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sábado, noviembre 15, 2025

Vías del Misticismo Oriental - El Taoísmo

"Tao de la Física" Fritjof Capra - Traducción Mogens Gallardo
Cuando el budismo llegó a la China, aprox. el primer siglo d.C., se
encontró con una cultura que tenía más de dos mil años de
antigüedad. En esta antigua cultura, el pensamiento filosófico había
llegado a su culminación en el periodo Chou (500-221a.C.), los años dorados de la filosofía china, y desde ese momento siempre se le tuvo en alta estima.
Desde el comienzo, esta filosofía tenía dos aspectos complementarios. Los chinos siendo gente práctica con una conciencia social altamente desarrollada, todas sus filosofías se relacionaban de una manera u otra con la vida en sociedad, con las relaciones humanas, los valores morales y el gobierno. Este es sólo uno de los aspectos del pensamiento chino. Complementario a éste, está el lado místico del carácter chino, que exigía que el objetivo más importante de la filosofía fuese trascender el mundo de la sociedad y la vida cotidiana y llegar así a un plano superior de conciencia. Este es el plano del sabio, el ideal chino del hombre iluminado que ha logrado una unión mística con el universo.
Los sabios chinos no se mantienen exclusivamente en este alto plano espiritual, sino que igualmente se conciernen de los hechos terrenales. Une en él, dos lados complementarios de la naturaleza humana --la sabiduría intuitiva y el conocimiento práctico, la contemplación y la acción social-- que los chinos han asociado con las imágenes del sabio y el rey. Seres humanos plenamente realizados, en las palabras de Chuang Tzu,"por su tranquilidad se hacen sabios y por sus movimientos reyes".
Durante el siglo 6deg. a.C., los dos lados de la filosofía china se desarrollaron en dos escuelas distintivas, el Confusionismo y el Taoísmo. El Confucionismo fue la filosofía de la organización social,
del sentido común y del conocimiento práctico. Le entregó a la sociedad china un sistema de educación y con estrictas convenciones de etiqueta social. Uno de los propósitos principales fue formar una base ética para el sistema de familia tradicional china con su estructura compleja y sus rituales de veneración de antepasados.
Taoísmo, por el otro lado, se concernía primariamente con la observación de la naturaleza y el descubrimiento de su Camino, o Tao. La felicidad humana, de acuerdo con los taoístas, se logra cuando los humanos siguen el orden natural, actuando espontáneamente y confiando en sus conocimientos intuitivos.
Las dos tendencias de pensamiento representan polos opuestos en la filosofía china, pero en China siempre fueron vistos como polos de una y la misma naturaleza humana y por lo tanto complementarios.
El Confusionismo se enfatizaba, generalmente, en la educación de niños que tenían que aprender las reglas y convenciones necesarias para vivir en sociedad, mientras que el taoísmo usualmente era seguido por gente de mayor edad para así recobrar y desarrollar la espontaneidad original que habían sido destruidas por las convenciones sociales.
En los siglos once y doce, la Escuela Neo-Confuciana intentó una síntesis del Confucionismo, budismo y taoísmo, que culminó en la filosofía de Chu Hsi, uno de los más importantes sabios chinos.
El Confusionismo deriva su nombre de Kung Fu Tzu, o Confucio, un profesor de gran influencia con un gran número de estudiantes que vio como principal función transmitir las herencias culturales antiguas a sus discípulos. Al hacer esto pasó más allá de una simple transmisión de conocimientos pues interpretó las ideas tradicionales de acuerdo con sus propios conceptos morales.
Sus enseñanzas fueron basadas en los llamados Seis Clásicos, libros antiguos sobre pensamientos filosóficos, rituales, poesía, música e historia, que representaba la herencia espiritual y cultural de los sabios santos del pasado de China. La tradición china ha asociado a Confucio con todos esos trabajos como autor, comentador o editor; pero de acuerdo con estudiosos modernos no fue ni autor, comentador ni siquiera editor de estos clásicos. Sus propias ideas se hicieron conocidas a través del Lun Yu, o Analecticas Confucianas, una colección de aforismos que fueron compilados por algunos de sus discípulos.
El originador del taoísmo fue Lao Tzu, cuyo nombre literalmente significa "El Viejo Maestro" y que fue, de acuerdo con la tradición, un contemporáneo de más edad de Confucio. Sería el autor de un corto libro de aforismos considerada la principal escritura taoísta.
En China se le llama simplemente Lao-tzu, Y en el occidente se le conoce como el Tao Te Ching. Notorio es el estilo paradójico y el poderoso y poético lenguaje de este libro que según Joseph Needham es 'sin excepción el más profundo y bello trabajo en la lengua china'. Otro libro es el Chuang-tzu, de mayor tamaño, al parecer escrito por varios autores distintos.
