miércoles, diciembre 03, 2008
Los Mitos del Amor
José María Doria
Diálogo entre Yoguina, Darío, Prometeo y Néor
Darío: ¿Es la capacidad de amar, algo cultivable?
Néor: El cultivo del arte del amar, supone extender el ámbito de lo que se está dispuesto a amar. Para muchas personas la palabra amar, solo designa una atracción poderosa de tipo sentimental o sexual. De cualquier forma, el amor en la cultura dominante del sistema Matrix, tiene varias creencias o mitos que lo condicionan y aprisionan.
Darío: Antes de desarrollar tan interesante temática, ruego al Sr. Prometeo que nos comparta las reflexiones que se hacía como habitante de Matrix, antes de recuperar el estado de Lucidez.
Prometeo: En aquel tiempo me preguntaba... ¿Por qué tenía que amar con las leyes sociales que dominaban en aquella cultura superficial y materialista? Sentía que mi diseño profundo requería de situaciones y planteamientos que, en nada tenían que ver con los modelos de pareja que se “imponían” en el cine y la TV comercial. En mi densidad y amnesia, llegaba incluso a dudar de si, en realidad, mi forma de sentir las relaciones era fruto de mis propias limitaciones, o en realidad, se trataba de formas de amor vigentes en otras culturas o, en otros tiempos pasados y futuros.
Darío: ¿En qué sentía que sus tendencias de relación de pareja eran diferentes a las del programa oficial de la sociedad?
Prometeo: Pues reconozco que en aquella sociedad urbana de final de siglo XX, se intentaba superar la soledad, a base de centrar toda la energía en el encuentro mágico con esa persona que podía llegar a curarla, manteniendo, sin embargo, la ilusión de seguir siendo independientes, sintiéndose protegidos de posibles dolores emocionales. Observé que para lograr intimidad emocional, las personas de aquella cultura necesitábamos, casi desesperadamente, tener una relación de pareja. De hecho se pensaba que si no se mantenían relaciones de pareja, faltaba algo esencial en nuestras vidas.
Darío: Y tras darse cuenta y reorientar esta dependencia ¿cómo lograba usted resolver algo tan necesario como el hecho de compartir los sentimientos profundos?
Prometeo: Aprendí a expandir mi círculo de intimidad emocional y mantener relaciones de amistad con muchas personas, compartiendo realmente mis esferas profundas, mis sentimientos y mis sueños, y en suma, cultivar una autenticidad que garantizase el antídoto a la soledad. De este modo experimentaba un sentimiento de intimidad y conexión con mis entrañables amigos y amigas.
Darío: Pero en el fondo ¿No anhelaba usted esa relación especial de carácter romántico?
Prometeo: Hubo un tiempo en que le confesaré que sí, y de hecho tuve variadas experiencias e intentos de desarrollarme en ella, pero posteriormente, tuve que revisar el modelo porque no funcionaba. Mas tarde, comencé a investigar acerca de ello, y llegué a puntos de vista muy distintos de los que observaba en mis entornos.
Darío: ¿Puedo saber cuáles?
Prometeo: La noción romántica a base de encontrar esa única persona especial, con la que mantenemos una apasionada relación íntima, es un producto de este tiempo. Concretamente los americanos y los europeos encarnan este modelo de pasión y romance, con todos sus derivados en lo medios de comunicación. Observemos como otras culturas, como la japonesa por ejemplo, parecen encontrar la intimidad en la amistad. Los pueblos asiáticos tienden a centrarse menos en sentimientos personales y son también menos vulnerables al desmorronamiento de las relaciones. En nuestra cultura occidental se ha difundido la creencia de que la intimidad se alcanza mejor con una relación romántica y apasionada junto a esa persona tan especial. Y tal vez, esta perspectiva de la relación de pareja, pueda ser un punto de vista muy limitador que tienda a alejar al ser humano de otras fuentes de intimidad genuina, causando mucho dolor y sufrimiento, cuando suceda que esa persona tan insustituible, deja de amarnos y sentir lo mismo.
Darío: Sí, le entiendo, a veces cuando una persona entra en una relación de pareja, suele abandonar sus relaciones de intimidad emocional con sus propios amigos. Pero eso es algo natural ¿no es así?
