia. Pero, cuando ello ocurre así, espontáneamente, el efecto dura muy poco. Aunque el momento sea realmente increíble en intensidad y claridad, pasa con celeridad sin producir transformaciones profundas ni duraderas. Las fuerzas que sostienen el mundo de los objetos materiales regresan con renovada tenacidad, la inercia, el miedo, la atracción de los viejos hábitos, todo nos "aconseja" seguir en donde estamos.
¿Quién sabe lo que puede llegar a traer lo desconocido? Un ser completamente nuevo, quizás. ¿Podría o se animaría a sobrevivir en el duro mundo de la realidad material?. Desde niños nos vienen enseñando a no ser demasiado sensibles, ni demasiado abiertos, por el temor a convertirnos en personas muy vulnerables. De ese modo, se instala dentro de nosotros un conflicto muy preocupante: la lucha entre el amor y el poder, la batalla entre lo que sentimos y lo que tenemos.
¿Y qué hacemos? Empezamos a "dibujar" el amor, a "sublimar" el amor, a hacer sublime y aceptable lo "prohibido". Y le damos formas muy especiales, una de ellas la compasión. La compasión es una forma "permitida" del amor. Toma a los otros como son, sin juzgarlos, sin sensación de superioridad. Por lo tanto, es la sensación a la que el ser se adapta con más facilidad. Por otra parte, la compasión es verdad y ese es su gran atractivo. La compasión se encuentra en el núcleo de la naturaleza humana para encubrir lo que, de otra manera, llamaríamos egoísmo. La sicología moderna trata al egoísmo como uno de los impulsos fundamentales del carácter humano. Sin embargo, la compasión es solo una de las caras visibles y "autorizadas" del amor humano.
El amor es primario y la compasión es secundaria. Cuando aparece el amor, sin restricciones ni barreras, aunque sea apenas por un instante, es el verdadero ser el que aparece, como el sol entre las nubes. El amor en si es eterno, todas las otras formas que adquiere son pasajeras, son giros o volteretas que da la mente dentro del yo (con minúscula), o sea el ser pequeño, limitado y temeroso. Es muy difícil demostrar esto, pero el amor es recibido con alivio y júbilo cuando se lo da sinceramente, sin máscaras ni reproches, desde el Yo (con mayúscula) verdadero.
Es importante perseguir el sentido de la esperanza y buscarlo en la conciencia. Es algo así como un tanteo de inquietos sentimientos en lo más recóndito del cuerpo. Es un anhelo positivo en si mismo que tiene que ver con lo que se llama experiencias cumbres, es decir una de esas generalizaciones de los mejores momentos del ser humano. Vale la pena descubrir que tales sensaciones provienen de vivencias muy profundas, como los instantes de inspiración, los intercambios de amor intenso y maduro, las gratificaciones sexuales de entrega y plenitud totales.
Sin duda, el principal componente de nuestras experiencias cumbres de vida son las emociones: la emoción por la verdad, la belleza y la bondad. En última instancia, el mejor modo que una persona tiene de averiguar lo que realmente puede hacer, es descubrir quien es y que es, porque el camino hacia las decisiones importantes pasa por "lo que se es", por el descubrimiento de la verdad, realidad y naturaleza de la propia persona. Cuanto más conoce uno su vida interior, sus más íntimos deseos, su temperamento y su personalidad, lo que en el fondo se busca y se anhela, lo que más satisface, tanto más sencillas serán las elecciones de valor que uno haga.
Ser y devenir existen simultáneamente, el uno junto al otro. Viajar puede ser un placer en si mismo, no necesita ser un medio para un fin. El logro de la identidad, autenticidad y auto-relación, no supone ciertamente la solución automática de todos nuestros dilemas interiores, pero una persona que los vea con claridad puede afrontarlos mucho mejor. La vía o el camino es uno solo: el encuentro con el amor del ser. Descubre entonces quien eres y llega a ser lo quieres ser, el cielo existe ya, diría Wayne Dyer. El Yo, hacia el cual queremos ir, vive en un sentido muy real. Solo nos queda saber descubrirlo y darle nosotros mismos (y no los otros, o nadie por nosotros) su propia vida.