Los chinos, como los hindúes, creían que hay una realidad última que subyace y unifica las múltiples cosas y eventos que observamos: Hay tres términos--"completo", "abarcándolo-todo", "todo". Estos nombres son diferentes, pero la realidad buscada en ellos es lo mismo: refiriéndose al Objeto único.
Llamaron esta realidad el Tao, que originalmente significó 'la Vía'. Es la vía, o proceso, del universo, el orden de la naturaleza. En tiempos posteriores, los Confucianos le dieron una interpretación distinta. Hablaron del Tao del hombre, o el Tao de la sociedad humana, y lo entendieron como la forma correcta de vida en un sentido moral.
En su sentido cósmico general, el Tao es la cúspide, la realidad última, indefinible y como tal es el equivalente del Brahman hindú y el Dharmakaya budista. Difiere de los conceptos hindúes por su calidad intrínsecamente dinámica, que, en el punto de vista chino, es la esencia del universo. El Tao es el proceso cósmico en el que todas las cosas están involucradas; el mundo es visto como un flujo
continuo además de cambio.
El Budismo Hindú, con su doctrina de impermanencia tuvo una visión bastante similar, pero tomó esta visión meramente como la premisa básica de la situación humana y pasó luego a elaborar sus consecuencias psicológicas. Los chinos, por el otro lado, no sólo creyeron que el flujo y el cambio eran características esenciales de la naturaleza, sino que también existen patrones constantes en aquellos cambios que pueden ser observados por los humanos.
El sabio reconoce estos patrones y dirige sus acciones de acuerdo con ellas. De esta manera se hace uno con el Tao, viviendo en armonía con la naturaleza y triunfando en todo lo que intente. En las palabras de Huai Nan Tzu, un filósofo del 2do siglo a.C.: Aquel que se adapta al curso del Tao, siguiendo el proceso natural del Cielo y la Tierra, encuentra que es fácil manejar todo el mundo.
Cuáles son entonces los patrones de la vía cósmica que el humano debe reconocer? La principal característica del Tao es la naturaleza cíclica de su constante movimiento y cambio. "Volver es el movimiento del Tao", dice Lao Tzu, y "llegar lejos significa volver".
La idea es que todos los desarrollos en la naturaleza, el mundo físico, como en las situaciones humanas, muestran patrones cíclicos de ir y venir, de expansión y contracción.
Esta idea fue sin duda deducida a partir de los movimientos del Sol y la Luna y de los cambios de las estaciones, pero también fue tomada como una regla de vida. Los chinos creen que cuando una situación se desarrolla hasta su extremo, está dado que luego se dará vuelta y se transformará en lo opuesto. Esta creencia básica les ha dado valentía y perseverancia en tiempos de calamidades y los ha hecho cuidadosos y modestos en tiempos de éxitos. Ha llevado a la doctrina de la media dorada en que taoístas y Confucianos creen.
'El sabio', dice Lao-Tzu.' evita el exceso, extravagancia y la indulgencia'.
En la visión china es mejor tener muy poco que tener demasiado, y mejor dejar cosas sin hacer, que hacer demasiado, pues, aunque no se llegue muy lejos de esta manera, se está seguro de estar yendo en la dirección correcta. Aquel hombre que quiere ir más y más lejos hacia el oeste terminará al este, aquellos que acumulan más y más riquezas para aumentar sus bienes terminarán siendo pobres.
La sociedad industrial moderna que continuamente está tratando de aumentar "el estándar de vida" y para ello disminuye la calidad de vida para todos sus miembros es una elocuente ilustración de esta antigua sabiduría china.
La idea de patrones cíclicos en los movimientos del Tao fue dada una estructura definida a través de la introducción de los opuestos polares yin y yang. Son los dos polos que colocan los límites para los ciclos de cambio: El yang habiendo llegado a su clímax retrocede a favor del yin; el yin llegando a su máximo, retrocede a favor del yang.
En el punto de vista chino, todas las manifestaciones del Tao son generados por el juego dinámico de estas dos fuerzas polares. Esta idea es muy antigua y muchas generaciones han trabajado sobre el
simbolismo del arquetípico para yin y yang hasta que se transformó en un concepto fundamental del pensamiento chino. El significado original de las palabras yin y yang era el del lado en sombra y el lado iluminado de una montaña, un significado que da una buena idea de la relatividad de los dos conceptos: Aquel que deja aparecer ahora la oscuridad, ahora la luz, eso es Tao.
El carácter dinámico de yin y yang está ilustrado en el antiguo símbolo chino llamado T'ai-chi T'u o 'Diagrama del Último Supremo'.
Este diagrama es un arreglo simétrico de yin oscuro y yang claro, pero la simetría no es estática. Es una simetría rotacional que sugiere, fuertemente, un movimiento cíclico constante: El yang vuelve cíclicamente a su inicio; el yin logra su máximo y da luego lugar al yang.