Prometeo: No del todo. Merecería la pena expandir valerosamente el concepto que se tiene de intimidad emocional para incluir a todas las personas que nos rodean. La verdadera cura de la soledad se basa en la voluntad de abrir nuestra sinceridad e intimidad hacia un, cada vez, mayor número de semejantes, en los que figuran la familia, los amigos y hasta los extraños, creando así vínculos genuinos y profundos, basados en nuestra común hermandad. Desde esta perspectiva, el sentimiento de soledad equivale a una encubierta falta de sinceridad y de confianza generalizadas.
Darío: Aún así, no tengo clara la parte menos deseable del amor romántico. ¿Puede explicarse?
Prometeo: Las relaciones amorosas se asientan en la idea del romance, un mito que afirma que la atracción sentimental es el único amor verdadero, por lo que si usted desea amar, no debe dejar de buscar esa “persona perfecta” que desencadenará en usted la reacción abrumadora. La cultura popular se ha ocupado a través de la literatura, el cine, la poesía y las artes plásticas, de exaltar este amor romántico, basado en una caudal de fantasías y, por lo tanto, abonado a ser una fuente permanente de decepción y frustración. En consecuencia, si usted vive el sueño del amor romántico, buscará su persona especial entre ráfagas de emocionante optimismo y largos períodos de frustración.
Yoguina: Les contaré una historia que sucedió entre los habitantes de mi pueblo.
Se encontraban dos amigos que hacía tiempo que no se veían y uno de los dos preguntó al otro “¿Te casaste finalmente? ¿cuántos hijos tienes”
Bueno, tengo que decirte la verdad, pasé mi juventud buscando a la mujer perfecta. En el cairo encontré a una mujer bella e inteligente, con ojos como aceitunas, pero era muy cruel. A continuación en Bagdad conocí una mujer que tenía un alma maravillosa y generosa pero no teníamos ningún interés en común. Una mujer tras otra me parecía al principio ser la elección perfecta, pero pasado un tiempo descubría que faltaba algo. Hasta que de pronto un día, allí estaba ella. Era bella, inteligente, generosa y amable. Lo teníamos todo en común.
Y ¿qué pasó? ¿por qué no te casaste con ella? Preguntó de nuevo.
Bueno... es algo muy triste... Parece ser que ella buscaba al hombre perfecto.
Darío: Muy interesante observar este idealismo del personaje que busca una quimera. Pero, siguiendo con lo que Néor afirmaba sobre la negación del romanticismo por ejemplo, la misma sexualidad pienso que resulta mucho mas completa, gozosa y enriquecedora, desde el sentimiento de amor.
Néor: Por supuesto. Pero una cosa es amor como estado de afectividad, complicidad, descubrimiento y fuente de sentimientos y sensaciones, y otra muy distinta, el estado de enamoramiento que supone una infatuación y una ceguera de carácter hormonal, absolutamente transitoria. Sin embargo cuando éste llega, el gran “trabajo a dos”, consiste en convertir esta inflación pasional en amor cooperativo.
Darío: De todas formas, todo el mundo siente el romanticismo como algo natural.
Néor: No se lo crea, el romanticismo es un movimiento que surgió como reacción y rechazo de un período anterior, el de la Ilustración que, como sabe, puso un énfasis absoluto en la razón. Frente a ella, surgió una corriente de románticos que exaltaban, la emoción, el sentimiento y la pasión. El impulso romántico persigue el enamoramiento y se recrea en esa sensación eufórica de entusiasmo que, a veces nos abruma, procediendo a bloquear otros sentimientos.
Darío: ¿Qué dice el mundo de la Psicología acerca del amor romántico?
Prometeo: La Psicología relaciona el enamoramiento con algunos aspectos que se registran en la vida de todo niño. Veamos: El niño recién nacido, vive fundido a todo y no distingue entre él y el resto del universo. Su madre es él, la cuna es él, todo lo que su mente percibe es él. Su piel no delimita todavía el yo del no-yo. En este sentido, una gran parte de la Psicología afirma que la primera experiencia de fusión y “unicidad” queda incorporada en nuestra mente subconsciente y, que en la edad adulta impregna nuestras fantasías íntimas. Desde esta perspectiva, el impulso romántico supone el sentimiento que reviven los enamorados, acerca de un antiguo eco que se registró con la madre en la infancia. Es por ello que el deseo de refugiarse en las endorfinas del romanticismo, como fuente de felicidad y supresión de la soledad, es sencillamente regresivo e involutivo. Independientemente de que esta exaltación, como fuente de felicidad, para más -inri- sea efímera y en su exagerado vaivén, deje mucho que desear.
