Joaquín Cámara
El proceso de duelo que acompaña a la pérdida de un ser querido es una de las experiencias más importantes que vamos a vivir a lo largo de nuestra vida en la Tierra. Y es que ese camino, que en su inicio puede parecer completamente inasumible e inaceptable va a dar como resultado una profunda transformación interior en quien lo recorre. Ninguna persona es la misma tras un duelo. De hecho, en la mayoría de las ocasiones es el duelo lo que nos empuja a profundizar en el conocimiento de la muerte y en nuestra realidad espiritual.
Este importante camino se inicia, en muchas ocasiones, antes de que nuestro ser querido desencarne. Es ahí cuando nos encontramos ante la posibilidad de acompañarlo antes y durante su tránsito. Una situación que, de ser bien comprendida, puede convertirse en una experiencia profundamente valiosa y transformadora. Para hablar de un tema tan especial como este, hemos invitado a la terapeuta Marta Rueda. Marta es una de esas personas especiales que transmiten luz en todo lo que hacen. No solo conoce bien la parte teórica del duelo, sino que lo ha experimentado personalmente y ha conseguido transformarse a través de él, acompañando ahora en este camino tanto a los que inician su tránsito como a los que se quedan en la Tierra.
No quiero despedirme sin agradecerle de corazón que haya aceptado nuestra invitación para escribir el artículo que os presentamos a continuación. Estoy convencido de que todos los consejos que en él vais a leer os serán de gran utilidad cuando llegue el momento adecuado.
Este es un artículo participativo, de modo que los comentarios estarán abiertos durante 7 días para que podáis preguntar o compartir sobre este tema con su autora. Un fuerte abrazo, Joaquín.
¿Cómo acompañar a nuestros seres queridos al final de la vida? Esta es la pregunta que nadie quiere hacerse hasta que no tenemos la realidad encima, y por eso cuando llega el momento, no hemos pensado sobre ello y no sabemos cómo hacerlo.
Lo cierto es que no hay recetas mágicas. O más bien diría que no hay recetas únicas, porque la magia surge siempre que hay amor y presencia. Acompañar simplemente estando, es en sí mismo un acto de generosidad. Si a esto le añadimos los cuidados y la actitud compasiva entonces hablamos de amor.
En mi experiencia acompañando a personas al final de su vida como terapeuta y haciéndolo también como familiar y amiga he ido aprendiendo cosas que me hubiese gustado saber antes. Por eso, y porque sé a ciencia cierta que no es fácil dar la mano a alguien que está a punto de trascender, hoy quiero compartir contigo 8 apuntes que quizás puedan servirte si te encuentras en esta circunstancia:
1. Cumple sus deseos
Y con esto no me refiero a sueños imposibles, si no a respetar esas pequeñas-grandes cosas que sí importan, como por ejemplo la cantidad de comida que quiere tomar o el agua que quiere beber. No insistir en que coma más de lo que quiere, por ejemplo, es una forma de respetar el proceso.
2. Ayuda con los asuntos materiales
Es importante y necesario aportar tranquilidad en temas administrativos o económicos que nuestro ser querido tenga pendientes y lo estén preocupando. Si no ha comentado nada sobre esto, pregúntale si hay algo que le preocupe en este aspecto y trata de ayudarle a resolverlo.
3. Permite expresar y acoge todo lo que diga y sienta
En muchísimas ocasiones las personas con enfermedades terminales desean expresar cómo se sienten, y necesitan hablar sobre lo que va a pasar. Para los acompañantes es difícil hablar de la muerte inminente, y entonces se genera una especie de “teatro” en el que nadie siente libertad para expresar sus emociones. A veces, incluso los acompañantes fingen una posible recuperación y el enfermo, que en el fondo de su ser sabe lo que está ocurriendo, se siente profundamente incomprendido. Aunque sientas incomodidad al escucharlo, permítele que hable de lo que está sintiendo. No desvíes el tema o lo cierres. Ni siquiera es necesario que le digas nada, basta con estar presente a su lado y escuchar.
4. Habla y expresa lo que sientes
Igual que es importante permitir al enfermo que exprese cómo se siente y lo que está pensando, es necesario también que quienes lo acompañan puedan expresar desde el amor todo lo que quieran. Acogiendo la realidad presente y dando espacio a expresar recuerdos compartidos, anhelos futuros, emociones…
Si sientes que no estás preparado para decir “tanto” en voz alta, puedes empezar por cosas pequeñas, anécdotas, fragmentos de recuerdos que compartís… o incluso quizás puedas transmitirlo mentalmente, desde la cercanía física que por ahora existe.
5. Sé honesto contigo
A la mayoría de nosotros nos resulta más fácil acompañar a desconocidos (por trabajo o de forma voluntaria) que a una persona a la que queremos. Cuando hay un vínculo profundo con la persona moribunda entran en juego pensamientos contradictorios y de lucha interna, estos son algunos ejemplos de lo que quiero decir: “No consiento que se muera” ; “Si el amor todo lo puede, ¿por qué no puedo salvarle?” ; “No soportaré estar presente en el momento de la última exhalación” ; “No puedo mirarle y ver su deterioro físico” ; “Estoy enfadado con los médicos porque no han sido capaces de revertir la situación”…
Ante esta corriente mental que nos abruma, solo podemos aceptar. Es un hecho que esos pensamientos están danzando en nuestra mente, y en la medida de lo posible solo cabe desidentificarse de ellos, ¿pero cómo se hace? Yo te propongo un sencillo ejercicio: siempre que vengan, responde a tu mente con calidez, agradecimiento y humor. Dirígete a ella diciendo estas palabras internamente: “Gracias mente. Gracias por compartirlo conmigo.” Y entonces, sin luchar contra todos esos pensamientos, llevas de nuevo tu atención al presente, a lo que está sucediendo en ese momento. Vuelves a acompañar a la persona moribunda desde tu silencio interior, desde ese espacio abierto que hay en tu interior.
6. Permanece a su lado
Cuando no sepamos qué hacer y solo queramos huir de esa realidad que nos desborda y nos duele, es interesante hacer un ejercicio de respiración profunda y simplemente quedarse. Estar cerca, acariciar, mantener nuestros sentidos al servicio de la persona que acompañamos.
Antes de correr a por ese café, o preguntar a la enfermera por aquel detalle, cuestionarnos para qué lo hacemos. Si la respuesta honesta es huir, entonces es el momento de quedarse a su lado unos minutos más y sostener el silencio.
7. Proporciona una muerte cómoda
Trata de proporcionarle a la persona moribunda las condiciones ambientales que le resulten más agradables. No dudes incluso en preguntarle si hay algo que no sabes sobre sus gustos. Cuidar aspectos como la luz, que sea tenue y agradable, asegurarse de que se sienta confortable, acompañar con música que le guste, hablar bajito, poner amor en cada pequeño gesto… En definitiva, tratar de darle el mejor lugar posible para su estancia y su tránsito.
8. Agradece
Agradecer la vida juntos, lo bueno y lo aprendido. Llenar el espacio y el corazón de vibraciones altas es, al fin al cabo, la mejor manera de ayudarle a “hacer la maleta” para el viaje que ahora le toca emprender.