domingo, noviembre 30, 2008

Lanzados a la Vida


Alberto Landaburu y Laura Zipilivan



Dice el magnífico “investigador filosófico” José Antonio Marina que “nuestro contacto básico con la realidad es sentimental y práctico” es decir la vida en primera instancia es de sentimientos, emotiva, afectiva, el mundo significa para nosotros las emociones de agrado o desagrado que nos provoca, pero para la creación de lo racional y la abstracción tuvo que venir de una torsión o tal vez una distorsión para mirar “lo desinteresado, lo que son las cosas en sí, su esencia sin olor, su sustancia sin sabor. Tuvo que ser una pasión poderosísima la que nos obligó a valorar la objetividad”. Y añadiríamos una pasión procedente quizás del dolor y del fracaso, de que nuestras relaciones con la realidad no serían emotivamente satisfactorias y nos indujera a echar mano de nuestra defensa o arma racional.

Una de las primeras paradojas y fuente de males mayores, es que cuando niños, y ya sabemos discernir nuestro yo del mundo exterior, es la escorada educación cotidiana que recibimos en casa o en la escuela, pues nos enseñan básicamente a relacionarnos con la realidad externa, carente de todo enfoque interior, lejos de la máxima ”conocete a ti mismo”; así nos enseñan matemáticas, historia, a comer bien, a vestirnos, a ser educados socialmente; pero nos dejan carentes del conocimiento de uno mismo, y ya no digo del conocimiento del cuerpo sexual, que hasta ahora ha sido tabú, sino de nuestros sentimientos más sencillos y primarios, de aceptar nuestros defectos que nos lastran de por vida.

Por tanto la primera hipótesis de una manera sencilla, pues no podía ser de otra manera y no pretendemos ser muy académicos, es la falta de mirada al interior, y la poca práctica que tenemos en ello, cuando no bastante miedo a descubrir lo que no queremos o nos tememos. Además el ambiente social, ni siquiera el más íntimo y familiar nos ayuda mucho, pues no es costumbre hablar de estos temas o problemas, quizás por pudor o incapacidad, o por la norma social anglosajona que es una falta de educación expresar los sentimiento íntimos y mucho menos las perversidades que todos tenemos alguna. Pero como no somos productos perfectos ni en lo físico y mucho menos en lo emocional como todos quisiéramos, y esto nos causa sufrimiento, ¿quién y como nos mejoramos para crecer y abandonar el sufrimiento?.

Como decía Karl Marx “donde se da el problema se da la solución”, en efecto la persona es la que tiene el problema y en ella básicamente, aunque no de forma exclusiva, se da la solución; de ahí los títulos de los libros tan de moda de autoayuda, de “la solución está en ti”.

Una vez pergeñada la situación, y tomada conciencia de ella se requiere el paso fundamental : un cambio de Actitud. Tenemos que seguir ocupados del mundo exterior pues no somos autónomos y dependemos de él, del trabajo, de la familia, de la sociedad en general, pero hacia ello hemos tenido un exceso de atención y por el contrario un gran déficit de ocuparnos de nosotros mismos, o mejor dicho de nuestro interior, para no caer en el egoísmo mezquino.

Ya has cambiado la actitud, falta la voluntad, la técnica y otros elementos, pero ya hablaremos más adelante de ellos, lo importante es que has descubierto que el mundo exterior en tu experiencia no es la fuente de soluciones y si de muchas insatisfacciones por no hablar de algún que otro sufrimiento ; reconoces que ha pesar de los esfuerzos por cambiar el mundo que te rodea no ha sido coronado por el éxito, y aunque mantienes con el una relación no dramática, quizás un cierto equilibrio inestable, tu motivación poco a poco ha ido cambiando hacia tu mundo interior, hacia tu ser mismo, has comenzado tu mejor y más apasionante viaje, tu viaje interior más apasionante, más enriquecedor, más difícil y sobre todo más incomprendido por los demás.

Y empiezas a hablarte en primera persona de ti mismo, sin saber muy concretamente el fin salvo el vago de conocerte, con escasa preparación y menos técnica, pero ayudado por el deseo y la necesidad.