Yoguina: La fuente de la felicidad aunque parezca visible, está muy escondida. Les voy a relatar un cuento acerca de las llaves del amor que mi abuela nos contó una noche de otoño cuando tenía 7 años.
LAS LLAVES DEL AMOR. En un oculto y misterioso plano de existencia Universal, hallábanse reunidas todas las fuerzas creadoras de los mundos, dispuestas a dar lugar a la creación del hombre en un lejano y hermoso planeta azul.
Como quiera que estos dioses tenían un gran sentido del humor, decidieron gastar una enorme broma al ser humano: La broma más importante de la creación. Para lo cual decidieron reunirse y determinar, nada más y nada menos, que el dónde esconder las llaves del amor y la felicidad.
"Las esconderemos en lo más profundo de los mares", dijo uno de ellos.
"Ni hablar", advirtió otro rápidamente. "El hombre avanzará en sus ingenios científicos y será capaz de llegar allí y encontrarlas".
"Bueno, pues también podríamos esconderlas en lo profundo de los volcanes" dijo otro de los presentes.
"Tampoco", volvió a replicar "Resultará inútil porque así como será capaz de dominar las aguas, también será capaz de dominar el fuego".
"¿Y por qué no bajo de las rocas más sólidas y profundas de la tierra?
"Inútil", replicó un tercero. "No pasarán unos pocos miles de años que el hombre dispondrá de capacidades increíbles para sondear los subsuelos y extraer todos los metales y piedras preciosas que desee".
"Ya lo tengo" dijo otro. "Esconderemos las llaves en las altas nubes del cielo, un lugar al que el hombre no puede llegar".
"Tonterías". Replicó rápidamente otro de los presentes. "Todos sabemos que el hombre no tardará mucho en volar y dominar los aires. Y qué duda cabe que al poco tiempo de surcar los cielos, las hallaría".
Un silencio primordial se hizo en el seno de aquel insólito cónclave de los dioses.
Hasta que al fin. El que destacaba por ser el más ingenioso de los dioses, dijo con solemnidad y regocijo:
Esconderemos las llaves del amor en un lugar que el hombre, por más que busque tardará mucho, mucho tiempo, en suponer e imaginar.
¿Dónde? ¿Dónde? Preguntaron con ansiosa curiosidad los demás, que conocían de su sagacidad y lucidez.
El lugar del Universo que el hombre más tardará en mirar y en consecuencia hallar es:
-En el interior de su corazón-
Darío: Una gran verdad, pero entonces ¿qué pasa con el “Eros” y el erotismo en su componente de fusión con el otro?
Prometeo: El concepto “Eros” tiene un nuevo significado, frente a la fuente de fraude y autoengaño que suele vivirse en el idilio romántico. Es posible que la atracción sexual e incluso el enamoramiento, puedan tener un papel en los inicios de una relación de pareja, pero ese factor tendrá que mezclarse con una compleja multitud de otros factores, para mantener una relación de intimidad profunda y duradera. Insisto que el verdadero trabajo de afectividad, será convertir la atracción erótica de los primeros ciclos del inicio, en amor cooperativo.
Darío: Todo un camino... y además del romanticismo ¿qué otros parámetros en el mundo de las relaciones de esta cultura, le han resultado asimismo artificiales o inoperantes?
Prometeo: De momento le diré que uno de los problemas más notables con los que se tropieza una gran parte de las parejas, es el de la “puesta al día” de los patrones de relación. En este sentido, les diré que los varones nacidos antes de los años 70 se enfrentan a una aguda crisis de relación ante lo femenino. La mayoría de estas personas han sido programadas desde modelos patriarcales. Los padres y educadores de los nacidos en esta época, han “pasado” a los hijos sus modelos de autoridad masculina, basados en la radicalidad y control sobre el femenino. Son hombres que ignoran como relacionarse con la mujer en un plano de amistad e igualdad, porque su programa mental les impide reconocer en ella, el principio solar y mental que ha permitido a los seres humanos individualizarse de la naturaleza y discernir con voluntar y criterio. Son personas que se enfrentan a la progresiva independencia de su realidad emocional, y sobre todo, a dejar de sentirse amenazados por la emergencia de los valores femeninos en su interior.
