domingo, diciembre 07, 2008

Recordando a Carlos CASTANEDA y su Obra



Los diez libros que Carlos Castaneda publicó entre 1968 y 1998 lo erigieron en un autor que rompió la mayoría de los moldes ortodoxos, para convertirlo en un personaje único en sí mismo y difícil de interpretar en su justa dimensión. Es que su obra fue abarcando, a lo largo de esas tres décadas, un trabajo realmente increíble de recopilación de una sabiduría perdida en el tiempo, cual fue la de los indios mexicanos, descendientes de los Toltecas.

Fallecido en abril de 1998 en alguna de sus residencias de California, afectado de un cáncer de hígado, según lo informado por uno de sus secretarios, su vida real, más allá de lo que se conoce por sus libros, fue un verdadero misterio del que hay muchas más preguntas que respuestas. De ahí que, pese a ser una figura reconocida en cualquier país del mundo, fue prácticamente un desconocido en su vida cotidiana, ya que eludió sistemáticamente la mayoría de las entrevistas periodísticas y muy pocas fotos se publicaron de él cuando recién comenzó a contar sus experiencias.
Se dice, entre otras cosas, ratificado por algunos periodistas que afirman haber tenido contactos reales con Castaneda, que nació en Brasil en 1935, hijo de madre muy joven y padre desconocido, mientras otros seguidores de su linaje lo hacen oriundo del Perú. Lo indudablemente cierto es que, siendo un adolescente, se radicó en el Oeste de los Estados Unidos y empezó a estudiar Antropología en la Universidad de California, de la que egresó con su título académico y con muchas ganas de hacer una tesis doctoral acerca de las plantas medicinales y alucinógenas utilizadas por los
chamanes de las antiguas comunidades indígenas mexicanas.

Buscando precisamente un “contacto” que lo introdujera en ese mundo de conocimientos ancestrales transmitidos boca a boca, Carlos Castaneda conoció en una estación de ómnibus de Arizona a quien sería el hombre que lo haría famoso: Juan Matus, un indio yaqui que sabía todos los secretos de la magia antigua y que estaba dispuesto a transmitírselos, pero sólo después de un largo y severo aprendizaje, al que Castaneda se prestó más que gustoso y abierto.

La primera etapa de ese extenso y árido camino quedó reflejada en su primer libro, aparecido en 1968 con el título de “Las enseñanzas de Don Juan”. Se trata de un verdadero diario de campo de un antropólogo que va registrando y describiendo absolutamente todas sus impresiones y vivencias, en un cuaderno de apuntes que lleva el signo inequívoco de la objetividad académica exigida por aquellos años en los claustros universitarios norteamericanos.

Esa obsesión por anotar todo, que causaba verdaderos ataques de risa a Don Juan, fue lo que le valió en Occidente el primer reconocimiento científico a su obra que, con el transcurrir de los años, se apartaría de esa rigidez pétrea de la objetividad para adentrarse con la misma fuerza en las verdaderas entrañas del pensamiento mágico.
La repercusión internacional de ese libro fue inmensa y, aún hoy, es cita de referencia obligada para aquellos autores que intentar enrolarse en cualquiera de las líneas modernas del pensamiento “espiritual” contemporáneo.

En 1971, Carlos Castaneda dio a conocer su segundo libro, “Una realidad aparte” y, un año después, en 1972, el tercero, “Viaje a Ixtlán”, completando lo que sería una verdadera serie de episodios continuados, con “Relatos de Poder” en 1974. Y aquí se toma un punto referencial importantísimo en la obra del autor, ya que a esta altura de su “aprendizaje” había recibido toda la información necesaria para asumir él mismo su papel de “brujo”, sobre todo a la muerte o la desaparición de su maestro, el inefable Juan Matus.

Si lo que importó en sus primeros escritos fueron las experiencias personales del autor con los hongos y otras sustancias alucinógenas, en los siguientes capítulos la obsesión de Castaneda pasa a ser otra: reconocer la capacidad de “ver” en otras dimensiones más allá de la humana, lo que para los brujos mexicanos (naguales) era cosa corriente.
Aquí, ya no se usa más para “abrir la mente” la ayuda de ninguna sustancia externa, sino que el “aprendizaje” para exclusivamente por lo interno, por incorporar una actitud y una visión del mundo totalmente diferente a lo habitual. Para esto, ya no alcanza solamente con el maestro (Don Juan Matus) sino que se necesita también del aporte de un “benefactor”, alguien que observa y califica al aprendiz según lo que enseña el maestro.

