Desde hace algunos años diversos predicadores, tanto orientales como occidentales, intentan propagar por Europa y América, bajo el nombre de Vedanta, una mezcla de. Vedanta edulcorado y doctrinas de diversos tipos entre las que se encuentran el bhakti emocional de los Vaishanavas, teorías y prácticas tomadas del tantrismo y del yoga tardío y otros diversos elementos heterogéneos.
Pocas cosas hay mejores a este respecto que el Astavakra Gita. No poseemos datos seguros en cuanto a la personalidad del autor. Nuestro Astavakra, autor del poema o canto aquí presentado, es por tanto una personalidad indefinida. Quienquiera que sea el Astavakra autor de nuestro Gitá, un cierto Astavakra es el héroe de una leyenda que se remonta a la época de la redacción del Mahabharata. Se dice que Astavakra era hijo de un sabio brahmín llamado Kahoda. Este último se había casado con una hija de Udalaka, su guru (guía espiritual). Absorto en sus estudios, Kahoda se ocupaba poco de su esposa; sin embargo, ella había quedado embarazada, y el niño que llevaba, conmovido por el poco caso que su padre hacía a su madre, le apostrofó con vehemencia, reprochándole su conducta. A Kahoda no le gustó en absoluto la irrespetuosa intervención de su hijo nonato e hizo votos por que viniese al mundo malformado en ocho partes de su cuerpo (astha = ocho; vakra tullido).
La fealdad física de Astavakra se compensaba con su brillante inteligencia.
Al haber sido derrotado Kahoda por un erudito budista en el curso de una polémica, Astavakra desafió a este último y le venció en un nuevo lance oratorio.
Kahoda, viendo su honor vengado por su hijo, le perdonó. Propició a la deidad del Samanga y mandó a Astavakra que se bañara en este río. Este lo hizo y, al salir del agua, sus tullidos miembros habían sanado.
El Vedanta Advaita es la más alta de las filosofías que la India incluye entre sus afamadas escuelas ortodoxas. Por su parte los budistas no reconocen la autoridad de los Vedas como base de las verdades filosóficas y religiosas.
“Sed vosotros mismos antorcha y guía, no busquéis ni antorcha ni guía fuera de vosotros.”
“No creáis nada bajo fe en autoridad alguna: divina, humana o libresca. Lo que tras reflexión encontréis conforme a la razón, aprovechable por vosotros y los otros, creedlo y conformad a ello vuestra conducta.”
Así eran los preceptos que El Buda inculcaba a sus discípulos, aquellos que debían apoyar mucho tiempo después los brillantes filósofos del Mahayana.
El budismo niega la existencia de un ego en los individuos y en todo lo demás. Según él, todas las cosas, desde el universo a la más mínima de las briznas de hierba o de los granos de polvo, no son más que agregados efímeros de partículas que ciertas causas han reunido y que otras disociarán.
Por otra parte, el Vedanta —en su rama Advaida— nos presenta una magistral concepción panteísta. El hombre puede olvidar aquí su infinidad identificándose con el Todo, Brahman a la vez Alma suprema (Paramatman) 2- y cuerpo material de los mundos que emite y reabsorbe al igual que nosotros aspiramos y espiramos alternativamente cuando respiramos.
Todos los males inherentes a la existencia personal y al dolor universal que envuelve a todos los seres provienen del error de considerarnos distintos yseparados de Brahman.
La salvación, la “liberación” (moksha o mukti) consiste en la toma de conciencia de nuestra identidad con Brahman, la Existencia en Sí. Tat tvam asti, “tú eres Eso” o Abam asmi, “yo soy Eso”, son las declaraciones por las que se expresa la profesión de fe, el altivo credo de los vedantistas del Advaita.
Al revés del budismo que declara, razonablemente, que el Absoluto es incognoscible, ya que toda concepción de nuestro espíritu está restringida por la limitación de nuestras facultades intelectuales y, consecuentemente, no puede representar el Absoluto, por esencia ilimitado, el Vedanta afirma que es posible alcanzar una cierta noción de Brahman mediante una completa fusión de su “Yo” individual en él. Por supuesto, aquél ha existido siempre, pero envuelto en las redes de la ilusión (Maya); el “Yo” (jiva) no era en absoluto consciente y se agitaba encerrado por ligaduras imaginarias creadas por su espíritu, víctima de la ignorancia.
¿Qué estado es el de “liberado”? Nuestro texto declara que es indescriptible y que no puede ser comprendido más que por el “liberado” mismo o por aquellos que, como él, han alcanzado la liberación. A veces, se nos deja entrever su condición como un estado de calma suprema, una calma absoluta marcada, sin embargo, por una especie de beatitud particular que no tiene nada en común con el gozo. Podemos relacionar esta beatitud con la atribuida a Brahman, de la que se dice que es Sat-Chit-Ananda (Existencia-Inteligencia Beatitud).
No se debe considerar, a pesar de esto, que esos adjetivos ocultan el verdadero aspecto, la verdadera naturaleza de Brahman, pues, por otra parte, nos está formalmente declarado que es indescriptible y que no se le puede denominar “ni ser ni no ser”.
En efecto, comenta Shankaracharya, Brahman se define en todos los Upanishads por negaciones, “no esto, no aquello”.
Y he aquí que hemos vuelto al principio budista: el Absoluto no es sólo indefinible, es inconcebible, pues ¿cómo podríamos concebir lo que no es ni ser ni no ser?
En otros puntos y, especialmente, en la teoría idealista sostenida por los vijñanavadines budistas, que consideran el mundo de los fenómenos como una ilusión, los vedantistas del Advaita están sumamente próximos a los filósofos del budismo mahayana.
Muchos eruditos hindúes no dudan en reconocer que el Advaita, tal como lo presenta Shankaracharya, delata numerosos préstamos de los eminentes filósofos budistas, debido en gran parte a la inclusión de teorías budistas en la doctrina que predicaba Shankara.
Si se debe admitir que el Advaita actualmente ortodoxo, el de Shankara, contiene teorías tomadas del budismo se puede, por lo mismo, llegar a creer que existía antes de Shankara un Vedanta de data antigua en el que estas teorías no existían en absoluto. Los orientalistas occidentales se inclinan con gusto hacia esta opción y reconocen una evolución del Vedanta 3- que presenta muchos cambios en el transcurso de los siglos.
CAPITULO I
1. Janaka pregunto: ¿Cómo se puede adquirir la sabiduría? ¿Cómo se puede alcanzar la liberación? ¿Cómo se puede solidificar el renunciamiento? Dímelo, maestro.
2. Astravakra respondió: Hijo mío, si deseas la liberación huye como del veneno de los objetos de los sentidos y busca como agua vivificante la claridad, la rectitud, la piedad, el contento y la verdad.
3. Tú no eres ni agua, ni tierra, ni aire, ni éter. Para liberarte, advierte que tú eres Atman que los contempla y cuya naturaleza es Inteligencia.
4. Si puedes permanecer en esta inteligencia, rota tu asociación (mental) con el cuerpo, serás instantáneamente feliz, disfrutarás la paz libre de ataduras.
5. No perteneces ni a la casta de los brahmines ni a ninguna otra casta o categoría social, no eres objeto de percepción sensorial. Eternamente libre, sin forma, aquél que ve todas las cosas, eso es lo que eres. ¡Sé Feliz!
