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domingo, noviembre 20, 2022

14 Pedidos de un Hijo a su Padre

Jorge BUCAY

1. No me compares con nadie, especialmente con mi hermano o hermana. Si me haces quedar mejor que los demás, alguien va a sufrir; y si me haces lucir peor que los demás, seré yo quien sufra.

2. No me des sin medida, todo lo que te pida. A veces pido para saber hasta cuánto es razonable tomar.

3. No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, y me enseñas a gritar a mí también, y yo no quiero perder el respeto por ninguno de los dos.

4. No estés siempre dando órdenes. Si en vez de órdenes, a veces me pidieras las cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

5. Cumplí las promesas que hagas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo; si es una penitencia sostenedla.

6. No digas mentiras delante de mío, ni me pidas que las diga por vos, ni siquiera para sacarte de un apuro. Me hace sentir mal y perder la fe en lo que decís.

7. No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer; decídete y manteen tu decisión, porque si no viviré siempre pendiente del próximo cambio de idea.

8. Déjame valerme por mí mismo. Si lo haces todo por mí, nunca podré aprender. Por si lo olvidaste sólo se aprende de los errores.

9. Cuando estés equivocado en algo, admitidlo crecerá la opinión que yo tengo de vos y de paso me enseñas a admitir también mis equivocaciones....

domingo, junio 12, 2022

Cómo Crecer?

Jorge Bucay 

Un rey fue hasta su jardín y descubrió que sus árboles, arbustos y flores se estaban muriendo. 

El Roble le dijo que se moría porque no podía ser tan alto como el Pino. 

Volviéndose al Pino, lo halló caído porque no podía dar uvas como la Vid. Y la Vid se moría porque no podía florecer como la Rosa. 

La Rosa lloraba porque no podía ser alta y sólida como el Roble. 

Entonces encontró una planta, una fresia, floreciendo y más fresca que nunca. 

El rey preguntó: ¿Cómo es que creces saludable en medio de este jardín mustio y sombrío? 
No lo sé. Quizás sea porque siempre supuse que cuando me plantaste, querías fresias. Si hubieras querido un Roble o una Rosa, los habrías plantado. 

En aquel momento me dije: "Intentaré ser Fresia de la mejor manera que pueda". 
Ahora es tu turno. 
Estás aquí para contribuir con tu fragancia. 

Simplemente mírate a vos mismo. 
No hay posibilidad de que seas otra persona. 
Podes disfrutarlo y florecer regado con tu propio amor por vos, o podes marchitarte en tu propia condena.

20 Pasos Hacia Adelante

Jorge BUCAY 

1- Conózcase usted mismo 

2- Sea autónomo 

3- No intente ser bueno en todo (ríase 1° de sus defectos) 

4- Nadie triunfa sin ser amado (salude, agasaje, sonría) 

5- Este informado (pero no sobre informado) 

6- Actualice lo que sabe 

7- Equípese (descarte lo preconcebido, sea creativo) 

8- Organice su tiempo y respete el tiempo ajeno 

9- Cuide su imagen (aprenda a vender) 

10- Mejore el promedio 

11- Rodéese de las personas adecuadas 

12- Asuma riesgos evaluados 

13- Cuídese de las adicciones (también al trabajo) 

14- No derroche su tiempo (invierta en su futuro) 

15- Negocie lo que le conviene y no ceda mas allá de ello 

16- Diga que si cuidándose diga que no cuidando al otro 

17- Aprenda de sus fracasos (o volverá a fracasar) 

18- Si lo cree necesario pida ayuda 

19- Vuelva a empezar tantas veces como sea necesario 

20- No dude en el resultado final.

viernes, abril 29, 2022

Las Huellas Doradas

Jorge Bucay

Martín había vivido gran parte de su vida con intensidad y gozo.

De alguna manera su intuición lo había guiado cuando su inteligencia fallaba en mostrarle el mejor camino.

Casi todo el tiempo se sentía en paz y feliz, ensombrecía su ánimo, algunas veces, esa sensación de estar demasiado en función de sí mismo.

Él había aprendido a hacerse cargo de sí y se amaba suficientemente como para intentar procurarse las mejores cosas. Sabía que hacía todo lo posible para cuidarse de no dañar a los demás, especialmente a aquellos de sus afectos. Quizás por eso le dolían tanto los señalamientos injustos, la envidia de los otros o las acusaciones de egoísta que recogía demasiado frecuentemente de boca de extraños y conocidos.

¿Alcanzaba para darle significado a su vida la búsqueda de su propio placer?

¿Soportaba él mismo definirse como un hedonista centrando su existencia en su satisfacción individual?

¿Cómo armonizar estos sentimientos de goce personal con sus concepciones éticas, con sus creencias religiosas, con todo lo que había aprendido de sus mayores?

¿Qué sentido tenía una vida que sólo se significaba a sí misma?

Ese día, más que otros, esos pensamientos lo abrumaron.

Quizás debía irse. Partir. Dejar lo que tenía en manos de los otros. Repartir lo cosechado y dejarlo de legado para aunque sea en ausencia ser en los demás un buen recuerdo.

En otro país, en otro pueblo, en otro lugar, con otra gente, podría empezar de nuevo. Una vida diferente, una vida de servicio a los demás, una vida solidaria.

Debía tomarse el tiempo de reflexionar sobre su presente y sobre su futuro.

Martín puso unas pocas cosas en su mochila y partió en dirección al monte.

Le habían contado del silencio de la cima y de cómo la vista del valle fértil ayudaba a poner en orden los pensamientos de quien hasta allí llegaba...

viernes, septiembre 17, 2021

¿Cuál es el Primero?

Jorge Bucay

Miguel: Sabe, me voy a Nueva York. Voy a presentar una nueva serie de libros de Jorge Bucay 

Lector: Si usted es el editor, debe conocer todos sus libros.  


Miguel: Por supuesto. Los nuevos y los anteriores.  

Lector: Oh, Usted debe decirme sus nombres, y entonces sabré en que anda Bucay, es mi ídolo! 

Miguel: Bien, pero debo avisarle que estos libros de Bucay tienen nombres muy peculiares.  

Lector: Usted quiere decir nombres divertidos? 

Miguel: Nombres extraños, como el "¿Quién?" de Dalmiro Sáenz . A ver...vamos en orden... Cual es el primero... Como es el segundo... y No lo se el tercero... Esos son los nombres 

Lector: Eso es lo que quiero saber, los nombres de los libros

Miguel: Le digo: Cual es el primero, como es el segundo, y no lo sé el tercero.  

Lector: Es usted el encargado? 

