domingo, noviembre 30, 2008

La Gran Invocación


Un Mantram de la Nueva Era


Por Vicente Beltrán Anglada



Este artículo tiene por objeto aclarar ciertas dudas acerca de esta plegaria mundial analizando sus tres particularidades esenciales: procedencia, significado y finalidad. Nos ha sido preguntado muy frecuentemente cuál era nuestra opinión acerca de este Mántram y si lo considerábamos eficaz como sistema de ayuda en un mundo aparentemente desquiciado en sus valores morales y en creciente caos psicológico y social, en vez de emplear técnicas concretas de ayuda internacional, tal como las que emplea la Cruz Roja o las Naciones Unidas, a través de sus Departamentos de Servicio, UNESCO, OMS, FAO, UNICEF, etc., o el servicio espontáneo y desinteresado individual o grupal en momento de grandes crisis mundiales, tales como aquellos en que se abate sobre la tierra alguna espantosa calamidad provocada por los propios hombres o por los elementos geológicos.

Podríamos decir, y esto puede afirmarlo cualquier persona sensata, que practicar el bien en el nivel que sea siempre es bueno y es una expresión del espíritu de fraternidad y solidaridad. Sin embargo, cuando hablamos de Mántrams o de Invocaciones, nos referimos a una nueva técnica de servicio en el área extensa de necesidades dentro de la humanidad. Podríamos definir científicamente esta técnica como “el poder creativo de la mente removiendo los éteres planetarios por un impulso de buena voluntad”. Esta frase define el alcance del proceso que, como observarán, engloba simultáneamente el poder de pensar y la capacidad de amar. En una síntesis de equilibrio natural ambos aspectos constituyen la base de toda posible creación. Aplicada esta creación a los éteres planetarios tenemos en marcha un proceso de “redención de la substancia” constituyente de dichos éteres. Y si tenemos en cuenta que es a través de los éteres que circula toda forma posible de energía dentro del Universo espiritual y físico en que vivimos sumergidos, comprenderemos también la importancia de “remover creativamente los éteres”, invocando energías de tipo superior, Nos hemos referido a “redención de la substancia”. En esta frase aparentemente sin sentido, reside la explicación del misterio de nuestra procedencia divina y de nuestro destino creador. Más adelante explicaremos el significado de esta idea. Por el momento nos atendremos al hecho práctico que se destila de nuestro juicio analítico sobre el aspecto invocativo que ha de producir “revulsión en los éteres” y determinar en los mismos una gran “catarsis redentiva” que pondrá en circulación un tipo de energía cada vez más sutil, potente y resolutiva. La técnica de la invocación es eminentemente mental y por lo tanto científica en todos sus aspectos expresivos. Hemos considerado oportuna esta pequeña introducción debido a que en forma acrecentada los seres humanos responden al aspecto mental de su naturaleza psicológica y van introduciéndose progresivamente en un campo propicio a la actividad creadora.

Cuando hablamos de la Invocación como de una técnica mental, nos estamos refiriendo también a una oportunidad de nuestros tiempos sin parangón alguno en la historia del planeta. La oportunidad nos la brinda la Constelación de Acuario con sus inmensas posibilidades de desarrollo mental y técnico y también por la infusión del gran Misterio de Paz, consecuencia directa de ciertas fuerzas cósmicas que maneja el Señor de Acuario y que trasmite a los espacios siderales a través de las esplendentes estrellas que constituyen sus centros cósmicos de actividad. No vamos a adentramos sin embargo en consideraciones sobre, esta cósmica grandeza, sino a referirnos sólo al aspecto más asequible a nosotros y que podemos centralizar en la palabra “oportunidad”.
Por esta oportunidad única y durante un cielo de más de dos mil años, el planeta Tierra estará bajo la “protección de Acuario”. Todas las escuelas esotéricas del mundo son conscientes de esta oportunidad y se prepara intensamente a los discípulos mundiales para este acontecimiento sin precedentes. La jerarquía y el propio Centro de Shamballa están ajustando sus recursos y estableciendo las requeridas condiciones planetarias para recibir las inmensas y potentísimas energías que ha de producir síntesis espiritual y reajuste total de todas las reservas mundiales en orden a la espiritualidad en todos los departamentos de la actividad humana, culturales, religiosos, políticos, psicológicos, científicos, filosóficos, artísticos, etc. La catarsis etérica ha empezado hace ya bastantes años, siendo los grandes avances científicos alcanzados en estos finales del siglo XX sólo una pequeña muestra de la tremenda potencialidad de las energías que van penetrando en el planeta Tierra a través de las fisuras que va dejando en los éteres planetarios la aurora de este nuevo día acuariano que se acerca...