6. Virtud, vicio, placer, sufrimiento, pertenecen al espíritu y en absoluto a ti. No eres ni el autor de los actos ni el que soporta las consecuencias. Verdaderamente, eres eternamente libre.
7. Único testigo que ve todo, eres verdaderamente libre. Lo que constituye tu servidumbre (tus lazos) es que ves este atestiguar como diferente de ti mismo.
8. Yo soy aquel que obra (el auto de los actos), este pensamiento vanidoso, semejante a una gran serpiente negra, te ha picado. Bebe ahora el antídoto de la creencia con: “Yo no soy aquel que obra”, y sé feliz.
9. Por el fuego de una fe ardiente, en (la idea): “Yo soy la única y pura Inteligencia”, arde el bosque espeso de la ignorancia, libérate de la aflicción y sé feliz.
10. Aquél en quien el universo parece existir, parece existir como una serpiente en una cuerda; esto es beatitud, beatitud suprema. Tú eres esta inteligencia; sé feliz.
11. Quien imagina que está atado, está verdaderamente atado; aquél que imagina estar libre, está libre verdaderamente libre. El dicho popular: “Como el pensamiento, así es la acción” es cierto.
12. El atman es el testigo, el omnipresente: la inteligencia libre, inactiva, sin apego, sin deseo, siempre en paz; a través de la ilusión aparece como mundano (como perteneciente al mundo).
13. Tras haber rechazado todo error concerniente a la idea de que eres un reflejo del atman tanto como de todas las condiciones que le pertenecen, aprende a reconocer la identidad de tu atman (de tu yo) con la inteligencia eterna: el Uno sin segundo. 4-
14. Durante mucho tiempo, hijo mío, has permanecido prisionero del nudo corredizo de: “Yo soy el cuerpo”. Al reconocer: “Yo soy el propio conocimiento”, corta ese nudo corredizo con el sable de la sabiduría y sé feliz.
15- Estás libre de ataduras, inactivo, por ti mismo iluminado, inmaculado. Tu verdadera atadura es lo que buscas mediante el Samadhi, suprimir la actividad de tu espíritu.
16. El mundo está penetrado por ti, en ti está tejido; eres conocimiento puro, no existe en absoluto espíritu mezquino.
17. Existes en ti mismo, sin mancha, siempre pleno, siempre plácido. Eres de una inteligencia calma, insondable, imperturbable. Dirige tus pensamientos hacia la única Inteligencia (sic).
18. Advierte que todo lo que tiene forma es ilusorio, sólo lo sin forma es permanente. Si se posee este conocimiento ya no es posible renacer.
19. Al igual que una imagen en un espejo no es más que el objeto (que refleja), así el Atman, el supremo Señor (Paramesvara), en el cuerpo es lo mismo tanto interior como exteriormente.
20. Lo mismo que el espacio que todo lo llena es igual en el interior y en el exterior de una jarra, así el eterno y omnipresente Brahman está en todos los seres.
CAPITULO II
El discípulo dice:
1. Soy inmaculado, apacible, inteligente más allá de la materia. Hasta el presente he sido engañado por la ilusión de los fenómenos.
2. Al igual que únicamente yo ilumino este cuerpo, de igual modo ilumino el universo. En consecuencia, o este universo es mío o nada es mío.
3. Al haber rechazado este mundo y el cuerpo, entreveo el supremo Atman en el centro de la sabiduría que la enseñanza del maestro me ha hecho adquirir.
4. Al igual que las olas, la espuma y las burbujas no son más que el agua de la que emanan, así este mundo surgido del Atman no es otra cosa que Atman.
5. Al igual que la tela, que cuando examinamos su verdadera naturaleza encontramos que no es más que hilos, también cuando se considera con atención, el mundo no es más que Atman.
6. Al igual que el jugo de la caña de azúcar está impregnado de azúcar y que el sabor dulce impregna el azúcar del mismo modo este mundo es un engaño del que soy juguete y soy yo quien impregna el mundo.
7. El mundo parece existir porque ignoramos el Atman. Cesa de existir después de que el Atman es conocido. La serpiente aparece porque ignoramos la cuerda (que parece una serpiente); tras percibir la cuerda como cuerda la serpiente deja de existir. 5-
8. Mi naturaleza más íntima es luz. No soy más que luz. Cuando el mundo está iluminado, soy yo quien le ilumina.
9. El engaño de que el mundo es existe en mí a causa de la ignorancia, como el nácar que parece plata, la cuerda que parece serpiente o el agua de un espejismo a la luz del sol.
10. El mundo que emana de mí se resuelve en mí como la jarra en la arcilla, la ola en el océano y el brazalete en el oro del que está hecho.
11. Rindo homenaje a mi maravilloso Yo, que no conoce en absoluto la decrepitud y que sobrevive a la destrucción del universo entero, de Brahma a la más mínima brizna de hierba.
12. ¡Qué maravilloso soy! Me inclino ante mi propio Yo, que, aunque se asocie a diferentes cuerpos permanecen “uno”, sin ir ni venir de ningún lado, pero impregnándolo todo.
13. ¡Qué maravilloso soy! Saludo a mi Yo, Nadie es más sabio que yo, ni tocado ni afectado por el cuerpo y, sin embargo, llevo en mí el mundo eternamente.
14. ¡Qué maravilloso soy! Saludo a mi propio Yo, a quien nada le pertenece aquí, o más bien, a quien pertenece todo lo que existe al alcance de la palabra y el pensamiento.
15. Sin embargo, en verdad que ni el Conocimiento, ni el conocedor, ni el objeto de conocimiento existen. En algunos, por ignorancia, estos tres parecen existir. Esto soy yo, el inmaculado.
16. El dolor tiene su raíz en la dualidad. No tiene remedio fuera de la comprensión de la irrealidad de lo visible y de que yo soy el Único. Beatitud, Inteligencia y Pureza.
17. Soy omnisciente. Por la ignorancia me he limitado. Al meditar sobre este hecho, he encontrado ahora el reposo en aquello que está más allá del espíritu.
18. Liberación o sujeción no son míos. Esta perpetua ilusión se desvanece. O el universo está en mí, o, en verdad, no existe en absoluto.
19. He constatado que el universo con el cuerpo no es nasa, El Atman es en sí inteligencia Pura; ¿Cómo podría haber superposición de uno sobre otra?
20. El cuerpo, los paraísos, los infiernos, liberación, sumisión y temor, todo es pura imaginación. ¿Cómo me podría afectar a mí, pues mi verdadera naturaleza es inteligencia?.
21 Para mí, que no veo dualidad alguna, no hay bosque ni incluso entre la multitud. ¿A qué me atendré?
22. En manera alguna soy el cuerpo, y el cuerpo no es mío. No soy jiva. Soy la inteligencia. Mi servidumbre consiste en estar atado a mi existencia bajo una forma encarnada.
23. En el océano sin límites que soy, el viento del espíritu levanta olas que son innumerables mundos de diferente tipo.
24. Cuando cesa el viento del espíritu, el Yo encarnado desaparece en mí: el gran e insondable océano.
25. En mí, gran océano insondable, surgen las olas de diferentes Yos individualizados que chocan unos con otros, juegan y desaparecen de manera extraordinaria. 6-
CAPITULO III
El Maestro dijo:
1. Sabiendo que el Atman es Uno indestructible, ¿Cómo tú, un sabio, conocedor del Atman, estás aún ávido por adquirir riquezas?