Miguel: Sí.  

Lector: Y el editor? 

Miguel: Sí.  

Lector: Y usted no sabe los nombres de los libros?. ..

sábado, marzo 28, 2009

El Amor a Uno Mísmo


Jorge BUCAY

Si yo no pienso en mí, quién lo hará.
Si pienso sólo en mí, quién soy.
Si no es ahora, cuándo.

(del Talmud)

Autoestima y egoísmo son tomados generalmente como términos antagónicos, aunque ambos comparten un significado muy emparentado: la idea de quererse, valorarse, reconocerse y ocuparse de sí mismo. Cuenta una vieja historia que había una vez un señor muy poco inteligente al que siempre se le perdía todo. Un día alguien le dijo: -Para que no se te pierdan las cosas, lo que tenés que hacer es anotar donde las dejás. Esa noche, al momento de acostarse, agarró un papelito y pensó: "Para que no se me pierdan las cosas..." Se sacó la camisa, la puso en el perchero, agarró un lápiz y anotó: "la camisa en el perchero". Se sacó el pantalón, lo puso a los pies de la cama y anotó: "el pantalón a los pies de la cama"; se sacó lo zapatos y anotó: "los zapatos debajo de la cama"; y se sacó las medias y anotó: "las medias dentro de los zapatos debajo de la cama". A la mañana siguiente, cuando se levantó, buscó las medias donde había anotado que las dejó, y se las puso, los zapatos donde estaban anotados, los encontró y se los puso; lo mismo sucedió con la camisa y el pantalón. Y entonces se preguntó: -"¿Y yo dónde estoy?" Se buscó en la lista una y otra vez y, como no se vio anotado, nunca más se encontró a sí mismo.

A veces nos parecemos mucho a este señor estúpido. Sabemos dónde está cada cosa y cada persona que queremos, pero muchas veces no sabemos dónde estamos nosotros. Nos hemos olvidado de nuestro lugar en el mundo. Podemos rápidamente ubicar el lugar de los demás, el lugar que los demás tienen en nuestra vida, y a veces hasta podemos definir el lugar que nosotros tenemos en la vida de otros, pero nos olvidamos de cuál es el lugar que nosotros tenemos en nuestra propia vida. Nos gusta enunciar que no podríamos vivir sin algunos seres queridos. Yo propongo hacer nuestra la irónica frase con la que sintetizo mi real vínculo conmigo: No puedo vivir sin mí. La primera cosa que se nos ocurre hacer con alguien que queremos es cuidado, ocuparnos de él, escucharlo, procurarle las cosas que le gustan, ocuparnos de que disfrute de la vida y regalarle lo que más quiere en el mundo, llevarlo a los lugares que más le agradan, facilitarle las cosas que le dan trabajo, ofrecerle comodidad y comprensión. Cuando el otro nos quiere, hace exactamente lo mismo. Ahora, me pregunto: ¿Por qué no hacer estas cosas con nosotros mismos? Sería bueno que yo me cuidara, que me escuchara, que me ocupara de darme algunos gustos, de hacerme las cosas más fáciles, de regalarme las cosas que me gustan, de buscar mi comodidad en los lugares donde estoy, de comprarme la ropa que quiero, de escucharme y comprenderme. En definitivas: Tratarme como trato a los que más quiero.

Pero, claro, si mi manera de demostrar mi amor es quedarme a merced del otro, compartir las peores cosas juntos y ofrecerle mi vida en sacrificio, seguramente, mi manera de relacionarme conmigo será complicarme la vida desde que me levanto hasta que me acuesto. El mundo actual golpea a nuestra puerta para avisamos que este modelo que cargaba mi abuela (la vida es nacer, sufrir y morir) no sólo es mentira, sino que además está malintencionado (les hace el juego a algunos comerciantes de almas). He hablado mucho del tema en estos años y gran parte de estos conceptos están ya publicados en mi libro De la autoestima al egoísmo, al que te remito para no repetir. Si hay alguien que debería estar conmigo todo el tiempo, ese alguien soy yo. Y para poder estar conmigo debo empezar por aceptarme tal como soy. Y no quiere decir que renuncie a cambiar a través del tiempo. Quiere decir replantear la postura. Porque frente a alguna característica de mí que no me guste hay siempre dos caminos para resolver el problema. El primero, el más común, es la solución clásica: intentar cambiar. El segundo camino, el que propongo, es dejar de detestar esa característica y como única actitud, permitir que, por sí misma, esa condición se modifique. Incluso para cambiar algo el camino realmente comienza cuando dejo de oponerme. Nunca voy a adelgazar si no acepto que estoy gordo.

El ejemplo que siempre pongo es una historia real que me tiene como protagonista: Yo suelo ser bastante distraído. Cuando tenía mi primer consultorio, muy frecuentemente me olvidaba las llaves. Entonces cuando llegaba a la puerta me daba cuenta que me había olvidado el llavero en mi casa. Esto generaba un problema, porque tenía que ir al cerrajero, pedirle que me abriera, hacer un duplicado de la llave, etc. Era toda una historia. La tercera vez que me pasó decidí, furioso, que no podía pasarme más. Así que puse un cartelito en el parabrisas del auto que decía: "llaves". Me subía al auto, veía el cartelito, entraba de nuevo a mi casa y me llevaba las llaves.

Funcionó bárbaro las primeras cuatro semanas, hasta que me acostumbré al cartelito. Cuando te acostumbrás al cartelito ya no lo ves más. Un día me olvidé las llaves otra vez, así que le pedí a mi esposa que me hiciera acordar de las llaves. Todas las mañanas ella me decía: ¿Llevás las llaves? Pero el día que ella se olvidó, yo me olvidé y, por supuesto, le eché la culpa a ella, pero igual tuve que pagar el cerrajero. Un día me di cuenta de que, indudablemente, no había manera; que yo era un despistado y que de vez en cuando me iba a olvidar las llaves. Por lo tanto, hice una cosa muy distinta a todas las anteriores: Hice varias copias de las llaves y le di una al portero, una al heladero de la esquina (que era amigo mío), otra a una colega que tenía el consultorio a cinco cuadras, enganché una con las llaves del auto y me quedé con una suelta. Tenía cinco copias rondando por ahí. Este relato no tendría nada de gracioso si no fuera porque, a partir de ese día nunca más me olvidé las llaves. Todavía hoy el portero del departamento de la calle Serrano, cuando me ve, me dice: «No sé para qué me dio esta llave si nunca la usó». La teoría paradojal del cambio dice que solamente se puede cambiar algo cuando uno deja de pelearse con eso. Y si mi relación conmigo me condiciona tanto por dejar de vivir, forzándome a ser diferente, imaginemos cómo condiciona mi relación con los demás el creer que ellos tienen que cambiar. Uno de los aprendizajes a hacer en el camino del encuentro es justamente la aceptación del otro tal como es. Y eso sólo es posible si antes aprendí a aceptarme. Enojarse con el otro por cómo es significa que, para que yo pueda quererlo, tiene que ser como yo quiero que sea. Si tu amiga es impuntual y la esperás una hora cada vez que te citás con ella, no te enojes. ¿Quién te obliga a esperarla? Cuando yo espero a alguien que es usualmente impuntual, la razón de mi espera es porque elijo esperarlo y no porque él llegó tarde. ¿Debo hacer responsable al otro de mis propias decisiones? Mi esposa y yo decidimos hacer nuestra ceremonia de casamiento a un horario inusual: la hora que realmente anunciaba la invitación.

