miércoles, octubre 26, 2022

Valencia y el Santo Grial

Manuel Robles

«El Misterio del Santo Grial. Tradición y leyenda del Santo Cáliz», es el título del último libro publicado sobre la reliquia a la que se le atribuye su utilización por Jesucristo en la Ultima Cena y que se conserva en la Catedral de Valencia. El autor de la obra, es Salvador Antuñano Alea, de 33 años, profesor de Ética y Sagrada Escritura en el Centro Universitario Francisco de Vitoria en Madrid.

«Si Indiana Jones hubiera visitado Valencia, no hubiera hecho caso de vetustas leyendas medievales, y se hubiera ahorrado todos los peligros de "la Ultima Cruzada"», asegura Antuñano con humor en las primeras palabras del libro. A través de 220 páginas realiza un recorrido por la tradición que envuelve el Santo Cáliz, con las averiguaciones arqueológicas sobre su utilización en la Ultima Cena, el uso que de él hicieron los primeros Papas de la cristiandad, su traslado a España, las leyendas medievales, su estancia en el monasterio oscense de San Juan de la Peña y su primera entrada en la historia documentada a finales del siglo XIV.

Recoge finalmente los «empeños, quebrantos y persecuciones» de que fue objeto desde entonces, y su utilización por Juan Pablo II durante la misa que presidió en Valencia en noviembre de 1992.

Según la tradición, el Grial fue el cáliz del que bebieron Jesús y sus discípulos en la Ultima Cena. Se trata de una copa propiamente dicha, a la que se le ha añadido una estructura de oro con dos asas que los une. El conjunto mide 17 centímetros de altura. La copa es de forma semiesférica, con un diámetro de 9 centímetros y constituida por ágata, de color rojo obscuro, cuyo estudio arqueológico muestra que fue labrada en su taller de Palestina o Egipto entre el siglo IV a.c. y el primero de nuestra era.

En los albores del cristianismo Este vaso de suma trascendencia no pudo ser olvidado tras la muerte del Redentor, tanto más cuanto los discípulos se reunieron varias veces en el Cenáculo. Así se explica el que el Santo Cáliz apareciese en Roma, llevado según la tradición desde Jerusalén por san Pedro. Transcurrieron, pues, dos siglos y medio en los que existen claros indicios de que el cáliz fue utilizado por los pontífices para celebrar la Eucaristía. Según ha indicado Antuñano, «lo que más impresiona al investigador es que el canon litúrgico romano de los primeros Papas, en el momento de la consagración, decía textualmente: "tomando este glorioso cáliz", refiriéndose a "este" solamente»...

La historia del Cáliz cuenta que, en la persecución del emperador Valeriano antes de morir, el Papa Sixto II entregó las reliquias, las alhajas y el dinero a su diácono Lorenzo, natural de Huesca (España), quien también fue martirizado, no sin que antes enviara a la ciudad natal el Cáliz de la Eucaristía acompañado de una carta suya. Ocurría todo ello el año 258 o, según algunos autores, el 261.

La copa permaneció en Huesca hasta la invasión musulmana. El obispo de la ciudad, Audeberto abandonó con el Santo Caliz su tierra en el 713 para refugiarse en la cueva del monte Pano donde vivía el ermitaño Juan de Atarés; lugar en el que posteriormente se fundó y se desarrolló el monasterio de San Juan de la Peña; del que surgió un núcleo de hombres esforzados que acometieron la reconquista contra los mahometanos. Tuvo esta lucha caracteres épicos, que no dejaron de ser aprovechados por la creación literaria, ya que, según historiadores de la literatura, constituyen el origen o la fuente de poemas tan célebres como los de Cristián de Troyes o Wolfram de Eschenbach, con su héroe Parceval o Parzival, que es posteriormente al Parsifal de Ricardo Wagner. En todos estos poemas hay un Vaso maravilloso, al que se denomina «Graal» o «Grial» y cuya relación con el Santo Cáliz es fácil comprender.

La presencia del Santo Caliz en San Juan de la Peña está testificada por un documento del 14 de diciembre de 1134. El 26 de septiembre de 1399 el Cáliz pasó a ser custodiado en Zaragoza, a petición del rey de Aragón, don Martín el Humano. En el texto de entrega, que se conserva en Barcelona, se hace constar que el Santo Cáliz fue remitido desde Roma con una carta de San Lorenzo. Durante el reinado de don Alfonso el Magnánimo la reliquia fue trasladada a Valencia. Desde el 18 de marzo de 1437 se conserva en la catedral de esa ciudad, según un documento en el que se refiere al «Cáliz en que Jesucristo consagró la sangre el jueves de la Cena».