Tal papel lo cumple con Castaneda un indio mazateco llamado Don Genaro Flores, un personaje por momentos muy simpático pero también siniestro, lo que lleva al aprendiz a vivir situaciones psíquicamente muy traumatizantes, con visiones terroríficas de seres de otras dimensiones, a los que se llama “formas inorgánicas de vida”, a los cuales se los puede convertir en “aliados”, pero también pueden ser los enemigos más feroces que uno llegue a imaginar.
"Mientras buscaba una manera de huir de la América opulenta, la cultura alternativa nacida de las cenizas de la protesta de los años sesenta se estremeció con sus relatos. En 1973, 'Time' le dedicó la portada. Castaneda se convirtió en asignatura. La gloria le duró hasta mediados de década cuando una campaña de difamación le cubrió de mala fama y rumores de 'hoax', de farsante. Algunos, como Octavio Paz, le defendieron.

Pero sus libros se vendieron por millones de ejemplares. Transmitían un conocimiento que desafiaba las leyes empíricas y racionales. 'Su' indio yaqui don Juan Matus, con el que coincidió por casualidad un día al comienzo de los años sesenta en la parada de autobús de Nogales (Arizona) le impartió sus enseñanzas durante trece años, primero con la ayuda de sustancias alucinógenas, después con gestos simples que le transportaban a niveles de realidad que se convirtieron en meta para aquellos que cultivaban los estados alterados de conciencia.
El anatema académico no suspendió la ristra de sus libros pero le hizo desaparecer de la circulación: 'No desaparecí en absoluto, protesta Castaneda, sólo que por muchos años no hubo modo de contactarme dado que me dediqué a la jardinería en las montañas guatemaltecas. Cada cierto tiempo salía para dar conferencias y seminarios por América Latina o California, pero a los medios de comunicación ya no les interesaba'.

Que se retirara a practicar la jardinería no parece creíble y él mismo confiesa, al inicio de 'Fuego de las Profundidades' (1984): 'En los últimos quince años he escrito largas y minuciosas crónicas de mi aprendizaje con el brujo indio don Juan. Pero las practicas y conceptos que me exigía comprender eran más bien extraños...'
Así que es posible que el retiro de Castaneda y sus compañeras obedeciera más bien a la necesidad de transcribir, 'interiorizar' tal incandescente material, con objeto de poder destilar una versión asimilable de eso que hoy se denomina 'movimiento mágico de los chamanes mexicanos', subtítulo de su último libro, 'Tensegridad', término que define una propiedad de la estructura de albañilería que la hace ser dura y elástica al mismo tiempo.


