sábado, julio 01, 2023
Trompetas del Juicio Final
sábado, junio 24, 2023
El Pato Donald y el Budismo Zen
lunes, mayo 08, 2023
El Elogio de la Lentitud
martes, abril 25, 2023
Breve Historia del Alma en la Antigüedad
martes, febrero 28, 2023
Las Trompetas del Juicio Final
jueves, octubre 27, 2022
Una Lección Magistral de Medicina
jueves, octubre 20, 2022
Tradición y Tradicionalismo
sábado, octubre 15, 2022
Treta Tridimensional
domingo, septiembre 25, 2022
Soñemos Alma... Soñemos
Benito Pérez Galdós
Aprendamos, con lento estudio, a
conocer lo que está muerto y lo que está vivo en el alma nuestra, en el alma
española. Aprendámoslo aplicando el oído al palpitar de estos enojos que
reclaman justicia, equidad, orden, medios de existencia. Apliquemos todos los
sentidos a la observación de los estímulos que apenas nacen se convierten en
fuerzas, de los desconsuelos que derivan lentamente hacia la esperanza, de la
gestación que actúa en los senos del arte, de la industria, de la ciencia...
Observemos cómo el pensamiento trata de buscar los resortes rudimentarios de la
acción, y cómo la acción tantea su primer gesto, su primer paso.
Al examinar lo que caducó y lo que germina en el alma nuestra, observemos la triste ventaja que da la tradición a las ideas y formas de la vieja España. Las diputamos muertas, y vemos que no acaban de morirse. Las enterramos y se escapan de sus mal cerradas tumbas. Cuando menos se piensa, salen por ahí cadáveres que nos increpan con voz estertorosa, y arremeten con brío y dureza de huesos sin carne contra todo lo que vive, contra lo que quiere vivir: defendámonos. Respetando lo que la tradición tenga de respetable, rechacemos el espíritu mortuorio que en buena parte de la Nación prevalece aún, «dilettantismo» del morir y de toda destrucción. Tengamos propósito firme de adquirir vida robusta y de creer con todo el vigor y salud que podamos. Declaremos que es innoble y fea cosa el vivir con media vida, y procuremos arrojar del alma todo resabio ascético. Ninguna falta nos hacen sufrimientos ni martirios que no vengan de la Naturaleza por ley superior a nuestra voluntad. Lo primero que tiene que hacer el alma remozada es penetrarse bien de la necesidad de evitar a su cuerpo los enflaquecimientos y desmayos producidos por ayunos voluntarios o forzosos. Detestamos el frío y la desnudez; anhelamos el bienestar, el cómodo arreglo de todas nuestras horas, así las de faena como las de descanso. Creemos que la pobreza es un mal y una injusticia, y la combatiremos dentro de la estricta ley del «tuyo y mío». Trabajaremos metódicamente con el despabilado pensamiento, o con las manos hábiles, atentos siempre a que esta pacienzuda labor nos lleve a poseer cuanto es necesario para una vida modesta y feliz, con todo lo que la sostiene y vigoriza, con todo lo que la recrea y embellece. Opongamos briosamente este propósito al furor de los ministros de la muerte nacional, y declaremos que no nos matarán aunque descarguen sobre nuestras cabezas los más fieros golpes; que no nos acabará tampoco el desprecio asfixiante; que no habrá malicia que nos inutilice no rayo que nos parta. De todas las especies de muerte que traiga contra nosotros el amojamado esperpento de las viejas rutinas, resucitaremos...