Víctor Martínez
El 24 de junio de 1947, el piloto civil Kenneth Arnold sobrevolaba con su avioneta el Monte Rainier, en el estado norteamericano de Washington, cuando nueve objetos con forma de boomerang que se desplazaban a una velocidad increíble, hicieron acto de presencia a pocos metros del avión.
Una vez Kenneth Arnold hubo aterrizado, el rumor del extraño avistamiento se difundió como la pólvora, y decenas de periodistas "lucharon" por una entrevista con el piloto. La Era OVNI había comenzado...
Aquel hombre de negocios, de 31 años de edad y con más de 1.000 horas de vuelo a bordo de su pequeño monomotor, no imaginaba que tras el 24 de junio de aquel año 1947, su nombre se convertiría en el de aquel que inauguró la era moderna del mayor enigma de todos los tiempos: el de los OVNIs o platillos volantes (como se conocerían a raíz del presente caso).
Era martes, exactamente las dos de la tarde, cuando Kenneth Arnold despegaba con su avión del aeropuerto de Chehalis (estado de Washington), con destino a Yakima, en el mismo estado.
Tras un rato de vuelo, un comunicado de la Guardia Aérea que informaba de la desaparición de un avión militar en la zona, se coló por la radio de Kenneth. Éste, sin pensárselo dos veces, decidió echar una mano en la búsqueda.
Así, y ya sobre las tres de la tarde, Kenneth se hallaba cerca de las Cordilleras Cascadas, a unos 9.200 pies de altitud (algo más de 3.000 metros), sin haber podido dar todavía con la nave desaparecida.
De repente, unos destellos impactaron contra la parte izquierda de la cabina del monomotor. Kenneth giró la cabeza para averiguar de que fuente provenían aquellos deslumbrantes reflejos. Lo que el asombrado testigo vio, pasó a partir de entonces a convertirse en un hecho histórico dentro del campo de la ufología. Y es que, a la izquierda del avión de Kenneth, nueve objetos con forma de boomerang que reflejaban fuertemente la luz del sol, y que volaban a la misma altitud que el piloto, se dirigían a gran velocidad en dirección al Monte Rainier...
Arnold, rápidamente, y sin perder de vista aquellos objetos, se puso a cronometrar el vuelo de los mismos, llegando a la conclusión de que se movían a 2.700 Km/h. El tamaño de los "boomerangs" también fue estimado por el piloto en unos 15 metros de diámetro.
Los objetos, finalmente, se perdieron de vista tras la cima del monte Adams. Una vez aterrizó en Yakima, contó la experiencia vivida al Comandante del Aeropuerto.
Pero la noticia no iba a quedarse solamente entre dos personas, pues el piloto voló después hasta Pendleton (Oregón), donde nada más aterrizar, algún periodista esperaba ya impaciente una declaración.
Ya al día siguiente, en sus declaraciones a un periódico de Pendleton, Kenneth dijo una frase que pasaría a dar nombre a los extraños objetos que a partir de entonces se verían masivamente por todo el mundo: "volaban como platos saltando sobre la superficie del agua".
La prensa, después, en un error histórico, dió el adjetivo "platillo" a la forma de los objetos, y no a su manera de volar, que era a lo que realmente se había referido Kenneth. Así nacían los "platillos volantes". Un nombre, que por su aparente ridiculez, contribuyó después a forjar aún más el rechazo de la ciencia hacia el gran enigma de los OVNIs, como más acertadamente, pasaron a llamarse en años posteriores.
Se han propuesto varias hipótesis para explicar el avistamiento de Kenneth Arnold. Desde misiles, pasando por alucinaciones, hasta gotas de agua en la ventanilla del avión (no es broma, realmente esta teoría se propuso, exactamente por el negativista Donald Menzel).
Pero las únicas dos hipótesis que se sostienen, teniendo en cuenta la rápida velocidad para la época a la que iban los objetos, son las que nos hablan de prototipos experimentales (la forma de ala delta de los objetos supone un gran apoyo de esta posible respuesta); o la ya sabida explicación "OVNI".
Sea cual sea la explicación acertada, el avistamiento de Kenneth Arnold, aunque no es ni por asomo el más importante caso OVNI, sí es el inicio de lo que se ha dado en llamar la era moderna o contemporánea del fenómeno OVNI. Y es que, a partir de entonces, miles de noticias sobre extraños aparatos que vuelan los cielos a velocidades increíbles, se han dado por todo el mundo.
No hay que olvidar que sólo diez días después del avistamiento de Kenneth, se produjo un suceso que sin lugar a dudas contiene la respuesta al enigma de los OVNIs: el accidente de uno de estos objetos en Roswell (Nuevo México).
Pero esa es ya otra historia, otra de las tantas dentro del complejo e importantísimo fenómeno OVNI, que desde aquel 24 de junio de 1947, no ha dejado de depararnos sorpresas. Aunque no olvidemos, que seguimos sabiendo tan poco de "ellos" como al principio.