Los dos puntos en el diagrama simbolizan la idea de que cada vez que una de las fuerzas alcanza su máximo, ya contiene la semilla de su opuesto.
El par yin y yang son un gran leitmotiv que permea a la cultura china y determina todos los rasgos de la forma tradicional china de vida.
"La vida", dice Chuang Tzu, " es la mezcla armónica del yin y el yang". Esta ciclicidad se observa en las estaciones, en los cultivos, en las comidas, que según los chinos deben estar balanceadas en elementos yin y yang para ser saludables. La medicina tradicional china también se basa en el balance del yin y el yang. Cualquier enfermedad se considera una pérdida de balance.
El cuerpo se divide en partes yin y yang. El balance entre las distintas partes se mantiene por un flujo constante de energía vital o ch'i por un sistema de meridianos que contienen los puntos utilizados en la acupuntura, que se basa en la utilización de agujas en puntos específicos para reestablecer el flujo de la energía vital y curar así las enfermedades.
La interrelación de yin y yang, el par primordial de opuestos aparece por lo tanto, como un principio que guía todos los movimientos del Tao.

 

viernes, noviembre 14, 2025

Tomando Consciencia del Buda de la Medicina

James Sacamano - The Medical Post, miércoles 31 de marzo de 2004 09:30
Una historia, una práctica de meditación y una forma de entender la sanación, el Buda de la Medicina ha sido utilizado por años por los médicos tibetanos para mantener su propia salud y ayudar a sanar a otros.
Aprendí a meditar poco después de finalizar la escuela de medicina en la Universidad de Missouri en 1969. Me di cuenta del poder curativo de la meditación y la medicina, y me pregunté cómo acercar estas tradiciones en mi vida y práctica.
Mi camino en este dilema se abrió cuando asistí a un seminario sobre el Buda de la Medicina entregada por un maestro tibetano de alto rango, el Venerable Kenchen Thrangu Rinpoche, en un retiro cerca de Mt. Ranier en 1999. Este programa trajo el espíritu de la sanación directamente ante mí.
El Buda de la Medicina, o Menla como se le conoce en tibetano, es una historia, una práctica de meditación y una manera de comprender la sanación que se ha utilizado por siglos por los médicos tibetanos y los meditantes para mantener su propia salud y ayudar a sanar a otros. Afortunadamente, en estos tiempos estresantes, Menla se encuentra a disposición de todos nosotros.
La práctica de Menla es como un koan (o acertijo). No ofrece respuestas, sino que es una herramienta que provoca nuestra habilidad inicial para buscarnos a nosotros mismos, ir más allá de la forma usual en que evitamos conocer nuestra naturaleza verdadera como sanadores.
Por ejemplo, tendemos a ver las cosas en blanco y negro, y de manera separada en distintos campos. Existe el cuerpo y la mente, el ser y el otro, feliz y triste, enfermedad y salud, racional y poético, etc. Generalmente somos leales a un lado o el otro. Pero en la medida que practicamos la meditación de Menla, comenzamos a ver el brillo esencial más allá de las dicotomías, que es una forma en que los koans pueden conducir a un estado mental abierto y fresco.
Menla fue un hombre común tal como nosotros, pero él vivió hace mucho tiempo muy lejos al Este – demasiado distante como para conocerlo, pero aun así “real”. Cuando oí esto, el científico en mí dijo, “¡Un momento!”
Aunque también experimenté un anhelo e invitación hacia una perspectiva más vasta que lo que esta historia transmite, otra voz me dijo, “¡Qué interesante! Común y extraordinario a la vez. ¿No es eso como la vida misma?”
Como nosotros, Menla tuvo que enfrentar todas las dificultades de la vida común – temor a la muerte, soledad, dolor, situaciones sociales difíciles, etc. Pero él se dio cuenta de que mientras la vida puede ser difícil, el verdadero sufrimiento que experimentamos no viene de nuestros problemas en sí, sino de la manera en que limitamos nuestro corazón para protegernos de la apertura en nuestro ser que estos problemas presentan. Esta limitación conduce a actitudes y acciones que no representan auténticamente nuestra naturaleza básica.
Al ser humanos tenemos una vulnerabilidad inherente. No nos gusta el sufrimiento en nosotros u otros. Pero con el tiempo tendemos a perder la confianza en el valor de esta vulnerabilidad, y dejamos esta parte de nuestro espíritu con la esperanza de llegar a ser más sólidos y seguros. Esto sólo crea más problemas a la larga. Menla se dio cuenta de que esta autoenajenación podía reducirse al crear un espacio para simplemente detenerse y ser, tal como los practicantes de meditación lo hacen hoy en día. Esto hace posible momentos ocasionales y breves cuando simplemente somos nosotros mismos y nada más sucede o es necesario.