Esperamos quince minutos. Más de la mitad de la gente nunca llegó, o mejor dicho, llegaron mucho después y se quedaron como media hora en la puerta pensando que nosotros todavía no habíamos llegado cuando, en realidad, ya nos habíamos ido. Son estilos, maneras de plantear las cosas. Cada uno espera cuanto quiere esperar. Tu concepto de la puntualidad es tuyo y yo no lo comparto. No tenés que ser como yo, pero no me pidas que sea como vos. Ser adulto significa hacerse responsable de la vida que uno lleva, saber que las cosas que uno vive en gran medida las vive porque se ocupa de que así sea y, a partir de allí, animarme a quererme incondicionalmente, por egoísta que parezca.

miércoles, diciembre 03, 2008

Recetas Para Preparar una Vida Felíz


Jorge BUCAY


De un año cualquiera, tome unos cuantos meses enteros límpielos de amargura, de rumores, de odios y de celos hasta dejarlos tan limpios como le sea posible.

Corte cada mes en 30 o 31 partes. No intente cocinar toda la hornada del año junta, prepare solo una porción a la vez. Mezcle cada día. Una parte de coraje, una de trabajo, una de constancia y una de paciencia
Agregue partes iguales de esperanza, solidaridad, bondad y fidelidad.
Aromatice con una parte de oración, una de meditación y algunas buenas acciones.

Sazone la mezcla con bastante buen humor, un chorrito de inconsciencia y un toque de locura.

Viértalo en un gran recipiente untado de Amor y cocínelo con entusiasmo.
Decórelo con algunas sonrisas y sírvalo con calma, generosidad y alegría.
... y listo! A disfrutar del manjar...

domingo, noviembre 30, 2008

Las Huellas Doradas


Quiero compartir con ustedes una version un poco modificada
de un hermoso cuento que encontré surfeando por internet.



Jorge Bucay



Martín había vivido gran parte de su vida con intensidad y gozo
De alguna manera su intuición lo había guiado cuando su inteligencia fallaba en mostrarle el mejor camino.
Casi todo el tiempo se sentía en paz y feliz, ensombrecía su ánimo, algunas veces, esa sensación de estar demasiado en función de sí mismo.
Él había aprendido a hacerse cargo de sí y se amaba suficientemente como para intentar procurarse las mejores cosas. Sabía que hacía todo lo posible para cuidarse de no dañar a los demás, especialmente a aquellos de sus afectos. Quizás por eso le dolían tanto los señalamientos injustos, la envidia de los otros o las acusaciones de egoísta que recogía demasiado frecuentemente de boca de extraños y conocidos.
¿Alcanzaba para darle significado a su vida la búsqueda de su propio placer?
¿Soportaba él mismo definirse como un hedonista centrando su existencia en su satisfacción individual?
¿Cómo armonizar estos sentimientos de goce personal con sus concepciones éticas, con sus creencias religiosas, con todo lo que había aprendido de sus mayores?
¿Qué sentido tenía una vida que sólo se significaba a sí misma?
Ese día, más que otros, esos pensamientos lo abrumaron.
Quizás debía irse. Partir. Dejar lo que tenía en manos de los otros. Repartir lo cosechado y dejarlo de legado para aunque sea en ausencia ser en los demás un buen recuerdo.
En otro país, en otro pueblo, en otro lugar, con otra gente, podría empezar de nuevo. Una vida diferente, una vida de servicio a los demás, una vida solidaria.
Debía tomarse el tiempo de reflexionar sobre su presente y sobre su futuro
Martín puso unas pocas cosas en su mochila y partió en dirección al monte.
Le habían contado del silencio de la cima y de cómo la vista del valle fértil ayudaba a poner en orden los pensamientos de quien hasta allí llegaba.
En el punto mas alto del monte giró para mirar su ciudad quizás por última vez.
Atardecía y el poblado se veía hermoso desde allí.
Por un peso te alquilo el catalejos
Era la voz de un viejo que apareció desde la nada con un pequeño telescopio plegable entre sus manos y que ahora le ofrecía con una mano mientras con la otra tendida hacia arriba reclamaba su moneda.
Martín encontró en su bolsillo la moneda buscada y se la alcanzó al viejo que desplegó el catalejos y se lo alcanzó.
Después de un rato de mirar consiguió ubicar su barrio, la plaza y hasta la escuela frente a ella.
Algo le llamó la atención. Un punto dorado brillaba intensamente en el patio del antiguo edificio.
Martín separo sus ojos del lente, parpadeó algunas veces y volvió a mirar. El punto dorado seguía allí.
Qué raro - exclamó Martín sin darse cuenta de que hablaba en voz alta.
¿Qué es lo raro?, preguntó el viejo
El punto brillante, dijo Martín, ahí en el patio de la escuela, siguió, alcanzándole al viejo el telescopio para que viera lo que él veía.
Son huellas, dijo el anciano.
¿Qué huellas?, preguntó Martín.
Te acordás de aquel día... debías tener siete años; tu amigo de la infancia, Javier, lloraba desconsolado en ese patio de la escuela. Su madre le había dado unas monedas para comprar un lápiz para el primer día de clases. Él había perdido el dinero y lloraba a mares, contestó el viejo. Y después de una pausa siguió, ¿Te acordás lo que hiciste?. Tenías un lápiz nuevito que estrenarías ese día. Te arrimaste al portón de entrada y cortaste el lápiz en dos partes iguales, sacaste punta a la mitad cortada y le diste el nuevo lápiz a Javier.
No me acordaba, dijo Martín, Pero eso ¿qué tiene que ver con el punto brillante?.
Javier nunca olvidó ese gesto y ese recuerdo se volvió importante en su vida.
¿Y?
Hay acciones en la vida de uno que dejan huellas en la vida de otros, explicó el viejo, las acciones que contribuyen al desarrollo de los demás quedan marcadas como huellas doradas...
Volvió a mirar por el telescopio y vio otro punto brillante en la vereda a la salida del colegio.
Ese es el día que saliste a defender a Pancho, ¿te acordás?. Volviste a casa con un ojo morado y un bolsillo del guardapolvo arrancado.
Martín miraba la ciudad.
Ese que está ahí en el centro, siguió el viejo, es el trabajo que le conseguiste a Don Pedro cuando lo despidieron de la fábrica... y el otro, el de la derecha, es la huella de aquella vez que juntaste el dinero que hacía falta para la operación del hijo de Ramírez... las huellas esas que salen a la izquierda son de cuando volviste del viaje porque la madre de tu amigo Juan había muerto y quisiste estar con él.
Martín apartó la vista del telescopio y sin necesidad de él empezó a ver cómo, miles de puntos dorados aparecían desparramados por toda la ciudad.
Al terminar de ocultarse el sol, el pueblo parecía iluminado por sus huellas doradas.