Te asalta la duda, el miedo a aislarte mucho más de tu ambiente, a acentuar tu heterodoxia ; incluso intuyes que no sea útil social y profesionalmente, no sabes si el resultado final, si es que llegas a alguno, merezca la pena para ti y mucho menos para los demás; además, el gran esfuerzo de afrontar tu negritud interior va a ser doloroso, ¿y si al final es un duro viaje a ninguna parte ? ¿Y si por aprendiz de brujo, tu que siempre te has creído un poco listillo y has actuado no pocas veces con osadía algo insensata, no acabarás peor por salirte de la norma ?

No deseas perderte por el falso mundo mágico, por esas llamadas ciencias ocultas que tienen más de ocultas y de fe que de ciencia, nada científico, porque tu formación y tu estructura mental es muy occidental, muy cartesiana, y no puedes renunciar a ella ni aniquilarla, quieres mejorarla y complementarla pues sabes de su insuficiencia.
Eres una persona especial y te atreves contigo mismo a hacer un viaje especial y te dices:

Me gusta la vida, sobre todo la mental, como decía Sócrates “sólo la vida examinada es la única que merece ser vivida” o más precisamente la autoconciencia recognoscitiva que explicaba Hegel otro de mis grandes gurús. No me gusta demasiado la gente, aunque si disfruto de algunas personas; desgraciadamente la fuente de la experiencia contradice los sentimientos más nobles infantiles sobre el comportamiento o, más aún, sobre las esperanzas que ponemos en ellos, inclusive o sobre todo los más cercanos, inclusive de nosotros que a menudo no somos lo que deseamos, lo mismo que la persona con la que convivimos no siempre es la soñada en nuestra adolescencia.

Lanzados a la vida por una pareja a veces no muy consciente, empezamos a vivir una vida que desconocemos. con un cuerpo, una mente, unos sentidos y un entorno con carencias y necesidades que nos demandan y conducen, pero que para nada entendemos y mucho menos controlamos. Mas bien parecemos un conductor novato que tiene que conducir un coche con vida propia y ya con algunas averías.

Intentaremos hablar en este inicio de libro de aquellas pequeñas cosas de la vida psíquica que nos preocupan pero no nos ocupan tales como la soledad, que para una persona como tu, con inquietudes y cierta capacidad de raciocinio significa, en primer lugar no entenderte, estar lejos de ti, como de un desconocido, o no encontrar el amigo, el padre, el tutor con el cual compartir tus problemas, que no los entienda, que no los comprenda, que incluso no muestre interés o capacidad para entenderte, pues la relaciones sociales son superficiales, y a casi nadie le gusta escuchar problemas, pues la gente busca lo positivo como una novela rosa, y huye de la gente con cierta profundidad y mucho más si esta es problemática y puede afectarle o sentirse reflejada en problemas que no quiere afrontar.

Vamos a estudiar en este libro el problema básico de la seguridad y de los pequeños o grandes miedos que nos atenazan, nos hacen sufrir y disminuyen nuestras capacidades, ese ruido mental permanente de “tu no vales”. Queremos desvelar el sentido de la vergüenza propia y hasta ajena, esa asunción de los valores ajenos que nos hace vivir como decía Juan de Mairena de Antonio Machado de “vivir en paz con los hombres y en guerra con mis entrañas”, lo cual significa vivir de acuerdo con los valores de los demás y no con los propios, y así nos aliena y nos hace sufrir tanto por no permitirnos ser nosotros mismos, pues como dice Shakespeare en un maravilloso soneto :”PERDIDO EL JUSTO GOZO, QUE NO AL PROPIO AGRADO DE UNO SE MIDE, SINO POR MIRADA AJENA” “QUE HAGAN MALO A SU ANTOJO LO QUE ESTIMO BUENO” NO, YO SOY YO ; ... SUS PÚTRIDAS IDEAS NO HAN DE HACER MIS OBRAS”, que es la más bella y la mejor definición de la autoafirmación y el destierro de la alieanación que nos producen los valores ajenos y nos producen tanto sufrimiento y despersonalización.

