domingo, noviembre 16, 2008

Sabiduría versus Filosofía


LAKHSMI

Desde hace ya algunos siglos, solemos confundir saber con sabiduría y filósofo culto e instruido con sabio... sin embargo, y desde la perspectiva del pensamiento de la Antigüedad, viene a suceder que un analfabeto podía ser un hombre sabio (poseedor de la Sabiduría), en tanto que un hombre versado en todas las ciencias y artes de su tiempo no ser, en absoluto, un Sabio. La Sabiduría (Sophia para los griegos, Sapientia para los latinos) no era algo accesible racionalmente (en tanto que la razón es la base de la Filosofía) pues era algo situado por encima de las facultades humanas (y la razón es una facultad): era un don derivado de la comunicación directa con el Misterio(1), con lo sobrenatural y suprarracional: un don sagrado fruto del contacto directo de un elegido con la divinidad (también llamada Sabiduría Eterna o Increada), la cual divinidad, decían los antiguos, sopla a quien quiere y cuando quiere... de ahí que un desheredado de los hombres pudiera devenir, por la mediación divina, en Sabio, en tanto que el mucho saber (racional) no conduce a esta Sabiduría, pues esta Sabiduría no es un cúmulo de conocimientos, sino que es un saber (no racional), un conocimiento profundo de otra naturaleza, sobrenatural, y por lo mismo alejado de las ciencias de la razón.

La Sabiduría de la que hablo, por tanto, está íntimamente relacionada con los arcanos de las Religiones y de los Mitos. El Sabio es aquel que, de una manera sobrenatural, viene a encarnar, a dar realidad física, al Misterio, siendo así que viene a convertirse en Hijo del Misterio o Hijo del Conocimiento absoluto de las cosas, de la realidad primera, del ser de los seres... y la Sabiduría es su estigma, su distinción sobre el resto de los mortales no tocados por las manos misteriosas y divinas. Para el judaísmo, la gnosis y el cristianismo era estar en posesión del sentido oculto (presente y real) de la creación: una aptitud para discernir en las cosas de orden sobrenatural.

Así, Mahoma era Sabio (Profeta de profetas), pese a que siempre fue un analfabeto... y Jesús, por poner otro ejemplo, vino a nacer en un corral de ganado de los más pobres que puedan haber: aquellos situados en cuevas, naturales o excavadas, y que se suelen denominar refugios. Por cierto, los cristianos llaman Sabiduría eterna a su segunda persona de la Trinidad, es decir, a Jesús (Hijo del Dios).

Y este es el sentido profundo, oculto y olvidado por el común de la gente, de los términos Sabiduría y Sabio. Y es en este contexto en el que hay que situar el aforimos de Delos y al que ya le he dedicado un escueto post: "conócete a tí mismo"(2)... las escuelas gnósticas solían añadirle la siguiente coletilla: "y tendrás el principio de la Sabiduría eterna". O la frase que cité(2) de San Agustín, uno de los padres de la iglesia primitiva, y que viene a significar: "Conocerte conociéndome"...

Es decir, que un Conocimiento de nivel tan superior a la razón no es, necesariamente, un imposible para el hombre que lo desee: la autocontemplación, la introspección profunda es un camino... (3)

Y ahora hablemos un poco de la Filosofía:

La Filosofía nace como un intento de alcanzar la Sabiduría de la que hablábamos sin tener que esperar la iluminación, la revelación, la inspiración sobrenatural (o divina). Es querer adquirir el Conocimiento absoluto sin tener que pedírselo a ningún dios. La etimología de la propia palabra lo dice: Philo-Sophia, amor por Sophia (Sabiduría), etimológicamente análoga a "búsqueda de la Sabiduría". "Esta palabra siempre ha sido empleada para calificar una preparación a esa adquisición de la sabiduría, y especialmente los estudios que podían ayudar al philosophos, o a aquel que experimentaba por ella alguna tendencia, a convertirse en sophos, es decir, en sabio.