viernes, noviembre 21, 2008

Entrevista a Jorge BUCAY


Terra / Virginia Altieri

El amor, las relaciones y el egoísmo forman parte de las grandes historias de todos los tiempos. También podrían ser el punto de partida de una novela ambientada en Punta del Este. Justamente allí Terra conversó con el psicoterapueta y escritor argentino Jorge Bucay quien nos invita a conocer su propia experiencia desde el libro "El camino de la autodependencia".
¿Con qué se va a encontrar el lector en este nuevo libro?
Espero que se encuentre con cosas útiles. En principio se va a encontrar con algunas herramientas que a mí me han servido en mi propio camino y que a algunos pacientes que se han atendido conmigo les han servido como elementos para aligerar su marcha en el camino de su propio descubrimiento y de su propia realización.
¿El camino de la autodependencia puede ser definido como un libro de autoayuda?
Ojalá lo fuera. Yo creo que los libros de autoayuda son aquellos que muestran claramente elementos y materiales para conseguir una meta. Se inscriben dentro del concepto de cómo hacer algo, son recetas y guías. Lamentablemente yo en mis libros no consigo hacer eso porque yo no tengo esas herramientas. Yo lo que puedo hacer es guiar o ayudar a que las personas piensen y se repiensen.
Esta es la diferencia entre los libros del género de autoayuda y los de reflexión.
En el comienzo del libro usted habla de que uno debe encontrar su rumbo, ¿cómo se encuentra?
Una de las principales premisas está esbozada en el libro y es la de conocerse. Primero hay que aprender a mirarse a uno mismo y da mucho trabajo ya que en nuestra cultura se nos enseña a no mirarnos a nosotros mismos. Aprendemos a mirar el bosque, pero no a mirar el árbol. Creo que es hora de empezar a entender que a pesar de que el bosque es importante, el árbol también lo es y que cada árbol debe volverse autoconsciente.
Creo que cada uno de nosotros debe aprender a escuchar su vocecita cuando le dice qué quiere y lo que elige para sí.
El camino de la autodependencia es el primer libro de la serie "Hojas de Ruta", ¿cuáles le siguen?
El próximo libro que va a salir dentro de 3 meses se llama El camino del encuentro. En él intento hablar de las relaciones interpersonales, las relaciones de pareja, relaciones entre padres e hijos, entre hermanos, las relaciones familiares en general, los amigos, los encuentros ocasionales y comerciales. Intento hablar sobre el amor, la amistad y el sexo. Este es el planteo.
¿Qué es el amor para usted?
El amor es un concepto muy amplio que abarca todas las relaciones, no sólo las de pareja. El amor abarca desde las relaciones con los hijos hasta la decisión de asociarse con alguien.
El amor es simplemente querer mucho a alguien, por lo tanto todo lo que implique el rioplatense "te quiero" hace referencia al amor. El amor no es una cosa esplendorosa como dice la canción, por el contrario es una gran cantidad de conceptos muy sencillos pero muy importantes , el interés que yo pongo en el bienestar del otro.
Luego de El Camino del Encuentro, ¿cuál vendrá?
Después viene lo que viene lógicamente después que uno se encuentra con alguien y es el animarse a separarse. Por lo tanto, lo que sigue es El camino de las lágrimas que tiene que ver con las pérdidas, las de las personas, de los proyectos, de las ilusiones, de algunas cosas materiales y las de dejar cosas atrás para poder seguir adelante.
No existe la posibilidad de seguir adelante en este camino personal si uno no aprende a vivir el duelo. Este el el tema del tercer libro, los duelos y pérdidas.
Después suponemos que llega el camino de la plenitud.
Aquí aparece el último camino que es imprescindible porque estos caminos que yo voy a descubrir son alternativas, postulados. El cuarto camino es el del propósito, el del sentido de la vida, el camino definitivo de la llegada a la cima. Este es el último tramo que yo creo imprescindible y tiene que ver con definir qué sentido tiene la vida de cada uno.
¿Cuánto se demora en llegar a la plenitud?
Y depende, Buda lo hizo en 72 horas sentado debajo de un duraznero. A mí me llevó 30 años de mi vida, 18 años de terapia y 12 años de pensarme a mí mismo. Tengo la esperanza de ayudar a vivir, ojalá estos libros sirvan para avisar de algunos atajos, de algunos caminos equivocados y sobretodo espero que sirvan para poner alguna luz en los caminos oscuros. Pero después el camino lo tiene que recorrer cada uno a su tiempo.
La verdad te soy sincero, a mí no me parece que sea importante saber cuánto se tarda.
Te voy a contar un cuento para ser fiel a mí mismo. Una vez había un alumno que era discípulo de un maestro que era un iluminado. Entonces, el alumno fue a ver al maestro y le contó que quería alcanzar la iluminación y llegar a ser un iluminado. Le explicitó que estaba dispuesto a trabajar para ello, pero que le angustiaba porque veía que todos los maestros eran viejos. El no quería que la iluminación le llegara en la vejez. Le preguntó cuánto tiempo le iba a llevar y el maestro luego de pensarlo le respondió que no se podía saber. El alumno impaciente rogó una respuesta, entonces el maestro le respondió que le llevaría alrededor de 10 años. El discípulo estableció que era demasiado tiempo e insistió. Su nueva pregunta se basó en que él sólo se iba a dedicar a ello con vehemencia y firmeza. El maestro le respondió que en ese caso le llevaría 20 años.
El camino no es el encuentro, es la búsqueda. Yo no llegué a darme cuenta que este es el camino, esto es lo que sé de mí, pero miro para adelante y todavía lo único que veo es la línea del horizonte , o sea no veo ningún punto de llegada. Posiblemente un segundo antes de mi muerte pueda ver que ese el era el punto.
En el libro aparece esbozado el concepto del egoísmo, ¿no tiene una connotación negativa el egoísmo?
Tiene una connotación educativa. Nosotros malentendemos el concepto de egoísmo porque lo utilizamos para llamar a la mezquindad, a la crueldad, a la canallada. El origen etimológico de la palabra se refiere al amor por uno mismo, no tiene nada que ver con la mezquindad.
Tenemos algunos conceptos que están esbozados en otro de mis libros que se llama De la autoestima al egoísmo donde yo me extiendo más sobre el tema para mostrar que no necesariamente porque me quiera mucho a mí, deje de querer a los demás. Mi capacidad de amar no es un barril con capacidad limitada y lo que de verdad sucede es que del amor por mí se nutre el amor por los otros.
¿Cuáles son los hitos en El camino de la autodependencia?
Empieza por el autoconocimiento y sigue por la capacidad de valorarse y quererse a uno mismo. Existe el tercer hito que es la capacidad para decretarse libre, que es una decisión.
¿No es una tarea muy difícil?
¿En algún momento dije que fuera fácil? Aquí lo único fácil es hacerse de mi libro, pero después llevarlo a la práctica es muy difícil. Uno va obteniendo recompensas a medida que va recorriendo el camino y también dolores y distancias. Cuando a uno se le pide que haga algo por el otro y la respuesta es negativa se lo acusa de egoísta pero de la otra manera uno siempre queda atado a la otra persona.
¿No hay que ceder en las relaciones?
¿Ceder? Sólo se cede en los negocios. Te voy a contar cómo funciona esto y tú lo vas a entender con claridad. Estoy en mi casa viendo un partido de fútbol americano que me gusta muchísimo y viene Perla, mi esposa con quien estoy casado hace 25 años, y me dice que habló con su mamá y que nos invita a comer y que debemos ir porque hace tiempo que no la vemos. Yo le explico que es domingo y que estoy viendo el partido de fútbol. Le respondo que vaya y ella me contesta que no me haga el estúpido que yo sé que lo que ella quiere es que vayamos. Perla se acerca, me da 2 besos detrás de la oreja y me hace un mimito. Entonces yo asisto a veces a un proceso que sucede muy frecuentemente y que demuestra mi amor. Este consiste en que me da más placer a mí complacer a Perla que hacer lo que yo quería antes. ¿Esto es ceder? No, es el placer de complacer y como es hecho con este sentido, no cedí nada. Por lo tanto, Perla no me debe nada, en todo caso el que debe estar agradecido soy yo por el placer que me dio complacerla. Esto genera una situación muy especial, no hay deuda entre nosotros.

