miércoles, diciembre 03, 2008
Los O.V.N.I.s, Los Militares y El Poder
En documentadisimos trabajos y obras de investigadores y periodistas que han tratado el tema Ovni se halla profuso material sobre los devenires no siempre felices de la relación entre los No Identificados y los Militares. Dado que desde el principio de esta historia la irrupción del fenómeno (sea cual fuere el origen que se le dé) creó una preocupación en la defensa de las naciones no es extraño que gran parte del problema haya sido trasladado a los Ministerios de Defensa y a los Militares en general. Si a ello agregamos que la mayor parte de las apariciones han comprometido el espacio aéreo de los países, más decisiva tiene que ser la participación de las Fuerzas Aéreas. Sin embargo no podemos olvidar, sobre todo en los países más desarrollados, que la actuación castrense en este tema nunca ha estado desligada de una corriente política y de gobierno. Ni los Militares ni sus cúpulas han hecho nada con la información sin respetar las directivas del poder político. Para analizar esta situación no debemos perder de vista ese marco de referencia que involucra a la política, a la geopolítica y a los grandes intereses globales en sus diversos tiempos e intensidades porque allí esta la clave para entender la actitud castrense.
LOS AVIONES DE FUEGO
La segunda guerra mundial significo la madurez definitiva para los enfrentamientos aéreos entre los aliados y las fuerzas del eje. Es durante esta contienda que los primeros reportes de los Foo Figthers alcanzaron a los servicios de inteligencia de ambos bandos. Tanto en el aire, como en tierra o mar, ya sea en la conflictuada Europa como el hervidero del pacífico, la aparición de estas bolas de fuego con ¨conducta inteligente y deliberada¨ se multiplicaban. Se sabe que la sola posibilidad de ser consideradas armas enemigas obligó a las inteligencias de ambos bandos a estudiar esos reportes, y al parecer los alemanes pusieron más énfasis que los ingleses en tratar el misterio, pero algo quedo claro: esos fenómenos no respondían a potencia conocida en la contienda. Llegó a tal punto la insistencia de las denuncias que el Oberkomando der Luftwaffe creó el Sonder Buro 13, cuya actividad recibió el nombre cifrado de ¨Operación Urano¨, grupo que estaba compuesto por oficiales de la aviación, ingenieros astronáuticos y consejeros científicos. Este primer organismo comenzó a reunir informes que ya estaban en poder del Alto Estado Mayor para analizarlos. No vamos a explayarnos mucho sobre el particular, el tema de los aviones de fuego es bien conocido por los seguidores del tema Ovni, pero sí, hemos de tomar en cuenta que las comisiones creadas en el seno de la inteligencia alemana y también británica - dirigida por el Teniente General Massey- permitieron tener un conocimiento indudable de estos fenómenos mucho antes de la Guerra Fría por lo que la contienda de Europa y el Pacífico no concluyeron sin que los militares y los gobiernos tuvieran referencia de los Ovnis, aunque para entonces ni esta sigla ni la palabra ¨plato volador¨ significaban algo. Estos fenómenos también se hicieron presentes en la Guerra de Corea en pleno conflicto entre la Unión Soviética y los Estados Unidos de América. No es raro, entonces, que los militares se mostraran interesados en el particular a pesar de los diferentes conflictos que requerían de su atención. Si los reportes sobre avistamientos a partir de 1945, con el inicio de las Guerra Fría, pudieron en principio suponer una irrupción tecnológica del bando contrario, las evidencias, el creciente espionaje y la lógica del análisis apoyada en estas experiencias de la segunda guerra, debieron aceleradamente dar cuenta a los analistas militares que estaban ante ¨otra cosa¨, aunque la excusa del ¨enemigo¨ servía para reservar la información y dar mayores presupuestos para las actividades de seguimiento y espionaje. Lo que no se esperaban los militares y los gobiernos de ningún país, y en especial de los EE.UU. es que al finalizar la segunda guerra estos fenómenos se lanzaran en oleada por todos lados ante los atónitos ojos del pueblo, entorpeciendo mortalmente los esfuerzos por mantener en reserva la información. Cuando las preguntas de la gente empezaron a tornar irrespirable el aire de las oficinas del Pentágono la prensa y los investigadores tomaron cuenta de algunas iniciativas que la Fuerza Aérea había desarrollado para estudiar a los Ovnis. En esta coyuntura, el 30 de Diciembre de 1947, el Secretario de Estado de la Defensa James Forrestal firma el decreto por el cual se crea el Proyect Sign, con sede en Wright Paterson ( Ohio), aunque se le conoció también como Proyecto Platillo. Al parecer los informes recopilados, y en particular del personal militar se hicieron profusos e inquietantes, casi inconvenientes, por lo que el 11 de Febrero de 1949 el Proyect Sign fue reemplazado por el Proyect Grudge ( rencor, animosidad). Algunos de los oficiales encargados de reunir y relevar información fueron llamados al orden y con el comunicado del 24 de Abril de 1949 debían reintegrarse a sus unidades para comenzar con una nueva política: Un personal muy reducido se limitó a recibir y clasificar los testimonios y tras ¨un minucioso exámen ¨el 23% de los fenómenos que permanecían inexplicados quedó reducido a una cifra casi inexistente por la sección de psicología de la nueva comisión. El mensaje al pueblo: nada se había visto, los ¨platos voladores¨no existían.