Darío: ¿Y qué pasa con los patrones antiguos de la mujer?
Prometeo: Lo mismo pero a la inversa. El patrón femenino caduco, es el de “hija” eterna de ese padre-marido autoritario y dominante, al que necesita para vivir el mundo exterior. Es un modelo mental de mujer que vive con la necesidad de sentirse “protegida” y “mimada”, premiando con su infantil manipulación, la caballerosidad de un galán que, en nombre de la buena educación y una rancia masculinidad, financia y gestiona los asuntos de su vida. De este manera que describo con cierta ironía, se afirma la mujercita-objeto, una niña que “caza” al varón, lo saca de su madre y, de paso, le hace de mamá de por vida. En la actualidad, éste es el modelo “princesita” que borda su papel manipulador de la sexualidad en nombre de la inocente coquetería. ¿Usted cree que el citado modelo está capacitado para experimentar el sentimiento de amor-consciencia al que nos hemos referido anteriormente?
Darío: Supongo que en el curso de la evolución, la relación narcisista dará lugar a un amor cooperativo. Y bien, ¿qué pasa con los nacidos a partir de los años 70?
Prometeo: Lo tienen mucho más fácil ya que sus mentes están sintonizadas con programas de un mayor “androginato psíquico”, y la misma aceptación que sienten en su interior acerca de su propia bipolaridad, la expresan en el exterior en la cotidiana convivencia. Son las nuevas relaciones en las que ambos miembros manejan también ambos roles, tanto en el exterior de la casa, es decir, en lo económico y mental, como en el interior de la misma, en lo afectivo y emocional.
Darío: Observo que este reciclaje de modelos va a romper muchas estructuras de pareja que no podrán actualizarse sin rupturas.
Prometeo: Así es, de hecho en los principios del tercer milenio se asiste a un número de rupturas de pareja con más de veinte años de matrimonio a sus espaldas que alcanza proporciones inusitadas. En realidad en esos casos, no se rompe con el cónyuge, sino con el modelo casi irreciclable en el que se fundó la relación. La ruptura tiene lugar con el patrón emocional que inspira el vínculo entre ambos cónyuges. De hecho tras la separación, el cariño y la hermandad con el ex-cónyuge subsisten, aunque el dolor posterior a la ruptura, genere cierta grado de toxicidad inicial.
Darío: Entiendo. Pues bien, desde esta perspectiva ¿cuál sería para usted la siguiente creencia que comienza a superarse?
Prometeo: La creencia del establecimiento de vínculos. Este programa afirma que si queremos amar algo, debemos forjar vínculos con ello a lo largo de un período de tiempo. La creencia de que amar exige enredar al ser amado en el futuro de usted, hará que le dé miedo amar. Incluso puede que suceda que le atormente la idea de amar a una nueva persona, cuando ya está amando a otra. Observe que la pareja que opta por un desarrollo de consciencia, puede considerarse no sólo como un espejo del uno para el otro, sino también como un escenario de autoconocimiento, pero este enfoque no debe confundirse con el hecho de pensar que para evolucionar se tenga que hipotecar el devenir emocional.
Darío: Pero la idea del amor “para siempre” parece que nace como consecuencia del sentimiento de amar y está muy arraigada.
Prometeo: Recuerde que estamos hablando del amor como expresión de un estado interno, y no de un contrato o acuerdo entre dos seres que tiene que ver con otra dimensión de la realidad, una dimensión económica, familiar, social ó jurídica. La expresión culminante del establecimiento de vínculos, es la creencia de que el amor verdadero es el amor que no acaba nunca. Este modelo afirma que si usted ama a alguien ahora, siempre deberá amar a esa persona, hasta que la muerte los separe. Y este mito de establecimientos perpetuos puede llegar incluso a resultar penoso para las personas que padecen y sufren por motivos del contrato. En cierto modo es un chantaje que obliga a quitar importancia a los regocijos del momento, presionando al inconsciente para que mantenga esos regocijos hasta el futuro. Además, usted no sabe lo que le deparará el porvenir, sea lo que fuere, le deparará bastante amor aunque no sea con este ser amado concreto. Por lo tanto, ame esto ahora sin referencias de futuro. Siempre que experimente los calentamientos del corazón, eso es auténtico, eso es amor verdadero. Mañana usted puede usted dirigir su energía de amor en otra dirección, pero ahora ama ésta.