miércoles, noviembre 19, 2008

Cual es el 1º??


Jorge BUCAY


Miguel: Sabe, me voy a Nueva York. Voy a presentar una nueva serie de libros de Jorge Bucay

Lector: Si usted es el editor, debe conocer todos sus libros.
Miguel: Por supuesto. Los nuevos y los anteriores.

Lector: Oh, Usted debe decirme sus nombres, y entonces sabré en que anda Bucay, es mi idolo!
Miguel: Bien, pero debo avisarle que estos libros de Bucay tienen nombres muy peculiares.

Lector: Usted quiere decir nombres divertidos?
Miguel: Nombres extraños, como el "¿Quién?" de Dalmiro Saenz . A ver...vamos en orden... Cual es el primero... Como es el segundo... y No lo se el tercero... Esos son los nombres

Lector: Eso es lo que quiero saber, los nombres de los libros
Miguel: Le digo: Cual es el primero, como es el segundo, y no lo sé el tercero.

Lector: Es usted el encargado?
Miguel: Sí.

Lector: Y el editor?
Miguel: Sí.

Lector: Y usted no sabe los nombres de los libros?.
Miguel: Por supuesto que sí.

Lector: ¿Y cual es el nombre del primero?
Miguel: Sí.

Lector: Quiero decir el nombre del libro.
Miguel: Cual.

Lector: El primero.
Miguel: Cual.

Lector: El primer libro
Miguel: Cual.

Lector: Quiero saber el título del primero...
Miguel: Cual es el primer libro!
Lector: Yo le estoy preguntando cual es el nombre del primer libro.
Miguel: Ése es el nombre.

Lector: Cual?
Miguel: Exactamente

Lector: Cual es.
Miguel: Ese es.

Lector: Ése es... cual?
Miguel: Sí.
PAUSA
Lector: Todo lo que estoy intentando descubrir es el nombre del primer libro.
Miguel: Se lo estoy diciendo!!!

Lector: Mire, usted va a editar un primer libro en esta serie?
Miguel: Ciertamente.

Lector: Cual es el nombre del que se va a editar primero?
Miguel: Correcto.

Lector: A ver. Cuándo usted le pague a Bucay sus derechos de autor Cual es el nombre del libro por el que le pagará primero?
Miguel: Así es, cada dólar es suyo.

Lector: Cual es el nombre del libro por el que Bucay conseguirá el dinero...
Miguel: Eso es.

Lector: Cual produce el dinero que él cobra...
Miguel: Si, claro. A veces retira su cheque él mismo y otras su esposa viene y lo recoge.

Lector: Cual es el nombre de el libro que escribió el marido de la que retira el dinero?
Miguel: Sí..... Que tiene de malo?

Lector: Mire, todos saben que cuando uno firma un contrato de edición con un autor él debe firmar un papel estableciendo el nombre del libro.
Miguel: Claro.

Lector Con que nombre firmó el contrato Bucay por el primero libro?
Miguel: Cual.
Lector: El primer libro, cual es el nombre que le puso.
Miguel: Si.

Lector: Cual...
Miguel: Así le puso

Lector: Cual le puso?
Miguel: Sí.
PAUSA

Lector: Mire empiezo de nuevo: Va a editar tres libros. ¿Como es el título del primer libro?.
Miguel: No, como es el segundo libro.

Lector: No le estoy preguntando cual es el segundo.
Miguel: Cual es el primer libro.

Lector: Vayamos de a una libro por vez!
Miguel: Bien, no me cambie a los libros de lugar.

Lector: No estoy cambiando nada!
Miguel: Tómelo con calma, compañero.

Lector: Solamente le estoy diciendo, cual es el nombre de el primer libro?
Miguel: Eso, muy bien.