MÁS ALLÁ DEL YO
El punto de partida es el Yo, porque una relación correcta con el Yo es primordial y de allí provienen todas las relaciones correctas posibles con nuestros semejantes. El Yo debe conservar la modestia, sean cuales fueren sus méritos. El Yo debe ser amable, leal y moderado, pues solo así su forma de vida estará verdaderamente encaminada. El Yo debe estar en el mundo, pero sin adoptar una postura cerrada, rígida, estrecha o crítica. El Yo debe mostrarse receptivo por igual a los impulsos que fluyen del interior del ser y del mundo exterior.
El Yo debe procurar vivir la vida ordinaria de un modo extraordinario. El Yo no debe olvidarse nunca de lo que llega a ser y luego pasa. El Yo debe concentrar su atención en lo que permanece, en lo eterno, en lo que nunca cambia, en lo inmutable. Eso es lo mínimo que se le debe exigir al Yo.
Cuando el Yo está en un momento de gran crecimiento o de expansión, debe concentrarse en la rectificación del camino de la vida porque, por regla natural, todo gran progreso debe ser precedido y seguido de grandes rectificaciones. Nunca es el momento de ir haciendo méritos para obtener el reconocimiento ajeno.
Tampoco hay que concentrarse exclusivamente en los resultados; al contrario, hay que conformarse con realizar la diaria tarea por la tarea en si misma. A este respecto, encontrarán más problemas aquellos que siempre tienen la vista puesta en un objetivo, que quienes no se hayan olvidado de jugar y sean más capaces de trabajar simplemente por su amor al trabajo.
En ello estriba el secreto de experimentar un verdadero presente. Si te abren el Yo por la mitad, que se vea reflejada en su interior la imagen de la alegría. El Yo siempre deberá tener la acrobática energía del equilibrista y el trapecista. El Yo ha de proporcionar equilibrio al yo: conócete a ti mismo y no cometas excesos. Con estas palabras debería empezar el alfabeto de una vida sana.
La manifestación es un acto que convierte en visible una cosa invisible, que hace volverse concreta una abstracción y real algo potencial. Esto pasa en nosotros todos los días, consciente o inconscientemente, con las palabras, los pensamientos o las acciones. Todas las cosas que van ocurriendo sin esfuerzo aparente, por coincidencias, son en realidad recursos de la mente o el espíritu que vienen de más allá del mundo ordinario. Defino el manifestar como el arte de relacionar la creación y la sincronicidad, sostén recíproco de las energías creativas interiores de una persona, desde la mente y el espíritu.
Antes de que algo se manifieste, es necesario pasar por otras etapas, como la visualización, la afirmación y el pensamiento positivo, todo lo cual es parte de un proceso mucho más amplio. Se ve como un proceso místico, mágico, metafísico y creativo, que se obtiene por lo que deseamos en cada situación.
El manifestar parece trabajar en modo impredecible, inesperado y un poco milagroso. Puede ir desde el logro más simple y común hasta algo totalmente sorpresivo y aparentemente casual, producto de un azar que nunca es tal. La manifestación, que tiene siempre el sabor de la coincidencia, nos aporta todo lo que queremos mágicamente. Empieza a partir de la visualización, es un arte interior habitualmente no cultivado y puede ser usado en nuestras vidas.
Esto requiere de dos aspectos fundamentales. Primero, la adquisición del medio para obtener lo que uno desea. Segundo, la espiritualidad, que exige algunas cosas de nosotros. No se trata de una técnica concreta o material, tiene que ver con la estructura del ser. Son profundas las energías creativas que dan vida y forma a todas las cosas.
Manifestar es también encarnar, es decir cómo obtener la realización de nuestros deseos, es el arte de dar forma y armonía a nuestro mundo, con la parte espiritual que llega a la energía más primitiva de lo creado, o sea a la esencia misma de los objetos. Debemos analizar nuestros sentimientos y pensamientos más profundos para llegar finalmente a comprender qué es lo que estamos manifestando y por qué.
Debemos confrontarnos con las fuerzas del poder extraordinario y pleno de misterio que hacen germinar las semillas que, en escala cósmica, dan vida a nuevos mundos. Existen varias técnicas de manifestación que se basan sobre el concepto de programar el inconsciente.
Sin embargo, el lado creativo de la vida humana no es como una computadora común; nosotros no podemos programar sus fuerzas, somos colaboradores no esclavos. Practicar la creatividad no significa otra cosa que agilizar el arte interior de cada uno. El concepto básico es muy simple: la manifestación resguarda al ser y no al tener. Si respetamos esta idea, sabremos manifestar de muchas maneras.