UN PROBLEMA CANDENTE
Varias son las comisiones que fueron creadas en el ámbito de la fuerza aérea americana subsidiarias del Proyect Grudge como el Proyecto Centellante que pretendía estudiar las ¨bolas de fuego verde¨ que empezaron a irrumpir el escenario luego de las explosiones nucleares. La guerra de Corea vendría a acallar todo el asunto. Para 1950 la agencia Gallup, instituto de sondeo, publicó los resultados de una encuesta donde se afirmaba que el 92 % de los americanos creía en los ¨Platillos Voladores¨. Y para 1951, como los informes seguían acumulándose, el Comandante General Charles P. Cabell, director del servicio de información del Estado Mayor del Ejercito del Aire, dio órdenes verbales para que el Cuartel General del Aire revisara todo el asunto, designándose al comandante J. Ruppelt como director de este trabajo. Se creó un consejo consultivo, el Proyect Bear, integrado por técnicos y científicos en varias disciplinas. La comisión se desarrolló, se multiplicaron los informes y sus análisis resultaron más profundos. Con la creación del ¨Bera¨ Rupllet formó un grupo de consejeros científicos fuera de la comisión con los hombres que visitaban periódicamente el Proyect Grudge, constituyendo en poco tiempo el GOC ( Ground Observers Corps), una verdadera red de observadores de Ovnis. Pero en Marzo de 1952 el Grudge es reemplazado por ¨Proyect Blue Books¨ o Proyecto Libro Azul. Ruplet, tras haber presentado un informe sobre los UFOs al comandante general Samford, asumió la dirección de esta nueva comisión. Los poderes del Blue Book fueron acrecentados notoriamente con un oficial de enlace en el Pentágono, contactos directos con las bases aéreas, los observatorios astronómicos y la estaciones meteorológicas, etc. Hasta entonces los intentos por tranquilizar a la población habían fracasado estrepitosamente. Todo el mundo hablaba de Ovnis, las revistas de más tirada, hombres prominentes de la política, militares, científicos, sumados al gran debate sobre los No Identificados. Rupllet se hallaba más partidario a su existencia que a cualquier intento de negación en medio de una oleada de observaciones. Tanto es así que el 25 de Julio de 1952 un comunicado oficial de prensa dice: ¨El Departamento de Defensa ha ordenado a los pilotos de caza derribar a los Ovnis Que desobedezcan la orden de aterrizar.¨( Washington Daily News). El 29 de Julio de ese mismo año un portavoz de la USAF dijo en parte de la lectura de un comunicado: ¨No podemos saber de manera cierta si se trata de visitantes llegados de otros planeta o de un país extranjero, pero, a nuestro juicio, estamos ante fenómenos físicos que en actual estado de la ciencia, somos incapaces de explicar.¨ Para agosto del mismo año se tomó la decisión de estudiar las maniobras Ovni para determinar si estaban pilotados por seres inteligentes. Y 1952 termina con un comunicado a la prensa que firmaron el Presidente Truman, el secretario de Defensa Louis Johnson y el presidente de la Comisión de Energía Atómica: ¨esos fenómenos aéreos inexplicados no son ni un arma secreta, ni un cohete, ni un nuevo tipo de avión experimentado en los Estados Unidos¨.