Así, como el medio no podría ser tomado por un fin, el amor a la sabiduría no podría constituir la sabiduría misma. Y debido a que la sabiduría es en sí idéntica al verdadero conocimiento interior, se puede decir que el conocimiento filosófico no es sino un conocimiento superficial y exterior. No posee en sí mismo, ni por sí mismo, un valor propio. Solamente constituye un grado preliminar en la vía del conocimiento superior y verdadero, que es la sabiduría."(4)

Reflejo de la cultura en que surge e inseparable (sobre todo en sus orígenes) del mito y de la religión, la filosofía suele identificarse con la que debería llamarse filosofía occidental, surgida en Grecia en el s. VI a.J.C. (Tales de Mileto, padre de la escuela milésica y uno de los siete sabios de Grecia). La filosofía occidental debe situarse en el marco de la mitología y de la cosmogonía homérico-hesiódicas, de las religiones órficas, de la fe mosaica o hebrea (la Torá y los profetas del Antiguo Testamento), de la fe cristiana (Nuevo Testamento), del judaísmo tardío y del islam (Corán)...

Simultáneamente a Tales, también surgió, en Oriente, una filosofía radicalmente distinta de la anterior: la filosofía oriental, cuyos inicios se remontan igualmente al s. VI a.J.C., con Lao-tsé y Confucio en China y con Buda en la India.

En su origen, la filosofía era inseparable de la astronomía y de la cosmología, de las matemáticas y de la física (de ésta precisamente recibió su nombre la parte más filosófica de la filosofía: la metafísica), del derecho y de la medicina; asimismo, un buen número de disciplinas tiene su origen en ella (la epistemología, la ética, la lógica, la política, la psicología, la pedagogía y la estética)... era el dominio de la Razón: la Ciencia. Por eso la Filosofía también fue llamada "el conocimiento racional", es decir, la sabiduria o el saber de la Razón por contraposición al saber o sabiduría divina... y los filósofos de la Antigüedad admitían que el conocimiento racional, es decir, la filosofía, no era el más alto grado del conocimiento, no era la sabiduría.

Y aquí dejo que siga hablando René Guenon (5), con quien en este punto coincido plenamente:

¿Acaso la sabiduría puede ser enseñada del mismo modo que el conocimiento exterior, por la palabra o mediante libros? Ello es realmente imposible... Lo que podemos afirmar desde ahora es que la preparación filosófica no es suficiente, ni siquiera como preparación, pues no concierne más que a una facultad limitada, que es la razón, mientras que la sabiduría concierne a la realidad del ser al completo.

De modo que existe una preparación a la sabiduría más elevada que la filosofía, que no se dirige a la razón, sino al alma y al espíritu, y a la que podemos llamar preparación interior; éste parece haber sido el carácter de los más altos grados de la escuela de Pitágoras. Ha ejercido su influencia a través de la escuela de Platón y hasta el neo-platonismo de la escuela de Alejandría, donde apareció de nuevo claramente, así como entre los neo-pitagóricos de la misma época.

Si para esta preparación interior se empleaban también palabras, éstas no podían ser ya tomadas sino como símbolos destinados a fijar la contemplación interior.

Mediante esta preparación, el hombre es llevado a ciertos estados que le permiten superar el conocimiento racional al que había llegado anteriormente, y como todo esto está muy por encima de la razón, está también muy por encima de la filosofía, puesto que la palabra filosofía siempre es empleada de hecho para designar algo que sólo pertenece a la razón.

No obstante, es asombroso que los modernos hayan llegado a considerar a la filosofía, así definida, como si fuera completa en sí misma, y olvidan así lo más elevado y superior.

La enseñanza esotérica fue conocida en los países de oriente antes de propagarse en Grecia, donde recibió el nombre de "misterios". Los primeros filósofos, en particular Pitágoras, vincularon a ellos su enseñanza, como no siendo sino una expresión nueva de ideas antiguas.

