Parejas sin Fin
La siguiente batería de preguntas nos permitirá evaluar lo que sabemos de nuestros padres:
¿Cómo se conocieron? ¿Se conocieron de niños y se emparejaron? ¿Fue un encuentro tardío? ¿Qué le atrajo al uno del otro? ¿Cuántos años duró su noviazgo? ¿Cómo fue ese tiempo previo a que nos concibieran? Si se casaron, ¿en qué fecha lo hicieron? ¿Cómo fue la relación entre ambos durante nuestro embarazo y crianza?
Los noviazgos extraordinariamente largos representaban, por lo general, contratos de sufrimiento y de represión sexual.
¿Nos sentimos responsables del matrimonio de nuestros padres porque se casaron a causa de un embarazo no deseado?
Más preguntas que podemos hacernos sobre esta pareja esencial:
¿Qué forma de pensar tienen, o tenían nuestros padres cuando llegamos al mundo? ¿Cuáles eran sus creencias? ¿Nos dejaron libertad para pensar y decidir por nosotros mismos?
Especifiquemos si hay diferentes respuestas respecto al padre y respecto a la madre.
Descubrimos secretos de nuestro ego libidinal al examinar las ideas religiosas, políticas y los niveles de estudio de nuestros progenitores.
El proyecto “parental” que nuestros padres pensaron para nosotros tiene poderosas conexiones con nuestro ego creativo-sexual.
Evaluemos las satisfacciones y las frustraciones de nuestro árbol genealógico, además de la forma de imponerlas:
¿Fuimos queridos por nuestros padres: manifestaciones de cariño, abrazos, besos, caricias, acompañamiento, comunicación de afectos? ¿Nos apoyaron para que pudiéramos relacionarnos con los demás? ¿Nos dieron permiso para salir con chicas o chicos, para elegir nuestras amistades y parejas? ¿Nos permitieron conocer la sexualidad sin prohibiciones ni limitaciones? ¿Nos permitieron con agrado ser creativos, experimentar, hacer cosas diferentes al resto de los familiares? ¿Nos negaron en algún momento el placer?
Aquello que de pequeños nos negó la familia, inconscientemente de adultos nos lo negaremos a nosotros mismos.
Bajo la mirada de un niño, la figura de los padres adquiere una dimensión mítica, son dos divinidades para bien o para mal.
Más preguntas:
¿Cómo nos alimentaron, en exceso o en defecto? ¿Cómo nos cuidaron? ¿Permitieron nuestro propio espacio en el hogar y que estrenáramos ropas, libros y juguetes?
A través de la alimentación obtenemos un cuerpo, “un templo” que debemos cuidar. La base es el cuerpo, debemos ver lo que nos daban de comer en la infancia y lo que comemos en este momento y por qué. Si continuemos “enganchados” con alimentos de nuestra infancia, es porque sentimos un apego emocional y con ellos, nos encadenamos.
¿Cómo comemos? ¡Seamos conscientes de los aspectos materiales y emocionales conectados con la comida en nuestra vida!
Aunque parezca lo contrario, “heredar” la ropa, los libros y los juguetes de un hermano mayor es un gran problema.
Si le preguntáramos a nuestros padres cuáles son, o eran, las finalidades de sus vidas, ¿qué creemos que responderían?
Con esta pregunta estaremos averiguando “la trampa” a la que se vieron sometidos, que en parte puede deslizarse hacia nosotros, sus hijos.
Conocer es absolutamente necesario para no repetir.
Tenemos niveles y límites en cada uno de nuestros cuatro egos. Aceptémoslos pero también tratemos siempre de mejorarnos a nosotros mismos.