miércoles, noviembre 26, 2008
Conocimientos Ocultos: El Necronomicón
“QUE NO ESTÁ MUERTO LO QUE YACE ETERNAMENTE. Y CON EL PASO DE LOS EVOS, AUN LA MUERTE PUEDE MORIR”
“ESO QUE NO ESTÁ MUERTO, QUE PUEDE PERMANECER ETERNAMENTE. Y CON DESCONOCIDOS EONES INCLUSO LA MUERTE PUEDE FENECER”
El Necronomicon es algo tan simple y tan inmenso como ver claramente la diferencia entre estas dos definiciones. Ambas parecen decir lo mismo, sin embargo, la diferencia es la que hace ver lo “QUE ES” a la que hace simplemente que sea un relato de terror o ciencia ficción. De la misma forma que no es lo mismo un brujo que un Mago. El primero utiliza y conoce los elementos mágicos, el segundo, además, los controla.
Aunque los escépticos afirman que el Necronomicon es un tomo fantástico creado por H. P. Lovecraft, los auténticos investigadores de los misterios esotéricos del mundo conocen la realidad. El Necronomicon es un volumen blasfemo de conocimiento prohibido escrito por el poeta de Sanaá (Yemen) Abdul al-Hazred -“El Arabe Loco” o El Adorador del Gran Devorador”-
Incluso hoy, a pesar de las tentativas por destruir todas las copias en cualquier idioma a lo largo de los siglos, aún existen algunos ejemplares escondidos.
La obra, tanto en su versión griega como en la latina, fue prohibida por le Papa Gregorio IX en 1232, poco después de ser traducida al latín. La edición árabe original se perdió en la época de Wormius. Hay una vag alusión a cierta copia secreta localizada en san Francisco a principios de siglo, pero que habría desaparecido con ocasión del gran incendio de 1906. No queda ningún vestigio tampoco de la versión griega, impresa en Italia entre 1500 y 1550, tras el incendio de la biblioteca de un habitante de Salem en 1962. Habría igualmente una traducción preparada por el Dr. Dee, que jamás fue impresa y cuyos fragmentos procederían del manuscrito original. De los textos latinos que aún quedan, uno -del siglo XV- estaría encerrado en el British Museum y el otro -del siglo XVII- en la Bibliothéque Nationale de París. Un ejemplar del siglo XVII se halla en la biblioteca Widener en Harvard y otro en la biblioteca de la Universidad Miskatonic en Arkham, en Massachussets. Existe otro igualmente en la biblioteca de la Universidad de Buenos Aires. Además, existen probablemente numerosos ejemplares secretos más, y un rumor insistente asegura que un ejemplar del siglo XV forma parte de la colección de un célebre multimillonario americano. Otro rumor menos consistente asegura que un ejempler del siglo XVI en versión griega está en poder de la familia Pickman de Salem. Pero este ejemplar habría desaparecido con el artista R. U. Pickman, en 1926.
Alrededor del año 730, en un lugar recondito llamado Damasco, fue escrito un libro conocido con el nombre de Al-Azif -El murmullo de los demonios- Azif era el término utilizado por los árabes para designar el ruido nocturno -producido por los insectos- que, se suponía, era el murmullo de los demonios. Posteriormente sería traducido por el griego Theodorus Philetas con el nombre de Necronomicon -El libro de los muertos-
Este poeta visitó las ruinas de Babilonia y los subterráneos secretos de Menfis, y pasó diez años en la soledad del gran desierto que cubre el sur de Arabia, el Rub al Khali o “espacio vacío” de los antiguos y el Dahna o “desierto escarlata” de los árabes modernos. Se dice que este desierto está habitado por espíritus que protegen el mal y por monstruos de muerte. Las personas que dicen haber penetrado en él cuentan que se producen cosas extrañas y sobrenaturales allí. Durante los últimos años de su vida, Abdul al- Hazred vivió en Damasco, donde erscribió el Al-Azif, y en donde circularon rumores terribles y contradictorios concernientes a su muerte o a su desaparición, en el año 738. Su biógrafo del siglo XII, Ibn-Khallikan, cuenta que fue asido en pleno día por un mostruo invisible y devorado de forma horrible ante un gran número de testigos aterrados por el miedo. Se cuentan también muchas cosas de su locura. Pretendía haber visto a la famosa Irem, la ciudad de los pilares, y haber hallado bajo las ruinas de cierta ciudad situada en el desierto los anales y los secretos de una raza más antigua que la humanidad. Fue un musulmán poco devoto, adorando entidades desconocidas que llamaba Yog-Sothoth y Cthulhu.