Existían numerosas clases de misterios con orígenes diversos. Aquellos en los que se inspiraron Pitágoras y Platón estaban en relación con el culto de Apolo. Los "misterios" tuvieron siempre un carácter reservado y secreto, significando etimológicamente la propia palabra "misterios" silencio total, no pudiendo ser expresadas mediante palabras las cosas a las cuales se referían, sino tan sólo enseñadas por una vía silenciosa. Pero los modernos, al ignorar cualquier otro método distinto al que implica el uso de la palabra, al cual podemos llamar el método de la enseñanza exotérica, han creído erróneamente, a causa de ello, que no había aquí ninguna enseñanza.

Podemos afirmar que esta enseñanza silenciosa usaba figuras, símbolos y otros medios que tenían por objetivo conducir al hombre a estados interiores, permitiéndole llegar gradualmente al conocimiento real o a la sabiduría.

Tal era el objetivo esencial y final de todos los "misterios" y de otras cosas semejantes que pueden encontrarse en diferentes lugares.

En cuanto a los "misterios" que estaban especialmente vinculados al culto de Apolo y al propio Apolo, es preciso recordar que éste era el dios del sol y de la luz, siendo ésta en su sentido espiritual la fuente de donde brota todo conocimiento y de la que derivan las ciencias y las artes.

Se dice que los ritos de Apolo llegaron del Norte y esto se refiere a una tradición muy antigua, que se encuentra en libros sagrados como el Vêda hindú y el Avesta persa.

Este origen nórdico era incluso afirmado más especialmente para Delfos, que pasaba por ser un centro espiritual universal; y había en su templo una piedra llamada "omphalos" que simbolizaba el centro del mundo.

Se piensa que la historia de Pitágoras, e incluso su propio nombre, poseen una cierta relación con los ritos de Apolo. Éste era llamado Pythios, y se dice que Pytho era el nombre original de Delfos. La mujer que recibía la inspiración de los Dioses en el templo era llamada Pythia. El nombre de Pitágoras significa entonces "guía de la Pythia", lo cual se aplica al propio Apolo. Se cuenta además que es la Pythia quien declaró que Sócrates era el más sabio de los hombres. Parece entonces que Sócrates estuvo relacionado con el centro espiritual de Delfos, al igual que Pitágoras.

Añadiremos que si bien todas las ciencias eran atribuidas a Apolo, esto era incluso más especialmente en cuanto a la geometría y la medicina. En la escuela pitagórica, la geometría y todas las ramas de las matemáticas ocupaban el primer lugar en la preparación al conocimiento superior. Con respecto a este conocimiento, estas ciencias no eran dejadas de lado, sino que, por el contrario, eran empleadas como símbolos de la verdad espiritual. También Platón consideraba a la geometría como una preparación indispensable a toda otra enseñanza, y había inscrito sobre la puerta de su escuela estas palabras: "Nadie entre aquí si no es geómetra". Se comprende el sentido de estas palabras cuando se las refiere a otra fórmula del mismo Platón: "Dios siempre geometriza", ya que, hablando de un Dios geómetra, Platón aludía a Apolo.

No debe asombrar que los filósofos de la Antigüedad hayan empleado la frase inscrita en la entrada del templo de Delfos, puesto que conocemos ahora los vínculos que los unían a los ritos y al simbolismo de Apolo.

Después de todo esto, fácilmente podemos comprender el sentido real de la frase estudiada aquí y el error de los modernos a este respecto. Este error deriva de que ellos han considerado esta frase como una simple sentencia de un filósofo, a quien atribuyen siempre un pensamiento comparable al suyo. Pero, en realidad, el pensamiento antiguo difería profundamente del pensamiento moderno. Así, muchos atribuyen a esta frase un sentido psicológico; pero lo que ellos llaman psicología consiste tan sólo en el estudio de los fenómenos mentales, que no son sino modificaciones exteriores -y no la esencia- del ser.