EL CIRCULO SE ESTRECHA
Pero para enero de 1953 se reúne en el Pentagono la comisión conocida como El Gran Jurado, bajo la presidencia del Dr. H.P. Robertson, profesor de física teórica. Su conclusión de ¨cinco días de trabajo¨ se conoce con el nombre de Rapport Robertson ( Reporte Robertson) que con la ayuda de otros notables y los tres miembros de la C.I.A., Marshal Chadwell ( asesor científico de la Central de Inteligencia), Ralph Clarck y Phiplip Strong, junto al doctor Joseph Allen Hynek, consejero científico del ATIC ( quien rehusó firmar el informe) dieron un golpe certero a la corriente favorable de aceptación Ovni. El mayor Dewey Fournet presentó un estudio de las maniobras de Ovnis y concluye que se trataba de ingenios interplanetarios, sin embargo en las últimas sesiones dedicadas a redactar el informe final, y en el momento preciso en que debía definirse la política futura frente a los Ovnis, intervienen los agentes de la CIA y piden que poco a poco se vaya apagando en el espíritu del publico ´el aura de misterio¨ que rodea a los Ovnis; que los servicios de la USAF procedan a un silenciamiento sistemático pues se argumentaba que durante la oleada de 1952 se habían abarrotado los circuitos de comunicación y de información en plena ¨Guerra Fria¨ atentando contra la seguridad de los Estados Unidos. La USAF apoyó la demanda, y así los Ovnis pasaron a la categoría de fenómenos explicables recomendándose al pueblo norteamericano tratar de distinguir bien lo que ve. Sobrevino entonces una serie de reglamentaciones especiales tendientes a desinflar el tema en todos los ámbito. Restricciones diversas que como la JANAP-146 consideraba como ¨un crimen sancionable con prisión de hasta 10 años y multa de 10.000 dólares, a quien divulgue, a nivel de base aérea, cualquier información sobre un caso no identificado¨. Los pilotos de las líneas comerciales estaban involucrados en esta norma. Los informes se redujeron a su mínima expresión, primero bruscamente y luego en forma progresiva. Y como las dificultades de la USAF fueron decreciendo su servicio de psicólogos sometió al publico testimoniante a un verdadero lavado de cerebro. La persecución llega a la disolución de la entidad civil International Flying Saucer con la prohibición expresa de editar su publicación Space Review. En ese mismo año el capitán Ruppelt abandonó su cargo de Director del Blue Book y fue reemplazado por un ¨soldado de primera clase¨. Luego de muchas otras historietas y maniobras se reuniría la comisión Condon para tratar de dar de un plumazo un decreto de muerte a los Ovnis ante la opinión publica.
LA TRAMA OCULTA
No es extraño que desde la creación de la CIA el tema de los Ovnis sufriera un aislamiento que presionó a las propias cúpulas de la USAF y delineó nuevas funciones para ella en lo que respecta a los UFOs. La política de silencio intentó disuadir a la opinión publica que no había de que preocuparse. La CIA nació con una fuerza especial para la política interna y externa de los EE.UU. Si bien cada fuerza militar poseía su propio grupo de Inteligencia, y en verdad existen y existían en ese momento varias agencias dependientes de diversas estructuras del estado americano, la CIA venía a convertirse en poder supremo en un contexto geopolítico especial, con el suficiente peso para intervenir decididamente en el asunto Ovni casi al momento de su nacimiento institucional. La obra del fallecido Andreas Faber Kaiser ¨Documentación y Memorandos¨ y ¨OVNIS: el archivo Secreto de la CIA¨ demuestra con un abundante y documentadisimo material la acción global de la Central de Inteligencia Americana sobre la temática, realizando estudios, vigilando a los investigadores y disuadiendo a los testigos. ¿ Por qué? Todo ello demuestra que para el gobierno y sus dependencias castrenses y de inteligencia los No Identificados eran considerados no como ¨una falsa alarma¨ sino como algo real y de gran peso. La disuación y sus idas y venidas no hacen más que confirmar ese interés, y solo en apariencia parece ser desordenado, contradictorio y cambiante.