Estudiaremos un valor fundamental de la autoaceptación mediante la técnicas introspectivas de la regresión emocional mediante los estados modificados de conciencia, desterrando los complejos de culpa, las autoexigencias inalcanzables, volviendo al amor y a la aceptación de si mismos en sentido generoso para aceptar y querer a los demás.

Hablaremos de la autocompasión como bálsamo para no enfrentar los problemas, pero a la vez queremos que nos resuelvan los conflictos desde fuera con una píldora, sin esfuerzo ni dolor.

Veremos la maníaca autoafirmación del yo y todos los mecanismos de sublimación que utilizamos para autoafirmarnos, bien sea el nacionalcionalismo, el equipo de futbol, o cualquier seña de identificación donde pongamos la autofirmación de nuestro yo, para ocupar un espacio reconocido en el mundo social.

Tendremos que adentrarnos en el perverso sentido de culpa muy arraigado en nuestra tradición judeo cristiana, rechazando el placer, nuestra incapacidad de comunicación afectiva, el miedo a sentirnos tiernos y por tanto “débiles”, el miedo a que nos conozcan y mucho más nuestros defectos y debilidades como se prohíbe en la sociedad profesional americana. En definitiva nuestra dedicación al “personaje social” que hemos creado o que nos han obligado a crear y no dedicarnos a la persona que somos. Alguna reflexión dedicaremos a lo que en terminología cristina se llaman los pecados capitales, tales como la soberbia, que es un exceso de autofirmación del yo y una negación de los valores de los demás ; de la envidia, que son esos valores que adoramos y que creemos que no tenemos o que no podemos alcanzar ; de la pereza que es una forma cómoda de autocompasión para no realizar los esfuerzos necesarios para mejorar.

Sin dejar aparte la percepción del mundo exterior, que algunos tienen, como una amenaza, lo cual conlleva una visión distorsionada producto de la inseguridad y de experiencias negativas en nuestras relaciones con los demás. La actitud de lucha y competencia con nuestros compañeros, incluso con nuestra pareja o amigos, lo que conlleva unos esfuerzos baldíos y desgaste de energías, en vez de utilizar la cooperación como sistema más inteligente, menos costoso y mucho más eficaz.

No podremos dejar de hablar del influjo del DINERO como elemento primordial en nuestra vidas, que nos da seguridad, que muchas veces supone el espejismo de la felicidad, que nos genera ambiciones inalcalzables y son fuente de frustración. Así como del SEXO y el amor ese mecanismo básico a la vez de satisfacción y a la vez de frustración con el cual no tenemos una relación apacible. Y también de las pasiones profundas e irrefrenables que nos conducen por caminos difíciles y que muchas veces son inconfesables por inaceptables socialmente. Y como no, trataremos el poder social y político, nuestra situación en la pirámide social, el reconocimiento de nuestro valor, de los títulos, etc. También, por último hablaremos de los medios de comunicación social que tanto influjo ejercen sobre nosotros, ofreciendo valores e información muy difícil de asimilar, es decir hablaremos de los “otros” y su influencia en nosotros.

Tendremos que afrontar el dolor, sobre todo el miedo al dolor, las experiencias de sufrimiento y dolor físico y mental, lo cual nos provoca muchas veces crisis de anticipación al imaginar miedos o amenazas futuras. Repasaremos la frustración y la derrota como cargas pesadas que hay que aliviar para mejorar nuestra vida ; analizaremos las ambiciones como fuente motivadora y a la vez origen de nuestro sufrimiento por no poder alcanzarlas y esto nos llevará a comentar las ideas del éxito y del fracaso, nuestro balance sentimental.

Y todo ello lo haremos desde tres herramientas potentes : con la mirada hacia el interior, con las emociones y sentimientos como manifestación expresa de nuestra situación psíquica y mediante una de las técnicas más poderosas de diagnóstico y ayuda como son los ESTADOS MODIFICADOS DE CONCIENCIA, que sin llegar a la hipnosis profunda, la persona actúa de forma consciente y propia para descubrir y desentrañar sus propios conflictos que le causan el sufrimiento.