2. Discípulo mío, el amor que se le tiene a los objetos cuya naturaleza es ilusoria proviene de que no se conoce el Atman, al igual que el deseo que se tiene por un pedazo de nácar al que por error se ha tomado por plata proviene de la ignorancia de lo concerniente al nácar.
3. Si te has conocido como aquél en quien el mundo parece existir, como las olas en el océano, ¿por qué corres de aquí para allá como el hombre débil que no conoce el devenir?
4. Si has oído hablar del Atman que es pura Inteligencia y Beatitud, ¿Cómo puedes ser esclavo de la avaricia y la impureza?
5. ¿No es extraordinario que incluso en el sabio que ve el Atman en todo los seres y todos los seres en el Atman aún permanezca el sentimiento de “lo mío”?
6. ¿No es extraordinario que incluso aquél que permanece (en pensamiento) de la Unidad suprema y que está firmemente resuelto a liberarse, esté aún sujeto al deseo y agitado por los placeres de los sentidos?
7. ¿No es extraordinario ver al sabio que se aproxima al fin conservar todavía el amor por los objetos de los sentidos, aun conociendo la naturaleza del gran enemigo de la sabiduría?
8. ¿No es extraordinario que, en aquel ya no atado a los objetos de este mundo, ni a los del otro mundo, que distingue lo eterno de lo que no es y que persigue su liberación, subsiste aún un temor: ¿el temor de esta misma liberación?
9. Honrado o despreciado, el sabio, dueño de su espíritu, que no ve más que su propio atman, no siente ni placer ni cólera.
10. Al mirar actuar su cuerpo como si fuera el de algún otro, ¿cómo podría turbarse por lisonja o maldiciones?
11. Al contemplar el mundo como ilusión, sin ninguna curiosidad ya ¿cómo, el que ha dominado su espíritu, podría experimentar temor, ni incluso al ver aproximarse la muerte?
12. Aquél que no experimenta ningún deseo ni por lo que está más allá del deseo, que encuentra la paz en el conocimiento íntimo de su Sí, ¿con quién se le podría comparar?
13. El hombre dueño de su espíritu, que sabe que todo lo visible es esencialmente no existente, ni está a la espera de nada ni evita nada.
14. Aquél que ha desembarazándote todas las manchas internas, que está libre de todas las nociones de diferencias y que se eleva por encima de toda esperanza de disfrutar de los objetos que llegan siguiendo el curso natural de las cosas, no experimenta ni placer ni dolor.
CAPITULO IV -7-
1. ¡Oh alegría! No es posible comparación alguna entre el sabio que conoce su atman (su yo) y juguetes en el mundo de los sentidos y esas bestias de carga que están atadas al yugo del mundo.
2. Aunque morando en aquello por lo que Indra y otros dioses suspiran en vano, el yogui no se exalta en absoluto.
3. El bien y el mal no alcanzan para nada el Yo íntimo de quien conoce Aquello. Aunque parezca cubierto de humo, el cielo no es alcanzado por él.
4. ¿Quién podría impedir moverse a su gusto al hombre de espíritu superior, que ha comprendido que todo este mundo no es más que atman?
5. En este mundo que abarca cuatro clases de seres, desde Brahma a la brizna de hierba, sólo aquél que conoce el Atman tiene fuerza para rechazar lo agradable y lo penoso.
6. Entre los hombres mejores, apenas se encuentra uno que reconozca como único señor el mundo su propio atman liberado de dualidad. Aquel que ha alcanzado este conocimiento obra en el mundo siguiendo el impulso de la acción (karma) que ha empezado a producir frutos.
CAPITULO V
1. ¿A qué preferirías renunciar? Eres puro. Disuelve ese agregado (al que consideras tu Yo) en el Atman y encuentra así la absorción en ti mismo.
2. El mundo aparece en ti como las burbujas en el océano, Al saber que Atman es Uno, encuentra la disolución en tu propio yo.
3. Aunque presente a través de los sentidos, el mundo no está en ti: el Puro. Aparece como la serpiente en la cuerda. Encuentra así la disolución de tu propio yo.
4. Inalterable en el placer y la pena, en la esperanza y el desengaño, en la vida y la muerte, disuélvete en tu propio yo.
CAPITULO VI
1. Como el espacio, soy iluminado. Al igual que una jarra está hecha de tierra, este mundo está hecho de materia. Esto es cierto. No hay aquí ni obtención adquisición, ni abandono, ni absorción.
2. Soy el inmenso océano en el que el mundo es una ola. Esto es conocimiento cierto. No hay aquí ni obtención, ni abandono, ni absorción.
3. Soy el nácar sobre el que el mundo se ha superpuesto como plata. Esto es conocimiento cierto. No hay aquí ni obtención, ni abandono, ni absorción.
4. Yo estoy en todos los seres, o todos los seres en mí. Esto es conocimiento cierto. No hay aquí ni obtención ni abandono, ni absorción. 8-
CAPITULO VII
1. En mí, océano ilimitado, la barca del mundo se bambolea, empujada por el viento del espíritu, pero mí "Yo" no es afectado.
2. En mí, océano ilimitado, puede elevarse y desaparecer de ella misma. No soy ni acrecentado ni disminuido.
3. Sobre mí, océano ilimitado, el mundo esta simplemente superpuesto. Estoy totalmente tranquilo y sin forma y, como tal, permanezco.
4. El atman no está de ninguna manera en lo visible y lo visible no está en absoluto en aquello que es limitado e inmaculado. De este modo libre de lazos, libre de deseos y en paz, vivo en mi propio "Yo".
5. Soy la misma Inteligencia. El mundo es un espectáculo de prestidigitación. ¿Como podría haber aquí alguna idea de adopción o abandono?
CAPITULO VIII
1. Hay esclavitud cuando el espíritu desea cualquier cosa, cuando se aflige, abandona o posee, experimenta felicidad o cólera, o cualquiera de las cosas que suscitan esos sentimientos.
2. Hay liberación cuando el espíritu no desea, no se aflige, no abandona, no posee; cuando no experimenta ni placer ni displacer en relación con lo que sea.
3. Hay esclavitud cuando el espíritu experimenta ataduras por cualquier estado. Hay liberación cuando el espíritu no experimenta ataduras por ningún estado (condiciones de vida, etc.).
4. Cuando no hay "Yo", hay libertad, cuando hay "Yo", hay esclavitud. Conociendo esto, no tomes ni evites nada en la vida.
CAPITULO XIX
1. Una vez hechas las cosas, ¿Cuándo aquellas que no lo están y los pares de contrarios permanecen en reposo y por qué? El que ha comprendido, incluso por indiferencia, es conducido a la renuncia y liberado de todos los lazos de cualquier naturaleza que sean.
2. Este es el hombre afortunado que a fuerza de contemplar el espectáculo del mundo, la pasión de la vida, el amor al placer y la sed de saber ha calmado sus apetitos.
