martes, abril 29, 2025

¿Porqué se han visto dos cruces invertidas junto al ataúd del Papa?

Historia de José Antonio Méndez

La imagen pasó casi desapercibida durante la ceremonia que trasladó el cuerpo del Pontífice desde la Casa de Santa Marta hasta la basílica de San Pedro del Vaticano, donde quedó instalada su capilla ardiente para que los fieles pudieran darle un último adiós. Y eso que millones de ojos estuvieron atentos a cada detalle de la retransmisión: desde la rica «simbología escondida» en la capilla papal, hasta la identidad de los cardenales que ya se adivinaban en el cortejo fúnebre.

La capilla ardiente del Pontífice se ha instalado en la nave central de la gran basílica vaticana, justo delante del Baldaquino de San Pedro creado por Bernini. El contorno del altar mayor está cercado por una pequeña balaustrada de mármol con luminarias de bronce, cuyas portezuelas lucen, hacia el interior (es decir, visibles para quienes celebran desde el altar, pero no para los fieles que miran hacia él) las cruces invertidas. Unas portezuelas que dan acceso hacia unas escalinatas que bajan hacia un nivel inferior.

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Y ahí está el secreto de esas cruces que las redes sociales han confundido como símbolos satánicos. Porque esas escaleras conducen a una capilla ubicada justo debajo el baldaquino, y que, a su vez, está erigida sobre la pequeña tumba del siglo I (apenas una lápida casi insignificante) donde fue enterrado san Pedro. O lo que es lo mismo, que, aunque la tumba del pescador de Galilea no fue descubierta por los arqueólogos hasta los años 60 del siglo XX –en los llamados scavi vaticanos–, toda la basílica de San Pedro está levantada en el mismo lugar en que el Apóstol que Cristo eligió como piedra para fundar su Iglesia aguarda encontrarse de nuevo con su Maestro el día, según reza el Credo, de la resurrección de los muertos.

Esa proximidad a la tumba petrina es la que da sentido a las cruces invertidas: según la Tradición milenaria de la Iglesia, san Pedro fue martirizado en Roma por predicar que Jesús había resucitado y negarse a reconocer la divinidad del emperador.

Primero fue hecho preso en la cárcel mamertina, aún conservada en el foro romano, muy próxima al Coliseo. Y después, enviado a una de las siete colinas de la Ciudad Eterna, la colina vaticana, donde sería ejecutado mediante la crucifixión.