Para resumir una nueva cultura de valores humanos positivos, en los cuales no se nos ha educado de: tolerancia, afecto, cultura, respeto, cooperación y libertad, para que las personas que no somos necesariamente malas y podemos ser maravillosas, lo intentemos y en muchos casos lo logremos, mediante el conocimiento y aceptación de nosotros mismos y de los demás, ayudados por las técnicas regresivas que nos abran un presente más sereno y más sabio, aportando a los demás todo aquello de positivo que tenemos.

Intentaremos taxonomizar o dar una mera descripción de la personalidad, dejando en claro que esta descripción no es un tratado excátedra ni académico, y por tanto inaccesible aunque tampoco trivial o superficial. Queremos dirigirlo a personas inquietas, con cierta formación e intereses en la vida psíquica o interior.

No vamos a estudiar las profundas patologías como psicosis y otras, sino a los desajustes diarios de la vida cotidiana de cualquiera de nosotros tales como la aceptación de uno mismo, la tolerancia hacia los demás, inseguridades, celos, visión negativa de la vida, etc, que muchas veces nos impiden crecer y sacar lo mejor de uno mismo, desarrollar nuestras potencialidades: vivir y disfrutar de la vida; no siendo esclavos y sufridores de hábitos y conductas negativas, sino con un sentido positivo, creativo, culto y tolerante, una vida de grandes valores humanos.

Dicen, empezando por lo más importante, que en el cerebro hay tres partes históricas bien definidas, la primera la más antigua o reptilinia, también la más rápida están las funciones vitales ; esta parte es de muy difícil acceso y por tanto complicada de operar, así es la más autónoma.

La segunda parte es el cerebro mamífero que contiene las funciones de los instintos fundamentales, también de las emociones y de los sentidos desarrollados.

La tercera o neocortex es la parte del homo sapiens donde residen las funciones más racionales y por tanto más cercana su actividad a nosotros mismos.

También existen otras diferenciaciones, que no están ubicadas físicamente en ningún espacio que se sepa, que son el consciente, preconsciente e inconsciente. La personalidad es la organización dinámica en el interior del individuo de aquellos sistemas psico-físicos que determinan la conducta, los pensamientos y las emociones característicos. Freud describe estos tres niveles, así el consciente se refiere a la actividad mental en que nos damos cuenta; el preconsciente se refiere a la experiencia mental que podemos conocer cuando le destinamos nuestra atención y hablamos de un nivel inconsciente cuando las cosas se resisten a la evocación y el conocimiento del consciente, y podemos acceder a él a través de métodos terapéuticos tales como la regresión.

También se distinguen tres aspectos funcionales de la personalidad que son: el “ello”, que es el núcleo básico y central de la personalidad, es la fuente de la cual se deriva toda la energía psíquica y la base de todas las fuerzas instintivas innatas, es del “ello” de donde saldrán los demás elementos de la personalidad que se irán desarrollando con proceso de maduración. Conforme avanza esta maduración psicológica, partiendo del núcleo básico del ello, se desarrolla un segundo tipo de estructura: el YO, quien relaciona las fuerzas del ello con el mundo exterior, sus dos funciones son: expresar impulsos que se originan en el ello, cuando esto sea posible y la otra modificar la expresión o inhibirla de tales impulsos para hacerlos socialmente aceptables; el desarrollo del yo ayuda en el aprendizaje de lo que es bueno y lo que es malo, con lo cual contribuye al desarrollo de valores morales.

La tercera estructura es el “superyo”, que significa la autoridad, los valores sociales, morales, la categoría de valores, las pautas de conducta socialmente aceptables, los maestros, la escuela, la religión, el cual su desarrollo modifica algunas funciones del yo, siendo una de las causas principales de la represión y sobre todo del maligno sentimiento de culpa.

Al nacer el “ello” es todo poderoso, y aún no se desarrollan las estructuras del yo y del super yo lo suficiente como para determinar reacciones de conducta. Alrededor de los 5 o 6 años las fuerzas del ello siguen siendo poderosas pero ya el yo hizo su aparición y expresa un considerable control, mientras que el super yo sigue siendo relativamente débil. En la madurez, una vez realizada la socialización completa del individuo, el super yo se encuentra totalmente desarrollado y juega su papel interrelacionándose con las otras dos estructuras.