3. Todo esto es transitorio, minado por la triple miseria, carente de naturaleza propia, lleno de defectos, bueno para ser desechado. Aquél que ha llevado esto a cabo camina en la paz.
4. ¿En qué tiempo y a qué edad los pares de contrarios no existirán para el 9- hombre? No preocupándose de cuál es la manera en que se manifiestan, se alcanza la perfección.
5. Numerosas y varias son las doctrinas concebidas por los grandes sabios, Santos y Yogis. Tras haber visto todo eso y alcanzar la indiferencia, ¿qué hombre no estaría en paz?
6. Al haber obtenido un conocimiento profundo de la Esencia y del Espíritu por la práctica de la indiferencia y de la serenidad, aquél que es un Maestro excelente deviene salvador del mundo.
7. Desde que has constatado que las modificaciones de los elementos (se presentan bajo la forma de fenómeno) no son más que el propio elemento primordial, en este momento, liberado de la esclavitud, vivirás en tu propia naturaleza.
8. El mundo no es más que vasanas. Dispérsalos todos. La renuncia al mundo sigue a la renuncia a los vasanas. Cualquiera que sea su condición presente (quien ha comprendido esto), mora en esta condición. Pues al haberse dado cuenta de la irrealidad relativa de las condiciones, no se siente atado por ellas.
CAPITULO X
1. Al haber abandonado el deseo, la nefasta codicia de la riqueza e, igualmente, la consecución de la virtud rechaza toda atadura y sé indiferente a todo.
2. Sabe que los amigos, las tierras, la riqueza, las casas, las pruebas y la prosperidad son parejas a las cosas que observamos en sueños o las que un prestidigitador hace aparecer, y no duran más que días.
3. Advierte que el mundo está allí donde existe el deseo. Pon tu confianza en un inquebrantable desapego. Sé feliz y libre de deseo.
4. La esclavitud consiste únicamente en deseo, la destrucción del deseo es la liberación. El desapego de las cosas visibles conduce poco a poco a la felicidad a la que sigue la iluminación espiritual.
5. Tú eres Único, Inteligente y Puro; el mundo carece de inteligencia y es falso. Advidya (ignorancia) no es nada (no tiene existencia). ¿Qué sed de conocimiento te puede quedar aún?
6. Reino, hijos esposas, cuerpo y placeres han perdido en el curso de numerosos renacimientos, aunque te hubieses ligados a ellos.
7. Basta pues de amor a la riqueza, al deseo y a las buenas acciones. El espíritu no puede encontrar reposo en nada de todo esto, en el bosque del mundo.
8. Durante cuántas encarnaciones no te has entregado a la actividad con tu cuerpo, ni tu espíritu y tu palabra, sin otro resultado que pena. Cesa pues de actuar ahora.
CAPITULO XI
El maestro dice:10-
1. La existencia y la inexistencia con sus manifestaciones se deben a la naturaleza de las cosas. Conociendo esto como hecho cierto, sin inquietud y libre de pesar, se llega con facilidad a la paz.
2. Ishwara es el conductor de todo. No hay ningún otro. Al conocer esto como hecho cierto, los deseos se apaciguan, se encuentra la paz y ya no se está atado a nada.
3. Únicamente las acciones pasadas traen, una tras otra, prosperidad y miseria. Al conocer esto, satisfecho y teniendo los deseos controlados, ni se desea ni se añora nada.
4. Felicidad y dolor, nacimiento y muerte son producidos por (los efectos de) acciones pasadas Al conocer esto como hecho cierto y sabiendo que somos incapaces de cambiar nada, libre de temor, no se está en absoluto contaminado, ni siquiera actuando.
5. Solos, las preocupaciones engendran dolor. Sabiéndolo, elevándose por encima de ello y feliz, se alcanza la paz y se está libre de toda atadura.
6. Yo no soy este cuerpo y este cuerpo no es mío. Yo soy la propia inteligencia. El que tiene certeza alcanza la unión y olvida lo que ha hecho o no la ha hecho.
7. Desde Brahma a la más pequeña de las briznas de hierba, en verdad, yo soy todo eso. Quien posee esta certidumbre está libre de la lucha entre pensamientos contradictorios. Es puro, apacible e indiferente a lo que se alcanza o no se alcanza.
8. Este maravilloso mundo de aspectos diversos no es en verdad nada. Sabiéndolo, libre de deseo y del conocimiento que distingue y separa, encuentra su reposo.
CAPITULO XII
El discípulo dice:
1. En principio comencé a perder inclinación por la actividad corporal, después no experimenté más tendencia a hablar, y finalmente mi propensión a la actividad disminuyó. En esta actitud permanezco (actitud o estado de espíritu)
2. Porque los objetos de los sentidos no me inspiran más ataduras y porque el Atman no es un objeto que pueda ser conocido por los sentidos, mi espíritu está libre de distracciones y concentrado sobre un punto único. En esta actitud permanezco.
3. La práctica que conduce al samadhi es la igualdad entre las distracciones producidas por la superposición y por otras cosas. Al saber que así es la realidad, en esta actitud permanezco.
4. No teniendo nada que ganar ni que perder; no teniendo ni alegría ni dolor, ¡oh conocedor de Brahman!, en esta actitud permanezco.
5. Las reglas que gobiernan las diferentes condiciones sociales, la condición de aquellos que han abandonado su condición, la meditación y el abandono de lo que ha sido adquirido, al saber que todas las cosas no son más que 11- distracción; para mí, me atengo a mi propio yo.
6. Tanto obrar como dejar de obrar se deben a la ignorancia. Al estar persuadido de ello, me atengo a esta actitud.
7. Tomar por objeto de sus meditaciones un objeto que no puede ser uno es, sencillamente, hacer trabajar el espíritu. Al haber rechazado esta idea (rechazado meditar sobre un objeto tal) permanezco donde estoy.
8. Aquél que ha llevado a cabo (lo que ha dicho en el capítulo), ha realizado todo lo que había que realizar, ¿Qué se puede decir de aquél que está por la naturaleza en este punto (que no ha tenido que esforzarse para llegar allí, en quien este estado de conocimiento es innato)?
CAPITULO XIII
El discípulo dice:
1. La tranquilidad del espíritu que resulta de una liberación completa es difícil de alcanzar, mientras que la más mínima atadura mantenida con el menor de los objetos basta para destrozarla. En consecuencia, al haber rechazado la búsqueda y el abandono, vivo feliz.
2. Ciertas cosas atormentan el cuerpo, otras el espíritu, otras la palabra (el ayuno, la mortificación, el estudio, la repetición de fórmulas religiosas). Al haber rechazado todo esto, vivo feliz en mi propio Yo.
3. Nada llevado a término por el cuerpo y por los órganos de los sentidos es obra del Atman. Al haber conocido esta verdad, hago lo que ante mí se presenta y soy feliz.
4. La inclinación a la acción o a su interrupción conviene al yogui atado al cuerpo. Al haber abandonado apego y desapego, soy feliz.
5. Sentado, andando o durmiendo ni gano ni pierdo nada. En consecuencia, al haber abandonado ganancias y pérdidas, soy feliz.
6. Durmiendo, no pierdo nada; esforzándome, no gano nada. En consecuencia, al haber abandonado ganancias y pérdidas, soy feliz.