Otros aún ven en ella, sobre todo aquellos que la atribuyen a Sócrates, un objetivo moral, la búsqueda de una ley aplicable a la vida práctica. Todas estas interpretaciones exteriores, sin ser siempre enteramente falsas, no justifican el carácter sagrado que poseía en su origen, que implica un sentido mucho más profundo que el que así se le quiere atribuir. En primer lugar, significa que ninguna enseñanza exotérica es capaz de dar el conocimiento real, que el hombre debe encontrar solamente en sí mismo, pues, de hecho, ningún conocimiento puede ser adquirido sino mediante una comprensión personal.

Sin esta comprensión, ninguna enseñanza puede desembocar en un resultado eficaz, y la enseñanza que no despierta en quien la recibe una resonancia personal no puede procurar ninguna clase de conocimiento. Es la razón de que Platón dijera que "todo lo que el hombre aprende está ya en él". Todas las experiencias, todas las cosas exteriores que le rodean no son más que una ocasión para ayudarle a tomar conocimiento de lo que hay en sí mismo. Este despertar es lo que se llama anámnesis, que significa "reminiscencia".

Si esto es cierto para todo conocimiento, lo es mucho más para un conocimiento más elevado y más profundo, y, cuando el hombre avanza hacia este conocimiento, todos los medios exteriores y sensibles se hacen cada vez más insuficientes, hasta finalmente perder toda utilidad. Si bien pueden ayudar a aproximarse a la sabiduría en algún grado, son impotentes para adquirirla realmente, y se dice corrientemente en la India que el verdadero guru o maestro se encuentra en el propio hombre y no en el mundo exterior, aunque una ayuda exterior pueda ser útil al principio, para preparar al hombre a encontrar en sí y por sí mismo lo que no puede encontrar en otra parte, y particularmente lo que está por encima del nivel de la conciencia racional. Es necesario, para lograrlo, realizar ciertos estados que avanzan siempre más profundamente hacia el ser, hacia el centro, simbolizado por el corazón y donde la conciencia del hombre debe ser transferida para hacerle capaz de alcanzar el conocimiento real. Estos estados, que eran realizados en los misterios antiguos, eran grados en la vía de esta transposición de la mente al corazón.

Había, hemos dicho, una piedra en el templo de Delfos llamada omphalos, que representaba el centro del ser humano, así como el centro del mundo, según la correspondencia que existe entre el macrocosmos y el microcosmos, es decir, el hombre, de tal manera que todo lo que está en uno está en relación directa con lo que está en el otro. Avicena dijo: "Tú te crees una nada, y sin embargo el mundo reside en ti".

Es curioso señalar la creencia extendida en la Antigüedad según la cual el omphalos había caído del cielo, y se tendrá una idea exacta del sentimiento de los griegos con respecto a esta piedra diciendo que tenía cierta similitud con el que experimentamos con respecto a la piedra negra sagrada de la Kaabah.

La similitud que existe entre el macrocosmos y el microcosmos hace que cada uno de ellos sea la imagen del otro, y la correspondencia entre los elementos que los componen demuestra que el hombre debe conocerse a sí mismo primero para poder conocer después todas las cosas, pues, en verdad, puede encontrarlo todo en él. Es por esta razón que algunas ciencias -especialmente las que forman parte del conocimiento antiguo y que son casi ignoradas por nuestros contemporáneos- poseen un doble sentido. Por su apariencia exterior, estas ciencias se refieren al macrocosmos y pueden ser consideradas justamente desde este punto de vista. Pero al mismo tiempo también poseen un sentido más profundo, el que se refiere al propio hombre y a la vía interior por la cual puede realizar el conocimiento en sí mismo, realización que no es otra que la de su propio ser. Aristóteles dijo: "el ser es todo lo que conoce", de tal modo que, allí donde existe conocimiento real -y no su apariencia o su sombra- el conocimiento y el ser son una y la misma cosa.

La sombra, según Platón, es el conocimiento por los sentidos e incluso el conocimiento racional que, aunque más elevado, tiene su origen en los sentidos. En cuanto al conocimiento real, está por encima del nivel de la razón; y su realización, o la realización del ser, es semejante a la formación del mundo, según la correspondencia de la que hemos hablado.