ENTREVISTA

P.- Y por qué ahora se ha decidido a difundir sus conocimientos de esos 'pases mágicos' llamados a ser sólo conocidos por unos elegidos? Es una rendición a los 'mass media'?
R.- 'Los brujos no sabían cómo manejar la enormidad de conocimientos seculares que habían heredado, y lo llevaban todo en secreto. Nosotros por el contrario, después de años de reflexión, hemos llegado a la conclusión de que es mucho más razonable difundirlos, aunque sólo sea porque, si no lo transmites, este saber te puede aplastar. Y no ha sido sólo recientemente: desde 1984 venimos difundiendo los 'pases mágicos' de forma gratuita a pequeños grupos. Pero a partir de que Talia Bey decide cobrar por los cursos es cuando la gente comienza a tomarnos en serio y a acudir
de forma numerosa'.
P.- Estos ejercicios físicos sin embargo recuerdan la miríada de técnicas semi gimnásticas que busca la armonía interior dentro del movimiento 'new age'. En que se diferencian del montón ya disponible?
R.- 'En el intento de los brujos que las crearon, dice Castaneda remarcando cada palabra. El intento, el objetivo último, es la libertad que se alcanza a través del conocimiento del ser: no es sólo bienestar psíco-físico. Para los brujos cada uno de nosotros somos como una ciudad asediada por un Depredador muy especial que forma parte del universo: una fuerza invisible que ellos alcanzan a ver físicamente mientras devora nuestra energía. El Depredador se apodera de nuestro saber ser uno con el fluir de todo el universo, y nos deja prisioneros del ego y por tanto infelices. Redistribuyendo la energía bloqueada con los movimientos justos, esos 'pases mágicos', se puede apartar al Depredador, favoreciendo el crecimiento de la sabiduría y la expansión de la percepción. Y con ello los practicantes pueden acceder a mundos inconcebibles'.
P.- Pero son imaginados o reales estos mundos que Castaneda describe? Son simple ficción literaria, o incluso imágenes del subconsciente estimuladas por las prácticas chamánicas o las drogas?
R.- 'En la escuela de los brujos he tenido percepciones de mundos concretos y peligrosos, tan concretos que te atraen y luego no te dejan salir (en 'El arte de soñar' se ha descrito la salvación 'in extremis' del mismo Castaneda, en estado de catalepsia y prisionero del más allá .n.d.l.r.). Ciertamente, no son creados por la psiquis, porque en tales experiencias las situaciones sólo se pueden fijar, repetir de manera siempre idéntica; al contrario, las visiones inducidas por el subconsciente son siempre cambiantes, están en mutación continua. En cuanto a las drogas, Don Juan me ha dado muchas y bien fuertes. Como consecuencia tengo el estómago hecho polvo: tomo una gota de café y ya me siento culpable! Entonces estaba prisionero del sentido común, con la cabeza cuadrada, era testarudo, porque me habían educado personas viejas de mente, llenas de prejuicios, temerosas de lo nuevo. Las drogas de don Juan han derribado ese mundo; para entrar en el suyo es necesario fluir, sin ideas preconcebidas y sobre todo sin temor a lo desconocido. Después ya no he tenido más necesidad de 'mezcalito'.
P.- Por tanto, existen vías naturales para salir de lo cotidiano. El sueño es una de ellas?
R.- Sí, el estado de sueño es una puerta de entrada y salida a la otra realidad, pero primero hay que comprender de qué se trata. Probar a centrar la atención en un asunto particular del sueño, por ejemplo en las manos: si el sueño es normal, no podrá conseguirlo; pero si por el contrario se llega a mantener la atención sobre un objeto entonces estamos en presencia de una visión. No existen técnicas que la produzcan. Soñar mundos no creados por el subconsciente es un regalo del universo accesible a todos, antes o después, a lo largo de la vida. Y el arte de soñar consiste precisamente en aprender a distinguir el sueño psicológico de la vi sión. Para quien lo consigue, es como si abriera una mirilla en el portón que cierra lo cotidiano'.
P.- Entonces, cuál es el objetivo del chamanismo mexicano, por ejemplo, respecto a la muerte?
Tomemos el ejemplo de don Juan, que 'desaparece' en 1973. Ha muerto, y ha sido incinerado, como alguno ha escrito, o las cosas han sucedido de forma diversa?
R.- 'Para los chamanes de México no hay nada que perder o ganar al final de la vida. Sólo se puede aspirar a continuar la lucha por la sabiduría en otros niveles de realidad. El universo permite a los brujos transformarse por completo en conciencia del ser; así, el cuerpo físico se transforma en energía. Y en esta nueva forma le esperan nuevos desafíos'.
En lo referente a la cremación de don Juan, Carlos y sus compañeras ríen: 'Florinda y Talia sí que pueden hacer lo que quieran, tan repletas de energía están. Han sido concebidas con pasión, no como yo, concebido como hacen los maridos que agotados por el trabajo rechazan a la esposa diciéndola que no les despierte. Quien nace así, tiene poca energía. Por ello don Juan me aconsejaba que evitara el sexo'.
Esta ahora tan de buen humor el heredero de los chamanes que me atrevo a proponerle una foto:
'Eh, no, las fotos y la grabación de la voz intrapolan el yo en el tiempo, fijan la historia personal que a la brujería le cuesta toda una vida cancelar. Las fotos sobre una mesa son una exaltación del yo'.
Como componer un himno a nuestra propia prisión.


Biografía

Carlos Castaneda nace en Perú, en la ciudad andina de Cajamarca en 1925. Su padre, César, era un orfebre-relojero. En 1948, la familia se traslada a Lima, donde Carlos se gradúa en el Colegio Nacional Guadalupe. En 1951 emigra a Los Angeles, California, donde cursa estudios de antropología en la universidad UCLA. En 1968 obtiene el doctorado. Su tesis, publicada por la misma universidad, se titula 'En la escuela del brujo', y será el primero de sus muy famosos libros sobre sus experiencias con don Juan Matus, un estrecho contacto que se extendió de 1960 hasta 1973. En la
actualidad vive entre Los Angeles y América Latina."
La entrevista fue publicada en La Republica, 21/11/97, firmada por Cesare Medail, enviado especial.
El autor dice que es la primera en décadas a la prensa cierta, pero no sería cierto si tenemos en cuenta que en enero de 1995 la periodista española Concha Labarta publicaba una larga entrevista con él en la revista Más Allá. Precisamente, tal entrevista resulta muy contradictoria con ésta, porque en ella Castaneda afirmaba varias veces que las enseñazas de don Juan no podían enseñarse, que él y sus tres brujas compañeras no tenían discípulos y que su linaje terminaría con ellos. En poco tiempo parecen haber cambiado de opinión y decidido pasar a comercializar y empaquetar los conocimientos adquiridos. Que sea para bien. En efecto, en junio de 1997 se celebraba en Barcelona el primer seminari de Tensegridad en Europa y con esa ocasión la misma periodista entrevistaba a las tres compañeras de Castaneda y reflejaba el súbito cambio de opinión sobre la propagación de sus conocimientos, que 'ha puesto de manifiesto que en el mundo brujo de los herederos de don Juan Matus todo está en permanente cambio y nada puede darse por sentado'.