Darío: Pero la familia es resultado de un entorno proclive para el desarrollo de los hijos. Los niños parecen requerir padres únicos y estables. Si no se forjan vínculos y compromisos ¿qué consecuencias puede tener para los hijos?
Prometeo: El único compromiso que puede usted sensatamente abordar es el compromiso con su propia coherencia y honestidad ¿Por qué no deja de mirar este “programa de familia” como si fuera algo dado por la naturaleza como inamovible y definitivo? La constitución de la familia tal y como la conocemos no deja de ser un modelo de los muchos que han venido circulando por la historia de los pueblos y culturas. La reproducción de la especie que es la primera función de supervivencia de la humanidad, se adecua según las necesidades inherentes al patrón de supervivencia y desarrollo de cada comunidad, bien sea agraria, bien sea la dedicada al comercio, a la ganadería, bien en montañas o en playas, en climas cálidos o fríos, al final ó al principio de un paradigma cultural... ¡Hay tantos modelos en este Planeta! Abra su mente y verá que lo importante en relación lúdica con los hijos es vivir la “calidad de la relación” con su correspondiente atmósfera de amor y generosidad, evitando la frustración ambiental que se genera cuando hay victimismo y “obligación”.
Darío: En fin no deja de parecerme una relativización, ante la que confieso sentir cierta inseguridad, pero a nivel intelectual se lo acepto ¿Hay más creencias a caducar?
Prometeo: Si, hay varias más, como la de “ser amado”. Es fácil creer, sobre todo e etapas de inseguridad e inmadurez emocional, que lo importante no es amar, sino ser amado y merecer la aprobación de los demás. El mito, como todos, tiene algo de verdad, ya que para tener buenas relaciones es preciso que se tenga un buen concepto de nosotros. Las personas tienen un deseo innato de ser amadas, apreciadas y respetadas por aquellos que los rodean. Es por ello que resulta útil y satisfactorio recibir amor, pero recuerde: es mejor para usted amar que ser amado. Además usted nunca podrá controlar cuánto le quieren, si hoy le quieren más o menos que ayer, y en el peor de los casos, si su atención emocional está orientada a que le quieran, se moverá en función de un sentimiento que no depende de usted. Al fin y al cabo el que tiene las experiencias de calentamiento del corazón es el amante y no el amado. Como podrá comprobar, el desarrollo de una relación es un trabajo de independencia y calidad afectiva.
Darío: De todas formas, reconozcamos que a todos nos gusta experimentar el sentimiento de que somos importantes para alguien, que se nos quiere y apoya. Pienso que nos da seguridad y estabilidad.
Prometeo: Por supuesto, pero tenga en cuenta de que aquí estamos hablando de “acentos”, es decir, en cuál de sus espacios interiores pone usted la atención, sí en amar ó en ser amado, y desde esa altura, recuerde enseñanzas de amor con mayúsculas, tales como las de Francisco de Asís que a propósito de amar y ser amado, dice:
"Dios de mi corazón, haz que no quiera tanto ser consolado como consolar, ser comprendido como comprender, ser amado como amar, porque el entregarse uno mismo es cuando se recibe, al olvidarse de uno mismo es cuando se encuentra."
Darío: Observo que el amor es todo un arte acerca de uno mismo.
Prometeo: Sí, primeramente supone el arte de hacerse a sí mismo, de cultivar la propia perfectibilidad que es, tal vez, la obra de amor más importante de nuestra vida consciente, una obra alquímica que integra al amante y al amado. Por otra parte y, aunque no sea el móvil del amor, tengamos en cuenta que no se puede recibir amor sin dar.
Darío: ¿Algo así como siembra y recogerás?
