Angel Álvarez
Existen dos escuelas o tendencias básicas dentro de la terapia primal:
La escuela dirigista y la escuela natural.
La terapia original pertenece a la escuela natural.
En la terapia primal dirigista, el terapeuta utiliza técnicas para desmoronar las defensas de la "persona / paciente" (en adelante "P"). El terapeuta ayuda a "P" a conectar con sus sentimientos y generalmente la/lo dirige hacia aquellos sentimientos de la temprana infancia que el terapeuta interpreta como más importantes.
El terapeuta primal dirigista no fuerza a "P" a sentir algo que no siente, pero la/lo empuja a que gradualmente se introduzca en el escenario de su dolor y se enfrente a sentirlo. Asume que, de lo contrario, "P" podría dar vueltas en círculos, evitando enfrentarse a sentir su dolorosa verdad.
Debido a que los dolores "originales" se encuentran casi siempre en la temprana infancia, hay una tendencia general a dirigir a "P" hacia esa etapa de su vida, y a veces con excesiva urgencia.
El terapeuta primal original descubre primero lo que "P" está sintiendo y, después ayuda a "P" a profundizar en ese sentimiento. El terapeuta no tiene necesariamente que decir o hacer algo. Puede simplemente estar ahí, y si "P" no tiene un sentimiento, el terapeuta ayuda a "P" a profundizar en "no tener ningún sentimiento". No hay una jerarquía de sentimientos pre-establecida, todos los sentimientos tienen igual valor en principio, y el terapeuta primal original no dirige necesariamente a "P" en busca de los sentimientos de la temprana infancia. Si "P", por si sola/o, dirige su sentir hacia la temprana infancia, es entonces cuando el terapeuta la/lo ayuda a sentir con intensidad "eso" (la experiencia del sentir original) en la temprana infancia.
Para la teoría primal original, la más mínima ansiedad del terapeuta por dirigir o controlar la terapia puede perjudicar el progreso natural de la misma. Para un terapeuta primal original, cuando "P" experimenta un sentimiento, todo lo que hay que hacer es ayudarla/lo a permanecer ahí.
La terapia primal dirigista se plantea el asalto frontal a las defensas psicológicas, y pone un énfasis excesivo en que "P" observe realmente los elementos de su propias defensas. Así, al conducir el análisis, una progresión debe de ocurrir que lleve a la persona desde el reconocimiento de la defensa psicológica a la conexión con los sentimientos sobre la importancia de dicha defensa. Para la terapia primal dirigista, el primer paso es reconocer los indeseables e irracionales efectos de las defensas psicológicas en nuestra conducta, y el siguiente paso es profundizar en el sentimiento detrás de ellas y analizar esos sentimientos para determinar su origen.
En la terapia primal original, aunque la preparación y la sensibilidad del terapeuta es muy importante, este no dirige el proceso, sino que "P" se enfrenta al dolor a su propio ritmo, avanzando gradualmente y de forma natural hacia sus sentimientos más dolorosos y demoledores. La teoría primal original cree que si se empuja a "P" a sentir algo para lo que aún no está preparada/o, puede producirse el efecto contrario, y la terapia se prolongaría innecesariamente. En este sentido, las técnicas "dirigistas" pueden no sólo romper el ritmo natural de la terapia, sino disminuir la "confianza intima" de "P" en el proceso terapéutico. Cuando esto ocurre, no sólo no se progresa según el ritmo natural de "P", sino que es muy probable que sea necesario dedicar un tiempo de terapia adicional para intentar recuperar dicha "confianza íntima".
La terapia primal original valora significativamente el papel que desempeñan nuestras defensas psicológicas, pero no cree que haya que ahondar frontalmente en su razón de ser u origen. Para la teoría primal original, el sistema de defensas es sólo un síntoma más, cuya causa es el dolor primal enterrado. Cualquier intento para destruir las defensas de "P" desde el exterior producirá un bloqueo, una sobrecarga o la construcción de una nueva defensa.
En la terapia primal original, cada minuto que "P" pasa sintiendo "eso" deshace un poco más la muralla de defensas, lo que en consecuencia causa un aumento del sentir, lo cual deshace un poco más la muralla ... y así sucesivamente. De esta forma, la "encerrona" en la que quedamos atrapados en nuestra infancia, o en cualquier otra etapa de nuestra vida, se despliega suavemente y de forma natural para ser resuelta.
En el proceso de acercarnos a comprender nuestros sentimientos y nuestras necesidades "originales" no satisfechas, nos conocemos a nosotros mismos y comprendemos "la razón de ser" de nuestras defensas psicológicas. Las defensas psicológicas están ahí por algo, y ese algo es lo importante. Cuando experimentamos nuestros sentimientos "originales", nuestras defensas disminuyen gradualmente hasta desvanecerse.
Desde la perspectiva primal original, cuando el dolor es forzado a emerger fuera de su secuencia natural, se producen inexorablemente retrasos en el proceso terapéutico. Empujar a "P" a donde no está lista/o para ir no sólo es innecesario sino contraproducente. La terapia primal original asume que hay una secuencia natural para que "P" sienta el dolor enterrado, que es única para cada persona, y que no puede ser conocida o interpretada antes por ningún terapeuta.
Cada vez son más los terapeutas primales que practican el "no-dirigismo" como método, pero, en general, los terapeutas de la escuela dirigista se reservan el derecho a decidir cuando utilizar algunas de las técnicas primales "dirigistas".