Lector: Cual
Miguel: Correcto.
PAUSA

Lector: Nada de correcto!. Lo que estoy intentando descubrir es como es el nombre del primer libro?
Miguel: No. Como es el nombre del segundo.

Lector: No pregunto cual es el segundo.
Miguel: Cual es el primero.

Lector: No lo sé.
Miguel: No, no; ese es el tercero, no estamos hablando de él.

Lector: Ahora como llegamos al tercer libro?
Miguel: Porque usted mencionó su nombre.
Lector: Yo? mencioné el tercer libro?, ni sé cual es el nombre de el tercero?
Miguel: No, cual es el nombre del primero.

Lector: Otra vez al primero?. Bueno. Como se llama el primero?
Miguel: Como se llama el segundo.

Lector: No lo sé.
Miguel: Ese es el tercero.

Lector: Allí voy, otra vez en el tercer libro!. Usted se queda en el tercer libro y no sale de él!
PAUSA
Miguel: Bien, qué desea saber?

Lector: Es fácil. Cual es el nombre del tercer libro?
Miguel: Por qué insiste en ponerle ese nombre al tercer libro?

Lector: Como le puse al tercero?
Miguel: Como es el segundo.

Lector: Bueno si usted quiere hablemos de él. Cual es el nombre de el segundo?
Miguel: Cual es primero.

Lector: No lo sé.
Juntos: Tercer libro!
PAUSA

Lector: Mire, usted consiguió otros libros más de Bucay, verdad?
Miguel: Por suerte.

Lector: El nombre del que sigue?
Miguel: Porqué.

Lector: Porque quiero saber el nombre de los libros.
Miguel: Bien, acabo de decírselo.

Lector: Entonces repítamoslo, cual será el nombre del siguiente.
Miguel: No. No puede llamarse igual que el primero, No sería conveniente.

Lector: Como convendria ponerle al siguiente libro?
Miguel: No, como es el segundo.

Lector: No le estoy preguntando cual es el segundo.
Miguel: Cual es el primero!

Lector: No lo sé.
Juntos: Tercer libro! .
PAUSA

Lector: Mire, mire, mire. Usted tiene programado un libro que cierra la serie verdad ?
Miguel: Seguro.

Lector: Me puede decir el nombre de ese último libro?
Miguel: Mañana.

Lector: No desea decírmelo ahora?
Miguel: Ahora se le estoy diciendo.

Lector: Entonces digamelo.
Miguel: Mañana!

Lector: Mañana cuándo?
Miguel: Cuándo qué?

Lector: A que hora de mañana me dirá cual es el nombre de el último?
Miguel: Escuche. Cual no es el último, cual....

Lector: Le romperé el brazo si dice cual es el primero! Yo soy el que pregunta...: Como es el nombre del último libro de la serie
Miguel: No. Como es el nombre del segundo.

Lector: No lo sé.
Junto: Tercer libro!
PAUSA

Lector: Tienen una próxima serie prevista?
Miguel: Ciertamente.

Lector: Qué nombre tendrá la serie?
Miguel: Pasado mañana.

Lector: Mañana el último, y pasado mañana la nueva serie?.
Miguel: Ahora usted lo tiene.
Lector: Todo lo que tengo es un par de días de lectura!!!.
PAUSA
Lector: Usted sabe que soy vendedor de libros también.
Miguel: Así me dijeron.

Lector: Suponga que consigo un local de lujo en una calle centrica, decido hacer una gran promoción yla editorial me concede los derechos de mi zona para el primer libro de la próxima serie. Yo armo la vidriera CON LA PROMOCIÓN EN LUCES DE NEON Y UN GRAN AFICHE EXHIBIDOR.
Miguel: Muy bien
Lector: En el afiche pongo una foto de Jorge y el nombre del libro. Preste atención: Cual es el nombre que pongo en el afiche de la vidriera.
Miguel: Ahora si. Esta es la primera cosa que dice con sentido
Lector: Ni sé de lo que estoy hablando!
Miguel: De todos modos eso que dijo es todo lo que usted debería hacer.
Lector: Poner un afiche del primer libro.
Miguel: Si
Lector: Exactamente de Cual?
Miguel: Naturalmente.
PAUSA

Lector: Mire, Pongo un afiche del primer libro, alguien entra por el libro. Por cual pregunta?
Miguel: Naturalmente.

Lector: Pregunta por cual?
Miguel: Naturalmente.

Lector: Naturalmente?
Miguel: Naturalmente.
Lector: Ahora si entendí. Voy al estante y le doy un ejemplar de Naturalmente.
Miguel: No usted va al estante y le da cual.

Lector: Naturalmente.
Miguel: Eso es diferente.
Lector: Eso es lo que dije.
Miguel: Usted lo dijo al revés...

Lector: Le doy naturalmente.
Miguel: Usted le da cual.

Lector: Naturalmente.
Miguel: Eso es.

Lector: Es exactamente lo que dije!
Miguel: Escuche, pregunteme usted

Lector: Cual le entrego?
Miguel: Naturalmente.

Lector: Ahora pregúnteme usted a mí.
Miguel: Usted le entrega cual?

Lector: Naturalmente.
Miguel: Eso es.

Lector: Igual que usted! Igual que usted! Voy al estante y agarro cual, naturalmente y cualquiera que sea el cliente lo hojea y pide el segundo. Me dice como se llama, lo agarra, saca su billetera y pregunta por el de pasado mañana, pero paga mañana y... se agotaron los libros!!
Miguel: Podría ser...

Lector: Otro comprador entra... Porqué?... No lo sé!... Ése es el tercero... y a mi me importa un Carajo
Miguel: Qué?
Lector: Dije que Me importa un Carajo
Miguel: Ah... No... Ese es el título del apéndice

viernes, noviembre 14, 2008

Receta para preparar una vida feliz


Jorge BUCAY

De un año cualquiera, tome unos cuantos meses enteros límpielos de amargura, de rumores, de odios y de celos hasta dejarlos tan limpios como le sea posible.
Corte cada mes en 30 o 31 partes. No intente cocinar toda la hornada del año junta, prepare solo una porción a la vez. Mezcle cada día. Una parte de coraje, una de trabajo, una de constancia y una de paciencia
Agregue partes iguales de esperanza, solidaridad, bondad y fidelidad.
Aromatice con una parte de oración, una de meditación y algunas buenas acciones.
Sazone la mezcla con bastante buen humor, un chorrito de inconsciencia y un toque de locura.
Viértalo en un gran recipiente untado de Amor y cocínelo con entusiasmo.
Decórelo con algunas sonrisas y sírvalo con calma, generosidad y alegría.
... y listo! A disfrutar del manjar...

domingo, noviembre 09, 2008

Codicia


Jorge BUCAY

Cavando, para montar un cerco que separara mi terreno de el de mi vecino, me encontré enterrado en mi jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.
A mi no me interesó por la riqueza, me interesó por lo extraño del hallazgo, nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales, pero igual desenterré el cofre.