La insistencia general a hablar y a pensar en términos de grupo y de trabajar en forma mancomunada para resolver problemas y situaciones internacionales, así como el espíritu de libertad y disconformidad social que vemos por doquier muestran otra de las formas típicas de Acuario que en un despliegue de valores absolutos, debe mostrarle al ser humano la verdadera senda de la espiritualidad y del cumplimiento universal. La técnica invocativa es una técnica individual de contacto, pero al utilizarla en grupo y persiguiendo fines nobles y cooperativos se convierte en el más formidable poder en manos de los seres humanos para producir unidad y síntesis espirituales, las dos grandes Metas de Acuario, como Vida evolutiva, que constituyen para nuestro Logos planetario la oportunidad de realizar en su aura etérica de proyección o de vida, aquella gran catarsis de redención o purificación a la que todos sin distinción podemos contribuir conscientemente con nuestro esfuerzo y nuestra buena voluntad.

Tengan ustedes presente que ajustándonos a los requisitos previos de buena voluntad y practicando la técnica de la Invocación, este poder de dirigir mentalmente las grandes corrientes de energía abiertas a la sagrada distribución planetaria, estamos cooperando estrechamente con nuestro Logos planetario, con Aquel que es nuestra Luz, nuestro Amor y nuestra Vida. La técnica de la invocación en nuestro mundo y en el momento presente se ha convertido en una técnica de servicio y por medio de ella nos capacitamos para recibir dignamente al Señor dentro del Cual “vivimos, nos movemos y tenemos el Ser”. No existe gloria más grande en nuestro mundo que cooperar conscientemente con Él y de trabajar espiritualmente bajo la inspiración de la idea de que bajo sus divinas impresiones y con la ayuda de Cristo, nuestra tarea ha de ser la más gigantesca aportación a la evolución planetaria en su conjunto. Con esta requisitoria de base podemos emprender ahora el estudio de la Gran Invocación con una nueva fe y con un renovado espíritu de comprensión.