Prometeo: Sí, y por centuplicado. Es muy posible que usted conozca personas que porque amaban mucho han recibido mucho. Hay personas que piensan que el amor, sólo es válido cuando se comunica a otra persona que lo aprecia, ¿por qué? Acuérdese de alguna vez en que contempló un atardecer y se sintió unido al Universo. ¿Tuvo que comunicar a alguien su experiencia para que tuviera validez?. Tal vez convendría preguntar: ¿En qué medida está dispuesto a amar sin preocuparse de si los demás lo aman a su vez? No se preocupe de si le aman otras personas, eso es problema de ellos. Y recuerden que hablo de amor, no de un sentimiento de dependencia.
Darío: No deja de ser un reto de crecimiento y madurez. Observo que a medida que hablamos, se abre una gran cantidad de programas culturales respecto al amor y la relación, con lo que las antiguas verdades se relativizan. ¿Qué otros principios piensa que merecen la pena replantearse?
Prometeo: Merece la pena desprenderse de programas antiguos, como por ejemplo la creencia del “acuerdo”. Se suele creer que el amor nunca es discusión. Se cree que es preciso estar de acuerdo con la persona amada: “Nos queremos mucho porque estamos de acuerdo en todo”. Pero hay que tener en cuenta que amar a alguien quiere decir sí a la persona, no a la conducta o a las ideas
Darío: Tal vez son residuos de la vieja cultura patriarcal que usted mencionaba como de corte unilateral y masculino: ¡La mujer se calla y obedece! ¡Calla y “respeta” a tu padre!
Prometeo: Así es, pero realmente en el antiguo modelo se ha venido creyendo que amar a alguien significaba una cierta forma de sometimiento a dicha persona. Este mito del acuerdo ha producido vidas sentimentales bajo la esclavitud. Se puede amar a alguien y estar en desacuerdo con él. Es decir que se le puede amar y seguir diciendo No. Si usted siente que tiene que estar de acuerdo con toda persona a la que ame se puede convertir en un felpudo. En el seno de la propia pareja, hay que aprender a formular objeciones, sin descalificar a la persona, es decir que hay que poder decir no a conductas o aspectos que reprobamos, sin que esto ponga en peligro el amor, ya que no debemos confundir amor con acuerdo. ¿En qué medida estamos dispuestos a amar profundamente, sin tener que hacer lo que estrictamente quiera su ser querido, ni esperar que a su vez éste se comporte como usted quiera? ¿es que tememos defraudarlo?
Darío: Por lo que veo, hay que aprender muchas cosas en la relación de pareja.
Néor: Tal vez se tenga que aprender a decir No, sin hacer juicios de valor, ni tener que enfadarse. Tal vez haya que aprender a decir No, sin sentir la amenaza interior de perder el favor, la protección y la incondicionalidad de esa persona. Aprender a decir No es aprender a decir Sí a otra parte interna que muchas veces no conocemos todavía de nosotros. ¿Piensa usted que para ser capaces de decir No, deberemos de superar antes nuestra necesidad de ser aprobados y queridos de esa forma tan dependiente?
Darío: Una vez más los miedos soterrados y las heridas de abandono sin resolver... ¿qué otros aspectos antiguos se observa en los patrones tradicionales del amor?
Prometeo: Otro patrón muy común corresponde a la creencia del amor-dolor, por el que se supone que si se ama, se acabará padeciendo mucho. Hay personas que han sufrido por culpa de desengaños, que se han visto maltratadas, y no solo una vez sino muchas, y han terminado por asociar amor con dolor. Para ellas hay que recordarles que es mejor haber amado y sufrido un desengaño que no haber amado nunca. También sería bueno recordar que el dolor es inevitable en la vida humana. De cualquier forma, han sido los grandes amores los que produjeron dolor, y tal vez abrazando los pequeños amores se puede enriquecer enormemente la vida.
Darío: De estas experiencias de dolor es natural que surjan blindajes en el corazón.
Prometeo: Si, y es útil protegerse, pero también pasado un tiempo, estas armaduras se oxidan y se disuelven, abrazando simplemente la sencillez y la sinceridad de lo pequeño, de lo hermosamente cotidiano. Este pensamiento nos lleva al mito de la -Panacea-. Un mito que nos habla de la maravilla que supone encontrar al ser amado, ya que éste cambiará su vida, resolverá sus problemas, terminará con su soledad, le curará las enfermedades, y dará significado y seguridad a su existencia. Este mito tiene algo de verdad, pero le hace prestar atención a cosas equivocadas. No cabe duda de que la relación de amor tiene el poder de resolver, aliviar la soledad, curar la enfermedad y dar paz... por lo menos durante cierto tiempo. Pero en el mito de la Panacea, se plantea la solución de los problemas en dirección equivocada, es decir, desde fuera y no desde dentro.