Curaciones espontáneas y golpes de fortuna pueden ocurrir en la vida de cualquiera. A veces no es fácil distinguir lo mágico de lo ordinario. El resultado de una manifestación se diferencia en el proceso, porque evoca los poderes más profundos de la mente. Todo lo que poseemos en esta vida es el resultado de nuestra mente y de nuestro espíritu. La imaginación, la creatividad, el coraje, la intuición, son todas dimensiones inaferrables y misteriosas de la psiquis humana. Sin ellas, el hombre no habría podido construir todas las cosas que ha hecho a lo largo de la historia.
De todos los milagros y las maravillas que suceden a diario, la manifestación es la más extraordinaria, porque es la materialización de los deseos. Tantas veces nos enseñaron de niños que "querer no es poder" que uno tardó demasiado tiempo en aprender que "querer es poder".
La manifestación es un don, no el subsidio de un ente asistencial cósmico, lo que quiere decir que viene de adentro y no de afuera. La manifestación hace también pensar que, en el mundo donde vivimos, operan principios que una filosofía puramente materialista no puede ni podrá jamás explicar.
En todas las personas subyace una necesidad de magia, de sentir alrededor una realidad más amplia, prodigiosa, potente y llena de amor. Sin embargo, abrirse a la posibilidad de un mundo más vasto y reivindicar una inocencia que puede ser entendida como ingenuidad o infantilismo, no tiene mucha cabida en el mundo material. No obstante, no sólo existen los milagros, sino que nosotros mismos somos un milagro y la vida en si es un milagro. Podemos vivir en la normalidad más variada, pero esta normalidad nace de lo extraordinario porque allí está su fundamento.
Todo esto requiere de un aprendizaje, una forma es aprendiendo el poder de la plegaria o del rezo. La oración y la fe son fundamentales en la vida de toda persona y de cualquier familia. El poder de los pensamientos positivos, estudiado por muchos autores famosos, explica como la imaginación puede influir en nuestra vida. Pero, con el pensamiento solo no alcanza, el pensamiento debe ser acompañado del sentimiento. La espiritualidad tiene mucho que ver con los fenómenos físicos, porque dentro de cada uno de nosotros hay una presencia que conoce todas las necesidades .
Visualizar significa crear una imagen mental lo más completa posible de lo que se quiere manifestar. Hay que "verla" y "experimentarla" claramente con los ojos de la mente y del corazón. Cuando esa representación mental es bien clara, se debe hacer en la conciencia una manifestación de sostén. El pensamiento positivo, en presente, es un acoplamiento complementario que aleja incertidumbres y dudas.
Estas "técnicas" son simples, directas y fáciles de aprender y aplicar. Ayudan a desenvolver la imaginación y a desarrollar un acompañamiento positivo en la vida. La afirmación es un modo de ir alertando al inconsciente. La duda no es necesariamente una emoción debilitante, pero actúa como un mensaje negativo.
Si bien no podemos ignorar la influencia de las dudas y los miedos, debemos concentrarnos en el lado luminoso y positivo de la vida. Las dudas y los miedos no deben ser removidos sino confrontados, como en la vida cotidiana se confrontan la claridad y la oscuridad. La mente es algo que puede resultar muy parecido a un computador biológico pero que, ya lo dije, no se programa como un computador mecánico, sobre todo por aquello de los sentimientos que juegan un papel muy importante en la creatividad.
En todo esto hay verdades inmutables, como que hay que "contactar" sobre todos los sentidos y también sobre el afecto concomitante; hay que saber mirar con los ojos del pensamiento y los sentimientos, del cerebro y del corazón. En todo acto de fe debe existir seguridad y entrega en la creencia, en un universo que se ama. Las necesidades serán satisfechas en forma milagrosa toda vez que se logre la unión con los niveles más profundos de la armonía energética.
Hay que dejar siempre un espacio para la espontaneidad, para el juego mágico de los intercambios recíprocos, cuando se quiere bien y sin intenciones secundarias. El manifestar es también un acto de fidelidad, como el del pescador que tira las redes y van apareciendo los pescados. Es un acto de amor y participación con todas las fuerzas de la Creación. Y no son pocas.