Es ésta la razón de que algunas ciencias puedan describirse bajo la apariencia de esta forma. Este doble sentido estaba incluido en los antiguos misterios, del mismo modo que en todas las enseñanzas que apuntan al mismo fin entre los pueblos de oriente.

Parece que igualmente en occidente esta enseñanza ha existido durante toda la Edad Media, aunque hoy haya desaparecido completamente, hasta el punto que la mayoría de los occidentales no tiene idea alguna de su naturaleza o siquiera de su existencia.

Por todo lo precedente, vemos que el conocimiento real no tiene como vía a la razón, sino al espíritu y al ser al completo, pues no es otra cosa que la realización de este ser en todos sus estados, lo que constituye el fin del conocimiento y la obtención de la sabiduría suprema.

En realidad, lo que pertenece al alma, e incluso al espíritu, representa solamente grados en la vía hacia la esencia íntima que es el verdadero Sí, y que puede hallarse tan sólo una vez que el ser ha alcanzado su propio centro, cuando estando todas sus potencias unidas y concentradas como en un solo punto, en el cual todas las cosas se le aparecen, cuando estando contenidas en este punto como en su primer y único principio, puede entonces conocer todas las cosas como en sí mismo y desde sí mismo, como la totalidad de la existencia en la unidad de su propia esencia.

Es fácil ver cuán lejos está esto de la psicología en el sentido moderno de la palabra, y que va incluso mucho más lejos que un conocimiento más verdadero y más profundo del alma, que no puede ser sino el primer paso en esta vía.

Es importante indicar que el significado de la palabra nefs no debe ser aquí restringido al alma, pues esta palabra se encuentra en la traducción árabe de la frase considerada, mientras que su equivalente griego psyché no aparece en el original. No debe pues atribuirse a esta palabra el sentido corriente, pues es seguro que posee otro significado mucho más elevado que le hace asimilable al término esencia, y que se refiere al Sí o al ser real; como prueba, tenemos lo que se dice en el siguiente hadith, que es como un complemento de la frase griega: "Quien se conoce a sí mismo, conoce a su Señor".

Cuando el hombre se conoce a sí mismo en su esencia profunda, es decir, en el centro de su ser, es cuando conoce a su Señor. Y conociendo a su Señor, conoce al mismo tiempo todas las cosas, que vienen de Él y a Él retornan. Conoce todas las cosas en la suprema unidad del Principio divino, fuera del cual, según la sentencia de Mohyiddin ibn Arabî, "no hay absolutamente nada que exista", pues nada puede haber fuera del Infinito.


Notas:

(1) Ver Del Secreto al Arcano y de este al Misterio
(2) Ver Conócete a tí mismo
(3) Siendo su principal obstáculo la actividad intelectual, el uso de la razón: el pensamiento no debe estar presente en esta especial introspección...
(4) Rene Guenon
(5) Cap. VI de la 1ª parte de "Mélanges", París, Gallimard, 1976. (Publicado la primera vez en árabe en la revista El-Ma'rifah, nº 1, mayo de 1931).

posted by onory | 7:46 PM
2 Comments:
Anonymous said...
Te felicito, amigo Luis, realmente interesante...

pero (sí, hay un pero) ¿no crees que te pasaste con un tento taaaaannn largo?

De todas maneras, ha sido una lectura que ha picado mi curiosidad y que en muchos puntos me ha sorprendido. En cualquier caso, lo que es yo, prefiero la Filosofía (Ciencia) a la Sabiduría divina...

Un saludo, viejo amigo.
4:59 PM
Anonymous said...
Amigos, os comparto un aforismo escolástico, muy antiguo y con mucha solera en ese medio y que, seguro, os va a hacer reir un rato por la oportunidad con aquello que decía onory al principio de su mensaje, del ignorante Sabio y del hombre de ciencias "ignorante":

"Más puede negar un asno que probar un filósofo."

Un saludo a todos.