7. Al haber experimentado frecuentemente la inestabilidad del placer y de la pena en cada uno de los sucesivos nacimientos, he renunciado al bien y al mal y soy feliz.
CAPITULO XIV
El discípulo dice:
1. Está verdaderamente despierto aquél que tiene consciencia de la existencia exterior pero no le presta atención, pues su espíritu está vacío de todo pensamiento.
2. ¿Dónde están las riquezas, los amigos y los ladrones a los que se denomina objetos de los sentidos? ¿Dónde están la ley religiosa (sastra) y el saber que le concierne cuando todo deseo ha dejado de existir para mí? 13-
3. Cuando tengo un conocimiento testimonial profundo de la individualidad superior del Atman supremo y cuando toda preocupación concerniente a esclavitud o liberación ha desaparecido, ya no hay ansiedad de manumisión.
4. La condición en que se encuentra aquél cuyo espíritu ha dejado de actuar y que vaga por el mundo como el que se encamina hacia una ilusión, esta condición no puede ser conocida más que por el que la experimenta en sí.
CAPITULO XV
El maestro dice:
1. El hombre cuya inteligencia es pura, alcanza su fin incluso si es instruido por azar; pero cuando a aquél cuya inteligencia no es pura, por muy reiteradas que sean las instrucciones, no pueden impedirle extraviarse.
2. La aversión hacia los objetos de los sentidos es liberación, el amor a ellos es esclavitud. El verdadero saber es actuar a tu elección.
3. Este conocimiento enmudece a los elocuentes, vuelve locos a los sabios e inactivos a los hombres activos. En consecuencia, aquellos que sienten amor a los objetos de los sentidos deben evitarle.
4. Tú no eres en absoluto el cuerpo y el cuerpo no es tuyo. Tú no eres ni el que actúa, ni quien siente los efectos de los actos. Tú eres la propia Inteligencia, el testigo perpetuo, el eternamente libre. Sé pues feliz.
5. Apego y aversión son palabras del espíritu y el espíritu no es nunca tuyo. Libre de todas las distracciones, eres Inteligencia inmutable. Se pues feliz.
CAPITULO XVI
El Maestro dice:
1. Puedes discurrir frecuentemente (sobre el Atman) o escuchar recitar diferente libros religiosos (que tratan de Atman), no encontrarás la paz más que en el olvido de todo.
2. Armado de tu propio conocimiento puedes, a tu elección, gustan los objetos (del mundo) y darte a la acción o a la meditación, pero tú espíritu será atraído siempre por aquello que sobrepasa todos los objetos.
3. Todo esfuerzo causa dolor, pero nadie lo sabe. Feliz el que consigue la paz al haber aprendido esta lección.
4. Aquél para quien incluso el parpadeo es como el peso de de un fardo, en ése experto en la inacción, está la felicidad como en ningún otro.
5. “Esto ha sido hecho”, “Aquello no ha sido hecho” cuando el espíritu se ha desembarazado de estos pensamientos contradictorios, se vuelve indiferente a la virtud, la riqueza, el placer y la liberación. 14-
CAPITULO XVII
EL Maestro dice:
1. Aquél que verdaderamente ha adquirido el fruto del conocimiento y el de la práctica del Yoga es quien, dueño de sí mismo, con los sentidos purificados, vive retirado.
2. Aquél que conoce la verdad no se siente jamás desdichado en este mundo, porque el universo entero está impregnado de él mismo (es su propio “si” la sustancia subyacente a todas las cosas).
3. Aquél que ha encontrado su satisfacción en él mismo no consigue, de ninguna manera, placer de los objetos de los sentidos. El elefante, a quien le gusta alimentarse del árbol salami, no encuentra sabrosas las hojas del árbol nim.
4. Raros son, en el mundo, aquellos que en modo alguno se alimentan de la esclavitud de las cosas conocidas y no persiguen las cosas desconocidas.
5. En este mundo se encuentran hombres dados a los placeres y otros que aspiran a la liberación (la salvación). Pero un alma grande, que no se preocupa ni de una cosa ni de otra, es rara en este mundo.
6. Sólo un alma superior no experimenta ni amor ni aversión hacia la virtud, el deber (Dharma), la riqueza (Artha), el placer (Kama), la liberación (Moksha), la vida y la muerte.
7. Aquél que no experimenta ni temor al pensamiento de la interrupción de su vida terrestre, ni aversión hacia su continuación y que toma las cosas como vienen, aquél es feliz.
8. Al haber alcanzado su fin conociendo el “Sí”, su espíritu mora concentrado en él, aquél vive feliz ya vea, oiga, toque, huela o coma, (es decir, cualquiera que sea el sentido que tenga activo).
9. La actividad mental se vuelve sin objeto, la del cuerpo sin fruto y toda actividad de los sentidos opera automáticamente para quien ha vaciado el océano de este mundo.
10. ¡Qué maravillosa es la condición de aquél que está verdaderamente liberado, que no está ni despierto ni dormido, que no tiene los ojos ni abiertos ni cerrados!
11. En todas partes en paz, el corazón puro libre de todo deseo, éste liberado brilla en todas partes.
12. Mientras ve, oye, toca huele, come, habla y se mueve, el sabio está a la vez libre de esclavitud y de aversión. En verdad, es verdaderamente libre.
13. El libre ni maldice ni loa, no está ni feliz ni apenado, ni toma ni da. Está por siempre libre de ataduras.
14. Ante la vista de una mujer amorosa o de la muerte aproximándose, el sabio permanece impasible. Está verdaderamente libre.
15. Placer o dolor, hombre o mujer, prosperidad o pobreza son indiferentes al sabio (no le inspiran en manera alguna sentimientos contrarios) que contempla por todos lados la identidad.
16. Aquél para quien el mundo ha dejado de existir (para quien las cosas del mundo se han vuelto totalmente indiferentes) no experimenta causa de ofensa o perdón, de orgullo o de humildad, de admiración o de turbación del 15- espíritu.
17. El hombre libre no evita los objetos de los sentidos, ni los busca. El espíritu, desapegado de todo, toma las cosas tal y como vienen.
18. Aquél que ha dejado de actuar en espíritu no conoce más ni la represión de su actividad mental ni esta actividad. No persigue el placer; no evita el sufrimiento; permanece en la identidad.
19. Aquél que está libre de toda idea de “Yo” o “Mío”, que comprende que todo es nada (que nada existe en sí, que todo es ilusión), tiene todos sus deseos en reposo.
20. Aquél cuyo espíritu se ha fundido en el Atman, que se ha liberado del conocimiento que clasifica, libre del ensueño y la torpeza, alcanza un estado que es indescriptible.
CAPITULO XVIII
Parte I
El Maestro dice:
1. Honor a Aquél que, al ser conocido, convierte este mundo ilusorio en un sueño; a Aquél cuya naturaleza es la propia beatitud, que es eternamente impasible, eternamente resplandeciente.
2. El éxito en la obtención de los fines de este mundo procura placer; pero sin una renuncia universal no se consigue la felicidad.
3. Dónde está la paz para aquel cuyo espíritu arde por efecto de la realización de las cosas, sino en ser regado por la ambrosía del contento.
4. El mundo de los fenómenos no es más que un estado de consciencia. En realidad, no existe. Las entidades que conocen y experimentan la existencia y la no existencia nunca dejará de existir.