Procedencia

La Gran Invocación es un Mántram Solar proyectado para reorientar las energías actuantes en nuestro mundo y preparar las mentes y los corazones de los hombres para el advenimiento de la Nueva Era. En un Concilio planetario celebrado el año 1943, después de una gran crisis, dentro de la Jerarquía y cuando todo parecía que Alemania iba a ganar la guerra, lo cual hubiese significado en aquellos momentos de tensión planetaria el triunfo del mal sobre el bien, estuvieron presentes “unos enviados celestes”, representativos del Poder Cósmico del Gran Señor de nuestro Universo, Quienes llevaban el Mensaje de aliento y de renovada fe en el Bien supremo y la garantía del triunfo de la bondad y de la justicia sobre la maldad y el desorden. La intercesión solar afirmó el poder de Shamballa y de la jerarquía y aquel mismo año “... cuando el sol progresaba hacia el Norte”, se tuvo la seguridad de que el mal había sido ya vencido pese a los espectaculares triunfos de Alemania y de sus aliados de Italia y del Japón y que ya nada podía detener la victoria de las “huestes del bien”. Esta expresión de “Fuerza solar” tuvo tres amplias vertientes: 1ª, Los cerebros de los científicos alemanes que trabajaban para producir la bomba atómica fueron etéricamente desconectados del mundo de los significados mentales en donde se hallaba la fórmula final que aplicada científicamente debería producir “fisión del átomo y control de la energía nuclear”; 2ª, Se aumentó la potencialidad de las fuerzas aliadas en Europa. La participación de Norteamérica en la contienda fue como ustedes saben decisiva e implicó finalmente la derrota de Alemania; 3ª, Se diseñó un Mántram Solar de potencia superior a la que desarrolló el Padrenuestro en la Era de Piscis, pero de carácter netamente mental y, por tanto, volitivo y preponderantemente invocativo. Si bien este Mántram no se dio a la humanidad hasta el año 1945, una vez finalizada la guerra y utilizando como canal propicio “el potentísimo y angustioso clamor invocativo de la Humanidad pidiendo ayuda y alivio a tantas tensiones y a tantos sufrimientos pasados”, su poder fue utilizado de inmediato por la Jerarquía, por los Iniciados y por los discípulos mundiales en contacto con aquélla. Uno de estos grandes discípulos, la señora Alice A. Bailey, tuvo el honor de recibir telepáticamente el texto de La Gran Invocación a través de uno de los Grandes Seres allegados a Cristo y a Su obra, el Maestro Djwal Khul, más conocido en nuestros estudios esotéricos bajo el sobrenombre de “El Tibetano”. Este Adepto había trabajado ya en el pasado utilizando Sus portentosos conocimientos acerca de la Vida Cósmica inspirando a la señora H. P. Blavatski, en unión de otros Adeptos, la gigantesca obra, cumbre de toda posible sabiduría esotérica, denominada “La Doctrina Secreta”, así como contribuido con su personal aportación al establecimiento de la Sociedad Teosófica.

La transmisión del texto fue telepática, según dijimos anteriormente, y su futuro análisis e interpretación por parte de Alice A. Bailey y sus inmediatos colaboradores de la Escuela Arcana (Escuela esotérica proyectada inicialmente por Madame Blavatski), fueron netamente intuitivos y aunque en un principio había causado cierta extrañeza y alguna desorientación, conforme se fueron estudiando analíticamente las ideas universales que contenía y comprobando sus efectos en los éteres, se llegó a la conclusión de que realmente La Gran Invocación era un Mántram Solar, gestado en fuentes cósmicas con la bendición del Señor del Mundo y que antes de ser trasmitido al mundo, Cristo lo había dinamizado con el infinito Amor de su Corazón y depositado en manos del Maestro D.K., aprovechando la afinidad de la mente de este Adepto con la de la señora Bailey, lo cual hacía posible la trasmisión telepática sin errores, desviaciones e interferencias.

Resumiendo el proceso de la Gran Invocación en relación con sus fuentes de procedencia, podemos decir que su gestación tuvo un origen cósmico debido a una gran necesidad mundial, a una crisis dentro de la Jerarquía y a la invocación planetaria del Señor del Mundo con respuesta solar, es decir, del propio Logos o Dios del Universo. El término de la guerra mundial en el año 1945 con la victoria de las Fuerzas Aliadas (que en aquellos momentos históricos representaban a las Fuerzas del Bien) y la trasmisión de La Gran Invocación son hechos consubstanciales que hay que tener en cuenta cuando examinemos el significado esotérico de la misma.


Significado

Veamos primero el texto de La Gran Invocación, conocido seguramente por muchos de ustedes:

Desde el punto de Luz en la Mente de Dios,
Que afluya luz a las mentes de los hombres;
Que la Luz descienda a la Tierra.

Desde el punto de Amor en el Corazón de Dios,
Que afluya amor a los corazones de los hombres;
Que Cristo retorne a la Tierra.

Desde el centro en donde la Voluntad de Dios es conocida,
Que el propósito guíe las pequeñas voluntades de los hombres;
El propósito que los Maestros conocen y sirven.