DETRAS DE LA ESCENA
Si estudiamos con cierto detenimiento la época en que los Ovnis irrumpen en la sociedad con toda su fuerza encontraremos un mundo en pleno alineamiento, lo que ha de incidir con fuerza en el destino de los fenómenos en cuestión, aún en nuestro días. La segunda guerra mundial significó un nuevo escenario. Dos bloques perfectamente definidos en oriente y occidente que concentraban fuerzas en dos ejes contrapuestos. La guerra no fue una causa de ello, sino posiblemente su consecuencia. Estados Unidos perfilaba ya un liderazgo creciente en el ámbito internacional y una tierra promisoria para grupos económica y políticamente poderosos fuera de la convulsionada y peligrosa Europa. La amenaza del crecimiento soviético en el este supuso que el auge del Nazismo en Alemania serviría de barrera de contención, aún con sus ambiciones desmedidas, por lo que contaba con la simpatía de empresarios y hombres fuertes de la política americana antes del inicio del conflicto. Ello permitía suponer al propio Hitler que sería posible, incluso, una alianza con Inglaterra que diera vía libre a sus pretensiones de conquista, garantizando el aniquilamiento soviético como un pacto tácito. Una serie de negociaciones secretas se habían llevado a cabo para dar vía libre al crecimiento industrial y armamentista alemán; esas negociaciones siguieron una vez comenzado el conflicto y dada la desconfianza generada por el delirio enfermizo de Hitler, estos grupos intentaron que Himler, segundo en poder, desplazara al Fürer y tomara el control, cumpliendo militarmente los fines que estos negociadores pretendían, su avance sobre Rusia. Entre estos entuertos de inteligencia encontramos en su juventud a uno de los hombres más influyentes de los Estados Unidos, el desaparecido Allen Dulles, Director de la CIA y miembro de una también influyente familia en la historia norteamericana. Su abuelo, el general John Watson Foster fue Secretario de Estado en el Gobierno del Presidente Harrison en 1892 y participó de la anexión de las islas Hawaii ( una verdadera maniobra colonialista), las mismas que 70 años después, el hermano de Allan, John Foster Dulles proclamaría como 51 estado de Norteamérica. Allen Dulles, durante la década de los 20 participó de algunas operaciones diplomáticas reservadas, y por una gran simpatía con Alemania fue uno de los contactos más decididos entre esta y familias influyentes norteamericanas. Sus trabajos tendían a crear un puente firme entre ellos y el Reich, y aún en la guerra intentó favorecer esa relación incluso oponiéndose a la fobia creciente de los políticos americanos hacia Alemania que a partir del hundimiento de barcos mercantes con rumbo a Europa dieron argumentos sólidos para que esta corriente terminara en la firma de la declaración de Guerra a las potencias del Eje. Mientras se planeaba la desarticulación total del aparato bélico nazi, Dulles intentaba que después de la derrota germana el nazismo siguiera en pie. Sus relaciones con empresarios y políticos de Alemania apuntaban a favorecer al Eje aun en sus peores horas. No es raro; cuando Dulles obtuvo el cargo de Jefe adjunto del Departamento de Política Actual y Correspondencia Económica, fue influenciado notoriamente por Ellis Dressel, un experto en asuntos de inteligencia sobre temas alemanes que gozaba de la confianza de los más altos funcionarios pro alemanes. Por entonces estos funcionarios y políticos compartían la creencia que las dos potencias destinadas a llevar el orden a Rusia eran Alemania y Norteamérica. En el interregno entre el final de la 1° y el inicio de la 2° Guerra Mundial Dulles ocupó varios puestos de importancia en compañías petroleras en Medio Oriente, sin abandonar sus servicios diplomático para la inteligencia norteamericana. Fue un prospero hombre de negocios y consiguió un puesto en la importante firma legal Sullivan y Cromwell, una de las más grandes de Wall Street, que prestaba asesoramiento a poderosas empresas como las Rockefeller. Esta firma fue uno de los cerebros del mundo mercantil de aquellos años y vio a Dulles sirviendo a muchos amos al mismo tiempo. Sus puestos eran estratégicos y le daban a conocer los secretos de las relaciones políticas y económicas en sus más diversas formas. Sus influencias y servicios eran requeridos y respetados en todas partes. El hombre influyente se hizo indispensable. Sus relaciones y conocimientos permitieron que ese anhelado puente entre Alemania