5. Ni lejano, ni limitado, Atman está siempre presente, libre de toda turbación, de todo dolor, de todos los cambios y de toda marcha.
6. Por el simple apartar la ilusión brillan aquellos que poseen una vista clara y son liberados de todo dolor.
7. Todo esto (mundo) no es sino una producción del espíritu. El Atman es continuamente libre, eterno. El sabio, que sabe, ¿se entregaría a la acción como un niño?
8. ¿Qué podría conocer, decir o hacer aquél que está libre de deseos, sabiendo que él mismo es Brahman y que existencia y no existencia se deben a una simple súper-imposición?
9. “Estoy soy Yo”, “Esto no soy Yo”, ideas de esta clase no turban al yogui que, sabiendo que todo es Atman, se vuelve silencioso.
10. Para el yogui que ha encontrado la paz, no hay más agitación ni
concentración (de espíritu), ni conocimiento excesivo ni ignorancia, ni placer ni pena.
11. Gobernar un reino o vagar como un mendigo, provecho o pérdida, vivir en sociedad o en soledad, es indiferente al yogui cuyo espíritu ha dejado de 16- ser activo.
12. ¿Dónde está la virtud, el placer, la riqueza, el saber, las ideas concernientes a “se ha hecho esto” o “no se ha hecho aquello” para el yogui que se ha liberado de toda idea de dualidad?
13. Para el yogui libre que toma las cosas tal y como vienen, en esta vida no hay nada que hacer, no hay ningún tipo de atractivo.
14. ¿Dónde está la ilusión, el mundo, los pensamientos que a ellos se refieren, dónde la liberación para el hombre superior que ha encontrado el reposo, en fin de todos los deseos?
15. El que ve el mundo puede negar su existencia. Pero ¿Qué tiene que hacer quien no tiene ningún deseo? Viendo no ve.
16. Quien ve el Supremo Brahman puede meditar sobre “Yo soy Brahman”. Pero, ¿sobre qué meditará el sabio que ha sobrepasado el propio pensamiento cuando ya no percibe dualidad?
17. Aquél que siente turbación (agitación, conflicto) puede esforzarse en dominarla. El hombre superior no se siente en absoluto turbado. Al no tener nada que cumplir, ¿qué podría hacer por sí mismo?
18. Aunque el sabio actúa como el común de los hombres del mundo, está libre de sus temores. No quiere, para él, ni concentración de espíritu ni atadura que le ligue a nada.
19. El sabio libre de toda idea de existencia y de no existencia, que se satisface él mismo y que está libre de deseos, permanece inactivo, aunque a los ojos del mundo parezca actuar.
20. El hombre de inteligencia cerrada no experimenta atracción alguna hacia la acción o la inacción; deja que venga a él y siempre es feliz.
CAPITULO XVIII
PARTE II
21. haberse elevado por encima de toda esclavitud y pensamiento de acción, libre, rotos todos los lazos (el sabio), se mueve empujado por la energía de su actividad pasada, al igual que una hoja seca movida por el viento.
22. Para quien ha conseguido salir del samsara, ya no hay ni alegría ni dolor, siempre con tranquilidad y sangre fría vive como si no tuviera cuerpo
23. Quien encuentra su felicidad en sí mismo, cuyo espíritu es calmo y puro, no experimenta ningún deseo de renuncia ni espera suerte alguna.
24. Para quien es dueño de sí, cuyo espíritu no actúa, cuyas acciones se deben simplemente al impulso de actividades pasadas, no existe ni honor no deshonor, aunque pueda actuar como hombre cualquiera.
25. Quien sabe que únicamente actúa su cuerpo y no “él mismo”, aunque actúe, en realidad, no actúa.
26. Sin decir que lo hace, el liberado juega su papel en la vida. Se mueve en el mundo, es feliz y parece agradable y favorecido por la suerte.
27. Fatigado por la diversidad de pensamientos, el sabio ha encontrado la paz. No desea, no percibe, no ve, no oye nada.
28. El hombre de espíritu superior no aspira ni a la liberación ni al samadhi. No está atado al mundo porque no está molesto con él. Al saber que todo es 17- ilusión, permanece en sí como el propio Brahman
29. Aquél que alimenta la idea de “Yo” actúa incluso cuando no efectúa ningún acto. Pero para el sabio libre de toda idea de “Yo”, no hay acción ni siquiera actuando.
30. El espíritu del libre es apacible; no es ni dichoso ni activo; libre de deseos y de dudas, brilla.
31. El espíritu que no busca ni reposo ni movimiento, emprende la acción y el trabajo como si no tuviese motivo para hacerlo.
32. El débil de espíritu se embaraza al oír exponer la verdad tal como es, o bien se entrega a la meditación para descubrir los sentidos de las sagradas Escrituras (los Sastras). Sólo algunos, sin ser en modo alguno infantiles, actúan como niños.
33. Concentración y dominio del espíritu es el refugio de los tontos, los sabios no tienen nada que hacer. Reposan en sí mismos como personas dormidas.
34. El tonto no alcanza la paz ni actuando, ni absteniéndose de actual. El sabio encuentra su reposo en la simple certeza de la verdad.
35. Aquéllos en quien, a causa de la actividad pasada, la consciencia corporal permanece con el poder desconociendo el Atman que es pura inteligencia, objeto del supremo amor, perfecto y sin mancha por encima del mundo, para alcanzarlo se entregan a prácticas diversas.
36. Incluso por la acción continua, el tonto no alcanza la liberación. La liberación de la acción se alcanza únicamente por el conocimiento.
37. El tonto no alcanza Brahman porque desea llegar a ser, pero el sabio es el propio cuerpo de Brahman sin haberle deseado.
38. Los tontos que carecen de base sólida y que solamente experimentan un deseo ansioso de alcanzar Brahman o liberación, no hacen sino atarse más estrechamente al mundo, mientras que el sabio corta la raíz de este mundo, fuente de toda miseria.
39. El tonto no alcanza de ninguna manera la paz porque se esfuerza en alcanzarla, pero el espíritu del sabio, al haberse asegurado de la verdad, mora siempre en paz.
CAPITULO XVIII
PARTE III
40. ¿Cómo puede tener la visión del Atman aquél que se esclaviza a las cosas visibles? El sabio no ve en absoluto (el mundo de los fenómenos), ve su propio e inmortal atman.
41. ¿Cómo puede haber samadhi paz el tonto que lucha por romper las ataduras? El espíritu del sabio, que encuentra su felicidad en sí, está siempre bajo su control sin necesidad de esfuerzo.
42. Algunos creen que existe el mundo visible. Otros dicen que no existe. Pero son pocos numerosos aquéllos que no reconocen ni existencia ni no existencia y están, de esta forma, libres de turbaciones.
43. Los hombres de entendimiento torcido meditan sobre el siempre puro 18- atman, el uno sin segundo, pero a causa de la ilusión no lo Perciben; en consecuencia, no encuentran la paz en toda su vida.
44. La inteligencia de quien aspira a la liberación tiene necesidad de un soporte, pero la inteligencia del hombre libre no tiene necesidad de soporte alguno, está por siempre libre de deseos.
