miércoles, noviembre 19, 2008

Cuando Nació JESÚS??

Autor: Enrique De Vicente


Entre los temas relacionados con las raíces de las tradiciones navideñas que, por razones de espacio, han quedado fuera de nuestro informe, uno de los más importantes es cuándo nació Jesús, una fecha que se mantuvo sin precisar durante mucho tiempo. Sobre el momento de la Natividad, nada nos dicen los dos únicos evangelios canónicos que se ocupan de este episodio. Mateo explica que Jesús nació cuando Herodes el Grande regía Judea y que permaneció en Egipto hasta la muerte de éste, en tanto Lucas nos dice que su nacimiento tuvo lugar en Belén debido a un censo ordenado por César Augusto, siendo Quirino gobernador de Siria y su demarcación, dos afirmaciones que parecen irreconciliables cronológicamente a la luz de estudios posteriores, los cuales nos llevan a suponer que Jesús debió nacer algunos años antes del inicio oficial de la Era Cristiana, debido a un error de cálculo del monje Dionisio el Exiguo, que fijó el comienzo de la misma.

Lo único que sabemos con certeza es que, como corresponde al Príncipe de la Paz, Jesús nació durante la pax romana, inaugurada por Augusto, y que –si exceptuamos un par de sublevaciones– éste fue el período pacífico más prolongado que conoció el mundo mediterráneo a través de su dilatada historia. La situación es igualmente incierta en cuanto al día de su nacimiento. Sólo hacia el año 130 el papa Telesforo institucionaliza la fiesta de la Navidad, que se celebró en las fechas más dispares, hasta quedar fijada en el 6 de enero. Pero la Iglesia no tardó en advertir que muchos fieles se empeñaban en seguir celebrando, como casi todos los pueblos, la gran festividad solar nocturna del solsticio de invierno.

Éste era el día más corto del año, en el que el Sol permanecía menos tiempo en el horizonte y a partir del cual cesaba su declinación, lo que suponía una victoria de la Luz sobre las tinieblas que hasta ese momento amenzaban con cubrir la Tierra, privándola de su fuente de vida. El 24 de diciembre concluían las Saturnales, fiestas romanas de la fecundidad, durante las cuales se interrumpía toda actividad pública y se daban diversas muestras de buena voluntad y alegría rallana en el desenfreno. Y su término coincidía con la conmemoración del nacimiento de Mitra y del Sol Invicto, cultos muy populares en el Imperio Romano antes de que triunfase el Cristianismo.

La negación de estas fiestas como paganas por parte de los cristianos desanimó a muchos conversos, que sentían como una profunda necesidad la alegría en que se vivía durante las mismas. Por ello, se impuso esa tendencia sincretista de la Iglesia primitiva, que decidió asimilar muchas fiestas, creencias y costumbres paganas, convirtiendo a antiguas divinidades en santos o vírgenes, y levantando sobre sus ancestrales santuarios nuevos lugares de culto cristiano. Así, a mediados del siglo IV, se fijó la celebración de la Navidad el 25 de diciembre, día en que se había venido festejando la Epifanía y la adoración de los Magos. Hoy sabemos que tal fecha contradice a Lucas, quien habla de unos pastores que pernoctaban al aire libre, algo imposible en diciembre, con una temperatura media en Belén de 2’8ºC bajo cero, que refuerza el testimonio del Talmud según el cual los rebaños salían a los campos desde marzo hasta principios de noviembre.

Pero el acierto de esta decisión eclesiástica fue mayor debido a que el Nuevo Testamento atribuía a Cristo un carácter luminoso y solar. Un acierto que sólo queda ensombrecido por la paradoja –irónica para los predecesores mártires de esa Iglesia ahora triunfante– de que quien realmente nació un 25 de diciembre fue... ¡Nerón