domingo, diciembre 07, 2008
Muerte: La Palabra que Se Guarda
La palabra que se guarda sostenida trémulamente sobre el abismo y queda en el silencio. Palabra perdida que se siente en el fondo de la respiración misma y del corazón que la guarda.
“Y la palabra se hizo carne y habitó entre nosotros,
llena de gracia y de verdad”
Evangelio según San Juan
La expectativa de la muerte tiene un componente socio cultural y, desde una actitud colectiva, cada uno elabora ideas imaginarias sobre el morir. En la cultura occidental estas ideas las imaginamos en un futuro lejano , casi inexistente. Vivimos como si la muerte no fuera con nosotros: intelectualmente aceptamos el hecho de morir pero en nuestra actitud hay una negación emocional. Morir es el único suceso que podemos predecir con total certeza y es en el que menos nos gusta pensar, porque si lo invocamos llega la oscuridad y acabamos persiguiendo sombras de temor. Preferimos dejar partir nuestros temores antes de que penetren en la garganta y en el pecho.
Hegel decía : “ ... la historia es lo que el hombre hace con la muerte. podríamos tomar la historia de la religión como la crónica de las diversas maneras en que los seres humanos han negado la muerte y afirmado que de algún modo sobrevivimos a nuestro fugaz momento en el tiempo.”
Se puede creer en la reencarnación, se puede creer que después de la muerte hay algo por allí arriba o simplemente que desaparecemos definitivamente. Pero hay otra opción : reconocer con toda sinceridad que no sabemos qué ocurre después de morir. No es necesario afirmar o negar. Tener presente la muerte no es saber qué va a pasar después sino qué pasa ahora. Es importante vivir con lo que sabemos. En la medida en que confiamos en cada momento del vivir nos disponemos a tolerar la ignorancia del oscuro destino en el que desaparecemos al morir.
Tener una actitud de aceptación de la muerte es respirar la fragilidad de la vida, recordar que salimos de la tierra y volvemos a ella. La conciencia de finitud nos permite responsabilizarnos del presente sin aferrarnos a la idea de que hay una eternidad de tiempo para hacer cosas para las que hoy nos hace falta el valor. Nos posibilita experimentar cualidades del vivir, aventurarnos más allá de la protección en que vivimos y explorar el vulnerable yo. Podemos usar el temor a la muerte como instrumento para enfrentarnos con los lugares donde nos ocultamos y afrontar nuestros miedos a la vida.
La vida se vuelve confusa cuando eliminamos la verdad. Se cierra nuestro corazón y perdemos el contacto con lo Sagrado de la Vida. Vivir con la Muerte es bendecir la vida, entrar completamente en ella, abiertos a lo desconocido, arriesgando, abrir nuestro corazón a lo nuevo sin apegarnos al pasado.
Viniste a glorificar las lágrimas... no a enjuagarlas.
Viniste a abrir heridas... no a cerrarlas.
Viniste a encender las hogueras...no a apagarlas...
Viniste a decir :
!Que corran el llanto, la sangre y el fuego...como el agua!
León Felipe