domingo, agosto 01, 2021

Vida Después de la Vida y Raymond Moody

 J. Cámara

Todavía nos quedan muchas cosas por descubrir, en esta ocasión de la mano de Raymond Moody y dos de sus best sellers fundamentales: “Vida después de la vida” y “Reflexiones sobre la vida después de la vida”. Moody estudió filosofía y se licenció en la Universidad de Virginia donde obtuvo un máster y un doctorado en dicha especialidad. También obtuvo un doctorado en psicología en la West Georgia College, donde más tarde sería profesor. En 1976, le concedieron el doctorado en el Medical College de Georgia. En 1998, Moody fue designado Chair in Consciousness Studies en la Universidad de Nevada, Las Vegas. Tras obtener su doctorado, Moody trabajó como psiquiatra forense en el hospital estatal de máxima seguridad de Georgia. Moody se dedicó más tarde a investigar regresiones a vidas pasadas y a personas que habían tenido experiencias cercanas a la muerte. De esto último hablaremos en nuestro post de hoy.

Sin duda, todos los autores que han investigado con moribundos aseguran que son verdaderas fuentes de sabiduría, que estar al lado de la muerte les hace ver y comprender la vida de un modo que no conocíamos los demás. De un estudio de 150 personas que habían estado en muerte clínica o que casi murieron, Moody concluyó que hay nueve experiencias comunes en la mayoría de la gente que ha tenido una experiencia Cercana a la Muerte. Éstas son: sonidos audibles tales como un zumbido, una sensación de paz y sin dolor , tener una experiencia extracorporal (sensación de salir fuera del cuerpo), sensación de viajar por un túnel, sentimiento de ascensión al cielo , ver gente, a menudo parientes ya fallecidos, encontrarse con un ser espiritual, ver una revisión de su vida y sensación de aversión con la idea de volver a la vida...

Ciudades de Luz. El cielo, tal y como cuentan las religiones convencionales, no ha sido descrito por ninguno de los pacientes de Moody. Sin embargo, el autor señala en que muchos de ellos coinciden en que tras el túnel hay una “Ciudad de Luz” en la que quien entra ya no puede salir. Una de las mujeres a la que entrevistó se lo expresó así: “a lo lejos, en la distancia, pude ver una ciudad de luz. Había edificios resplandecientes, brillantes. La gente era feliz allí. Había agua centelleante, fuentes… era maravillosa, todo era resplandeciente”. Todos coinciden en una descripción similar.

El juicio final. En posts anteriores, hablábamos de que hay una especie de juicio cuando morimos, en el que se nos revisa toda nuestra vida. Sin embargo, ese juicio nos lo hacemos nosotros mismos, nadie nos castiga ni nos juzga, pero pagamos por los daños que hemos causado. Raymond Moody investigó también sobre esto con sus pacientes:

“El juicio procedía del interior de ellos mismos (…) En ese estado, parecían entender por sí solos lo que deberían y no deberían haber hecho, y ser capaces de juzgarse correspondientemente a sí mismos (…) Aparte de sus actos, ven representadas ante ellos las consecuencias de los mismos para los demás. Y no es como si contemplasen una película, ya que sienten realmente todas aquellas cosas. No se pierden ni siquiera los pensamientos… también aparecen todos los pensamientos que la persona ha tenido”.

El infierno. Moody explica que ninguno de sus pacientes le habló de algo parecido al infierno tal y como las religiones nos han enseñado. Sin embargo, explica, eso no significa que no exista. Pero para este investigador, el infierno tiene lugar en ese mismo túnel donde vemos nuestra vida y en el que sentimos todo el daño que hemos hecho con obras o pensamientos. Lo expresa con un ejemplo de esta manera:

“Pongamos como ejemplo a aquellos que perpetraron las atrocidades nazis sin tener ningún sentimiento de compasión para con sus semejantes, matando a millones de seres humanos en las cámaras de gas de los campos de concentración, destruyendo familias enteras. Si a estos individuos les pasara lo mismo que a mis pacientes, verían, vívidamente representadas ante ellos, no sólo todas estas cosas (que hicieron), sino otras muchas más (de las tragedias y sufrimientos que ocasionaron). Lo experimentarían todo en su propia piel. Aún en mis más monstruosas fantasías, me siento totalmente incapaz de imaginarme un infierno más terrible e insoportable que éste”.

El suicidio. Tal y como habréis visto anteriormente, el infierno no es lo que pensábamos que era. Mucha gente cree, por ideas religiosas, que los suicidas van al infierno, que son castigados, pero no es exactamente así. Es cierto que lamentarán haberlo hecho, pero, tal y como veíamos, imagínate en ese túnel, en el que experimentarás todo el daño que has hecho a tus padres, amigos y demás al quitarte la vida. Imagina cuando se te presenten todas las posibilidades que tenías, todos los planes que tenías que cumplir. Ese es el infierno de los que se suicidan. Pero hay más. No podemos huir de los problemas, porque son aprendizajes necesarios, por tanto, volveremos a tener exactamente los mismos problemas que no llevaron a quitarnos la vida cuando nos reencarnemos. Uno de los pacientes de Moody le dijo: “en ese túnel se me revelaron dos cosas que tenemos todos prohibidas: quitarme la vida y quitársela a alguien”.