y Norteamérica posibilitara que luego de la capitulación germana muchos notables científicos, técnicos y militares encontraran refugio en Estados Unidos al servicio de las crecientes y ya poderosas empresas del norte, oficinas de estado y castrenses, donde prestaron importantes servicios al desarrollo armamentístico e industrial, como el caso de Von Braun. Para entonces la industria bélica americana, de la mano de firmas y empresas con nombres muy conocidos, tenían un lugar preponderante. El ingreso a la guerra de EE.UU. había activado la industria, desarrollado tecnología y precisado de la participación directa de las compañías privadas. Sus relaciones gubernamentales las hicieron poderosas, ese mismo poder las llevó a subvencionar campañas políticas que ponían en el congreso a diputados y senadores que respondían a sus directivas, y por lo general tenían que aprobar los abultados presupuestos por los cuales sus Madres Empresarias se harían más poderosas todavía. Para el inicio de la Guerra Fria las empresas privadas desarrollaban tecnología para armamentos y toda logística necesaria en la conflictuada relación entre el este y el oeste. La gran maquinaria se retroalimentaba, manteniendo su justificación en la amenaza soviética, influenciando las maniobras de la política exterior americana y dando nueva forma al mundo. Esta corriente llegó a una Europa devastada y auxilió económicamente el desastre en actitud de bloque, unificando intereses y haciendo prevalecer el modelo impuesto desde Estados Unidos. El verdadero poder económico influenciaba la política del norte y concentraba fuerzas . Para ello también debía existir un brazo de inteligencia capaz de ejercer control por debajo del decreciente derecho de las naciones ante las urgencias de la bipolaridad de fuerzas dominantes. Las agencias de inteligencia que habían actuado en la guerra y lo hacían todavía en el inicio del conflicto este-oeste estaban parcializadas, actuaban localmente. Por eso desde los círculos de ese poder económico se recomendó al mando político la creación de un cuerpo de inteligencia universal, con plenos poderes. En 1947 la Casa Blanca pidió nada menos que al Sr. Dulles que presentara un memorándum consignado sus opiniones sobre las actividades del servicio de inteligencia norteamericano y la propuesta para la creación de una Central de Inteligencia . En este momento crítico el presidente Truman había disuelto la Oficina de Servicios Estratégicos, dirigida por el General Donovan, y la Agencia Central de Inteligencia creada en enero de 1946, solo era una organización temporal. Las recomendaciones de Dulles se ajustaban a las necesidades de la época: que la Agencia fiscalizara su propio personal; que tuviera sus propias asignaciones, pero con derecho a suplementar las mismas con fondos disponibles del Departamento de Estado y Defensa; tener jurisdicción exclusiva para desarrollar operaciones de inteligencia secreta; tener acceso a toda información de inteligencia relacionada con países extranjeros; ser la única agencia reconocida para actuar con servicios de inteligencias extranjeros, y proteger su personal mediante una legislación sobre secretos de estado. Un apartado especial trataba el tema de la permanencia de un Jefe de la C.I.A. por sobre cualquier cambio político. El nido de Dulles se había preparado para que él mismo presidiera la agencia de inteligencia más grande del mundo. En 1953, para la misma época que la CIA hace su irrupción en la Comisión Robertson, Allan Dulles es nombrado como parte de su estructura, llegando luego al puesto de Director con una larga permanencia el el servicio. El movimiento de pinzas de las poderosas corporaciones habían logrado su objetivo que el propio Bertrand Russell anticipara en 1930: que el próximo aspirante a la supremacía mundial sería Estados Unidos. Manteniendo su estabilidad política y jurídica estos poderes obtuvieron un verdadero paraíso territorial y constitucional. Tenían un gobierno comprometido, uno de los ejército más poderosos del mundo, y un servicio de inteligencia que salvaguardaría sus intereses de cualquier amenaza. La concentración de capitales empezó su carrera despiadada, y hasta los embajadores americanos en el mundo parecían más agentes económicos pagados por esas corporaciones que verdaderos diplomáticos. No hay dudas que, como decíamos, al iniciarse la Guerra Fria, el bloque occidental ya conocía la existencia de los No Identificados. A