Sin lugar a dudas, este libro tiene fama de dar pie a las más grandes confusiones.
Es mencionado como un libro de conocimientos arcanos y de magia ritual que provoca locura con solo leerlo. Pero como dice el sabio. “El maestro siempre acude cuando el discípulo esta preparado”.
Los Antiguos fueron, los Antiguos son y los Antiguos serán. Desde las oscuras estrellas Ellos vinieran antes de que naciera el Hombre, sin ser vistos y odiosos, Ellos descendieron a la primitiva Tierra.
Bajo los océanos Ellos se reprodujeron mientras las edades pasaban, hasta que los mares abandonaron la tierra, después de lo cual Ellos salieron como enjambre en todas Sus multitudes y la oscuridad reinó en la Tierra. En los helados Polos Ellos levantaron poderosas ciudades, y en los lugares elevados los templos de Aquellos a quienes la naturaleza no pertenece y los Dioses han maldecido.
Y la simiente de los Antiguos cubrió la Tierra, y Sus hijos perduraron a través de las edades. Los shantaks de Leng son la obra de Sus manos, los Espantos que moraron en las bóvedas primordiales de Zin los conocen como Sus señores. Ellos han engendrado a Na-hag y a los Feroces que cabalgan en la Noche; el Gran Cthulhu es Su hermano, los shaggoths Sus esclavos... Los Dholes rinden homenaje a Ellos en el valle lleno de noche de Pnoth y los Gugs cantan Sus alabanzas bajo los picos de la antigua Throk.
Ellos han paseado entre las estrellas y Ellos han paseado por la tierra. La Ciudad de Irem en el gran desierto Los ha conocido; Leng, en el Yermo Frío. ha visto Su paso, la ciudadela eterna sobre las alturas veladas por las nubes de la desconocida Kadath llevó su marca.
Voluptuosamente, los Antiguos pisaron los caminos de la oscuridad y Sus blasfemias fueron grandes sobre la Tierra; toda la creación se inclinó bajo Su poder y Los conoció por Su perversidad.
Y los Señores Mayores abrieron Sus ojos y advirtieron las abominaciones de Aquellos que asolaron la Tierra. En su ira, Ellos levantaron Su mano contra los Antiguos, dejándolos en medio de Su iniquidad y arrojándolos lejos de la Tierra al Vacío que hay más allá de los planos donde reina el caos y el cuerpo no permanece. Y los Señores Mayores pusieron Su sello sobre la Puerta y el poder de los Antiguos no prevaleció contra su poder.
El odioso Cthulhu surgió entonces de entre las profundidades y montó en cólera con extremada y grande furia contra los Guardianes de la Tierra. Y Ellos anularon sus venenosas garras con poderosos sortilegios y lo encerraron dentro de la Ciudad de R'lyeh, donde bajo las olas dormirá el sueño de la muerte hasta el fin del EóN.
Más allá de la Puerta moran ahora los Antiguos; no en los espacios conocidos por los hombres, sino en los rincones que hay entre ellos. Ellos vagabundean fuera de la superficie de la Tierra y esperan siempre el momento de Su vuelta; porque la Tierra Los ha conocido y Los conocerá en el tiempo a venir.
Y los Antiguos tienen al horrible e informe Azathoth por Su Dueño y esperan con El en la negra caverna donde roe vorazmente en el caos final en medio del loco batir de recónditos tambores, del discordante sonido de horribles flautas y de incesantes bramidos de ciegos dioses idiotas que andan arrastrando los pies y gesticulan por siempre más sin propósito alguno.
El alma de Azathoth mora en Yog-Sothoth y El llamará a los Antiguos cuando las estrellas marquen el tiempo de Su venida; porque Yog-Sothoth es la Puerta a través de la cual Aquellos del Vacío volverán a entrar. Yog-Sothoth conoce los laberintos del tiempo, porque el tiempo es uno para El. El conoce por dónde aparecieron los Antiguos en tiempos muy remotos y por donde Ellos volverán a aparecer cuando el ciclo vuelva a empezar. Después del día viene la noche; los días del hombre pasarán, y Ellos reinarán donde Ellos reinaron una vez. Por su vileza los conoceréis y Su maldición mancillará la Tierra.