“Sólo la alegría es garantía de salud y longevidad” Ramón y Cajal, Santiago
La alegría fortalece nuestras arterias, cuando nos enamoramos se refuerzan nuestras neuronas… Y es que ya lo decían los romanos “Mens Sana y Corpore Sano“, las emociones están totalmente relacionadas y conectadas con nuestro cuerpo.
El poder de las emociones
El poder de las emociones es increíble. Tanto las emociones buenas como las malas actúan directamente sobre nuestra salud y el bienestar de nuestro organismo. A continuación y como muestra un botón, te mostramos 12 emociones directamente conectadas con tu cuerpo.
1. La alegría fortalece nuestras arterias.
Cardiólogos como el Dr. Michael Miller hizo un estudio con un grupo de voluntarios. En el grupo que se sometió a una sesión de música alegre, las arterias se dilataron hasta un 26%, algo parecido a lo que ocurre con una sesión de música aeróbica, mientras que la música triste reduce el diámetro de las arterias un 6%.
2. Cuand0 nos enamoramos se refuerzan las neuronas.
Investigadores italianos han llegado a la conclusión de que cuando nos enamoramos producimos en mayor cantidad una proteína que interviene en el crecimiento y la supervivencia de algunas de nuestras neuronas. Aunque el nivel de esta proteína baja cada cierto tiempo. Así es que lo mejor es… ¡enamorarse de vez en cuando!
3. Meditar protege nuestro cerebro.
Una investigación llevada a cabo por la Universidad de Montreal constató que la practica habitual de la meditación conlleva el engrosamiento de algunas de las regiones del cortex (materia gris); este engrosamiento lleva como consecuencia una disminución del dolor y de los accidentes cardiovasculares. Una práctica que deberíamos incluir en nuestra vida poco a poco.
4. La ira ralentiza la cicatrización.
Investigadores de Ohio (EEUU) han demostrado que la ira, las disputas, los enojos… aumentan las citoquinas, las responsables de la inflamación y por lo tanto las que contribuyen a ralentizar la cicatrización.
5. El miedo aumenta el riego cardiovascular.
Investigadores de Quebec (Canadá) han demostrado que a mayor nivel de estrés, aumentan la presión sanguínea y el índice de cortisol.
6. Amar baja las tasas de colesterol.
Un interesante estudio pidió a un grupo de voluntarios queescribieran una carta en la que hablaran del amor que sienten por un ser querido, a otro grupo se le pidió que escribieran una carta sobre cualquier tema. Se midió los índices de colesterol antes y después de la sesión y se demostró que en el grupo que había escrito la carta de amor los índices de colesterol descendieron.
7. La ansiedad baja nuestras defensas.
Está comprobado que los estudiantes durante la época de estrés tienen un descenso del nivel de linfocitos T, las células de defensa que se encargan de eliminar las células enfermas y los virus responsables.
8. La angustia inflama las alergias.
Aunque la angustia no es la responsable de la alergia si que contribuye a desencadenar las crisis y a aumentar su virulencia.
9. Llorar es bueno.
En los 80 el investigador William Frey descubrió que las lágrimas eliminan grandes dosis de nodrenalina (la responsable de liberar cortisol). Hoy en día sabemos que las lágrimas están cargadas de lisozima, responsables de destruir el 95% de las bacterias en tan sólo 10 minutos. También eliminan las hormonas del estrés. Pero no todas las lágrimas son iguales. Un estudio demostró que las personas que habían llorado con una película triste estaban cargadas de sustancias relacionadas con el estrés, lo que no ocurrió con personas que lloraban con una cebolla.
10. El estrés en mujeres premenopaúsicas engorda.
Investigadores suecos han demostrado que durante la menopausia las hormonas del estrés aumentan, lo cual genera a su vez una acumulación de grasa alrededor del vientre y las caderas.
11. El buen humor nos repara. El buen humor libera endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad y la hormona del crecimiento encargada de funciones reparadoras del organismo.
12. El dolor aumenta cuando te avisan de él. Está demostrado que la típica frase “Esto te va a doler” aumenta el dolor o al menos eso ha demostrado un estudio de la Universidad holandesa de Radboud. El estudio reunió a más de 100 voluntarios. A todos se les expuso a la misma sustancia, pero a aquellos a los que se les avisó de que les daría un fuerte picor, no pararon de rascarse, administrada la sustancia.