La historia más dramática y sublime de la humanidad «El Santo Cáliz no se conoce suficientemente ni dentro ni fuera de España», asegura Antuñano, mexicano residente en España, que considera que «su valor no está en un rigor científico plenamente demostrado, por más que la arqueología misma no tenga nada que objetar contra su autenticidad, sino por el simbolismo que tiene con la Cena del Señor: vale porque es signo y figura de la institución de la Eucaristía y esto es mucho más grande que cualquier vestigio histórico». Según Antuñano, «cuando se desvela el misterio del Grial, uno se da cuenta de que no tiene nada de enigma esotérico, aunque lo que encierra es la historia más dramática, romántica y sublime que la humanidad ha vivido: la historia del Verbo hecho Hombre y Eucaristía».

La obra, editada por EDICEP, ha sido prologada por el arzobispo de Valencia, monseñor Agustín García Gasco, quien considera su lectura «sumamente recomendable porque resalta que el valor y el sentido del Santo Grial adquiere en la Eucaristía toda su relevancia».

Abiertos los archivos secretos de la catedral valenciana para investigar sobre el Santo Grial. Los estudios afirman que el Santo Cáliz de Valencia es el mismo que usó Cristo en la Última Cena

El Santo Cáliz de Valencia fue usado por Cristo, por San Pedro y después fue enviado a España por San Lorenzo. Más tarde se guardó en el monasterio de San Juan de la Peña (Huesca). Fue salvado providencialmente del fuego por el rey Martín el Humano en 1399. En otras dos ocasiones, el Santo Cáliz fue «salvado» de desaparecer entre las llamas: la primera durante la invasión napoleónica, en la que fue llevado a Alicante por un sacerdote; la segunda, durante la Guerra Civil española, que fue sacado de la catedral valenciana pocas horas antes de que ésta fuera incendiada por los republicanos.

Los viejos periodistas creen que los archivos huelen a manzana podrida. Pero ése es el olor del misterio. El misterio siempre se acumula en el techo de las bibliotecas. Aunque no hay detectores para descubrir los misterios, el que no falla nunca es la curiosidad del que busca un tesoro. Y es que la catedral de Valencia donde se encuentra el Santo Cáliz acaba de abrir sus archivos para que se pueda estudiar esta pieza que, según los entendidos, es el mismo que utilizó Jesucristo en la Última Cena. El primer estudio científico lo realizó el catedratico Antonio Beltrán, en tiempos del obispo Marcelino Olaechea, en el año 1960, llegando a la conclusión que el cáliz que se conserva en Valencia corresponde a una piedra de oriente medio, tallada en un taller oriental, y que es de la época de Jesucristo.

En el año 1994, el profesor Manuel Sánchez Navarrete, que actualmente tiene 92 años, ha realizado el estudio más completo que se conoce sobre el Santo Cáliz que abarca los tres aspectos mas importantes: la historia del cáliz, las leyendas del Santo Grial y su tradición.

El último estudio sobre el Santo Cáliz lo ha hecho un profesor alemán, Michael Hessmann, catedrático de historia, que en un libro titulado «Die Eneeckung des Heilligen Grars», en el que afirma tajante que el Santo Cáliz que se conserva en Valencia corresponde al que usó el Señor Jesucristo en la Última Cena con los discípulos.

El Santo Cáliz ha hecho un largo recorrido hasta que llegó a Valenica. Primero fue utilizado por San Pedro, primer Papa de la Iglesia, y todos los Papas lo utilizaron hasta Sixto II. Fue en tiempos de este Papa, en el siglo IV, cuando San Lorenzo, diácono de Huesca, lo manda a casa de sus padres, por temor a que desaparezca con las persecuciones. El Santo Cáliz recorre diversos lugares del Pirineo como Jaca y más tarde Yebra, hasta que llega a San Juan de la Peña. En 1399 es el rey Martín el Humano el que se lo pide a los monjes para tenerlo en su casa, debido a la importancia que en esta época tenían para los cristianos las reliquias. Poco después de pasar a su manos es destruido el convento de San Juan de la Peña, junto con todas sus pertenencias.

Es en el año 1410 cuando aparece la primera documentación donde se afirma que es el auténtico Cáliz que usó el Señor en la Última Cena. Pero había que esperar al rey Alfonso V de Aragón que en el año 1428 lo deposita en la catedral valenciana. Más tarde, en 1437, hace una donación ante notario para dejarlo en la catedral. Posteriormente, en 1808, con la invasión francesa, fue salvado de la hoguera y llevado a Alicante por un sacerdote. Y lo mismo pasó en 1936, en plena Guerra Civil, que fue llevado a Carlet, a 27 km de Valencia, para que no fuera consumido por las llamas. En el año 1982 el Papa Juan Pablo II lo reconoció como «vestigio del paso de Cristo por la tierra».