También en los últimos tiempos se habla de la distinción entre el lóbulo derecho, la parte más “femenina” o yang, donde se realiza la imaginación, el arte las emociones, etc. y el lóbulo izquierdo o “masculino” ying, donde reside el control, la lógica, el orden y la razón, dicho todo esto de forma un poco simplista y a modo de somera indicación.

Dicen algunos psicólogos ultramodernos de las terapias regresivas que tenemos influencia de vidas pasadas, pues en sus técnicas de regresión las personas conectan con otras vidas anteriores; pero bastantes complicaciones tenemos con nuestra propia vida como para adentrarnos en el proceloso mundo de las reencarnaciones que ya hablaban los budistas, sólo lo comentamos como punto de referencia olvidándonos por ahora de ello.

Pero si aceptaremos como tesis, muy difícil de concretar, que desde el momento en que somos engendrados en el vientre de la madre, todo lo que ocurre, sobre todo a nuestro ser portador, tiene una gran influencia sobre nuestra vida y tiene consecuencias manifestables en el devenir de nuestra persona.

Continuando con esta tesis, la inteligencia del cigoto que no es poca pues en sus códigos, de millones de años de evolución y selección, se haya una información y potencia de desarrollo enorme, pues dicen que lo primero que se encuentra ese ente sintiente o reactivo, es ni más ni menos que está solo. Y así, desde el momento de ser fecundado en el óvulo, pasaremos solos o desconocidos al menos un mes o quizás dos y hasta tres meses, interactuando con el cuerpo de la madre, recibiendo impulsos químicos, energéticos, sensoriales y dicen que hasta emocionales que se transforman y actúan en........?. Así, después de un tiempo, somos identificados en casa como existentes y esto es fuente de una primera gran reacción, con todo tipo de actitudes empezando por la sorpresa y tras ella las muestras de agrado o de rechazo, que como dicen seguramente tiene consecuencias en nosotros, aunque es muy difícil decir cuales son estas y con que intensidad.

De estas primeras reacciones se desencadenan múltiples actitudes maternas que van a influir primera y directamente en la psique y en el cuerpo de la madre y según la tesis que vamos siguiendo en la vida del feto, con las consecuencias immedibles que comentábamos. Y de esta forma, con avatares de todo tipo durante la gestación incluso en un embarazo normal, llegamos al día del nacimiento, que se produce también de forma variada, unas en su fecha y forma natural, y otras adelantada por arte de la medicina. El ambiente en que el feto lleva a cabo su cambios de desarrollo es tranquilo, dado que se encuentra protegido del frío y del calor, contra luces brillantes y ruidos desmesurados, porque habita en una cálida y oscura habitación, hundido casi sin peso alguno en un fluido que le sirve de cojín. Después atravesará un nuevo camino que lo lanza a un mundo de cambios incesantes y de espacios infinitos para él, recibiendo directamente nuevas sensaciones como olores, sabores, ruidos, temperaturas, desconocidas que le van a producir emociones diferentes con poca capacidad de respuesta salvo la manifestación de desagrado por el llanto, o consuelo mediante la tranquilidad a través del casi único instrumento externo que es su madre.

Surge así, un cambio radical en nuestras vidas, el encuentro con el exterior, que nos conecta con un mundo nuevo, diferente al vivido durante los nueve meses en el vientre materno.

Al principio somos una relación simbiótica con la madre, que puede ser buena para el bebe en los primeros meses. Su madre, un individuo único que participa en la relación, ya equipada con una personalidad formada producto de la experiencia, será la encargada de ayudar al niño a formar su personalidad junto con el resto del mundo externo.

Cuando el infante escapaz de sentarse, ponerse de pie, etc., sus relaciones activas con la realidad externa y la organización paralela de su yo han progresado al punto de permitirle al niño funcionar como un individuo autónomo; decimos entonces, que al año de nacido ya somos una persona independiente, puesto que tendemos a conservar los efectos ejercidos por lo que fuimos incorporando.