Desde el centro que llamamos la raza de los hombres,
Que se realice el Plan de Amor y de Luz
Y selle la puerta donde se halla el mal.

Que la Luz, el Amor y el Poder restablezcan el Plan en la Tierra.

Corno ustedes se darán cuenta, en esta Invocación se tienen en cuenta tres absolutos factores o cualidades psicológicas: la Luz, el Amor y el Poder, es decir, la inteligencia, el sentimiento y la voluntad, y tres grandes Centros planetarios a través de los cuales tienen adecuada expresión: la Humanidad, o Raza de los hombres, la Jerarquía, Centro planetario del Amor con Cristo como inspiración y guía y Shamballa, el Centro en donde la Voluntad de Dios es conocida.

Lo que interesa evidenciar a través de todos estos comentarios acerca de La Gran Invocación, es la actuación constante de la Gran Ley de Fraternidad que rige en todos los mundos y en todos los Sistemas planetarios dentro del Cosmos Absoluto. Esta Ley de Solidaridad hizo posible La Gran Invocación que al ser recitada oral o mentalmente por muchos seres humanos, pone en vibración ciertos elementos dévicos dentro de los éteres capaces de transformar el mundo en términos de realización. Tales elementos dévicos, de increíble sutilidad, ponen en relación las mentes de los hombres con la mente de Dios a través del Señor Buda, punto iluminado y centro de iluminación dentro de la humanidad.

El amor de los hombres, la voz de su corazón, se pone asimismo en contacto con el Amor de Dios que fluye del Centro Solar conocido esotéricamente como “El Corazón del Sol”, a través de Cristo, punto de Amor infinito y centro de redención dentro de la humanidad.

Las pequeñas voluntades de los hombres desarrollan así progresivamente su propósito espiritual en virtud del poder que mana del gran Centro de Shamballa, en donde Sanat Kumara, depositario del Gran Propósito de la Deidad Solar para nuestro mundo, va introduciendo lenta pero inexorablemente las energías dinámicas de la Voluntad de Dios dentro de aquellas pequeñas voluntades que se agitan en el seno de la humanidad.
La Meta final de este triple proceso es “el Restablecimiento del Plan de Dios en la Tierra”, lo cual sólo será posible si se “sella la puerta donde mora el mal”. El triunfo del Bien constituye el fuego mismo del propósito de la Divinidad y la evolución planetaria en todos los niveles, desde el material más denso al espiritual más elevado y sutil, responden a ese Propósito esencial con la reafirmación constante del poder ígneo que arde en sus misteriosas entrañas y constituye la garantía del éxito final, venciendo todos los obstáculos y “enderezando constante y persistentemente los caminos del Señor”.

La Gran Invocación contiene un poder de tipo cósmico por sus directas relaciones con la Nueva Era de Acuario, de la cual se ha convertido en eficaz y positiva introductora. Utilizarla es poner en vibración ciertas energías “dormidas” todavía en los éteres planetarios de los distintos niveles y poner en estado de suprema expectación otras fuerzas de origen solar que agitándose en niveles etéricos cósmicos, están prestas a intervenir cada vez que el principio del Bien, de la Paz y de la Armonía cósmica sea invocado.

Vean ustedes pues que la gran tradición hermética espiritual tiene su continuidad en nuestros días a través de este Mántram Solar que estamos considerando, de reconocida potencia y eficacia. Si se deciden a estudiar esotéricamente su significado después de haber seguido las líneas luminosas de esta gran tradición que estuvieron presentes cuando fue confeccionado, serán conscientes de la Gran Ley de Fraternidad a la que constantemente hacemos referencia así como de la seguridad de que ningún llamado invocativo realizado con buena voluntad y deseo de bien quedará sin respuesta por parte de los Responsables Augustos del Plan planetario, solar y cósmico.