las abundantes experiencias registradas durante la contienda mundial en todos los frentes se podía sumar la opinión fundamentada de los nazis ahora operando para Norteamérica en distintos lugares de relevancia, el propio Von Braun manifestaba públicamente su seguridad sobre la existencia de estos objetos y seguramente su convicción tenía algo que ver con las investigaciones realizadas en Alemania con el proyecto Urano de cuyos documentos y materiales no se sabe hasta donde no llegaron a las potencias en conflicto así de la mano de sus protegidos. Por un raro designio del destino los Ovnis estuvieron presentes en los cielos y las cabezas de países y hombres que protagonizaban cambios en el ajedrez geopolítico mundial. Las experiencias, los testimonios, los proyectos secretos y los hombres que los forjaban formaban parte de un complejo entramado táctico que delineaba al mismo tiempo la forma que hoy tiene el mundo, por eso no hubo sorpresas ante la presencia de los ovnis sino inquietud, por eso inmediatamente la CIA tomó cartas en el asunto a cuenta de lo que la historia reciente de estos objetos dejaba entrever como problema de magnitud, y le dieron el tratamiento usual que daban para los más grandes y complejos problemas: ocultamiento, distorsión, desinformación. Ni la CIA ni la USAF ocultaban información por el bien de la comunidad, esas son excusas ¨democráticas¨, en verdad utilizaron el poder público para concretar sus fines, para favorecer a las corporación, para fomentar los ideales y las acciones que sirvieran su política interna y externa, y esta es parte de la historia que sirvió de escenario a lo que vendría después: un problema sociológico a escala planetaria. Los grupos económicos empezaban a concentrarse, a crear una dependencia y gravitación poderosa sobre las decisiones políticas, era el comienzo de la globalización, la ascensión de corporaciones influyentes que después de la guerra tuvieron un campo excepcionalmente fértil, representando a los valores de la política exterior norteamericana en un mundo que definía su destino ante amenazas diversas. Al extenderse el alineamiento se extendían sus terrenos de acción. Nuevos líderes, los grupos económicos, empezaban a decidir el futuro de las naciones. En ese momento histórico tan especial aparecieron los Ovnis, y por su puesto, nadie se distrajo al momento de una evaluación apoyada en la evidencia: se estaba ante ingenios desconocidos cuyas capacidades operativas no solo no eran de ninguna potencia sino que resultaban totalmente desconocidas. Estos objetos representaban una preocupante posibilidad, la presencia de una voluntad no solamente superior en inteligencia sino también en medios tecnológicos, visiblemente mucho mayores a cualquier previsión. Eran una potencia más grande que el Este y el Oeste juntos. Un problema capital operaba en el cielo, y lo peor es que no había control posible para manejar su influencia sobre el pueblo. Ni la más avanzada tecnología terrestre, ni los mayores esfuerzos de sus analistas ni sus más osados procedimientos servirían de algo ante un intento por controlar esta presencia extraña y peligrosa. Esto debía ser peor que la amenaza soviética, y hasta tanto no se tuvieran precisiones era conveniente desviar la atención del publico. Dado que el problema era global y precisaba de una acción también universal, la CIA se encargo de evaluar el tema descubriendo con tardanza que había fugas por todos lados. Las fuerzas militares, y sobre todo la USAF tenían con el tema una corriente de simpatía. Aunque sus comisiones internas habían tratado el problema con seriedad y sus conclusiones podrían aceptarse como válidas, aquello representaba una acción parcial dispuesta a tratar de responder al origen de estos fenómenos sin observar otros problemas de capital importancia como la incidencia de la información en el pueblo americano, la posibilidad de que los rusos se apoyaran en los ovnis para iniciar una guerra psicológica, y del como se establecería una política global de tratamiento de la información con todas las fuerzas y agencias. Las experiencias demostraban una actitud pacifica del fenómeno y se consideraba que no existía un peligro para la población. Todo el mundo aceptaba alegremente su existencia y por lo tanto se debía establecer un cambio sustantivo para empezar a sacar las papas del fuego. La USAF sintió con más fuerza esa presión y debió silenciar y desacreditar a sus propios camaradas.