Saboreamos la frescura de ser. No alcanzamos un estado especial de la mente. En cambio, tenemos una oportunidad para desactivar el piloto automático de nuestra mente ocupada y experimentamos la simpleza de nuestro ser básico, sin adornos. Esto no es sólo teoría. Las tradiciones contemplativas en todo el mundo han sostenido, y la investigación científica actual lo demuestra, el valor de la meditación en muchos aspectos de la vida.
En la medida que la meditación de Menla se profundizaba, él comenzó a ver toda su vida, incluso las partes difíciles, como una manifestación de su propia mente. Finalmente, no había nada que temer y vio que podía trabajar con todo en su vida. Entonces su meditación no fue un retiro de la vida, sino una manera de estar más consciente en ella.
Mientras su confusión disminuía, él pudo ver el sufrimiento de los otros de manera más clara. Se dio cuenta de que su propia felicidad personal significaba poco si tantos otros a su alrededor aún permanecían perturbados.
Al captar la magnitud de la inquietud de los demás, él se dedicó a ayudar a los otros a ver la bondad de su ser básico y a liberarse del sufrimiento de la autoenajenación, tal como él lo había hecho.
Este deseo de ayudar a los otros es un paso crucial para ir más allá de toda ignorancia y es la fuente de mayor goce una vez que hay compromiso. Como médicos, todos hemos sentido probablemente algo de esta alegría en algún momento de nuestra carrera. Así es como la gente se ilumina. Los budas no son “dioses” sino seres comunes que desarrollan su conciencia y compasión para ayudar
a los otros a ser libres.
Sin embargo, Menla es único porque él vivenció que mientras la salud última proviene del estar consciente, los seres comunes como nosotros tenemos mayor oportunidad de lograr esto si nos encontramos razonablemente sanos, y tenemos el tiempo y la libertad para meditar para destapar nuestra conciencia natural. Si, además, estamos enfermos, pobres o reprimidos, muy probablemente nos enfocaremos en la reacción a esos temas, y será menor la probabilidad de que seamos capaces de manejar o tener interés por manejar las causas profundas de nuestros problemas.
Así es que nos comprometemos a aprender cómo ayudar a los otros a tener una vida pacífica, saludable, que les haga posible alcanzar un camino a la liberación del miedo y la ignorancia, y descubran toda la sabiduría en que nacieron.
Cuando se dedicó a esta tarea, él comenzó a personificar esta actitud expansiva y de cuidado. Hoy su compromiso a ayudar a otros continúa en la práctica de Menla, práctica que todos podemos realizar.
En la meditación de Menla nos identificamos con su compromiso a ayudar a los otros, reduciendo su carga de enfermedad y finalmente su temor. Recordamos su historia, cómo comenzó en la confusión igual que nosotros, cómo asentó su mente, igual como nosotros podemos, y cómo se dedicó al beneficio de los demás, tal como nosotros generalmente quisiéramos hacerlo. Nosotros también podemos facilitar esta actitud en nosotros al ver su forma arquetípica en el ojo de nuestra mente.
Él es azul y sostiene en sus manos los símbolos de la actividad – un pocillo de monje para mendigar en la mano izquierda, y en la derecha, el tallo de una flor del aura, el ingrediente esencial de toda preparación médica ayurvédica. Estos son los fundamentos de la sanación – el pocillo de aceptación de toda la vida que ha de ofrecer como alimento, y la flor del amor y compasión que irradian hacia todo.
Cuando hacemos la práctica de Menla reconocemos esas energías de sanación en nosotros y en el universo. Luego vivimos con esta actitud de conciencia y compasión el resto de nuestro día. La aceptación y la compasión son los ingredientes esenciales de todas las relaciones y prácticas de curación – entonces, Menla es el paradigma humano de la sanación.
Esta práctica ha beneficiado mi vida y guiado mi trabajo como médico desde que la recibí. Sostiene una reverencia humanista, no-dual, por la vida que es la base de la verdadera alegría. Nos abrimos hacia el universo tal como éste se abre a nosotros, todo con la promesa de: “A la larga, todo está bien”.
Nos invita más allá de las dualidades de dentro, afuera, salud y bienestar, e incluso la necesidad de la salud misma. Menla es un puente desde la salud común hacia el ser puro.
Menla ilumina el espíritu de sanación y aumenta todas las otras disciplinas de sanación, sean médicas, quirúrgicas, psicológicas, convencionales o alternativas – y las vuelve aún más agradables. Esto es una gran medicina para el sanador y, definitivamente, también para el paciente.
Para mayor información, visitar www.medicinebuddha.net
Nota: James Sacamano es psiquiatra en Victoria y enseña meditación a los pacientes y psicoterapeutas.