Cada Era de la humanidad a tenido sus propios Mántrams e invocaciones solares que caracterizaron precisamente las exigencias y oportunidades de dicha Era en relación con el Plan o Propósito de la Deidad creadora. En la Era pasada en trance de desaparecer, o Era de Piscis, se dio a la raza de los hombres y a través de Cristo, el Mántram o Invocación conocida como el Padrenuestro. Las cualidades principales de este Mántram, debido a la oportunidad de los tiempos y a las Constelaciones dominantes, así como al estado evolutivo de la humanidad, debían desarrollar la conciencia individual y despertar en los seres humanos el sentido creativo del amor. La Gran Invocación a la que nos referimos en este estudio, recoge aquel sagrado legado histórico y le añade la conciencia de grupo y la cualidad de Síntesis, que es el poder ígneo de la voluntad espiritual más elevada, ejercitada con amor y aplicada con inteligencia. Con estas últimas palabras podemos introducirnos ya en el aspecto final de nuestro pequeño estudio acerca de La Gran Invocación.


Finalidad

La finalidad de La Gran Invocación es “Restablecer el Plan de Dios en la Tierra”. Esta frase tiene un absoluto significado y no hay que esperar una rápida comprensión del mismo, a menos que se posea una intuición muy desarrollada. El término “resta¬blecer” introduce la idea de una humanidad anterior a la nuestra (la infancia etérica de nuestra propia humanidad) en la que la Ley y el Orden divino, simbolizados en la confraternidad humano-dévica, estaban plenamente integrados. Al descender una oleada de Vida cósmica tendiente a la involución o materialización de los principios espirituales, aquella humanidad ideal fue desapa¬reciendo lentamente absorbida por las exigencias del Plan y el Espíritu, paulatinamente despojado de sus sutilísimas envolturas etéricas, fue adquiriendo ropajes de “carne”, o de materia cada vez más densa hasta llegar a lo más hondo y converger a través de los larguísimos ciclos del tiempo en aquel punto en que se define la primera de las grandes Razas humanas, de la cual tan poco sabemos. No vamos a hablar definidamente de esta Raza a la cual hemos prestado una atención particular en el capítulo “Razas y Yogas” y cuya forma estructural no tenía nada de hu¬mana si la relacionamos o comparamos con los cuerpos que po¬seemos actualmente. Bastará decir que dicha Raza, y aún algu¬nas otras que aparecerán, más adelante, sólo tenían “conciencia de forma”.

La estrella monádica sumergida en aquellos cuerpos pesados y disformes de gigantesca estructura sólo percibía densi¬dades dentro de aquel ambiente hostil del cual formaba parte. Por la aspiración espiritual y por el recuerdo de su pasada ple¬nitud (véase relato bíblico sobre el Edén), aquella Raza fue progresando hasta llegar, venciendo la imposición del tiempo, a poseer auto conciencia (La Venida de los Ángeles Solares). La aspiración es la conciencia monádica operando desde el cen¬tro de la forma y retornando a sí misma a través de los distintos estadios evolutivos; el recuerdo es la seguridad intuitiva o, memoria viva, latente en lo más profundo del ser, de un estado ideal de vida dentro del cual y en una época perdida en lo insondable y misterioso de la historia planetaria, “se habían afirmado los valores espirituales en su plena integridad y no era conocida to¬davía la gran herejía de la separatividad" que debía borrar de la conciencia de aquella humanidad andrógina la visión de los gran¬des Arquetipos que constituían el misterio de su propia felicidad y absoluta dicha.

