jueves, noviembre 20, 2008
El Desarrollo de la Identidad Personal
Todas las personas, en todas las edades de la vida, necesitan un mínimo de autoestima bien entendida. La necesitan para confiar en las propias posibilidades y estar así siempre dispuestas a hacer nuevas y mejores cosas, para evitar posibles estados interiores de inseguridad e inferioridad. Pero hay que estar prevenidos frente a la falsa autoestima, que es egolatría, autocomplacencia, autosatisfacción y permisividad, especialmente cuando nuestros hijos se encuentran en plena adolescencia.
En la etapa adolescente (etapa de los cambios bruscos en el desarrollo físico, de los miedos, de las dudas, de las indecisiones, de los complejos, de la inseguridad), suele aumentar considerablemente la necesidad de autoestima. En algunas investigaciones recientes se ha comprobado que la mayor o menor autoestima influye significativamente en la motivación y en el rendimiento académico de los adolescentes.
Pero una cosa es reconocer que cierto grado de autoestima es conveniente y otra muy diferente considerar que la autoestima lo es todo en la vida o que es lo más importante. Del mismo modo: una cosa es favorecer las condiciones para que la autoestima se desarrolle de un modo natural y otro muy diferente es provocar artificialmente una autoestima que, además, no es real.
En algunos países (sobre todo en Estados Unidos) se ha puesto de moda últimamente la preocupación por la autoestima, hasta el punto de hacer de ella una obsesión. Desde algunas "nuevas" posturas psicológicas que pretenden resucitar las viejas teorías permisivas del psicoanálisis, se está intentando asustar a los padres y profesores con un "mal terrible" que acecha a sus hijos o alumnos: la falta de autoestima. Y para evitar que estos últimos lleguen a ser víctimas de ese mal, se recomienda a sus educadores desarrollar artificialmente y a corto plazo la autoestima de los niños y de los adolescentes con los procedimientos que expongo a continuación.
Todos los procedimientos están orientados al logro de un único objetivo: fortalecer el ego de los educandos para que se sientan bien consigo mismos:
1. Alabar a los hijos o alumnos por sistema, con independencia de su comportamiento. No importa que fracasen en sus estudios a causa de su vagancia; no importa que maltraten a sus padres y hermanos; no importa que derrochen el dinero y que vivan sólo para satisfacer sus gustos y caprichos personales, sin pensar en las necesidades de los demás. Lo único que importa es que se quieran cada vez más a sí mismos.
2. No culpabilizarlos nunca de nada, suceda lo que suceda (para que no pasen por la humillación de sentirse avergonzados).
3. No cuestionar ni criticar nunca lo que dicen o hacen (para que evitar que se enfaden).
4. Rebajar los ideales de vida (para que luego no sufran posibles decepciones).
5. Rebajar la exigencia todo lo que se pueda. Llegar a la tolerancia total o casi total. Todo vale, todo está permitido (para que puedan actuar siempre de acuerdo con el valor supremo: la espontaneidad). Estos padres tan indulgentes con sus hijos suelen ser los mismos que esperan de ellos solamente una cosa: que triunfen en la vida como sea (que tengan un rápido éxito económico conducente al bienestar material y al brillo social). Esperan que triunfen en una sociedad supercompetitiva con la única actitud que se les ha desarrollado: la de quererse a sí mismos. ¿Cabe mayor contradicción?