Saqué las monedas y las lustré. Estaban tan sucias las pobres...
Mientras las apilaba sobre mi mesa prolijamente, las fui contando...
Constituían en sí mismas una verdadera fortuna. Solo por pasar el tiempo, empecé a imaginar todas las cosas que se podrían comprar con ellas.
Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante tesoro. Por suerte, por suerte...no era mi caso...
Hoy vino un señor a reclamar las monedas, era mi vecino. Pretendía sostener en un miserable que las monedas las había enterrado su abuelo, y que por lo tanto le pertenecían a él.

Me dio tanto fastidio que lo maté...
Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas, se las hubiera dado, porque si hay algo que a mí no me importa son las cosas que se compran con dinero, eso sí, no soporto la gente codiciosa...

Sin querer Saber


Jorge BUCAY

Y si es cierto que has dejado de quererme...
yo te pido,
¡por favor,
no me lo digas!

Necesito por hoy
y todavía
navegar
inocente en tus mentiras...

Dormiré sonriendo
y muy tranquilo.
Me despertaré
bien temprano en la mañana.

Y volveré a hacerme a la mar,
te lo prometo...

Pero esta vez...
sin atisbo de protesta o resistencia
naufragaré por voluntad y sin reservas
en la profunda inmensidad de tu abandono

Sin Nombre II


Jorge BUCAY

En un oasis escondido entre los mas lejanos paisajes del desierto, se encontraba el viejo ELIAHU de rodillas, a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino HAKIM, el acaudalado mercader, se detuvo en el oasis a abrevar sus camellos y vio a ELIAHU transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

-Que tal anciano? La paz sea contigo.
-Contigo- contesto ELIAHU sin dejar su tarea.
-Que haces aquí, con esta temperatura, y esa pala en las manos?
-Siembro- contesto el viejo.
-Que siembras aquí, ELIAHU?
-Dátiles -respondió ELIAHU mientras señalaba a su alrededor el palmar.
-Dátiles!!!- repitió el recién llegado, y cerro los ojos como quien escucha la mayor estupidez.
-El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo. Ven, deja esa tarea y vamos a la tienda a beber una copa de licor.
-No debo terminar la siembra. Luego si quieres, beberemos...
-Dime, amigo: Cuantos años tienes?
-No se... sesenta, setenta, ochenta, no se... lo he olvidado... pero eso que importa?
-Mira amigo, los datileros tardan mas de 50 años en crecer y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos. Yo no estoy deseándote el mal y lo sabes, ojalá vivas hasta los 101 años, pero tu sabes que difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que hoy siembras. Deja eso y ven conmigo.
-Mira Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró, otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy, para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto... y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido, vale la pena terminar mi tarea.
-Me has dado una gran lección, ELIAHU, déjame que te pague con una bolsa de monedas esta enseñanza que hoy me diste - y diciendo esto, HAKIM le puso en la mano al viejo una bolsa de cuero.
-Te agradezco tus monedas, amigo. Ya ves , a veces pasa esto: tu me pronosticabas que no llegaría a cosechar lo que sembrara. parecía cierto y sin embargo, mira, todavía no termino de sembrar y ya coseche una bolsa de monedas y la gratitud de un amigo.
-Tu sabiduría me asombra, anciano. Esta es la segunda gran lección que me das hoy y es quizás mas importante que la primera. déjame pues que pague esta lección con otra bolsa de monedas.
-Y a veces pasa esto -siguió el anciano y extendió la mano mirando las dos bolsas de monedas-: sembré para no cosechar y antes de terminar de sembrar ya coseche no solo una, sino dos veces.
-Ya basta, viejo, no sigas hablando. Si sigues enseñándome cosas tengo miedo de que no me alcance toda mi fortuna para pagarte...

Estrellitas y Duendes


Jorge BUCAY

"En el país de los cuentos había una vez un pequeño duende. Un duende muy travieso que siempre andaba riendo y saltando de un lado para otro... Vivía en una casita toda rodeada de montañas. A su lado, un pequeño río que discurría placidamente por la falda de la ladera describiendo un paisaje difícil de imaginar..........
Lo que mas gustaba al duendecillo era ver como cada mañana, con los primeros rayos de sol, todas las flores de su jardín iban abriendo una por una sus hojas.....
Uno de aquellos días, como muchos otros, salió a pasear a la montaña. Y caminando entre las rocas encontró una flor: era una flor preciosa, nunca había visto otra de igual belleza. Le había cautivado tanto que paso toda la tarde mirándola. Era maravilloso verla cuando se contorneaba cada vez que el viento acariciaba sus hojas.............
Al siguiente día y al siguiente, y al otro, volvió para estar a su lado y mirarla. Un día como tantos otros, nuestro duendecillo vio como de una de sus hojas caía una pequeña lagrima. No entendía como la flor más maravillosa del mundo podía estar triste. Se acercó a ella y le pregunto:
-"?Por que lloras?".
-Y contesto la flor: "me siento triste aquí entre las rocas, sin nadie que me mire salvo tu. Me gustaría vivir en un jardín como el tuyo y ser una mas de entre las flores. Además, te concederé el deseo que mas quieras si me llevas allí". Fue entonces, cuando el pequeño duende la tomo entre sus manos y con todo el cariño del mundo la planto en el lugar mas bonito de su jardín...........
Una vez cumplido el deseo, la flor le dijo al duendecillo:
- "Y bien, ahora que me has llenado de felicidad al traerme aquí, ?que es lo que mas deseas en este mundo?". Y el duendecillo entonces, la miro fijamente y contesto :
- "Quiero ser flor como tu para sentirme por siempre a tu lado".
Y colorín colorado, en el país de los cuentos, el final ha llegado.

El Maestro Sufi


Jorge BUCAY

El Maestro sufi contaba siempre una parábola al finalizar cada clase, pero los alumnos no siempre entendían el sentido de la misma...

