Fr. Gabriel Gómez
“…Si deseas alcanzar la perfección, recuerda de donde vienes, entiende por que estas aquí y prepárate para ser tú mismo…”.
Uno de los mas simples y profundos misterios que aun no comprende la humanidad, es el hecho de que no comprende y entiende su razón de ser en este mundo al cual llamamos planeta tierra. Muchos aseguran que la razón de dicha existencia es la evolución, ¿pero de que? Otros aseguran que somos el resultado de procesos de adaptación, que nos permitió sobrevivir a los cambios que han precedido al mundo actual. Y otros muchos más radicales, aseguran que somos un capricho accidental de la creación. Estos últimos se basan en el hecho de que el ser humano fue creado para satisfacer una necesidad meramente física, es decir, nacer, crecer, desarrollarse, reproducirse y morir. Y que a lo que llamamos Dios no es más que un invento de las religiones para controlar a las masas.
Sea cual sea la razón que sea alegada, es cierto que todas se preguntan los mismo ¿Qué nos creo?, ¿Qué somos?, y ¿Qué seremos? Partiendo de este punto de vista nos avocaremos más al análisis espiritual que al físico. Según la tradición Rosacruz existen tres procesos esenciales. El primero de ellos es la Luz, que podríamos definir como: Luz (Lat. Lucem): Radiación emitida por cuerpos calentados a altas temperaturas (incandescencia) o por cuerpos excitados (luminiscencia) y que es percibida por los ojos. La luz esta constituida por ondas electromagnéticas; se puede considerar también como un fluido[1] de partículas energéticas desprovistas de masa (fotones).
Si profundizamos el termino, podemos complementarlo de la siguiente manera: “…el universo manifestado es producto de la energía dinámica que se basa en los principios de atracción, repulsión, adhesión y cohesión. Usando como patrón el magnetismo creado por cargas eléctricas opuestas entre si…”. Si el universo es un conjunto de elementos en perfecto orden y función, entonces, ¿Qué es la luz?
Si aplicamos al concepto lo antes descrito, tomando como referencia el hecho de que la luz esta constituida por ondas electromagnéticas; y se puede considerar también como un fluido[2] de partículas energéticas desprovistas de masa, podremos presumir que la Luz es una manifestación creadora, que se proyecta en cualquier nivel vibratorio de la creación, como una extensión de su origen, es decir, es la antesala a la realidad divina...
Para comprender mejor lo antes expuesto debemos recordar las palabras: “…la realidad divina es una, porque todo lo que existe emana de ella y no forma más que uno en el Cósmico. Es en ella donde reside la Luz que fue el origen del universo manifestado…”. La razón por la cual podemos ver destellos luminosos, es por el nivel vibratorio del mismo. Esto no quiere decir que estemos en presencia de una realidad absoluta. Sin embargo afloran ciertas preguntas ante tal exposición: ¿Qué es nuestra alma y espíritu?, ¿si somos luz, para que un cuerpo físico?, ¿es la luz la máxima manifestación de la creación?
Si bien la Luz es la factoría de todo cuanto existe, entonces ¿Qué es la vida? Si nos remitimos al concepto nos encontraremos con una posible definición: Vida (Lat. Vitam): conjunto de los fenómenos[3] que concurren al desarrollo y la conservación de los seres orgánicos. Aquello que permite la subsistencia4, nacimiento, crecimiento, desarrollo y procreación de alguna cosa. Basándonos en este termino nos daremos cuenta que la vida es producto de aquellos fenómenos que son percibidos por la conciencia, sin embargo no se limita al hecho de que sea aplicable solo a los seres orgánicos. ¿El porque?, es simple, solo recordemos de donde venimos.
No obstante para poder manifestarse la vida orgánica es necesario que exista un soporte que permita la subsistencia de la misma. Es entonces que se necesita de un cuerpo físico, que sea custodio del alma, pero ¿para que? En su libro Las Mansiones del Alma[4], el Dr. Spencer Lewis
F.R.C. antiguo Imperator de la Orden, nos dice lo siguiente: “…aun cuando el cuerpo físico estaba completo, era necesario hacer algo mas para que resultara un ser viviente, para lo cual se le infundió otro elemento separado y distinto, llamado <el aliento de vida>. Con esto el cuerpo físico resulto algo de importancia secundaria, pues el hombre ya no era un cuerpo animado solamente, o un cuerpo físico lleno de vida, sino un alma manifestada en la tierra, y era, por tanto, un alma viviente…”
Tomando como referencia estas palabras podremos proponer que: 1º) dado que el alma es de origen divino, necesita de un cuerpo físico para poder manifestarse en el plano físico. 2º) gracias a esta manifestación, es capas de experimentar los diferentes fenómenos físicos que le permiten tener una mayor comprensión de las limitaciones y dificultades del mismo. 3º) por medio de esta comprensión es capaz de evolucionar a un estado de conciencia mas elevado, y poder así lograr un mejor entendimiento de su naturaleza. Es así como se afirma en estas palabras: por medio de la Luz, la Vida se manifiesta sobre la Tierra en múltiples criaturas. El Hombre es la más evolucionada de estas criaturas, pues posee la conciencia de ser.
Una vez creada la vida es necesario que el hombre pueda acceder a esa conciencia de ser. Sin embargo, no es algo de lo cual podamos realizar en corto tiempo. Es necesario que el hombre logre mejorar su condición de ser consciente, para ello se necesita de una experiencia que garantice el esfuerzo de ambas polaridades, tanto físico como espiritual.
Es allí donde entra el dominio de la vida, entendiéndose que la vida no se limita al nivel físico y es lo que conocemos como la maestría. Una vez logrado tal nivel el amor florece ante nuestros ojos. Para ello trataremos de dar un concepto para ilustrarlo: Amor (Lat. Amorem): sentimiento que inclina el ánimo[5] hacia lo que place[6]. Efecto por el cual el ánimo busca el bien verdadero o imaginado, y apetece gozarlo.
El amor es la máxima manifestación del universo manifestado, y solo tendremos acceso a el si logramos comprender que somos uno en el universo, aunque individuales en evolución. Que necesitamos de experiencias físicas para complementar las experiencias espirituales, y lograr así la perfección. Que el amor tal como lo conocemos es una manifestación bioquímica, y que la comprensión de las leyes naturales en armonía con los conocimientos adquiridos, a través de las experiencias, nos permiten un dominio de las mismas y es así como logramos la comprensión del amor universal. Tal como se nos indica: Gracias a la Vida, el Hombre puede evolucionar hacia la comprensión de la Realidad Divina y realizar la experiencia del Amor. Entonces, esta listo para recibir la iluminación.
Para culminar recordaremos que cada uno de los procesos de la creación es dependiente uno del otro y que forman un ciclo, tal como se afirma en nuestro ritual: Fratres y Sorores, que la única llama que sigue encendida sobre el altar nos recuerde siempre que la Luz, la Vida y el Amor, tienen su origen en la Unidad Cósmica y están eternamente presentes en nosotros. ¡Que así sea!
[1] Que corre fácilmente y de modo natural.
[2] Que corre fácilmente y de modo natural.
[3] Lo que es percibido por los sentidos, lo que aparece y se manifiesta en la conciencia. 4 Permanecer, perdurar, conservarse.
[4] Pagina 33.
[5] Alma o espíritu en cuanto es principio de la actividad humana.
[6] Contracción de la palabra “placer” que significa: Sentimiento experimentado a causa de algo que agrada.