45. Cuando ven a esos tigres conocidos como objetos de los sentidos acudir a ellos, los tontos se asustan y se refugian en la caverna de la represión del espíritu, dándose a la meditación y a la
concentración; los sabios no lo hacen, ellos no prestan atención (a los objetos de los sentidos).
46. Apercibiéndose del tigre de la renuncia, los elefantes de las delicias sensuales huyen, o bien como los parásitos que sirven a un hombre rico, se vuelven sus criados.
47. El hombre cuyo espíritu reposa siempre en el Atman y que ha disipado sus dudas, no se esfuerza en encontrar los medios de la liberación. Es feliz ante cualquier cosa que vea, oiga, toque, huela o coma.
48. Aquél cuyo espíritu ha devenido puro y libre de turbaciones porque conoce Brahman no ve nasa que hacer, nada que evitar y, sin embargo, no permanece inactivo.
49. Cualquier cosa que se le presente, agradable o desagradable, inmediatamente la realiza. Sus acciones se parecen a las de un niño (están libres de todo pensamiento individual).
50. Mediante la libertad se llega a la felicidad; por la libertad se alcanza lo más elevado que existe; por la libertad se llega a la paz; mediante la libertad se alcanza la más excelente de las moradas.
51. Desde que se sabe que el Atman está perpetuamente libre de la actividad y las consecuencias de aquellos (los efectos de los actos), toda actividad del espíritu se atenúa.
52. La condición del sabio brilla en su totalidad natural; no es la paz artificial del tonto, en quien el deseo permanece emboscado.
53. Los sabios, cuyo espíritu está perpetuamente libre, a veces sienten placer con los objetos de los sentidos y otras se retiran a las cavernas de las montañas. Siempre cerrados, siempre libres, su espíritu no está sujeto por nada.
54. Ningún deseo de ningún tipo se esconde jamás en el corazón del sabio, ya vea u honre a un sabio, a un Dios, a una mujer, a un rey, o a cualquier objeto querido.
55. El yogui no encoleriza jamás, ni incluso cuando es puesto en ridículo por sus propios criados, sus hijos, sus esposas, sus nietos u otros parientes.
56. Aunque contento, no experimenta, aunque descontento, no experimenta. El maravilloso estado en que se encuentra no es conocido más que por aquellos que se le asemejan.
57. El mundo no es sino la idea de las cosas que deben ser hechas. Pero los sabios, no lo ven (al mundo). No están en manera alguna atados a la forma; están sin formas, siempre libres de agitación o turbación
58. Aunque inactivo, el tonto está siempre turbado y a disgusto. Aunque haciendo lo que debe hacerse, el sabio está siempre a gusto.
59. Se sienta apaciblemente, duerme apaciblemente. Va y viene feliz. Ya hablé o coma, su espíritu está sereno y feliz en este mundo. 19-
CAPITULO XVIII
PARTE IV
60. Aquél que no experimenta turbación actuando como lo hacen los otros hombres, que permanece apacible como un lago profundo y carece de tristeza, es feliz.
61. Para el tonto, la interrupción de actividad se vuelve actividad; para el sabio, la actividad produce el mismo resultado que la interrupción de actividad.
62. Solo, el tonto manifiesta repugnancia por las cosas del mundo: casa, esposa, hijos, cuerpo, etcétera; para el sabio, que ha perdido toda idea de “Yo” existente en el cuerpo, ¿dónde está la esclavitud y la no esclavitud?
63. El espíritu del tonto está siempre preocupado por mantener tal pensamiento o suprimir tal otro, pero la atención del sabio, aunque parezca dirigida al mundo, no lo es.
64. El muni puro que va y viene como un niño, desnudo de apego por cualquier condición y libre de todo deseo, no se mancha ni siquiera ocupándose de los asuntos de este mundo.
65. Bienaventurado aquél que conoce el Atman, que permanece invariable en cualquier condición, que ya vea, oiga, toque, huela o coma, su espíritu permanece perpetua mente libre de deseo.
66. Dónde está el mundo, la ilusión, un fin cualquiera a conseguir, están los medios de alcanzarlo para el sabio que, como el espacio infinito, está libre de todas las acciones del espíritu.
67. Quien se ha sumergido en aquello que carece de límite, que mora en la plenitud de su verdadero “Sí” y vence todos los objetos de los sentidos, es verdaderamente victorioso.
68. ¿Quién tiene necesidad de muchas palabras? El hombre de espíritu superior que ha conocido la verdad no siente inclinación ni por la liberación ni por el placer, ni tiene inclinación por nada.
69. Este mundo de relatividad consiste en intelecto, el resto no son más que modos de designación. ¿Qué le queda por hacer al sabio que ha renunciado a ello y cuyo conocimiento es siempre puro?
70. Todo esto es simple ilusión, una simple “nada”. Quien está seguro de ello, cuya luz está más allá del alcance.
71. Para aquél cuya naturaleza es pura Consciencia y que no considera lo visible, ¿qué obligación tendría de actuar? ¿Dónde estaría para él la renuncia? ¿Dónde, incluso, la serenidad?
72. Para aquél que se ve como en el infinito y no ve el mundo material, ¿dónde está la sujeción, la liberación, el placer y la pena?
73. En el mundo que coexiste con el intelecto y que está sobreimpuesto al Atman por obra de Maya (la ilusión), sólo brilla el sabio libre de toda idea de “Yo” y de “mío” para el Muni que ve su atman libre de destrucción y de dolor?
74. Desde que el hombre de intelecto débil deja de practicar
la concentración de espíritu, pensamientos y deseos divergentes se manifiestan en él.
75. Incluso tras haber oído anunciar la verdad, el tonto no renuncia a su estupidez. Aunque reprima con fuerza sus pensamientos, queda 20- interiormente atado a los objetos de los sentidos.
76. Aquél en quien los efectos de la actividad pasada (karma) han sido destruidos por el conocimiento no tiene ni tiempo de hacer nada ni de hablar de lo que sea, aunque a los ojos-de los hombres parezca activo.
77. ¿Dónde se encuentran la oscuridad y la luz para quien carece de errores y de miedo? ¿A qué habría de renunciar? ¿Qué tendría que ganar?
78. ¿Dónde está el valor, la sabiduría e incluso la ausencia de miedo para el yogui cuya naturaleza es tan indescriptible, que sobrepasa a la propia naturaleza?
79. Desde el punto de vista del yogui no hay ni morada dichosa, ni infierno, ni siquiera liberación en esta vida (Jivan mukti). No hay necesidad de aclarar esto. Desde el punto de vista del yogui no hay absolutamente nada aquí.
CAPITULO XVIII
V PARTE
80. Desde el punto de vista del yogui no hay ni morada dichosa, ni infierno, ni siquiera liberación en esta vida (jivanmukti), No hay necesidad de aclarar esto. Desde el punto de vista del yogui no hay absolutamente nada aquí.
81. El sabio no desea ávidamente la ganancia, no se apena, aunque no alcance lo que ha deseado, su espíritu está tranquilo, siempre lleno del elixir de la vida.
82. El hombre que está libre de deseos no alaba nunca a quien posee la serenidad, ni denigra a quien observa mala conducta. Siempre igual, tanto en el placer como en la pena, siempre contento, no ve que haya que hacer.
83. El sabio no experimenta aversión por el mundo, ni desea ya la contemplación de su atman; libre de la alegría y del dolor, no está ni vivo ni muerto.