Forzar a "P" a ser directo, en vez de permitirle ser "razonable" o intelectual,… decirle que se tire en el suelo y grite directamente a sus padres "Quererme! Quererme!…", o llamarle mariquita con la finalidad de ayudarle a descubrir una necesidad reprimida,… son ejemplos de técnicas primales dirigistas que a veces funcionan y producen efectos positivos. Sin embargo, esta "motivación" o "provocación bien intencionada", por parte del terapeuta, no sólo puede ocasionar efectos negativos, sino causar un daño peligroso a "P". Así por ejemplo, se le puede pedir a "P" que grite a su madre o a su padre con el objeto de conectar y resolver el lastre del pasado que inunda su vida, pero, en el caso de que las constantes "órdenes" de sus padres hayan sido la causa de la desconexión "original" de "P", las nuevas órdenes, análisis o interpretaciones del terapeuta van a agudizar aún más su problema.
La teoría primal original cree que sólo la exquisita sensibilidad de un experimentado terapeuta primal podría captar el momento preciso en el que aplicar con éxito las técnicas dirigistas. Por lo tanto, dichas técnicas deberían de ser consideradas como peligrosas en manos de la mayoría de los terapeutas.
Dirigir, controlar o empujar a una persona hacia donde no está aún lista para llegar, la pone en guardia contra el terapeuta. Esto no sólo dificulta el avance de la terapia, sino que casi siempre hace retroceder el proceso terapéutico.
El terapeuta que practica técnicas dirigistas deberá de preguntarse con total honestidad, una y otra vez, si no está ansioso por "lucirse" y conseguir resultados rápidamente o, lo que sería más grave, si no está "actuando" su propia necesidad simbólica de ser "útil" o importante; en cuyo caso debería de dedicarse un tiempo a si mismo para profundizar más en su propio proceso terapéutico.
Decirle a "P" que respire profundamente, grite, o que se concentre en su cuerpo, es decirle a su mente que maneje su cuerpo, lo cual puede aumentar aún más la represión sobre su cuerpo. La terapia primal dirigista puede convertirse así en un circulo vicioso donde las manipulaciones, órdenes y técnicas del terapeuta son utilizadas para resolver bloqueos que han sido causados por anteriores manipulaciones, órdenes y técnicas.
El terapeuta primal original, ante la duda, se limita a no hacer nada. No se trata a "P" como un objeto y se le dice que se ponga con las piernas abiertas para que se sienta vulnerable o desprotegida/o, sino que a lo sumo se le dice que deje a su cuerpo expresar lo que está sintiendo, o que trate de sintonizar con la postura que mejor refleja aquello que está sintiendo en ese momento.
Lo que el terapeuta primal dirigista trata de conseguir destruyendo las defensas de "P", el terapeuta primal original lo consigue siendo directo y sin una idea u objetivo precondicionado en mente.
En la terapia primal original, la transferencia es algo que ayuda a sentir el dolor, mientras que en la terapia primal dirigista se convierte casi siempre en un problema. Esto es debido a que "P" es conducida/o fuera de su secuencia natural y termina "actuando" su dolor en círculos.
El terapeuta primal que practica el dirigismo sin dudar, o que está siempre pendiente de "hacer algo" para avanzar en el proceso terapéutico, realiza sin duda un gran esfuerzo, pero esto no quiere decir que los resultados obtenidos vayan a ser proporcionales a dicho esfuerzo.
El esfuerzo de todo terapeuta debería de dedicarse prioritariamente a liberarse de las propias defensas, y a profundizar y sintonizar cada vez mejor con sus propios sentimientos. De esta forma, se podría disminuir tremendamente el riesgo de que los problemas no resueltos del terapeuta interfieran en el proceso terapéutico de "P".
El terapeuta primal original debería de realizar auto-sesiones periódicas sobre sus propios sentimientos, convertirse en "P" de vez en cuando, bajo la asistencia de otro terapeuta, referir a "P" a otro terapeuta cuando sea aconsejable, y tomar unas bien merecidas vacaciones varias veces al año.
El terapeuta primal original, aunque no es dirigista, a veces puede dirigir. Así, pedir a una persona que está abrazando una almohada, porque se siente vacía, que deje la almohada y sienta su vacío podría ser un ejemplo de dirigismo primal "natural".
Independientemente del posible dirigismo primal, hay que tener siempre presente que la esencia de la terapia primal "original" es ayudar a "P" a profundizar en sus sentimientos.
Por lo tanto, todo terapeuta primal original debería:
a) Estar ahí un 100% para asistir a "P".
b) Saber escuchar sin juzgar.
c) Aceptar totalmente lo que "P" siente.
d) Lograr que "P" hable hacia quien la/lo hizo sufrir como si dicha persona estuviera presente en la sala.
Aunque hay terapeutas primales dirigistas que practican una terapia poco dirigista, al terapeuta primal dirigista le resulta bastante difícil "aceptar totalmente", ya que las "órdenes" de su técnica terapéutica dirigista llevan consigo una implicación de no aceptación.
Desde la perspectiva primal original, un terapeuta practica terapia primal dirigista cuando:
a) Asume la "responsabilidad" de sumergir a "P" en sus sentimientos.
b) Dirige sistemáticamente a "P" hacia los sentimientos de la temprana infancia.
c) Ayuda a "P" con el análisis de sus sentimientos.
d) Intenta romper "violentamente" las defensas de "P".
Por último, según la teoría primal original, la combinación de técnicas terapéuticas primales con medicamentos o drogas, sería otra modalidad de terapia primal dirigista, si bien el número de errores terapéuticos podría ser aún mayor.
Combinar la terapia primal con cualquier otra terapia sería en general considerado como una interferencia perjudicial, aunque pueda haber algunas excepciones con resultados positivos.
La terapia primal debe de ser como el fluir de un río que permite su propia regeneración. Se pueden cometer errores y enturbiar la "verdad", pero si se permite el fluir de los sentimientos, cada persona encontrará "su camino".
Quizás sea este el verdadero sentido de la fe: Creer que "la verdad" dará luz a "nuestro mundo" y nos hará libres.