- Maestro – lo encaró uno de ellos una tarde. Tú nos cuentas los cuentos pero no nos explicas su significado...
- Pido perdón por eso. – Se disculpó el maestro – Permíteme que en señal de reparación te convide con un rico durazno.
- Gracias maestro.- respondió halagado el discípulo
- Quisiera, para agasajarte, pelarte tu durazno yo mismo. ¿Me permites?
- Sí. Muchas gracias – dijo el discípulo.
- ¿Te gustaría que, ya que tengo en mi mano un cuchillo, te lo corte en trozos para que te sea más cómodo?...
- Me encantaría... Pero no quisiera abusar de tu hospitalidad, maestro...
- No es un abuso si yo te lo ofrezco. Solo deseo complacerte...
- Permíteme que te lo mastique antes de dártelo...
- No maestro. ¡No me gustaría que hicieras eso! Se quejó, sorprendido el discípulo.

El maestro hizo una pausa y dijo:
- Si yo les explicara el sentido de cada cuento... sería como darles a comer una fruta masticada

Sin Nombre


Jorge BUCAY

Un señor muy creyente sentía que estaba cerca de recibir una luz que le iluminara el camino que debía seguir. Todas las noches, al acostarse, le pedía a Dios que le enviara una señal sobre cómo tenía que vivir el resto de su vida.

Así anduvo por la vida, durante dos o tres semanas en un estado semi-místico buscando recibir una señal divina.

Hasta que un día, paseando por un bosque, vio a un cervatillo caído, tumbado, herido, que tenía una pierna medio rota. Se quedó mirándolo y de repente vio aparecer a un puma. La situación lo dejó congelado; estaba a punto de ver cómo el puma, aprovechándose de las circunstancias, se comía al cervatillo de un sólo bocado.

Entonces se quedó mirando en silencio, temeroso también de que el puma, no satisfecho con el cervatillo, lo atacara a él. Sorpresivamente, vio al puma acercarse al cervatillo. Entonces ocurrió algo inesperado: en lugar de comérselo, el puma comenzó a lamerle las heridas.

Después se fue y volvió con unas pocas ramas humedecidas y se las acercó al cervatillo con la pata para que éste pudiera beber el agua; y después se fue y trajo un poco de hierba húmeda y se la acercó para que el cervatillo pudiera comer.

Increíble.

Al día siguiente, cuando el hombre volvió al lugar, vio que el cervatillo aún estaba allí, y que el puma otra vez llegaba para alimentarlo, lamerle las heridas y darle de beber.

El hombre se dijo:

Esta es la señal que yo estaba buscando, es muy clara. "Dios se ocupa de proveerte de lo que necesites, lo único que no hay que hacer es ser ansioso y desesperado corriendo detrás de las cosas".

Así que agarró su atadito, se puso en la puerta de su casa y se quedó ahí esperando que alguien le trajera de comer y de beber.
Pasaron dos horas, tres, seis, un día, dos días, tres días... pero nadie le daba nada.

Los que pasaban lo miraban y él ponía cara de pobrecito imitando al cervatillo herido, pero no le daban nada.
Hasta que un día pasó un señor muy sabio que había en el pueblo y el pobre hombre, que estaba muy angustiado, le dijo:

- Dios me engañó, me mandó una señal equivocada para hacerme creer que las cosas eran de una manera y eran de otra. ¿Por qué me hizo esto? Yo soy un hombre creyente...

Y le contó lo que había visto en el bosque.
El sabio lo escuchó y luego dijo:

- Quiero que sepas algo. Yo también soy un hombre muy creyente.
Dios no manda señales en vano. Dios te mandó esa señal para que aprendieras.

El hombre le preguntó:

- ¿Por qué me abandonó?

Entonces el sabio le respondió:

- ¿Qué haces tú, que eres un puma fuerte y listo para luchar, comparándote con el cervatillo?

Tu lugar es buscar algún cervatillo a quien ayudar, encontrar a alguien que no pueda valerse por sus propios medios.

Un lugar en el Bosque


Jorge BUCAY

Esta historia nos cuenta de un famoso rabino jasídico: Baal Shem Tov.
Baal Shem Tov era conocido dentro de su comunidad porque todos decían que él era un hombre tan piadoso, tan bondadoso, tan casto y tan puro que Dios escuchaba sus palabras cuando él hablaba.

Se había hecho una tradición en este pueblo:
Todos los que tenían un deseo insatisfecho o necesitaba algo que no habían podido conseguir iban a ver al rabino.

Baal Shem Tov se reunía con ellos una vez por año, en un día especial que él elegía. Y los llevaba a todos juntos a un lugar único, que él conocía, en medio del bosque. Y una vez allí, cuenta la leyenda, que Baal Shem Tov armaba con ramas y hojas un fuego de una manera muy particular y muy hermosa, y entonaba después una oración en voz muy baja... como si fuera para él mismo.

Y dicen...
que Dios le gustaban tanto esas palabras que Baal Shem Tov decía, se fascinaba tanto con el fuego armado de esa manera, quería tanto a esa reunión de gente en ese lugar del bosque...
que no podía resistir el pedido de Baal Shem Tov y concedía los deseos de todas las personas que ahí estaban.
Cuando el rabino murió, la gente se dio cuenta de que nadie sabía las palabras que Baal Shem Tov decía cuando iban todos juntos a pedir algo...

Pero conocían el lugar en el bosque. Sabían cómo armar el fuego.

Una vez al año, siguiendo la tradición de Baal Shem Tov había instituido, todos los que tenían necesidades y deseos insatisfechos se reunían en ese mismo lugar en el bosque, prendían el fuego de la manera en que habían aprendido del viejo rabino, y como no conocían las palabras cantaban
cualquier canción o recitaban un salmo, o sólo se miraban y hablaban de cualquier cosa en ese mismo lugar alrededor del fuego.

Y dicen...
que Dios gustaba tanto del fuego encendido, gustaba tanto de ese lugar en el bosque y de esa gente reunida...
que aunque nadie decía las palabras adecuadas, igual concedía los deseos a todos los que ahí estaban.
El tiempo ha pasado y de generación en generación la sabiduría se ha ido perdiendo...

Y aquí estamos nosotros.
Nosotros no sabemos cuál es el lugar en el bosque.
No sabemos cuáles son las palabras.
Ni siquiera sabemos cómo encender
el fuego a la manera que Baal Shem Tov lo hacía...

Sin embargo hay algo que sí sabemos:
Sabemos esta historia,
Sabemos este cuento...
Y dicen...
que Dios adora tanto este cuento...
que le gusta tanto esta historia...
que basta que alguien la cuente...
y que alguien la escuche...
para que Él, complacido,
satisfaga cualquier necesidad
y conceda cualquier deseo
a todos los que están compartiendo este momento...
Amén... (Así sea...)