Darío: Observo que este planteamiento tiene lugar, sobre todo cuando no se termina por aceptar las circunstancias de la vida presente.
Prometeo: El mito de la Panacea sólo atrae si uno está a disgusto con la vida actual y busca lo positivo en el futuro y no en el trabajo personal presente, diario y transformador. Este planteamiento tiene pocas posibilidades de éxito a largo plazo. La manera de sentir la seguridad en el amor, es emprender el camino del amor y desarrollar la capacidad de amar a cualquier persona o cosa que encontremos. E insisto no relacione amor con sexo. Sólo usted puede provocar esa transformación y no porque haya encontrado al ser ideal ¿en qué medida se ha resistido a amar a seres que le parecía que no tenían capacidad de transformar su vida?
Darío: Y bien, ¿qué me dice de la capacidad de aprender a amar?
Prometeo: En este sentido le diré que en un capítulo de Los Vedas, libro sagrado de la cultura hinduista se establecen cuatro niveles de relación. El primero se da cuando nos relacionamos para obtener algo. Es un nivel básico alejado de la perfección de nuestro potencial de amor.
Darío: ¿Estamos hablando de egoísmo?
Prometeo: Sí, de egoísmo y también de necesidad, pero no hagamos juicios de valor. Lo único que sabe hacer un niño recién nacido es succionar. De hecho el mundo para él, es alimento, es tomar, recibir y absorber. Y cuando nos relacionamos con las personas desde este sentido regresivo y egoísta, en realidad estamos siendo inmaduros y dependientes.
Darío: ¡Qué le vamos a hacer! ¿Cuál es el segundo nivel?
Prometeo: El segundo nivel corresponde a relaciones cuyo propósito está orientado al hecho de intercambiar, es decir dar y recibir. Este nivel aunque algo más evolucionado, tampoco contiene una vibración elevada de amor.
Darío: Tal vez este segundo nivel de intercambio que usted menciona, es el más frecuente en las relaciones del modelo socioeconómico.
Prometeo: Así es. Y tal vez en el comercio encuentra su máxima expresión, aunque hay empresarios que ya han pasado por la etapa de la supervivencia y ya no ponen tanto su acento profesional en el recibir, sino en el realizarse como empresa útil que sirve a la sociedad, siendo todo un bien social por medio de su trabajo.
Darío: ¿No estamos hablando ya de otro nivel?
Prometeo: Sí, el que corresponde al tercer nivel que subraya el propósito de la relación en el puro hecho del dar, pero sintiendo una satisfacción personal y un goce por ello. Y digo “pero” porque todavía hay algo egoico detrás del acto de amar. En este nivel todavía hay una satisfacción que valida la relación, con lo que todavía hay filtros y preferencias de autosatisfacción en los demás, lo que conllevará a preferencias y selecciones basadas en dichas complacencias sutiles. Todavía no se ama a todas las criaturas por igual.
Darío: Está usted subiendo mucho caballero.
Prometeo: No olvidemos que la mirada a la cima de la montaña es una buena orientación para hacer el camino. No neguemos lo difícil que tarde o temprano y a base de mirarlo y mirarlo nos convertiremos en ello.
Darío: ¿Y cuál es el cuarto nivel?
Prometeo: Supongo que lo imagina. Pertenece al reino del amor con mayúsculas. Ese amor que da generosamente, con neutralidad emocional, un amor que da porque es así su existencia, desde su identidad esencial –energía-amor-, porque se da sin necesariamente contabilizar que se está dando. Digamos que sucede como algo natural ¿Usted cree que el Sol contabiliza la luz y la vida que da en cada rayo? Es simplemente así. Su presencia es un beneficio, y ese dar sucede como inevitable, incausado, absolutamente natural. Su acción baña a todos lo seres por igual, sin discriminación. En realidad, alcanzar ese grado evolutivo supone realizar la identidad esencial, convertirse y recordar lo que ya somos pero no nos creemos que somos: Amor y Luz.