La autoconciencia abre una era de luz y de esperanza para la humanidad, la cual empieza a conocer el valor de cuanto le rodea en relación consigo misma. La forma, paulatinamente esti¬lizada, empieza a adoptar así la del Arquetipo divino que la en¬gendró y el ser humano posee entonces un cuerpo físico tal como lo conocemos actualmente. Más adelante empieza a sentir y a pensar en términos más amplios e incluyentes y al llegar a cierto definido estadio de su progresiva ascensión, la aspiración se hace más viva y más doloroso y punzante el recuerdo. Sobreviene en¬tonces una era de conflicto y agonía que llega a su culminación en aquel estado dentro de la individualidad humana que denomina¬mos “de discípulo”, es decir, de un ser humano que empieza a ver la luz espiritual (la atracción monádica) y a ser consciente de sus recuerdos (los del Arquetipo que encarnó en lejanísimas etapas precedentes con materia etérica de la más sublime diafanidad). Cuanto se pueda decir acerca del “discípulo” y de su obligado peregrinaje temporal, venciendo obstáculos, arrastrando adversi¬dades y, tal como bien se nos dice en “Luz en el Sendero”, “... la¬vando sus pies en la sangre del corazón”, así como penetrando constante y persistentemente en las zonas de luz de su concien¬cia redimida, puede ser hallado en el relato místico de todos aque¬llos “que hollaron el Sendero” dentro de las distintas religiones, así como en el proceso histórico de la vida de Cristo. Por lo tanto, no nos detendremos en el examen de tales relatos o vivencias.

Interesa, sin embargo, que nos demos cuenta de las implica¬ciones de la palabra “restablecer”, que significa en nuestro presente estudio “volver a vivir la existencia arquetípica de las pri¬meras humanidades y compartir nuevamente con los ángeles el destino divino de perfección que es la meta de ambas evolucio¬nes”. Esta frase ha sido entresacada de “El Libro de los Inicia¬dos”. Nos da la clave exacta del término “restablecer”. Nos da también una idea más clara del porqué en los Ashramas de la Jerarquía y en el sistema de entrenamiento espiritual de los discípulos de esta nueva Era, se presta tanta atención al estudio de la vida de los devas.

El restablecimiento del Plan de Dios, que debe fusionar den¬tro de la conciencia humana la aspiración monádica (la tenden¬cia innata del ser humano de mirar hacia arriba, hacia la cúspide de la cabeza cuando espiritualmente invoca energías superiores) con el recuerdo, humano (el del Arquetipo esencial para la Raza humana), tendrá en la Era de Acuario un acabado cumplimiento dentro del corazón de muchos hombres y mujeres de buena vo¬luntad y decidido propósito espiritual que, consciente o incons¬cientemente, están hollando ya el Sendero de la vida interna y son prácticamente "discípulos" en entrenamiento espiritual.

Al hablar pues de la Era de Acuario, con sus infinitas opor¬tunidades selectivas y su indescriptible caudal de energías sutiles y tremendamente poderosas que empiezan a surcar los éteres pla¬netarios, no lo hacernos en forma vaga o nebulosa, sino en térmi¬nos concretos de Aquí y de Ahora. Si examinamos atentamente el mundo que nos rodea nos daremos cuenta de esta Realidad, más grande que nosotros mismos, que empieza a invadirlo y a condicionar gran parte de las actividades humanas.

Para terminar este capítulo quisiéramos añadir todavía otra idea. Se refiere a lo que hay que entender por "oportunidad se¬lectiva" a la que nos hemos referido anteriormente. Esta "opor¬tunidad" no confiere ni implica privilegio ni concesión alguna. El estado de "discípulo” al cual hace referencia el término "se¬lectividad", está hoy más que nunca a nuestro alcance.

No es una primicia para los esoteristas tradicionales, es decir, de aquellos que hacen del esoterismo un estudio meramente intelectual, sino que es un legado, fruto de la experiencia de los siglos, que solamente alcanzarán o recobrarán los sencillos de mente y pu¬ros de corazón, aquellos en quienes la luz del Misterio brilla en sus mentes por la fuerza de la aspiración y en quienes la inten¬sidad del recuerdo, venciendo todas las imposiciones del tiempo, abre las perspectivas gloriosas del verdadero destino para toda la humanidad.

Los Misterios del Yoga, pág. 138/48

Archivo distribuido por: Buena Voluntad Rosario
bvr@ciudad.com.ar - www.internetarcano.org