84. Libre de todo lazo con hijos o esposas, por encima de deseos hacia los objetos de este mundo tanto como de preocupaciones concernientes al cuerpo, el sabio brilla.
85. La felicidad está siempre ahí para el sabio que acepta lo que viene, que se mueve libremente en el mundo, durmiendo en cualquier lugar donde el sol se ponga sobre su cabeza.
86. Ya venga el cuerpo o se vaya, el sabio no se apena por él. Ha olvidado todas las cosas del mundo y ha encontrado el reposo en sí mismo.
87. Sólo se mueve, feliz, el sabio que no espera nada del porvenir, cuyos movimientos son libres, que está por encima de los pares de contrarios, cuyas dudas han sido disipadas y que no siente ataduras por ninguna condición, cualquiera que ésta sea.
88. El sabio para quien el término “mío” no tiene sentido alguno, que permanece impasible lo mismo ante la vista de un trozo de arcilla, que de piedra o de oro, en el que no existen ni la pasión ni la torpeza, ése brilla.
89. ¿Quién se podría comparar a aquél que no está atado a nada, cuyo 21- espíritu está completamente libre y perfectamente en paz?
90. Conociendo, no conoce; viendo, no ve, hablando, no habla. ¿Quién podría ser ése salvo aquél libre de deseos?
91. ¿Dónde está la libertad, el refugio, la seguridad de la verdad para el yogui que se ha vuelto encarnación de una incontestable sinceridad y que ha alcanzado su fin?
92. ¿En qué términos se podría describir y a quien podría ser descrita la satisfacción que encuentra en sí mismo aquél que está libre de deseos y cuya inquietud ha desaparecido?
93. Aunque profundamente dormido, el sabio no duerme; aunque sueñe, no sueña, despierto, no está despierto. Es feliz en cualquier estado.
94. Quien posee el conocimiento, pensando, no piensa. Aunque conozca por medio de los sentidos, es (como) si careciese de ellos. Aunque tenga un intelecto, es (como) si no lo tuviese, y aunque tenga (en sí) egoísmo, verdaderamente carece de él.
95. No es ni feliz ni desgraciado, ni atado ni libre de ataduras; ni aspira a la liberación ni está en manera alguna liberado. No es ni esto ni aquello.
96. No se turba en la turbación, no medita entregándose a la meditación. No está jamás embotado, aunque lo parezca, no es sabio aunque dé esa impresión.
97. El liberado permanece en su propia naturaleza y toma lo que viene. Está libre de lo que debe hacerse o ha sido hecho. Está calmo en cualquier condición y, libre de deseo, no se acuerda de lo que ha hecho o no ha hecho.
98. Respetado, no experimenta placer; despreciado, no siente cólera. No está agitado por el pensamiento de la muerte y no acoge con alegría la perspectiva de una larga vida.
99. El hombre cuyo espíritu ha encontrado la paz no busca ni la sociedad ni la soledad del bosque (la vida de anacoreta). Vive feliz en cualquier lado y condición.
CAPITULO XIX
El discípulo dice:
1. Con las tenazas del conocimiento de la verdad he arrancado de lo más profundo de mi corazón la espina de los pensamientos contradictorios
2. ¿Dónde están la virtud, el placer, la grandeza y el discernimiento? ¿Dónde unidad y diversidad para mí, que moro en mi propia gloria?
3. ¿Dónde están el pasado, el porvenir, el presente, el espacio y todo eso para mí, que moro eternamente en mi propia gloria?
4. ¿Dónde están atman y no atman el bien o el mal, los motivos de pena, la ausencia de esas penas para mí, que moro en mi propia gloria?
5. ¿Dónde están las ensoñaciones, el sueño sin ensoñación y el estado de vigilia? ¿Dónde el cuarto estado que sobrepasa a los tres precedentes? ¿Dónde el temor para mí, que moro en mi propia gloria?
6. ¿Dónde están alejamiento y proximidad, interior y exterior, grosor o sutileza para mí, que moro en mi propia gloria? 22-
7. ¿Dónde están la muerte y la vida, el mundo y la esclavitud del mundo? ¿Dónde la disolución de lo visible o concentración del pensamiento para mí, que moro en mi propia gloria?
8. Basta, por tanto, de historias concernientes a los tres fines de la vida (virtud, placer y ganancias). Basta de historias concernientes al Yoga o a la sabiduría para mí que ha encontrado reposo en mí mismo.
CAPITULO XX
El discípulo dice:
1. ¿Dónde están los elementos del cuerpo, los órganos de los sentidos o el espíritu? ¿Dónde el lleno o vacío? ¿Dónde la ausencia de deseo en mí, que carezco de mancha?
2. ¿Dónde están las sagradas escrituras (sastra), el conocimiento del atman ¿Dónde, incluso, el espíritu libre de pensamientos concernientes a los objetos (de los sentidos), la satisfacción o la ausencia de deseos para mí, que he perdido toda idea de dualidad?
3. ¿Dónde están conocimiento e ignorancia, “Yo” o “mío”, esto o aquello, liberación o sujeción para mí, inteligencia Suprema?
4. ¿Dónde están las acciones pasadas (Karma) que me han traído a la encarnación presente y que ahora producen frutos? ¿Dónde la liberación en esta vida o la liberación como des encarnación para mí, que no tengo ningún tipo de atributos?
5. ¿Dónde está aquél que actúa, que recoge los frutos de la acción? ¿Dónde el súbito nacimiento de pensamientos o acciones? ¿Dónde el resultado visible del conocimiento en mí, que estoy libre?
6. ¿Dónde están el mundo o alguien aspirando a la liberación? ¿Dónde el yogui, el sabio, el esclavo o el libre, para mí, que habito en mi propia naturaleza y no tengo segundo?
7. ¿Dónde están creación o disolución, el fin a alcanzar y los medios para llegar a él? ¿Dónde aquél que se esfuerza por alcanzar un fin o que lo ha alcanzado, para mí que moro en mi propia naturaleza libre de toda idea de dualidad?
8. ¿Dónde está aquél que conoce el instrumento de conocimiento o la concepción de la existencia de un objeto tal? ¿Dónde “algo” o la ausencia de algo en mí, que soy siempre puro?
9. ¿Dónde están distracción o concentración, conocimiento o estupidez, placer o pena en mí, que siempre estoy inactivo?
10. ¿Dónde están los asuntos del mundo y la condición de conocimiento espiritual? ¿Dónde felicidad y dolor en mí, que siempre estoy por encima del pensamiento?
11. ¿Dónde están ilusión, mundo, afecto o su ausencia? ¿Dónde el “Yo” encarnado o lo que se conoce como Brahman, en mí, el eternamente puro?
12. ¿Dónde están la actividad, la inacción, la liberación, los lazos, para mí, que soy siempre incambiable, siempre indiviso al morar en mí? 23-
13. ¿Dónde está la institución, los libros sagrados (sastras), el discípulo, el maestro o cualquier objeto de investigación para mí, eternamente bienaventurado, siempre libre de limitación?
14. ¿Dónde está aquello que es y aquello que no es, aquello que es uno y lo que es dos? ¿Tendré que repetirlo de nuevo? Nada hay que nazca en mí.