Darío: Observo que mientras realizamos lo que usted llama nuestra verdadera identidad, el amor de andar por casa, es la gran asignatura del ser humano.
Prometeo: El amor como estado último de descondicionamiento de nuestra propia mente, es una asignatura que tarde o temprano merecerá la pena afrontar mediante el desarrollo sostenido de la auto-observación y el desenmascaramiento de las argucias de ego y de la memoria. Aprender a amar es un inteligente trabajo de desarrollo de las propias capacidades emocionales, mentales y espirituales. Tal vez es un trabajo de por vida, y su ámbito es tan amplio que abarca, no sólo a los seres queridos por afinidad, u otros motivos de gratificación, sino a la luz de todo ser vivo es, que está más allá de nuestras diferencias formales.
Darío: De todas formas ¿piensa que el amor es algo que se puede aprender?
Prometeo: Hay personas que piensan que el amor, la esperanza y la fe, no son emociones que se puedan aprender. Piensan que, en todo caso, es posible enseñar a los hombres a no odiar, pero que no es posible enseñarles a amar.
Darío: ¿Y qué piensa usted?
Prometeo: Pienso que en el camino del amor podemos aprender a disciplinar las imperfecciones. Se trata de cultivar los sentimientos más reales y básicos que se basan en el amor creciente a todos los seres.
Darío: Observo que nos acercamos al amor místico, una especie de devoción ¿No se puede considerar esta devoción como una huída de la realidad, una forma de satisfacer los deseos terrenales en la fantasía y la abstracción de lo divino?
Prometeo: El punto de vista del místico es justamente el opuesto, ya que considera que los deseos terrenales del hombre normal son sustitutos de lo que realmente todo hombre quiere: La experiencia de Dios. Y por lo tanto, buscando a Dios, buscando su plenitud, busca a tientas en todas direcciones. Es como decir que el hombre dormido, buscando el sosiego, bebiera en aquellas aguas que no calmarán nunca su sed.
Darío: ¿Qué sucede cuando el hombre persiste en su auto-perfeccionamiento, procediendo a refinar sus sentimientos?
Prometeo: Cuando conocemos el verdadero objeto de nuestro amor, más allá de las apariencias, podemos encontrarlo en todos los seres y en nosotros mismos.
Darío: Entiendo que todas las expresiones de sentimiento expuestas son de alguna forma, manifestaciones del amor como energía, una energía que anhelamos a pesar de todos las limitaciones que encontremos ¿Piensa usted Néor que el amor es una necesidad?
Neor: Observe que así como la materia de una estrella se mantiene unida por una fuerza de gravedad, la especie humana se encuentra unida por la necesidad de un estado interno mas satisfactorio y se ve impulsada a alcanzarlo. Nuestras mentes gravitan en torno a la paz interior. Puede que inicialmente uno no se dé cuenta de que ésta es realmente su meta, por aquello de la fascinación que ejercen las promesas de exaltación y euforia sensual, pero cuanto más nos acercamos a nuestro propio centro, más evidente se nos hace que por encima de todo lo que buscamos es paz interior, una paz que no nos la dará el “tener”, porque no está en manos, ni tan siquiera la pareja soñada y todavía por venir...
Darío: Si no nos la da el tener, nos la dará el Ser. Pero es evidente que la afectividad y los valores derivados de la sensibilidad, cuando se proyectan hacia el otro sexo con toda su fuerza pasional, nos elevan y demandan “propósito y proyecto”. Por lo que veo, el amor es una fuerza espiritual hacia la paz.
Neor: Desde la perspectiva de la Física, la fuerza de gravedad y el amor no difieren gran cosa el uno del otro. La gravedad es la atracción de la masa por la masa, es una fuerza que impulsa al universo físico a retornar a su unidad original. De la misma manera el amor puede considerarse como la atracción de la vida hacia sí misma, como un constante deseo de la unión consciente. Tal vez en un determinado nivel, podríamos considerar el amor como la “fuerza gravitatoria espiritual”, pero también algo que en realidad somos, hemos sido y seremos: Totalidad. Porque lo creamos o no, todo nace y muere desde el amor y para el amor.