sábado, diciembre 17, 2011

La Conspiración O.V.N.I.


Por Manuel Carballal

En junio de 1987, durante el congreso anual de MUFON (la más importante asociación civil de estudios OVNI en USA) se hacían públicos los documentos más polémicos en la historia de la ufología: el memorándum Majestic-12. Dicho informe, compuesto por un grupo de ocho microfilms, se presenta como un documento facilitado por el presidente Truman a su sucesor, detallando las autopsias y análisis a cuatro cadáveres alienígenas y a un platillo volante estrellado en Roswell en julio de 1947. Poco después, esos informes serían desarrollados en un disparatado libro , The Matrix, que conmocionaría a la ufología mundial: se trataba de la historia de un supuesto pacto secreto entre los alienígenas y el gobierno norteamericano...
Tres años después, también en un congreso de MUFON, William Moore, conocido escritor y ufólogo norteamericano (coautor de El incidente y El Experimento Filadelfia), hacía una confesión explosiva. Según su aparente arrepentimiento, llevaba nueve años contratado por los servicios de inteligencia americanos para actuar como “topo” en la comunidad ufológica, transmitiendo a las agencias gubernamentales los descubrimientos más relevantes de los investigadores e intoxicando a la vez con información falsa a los interesados por el fenómeno OVNI. Ese día, la ufología mundial dio un giro de 180º, y algunos expertos lúcidos comenzaron a entrever la gran trascendencia que tenía el factor militar en esta disciplina.
Como detalla acertadamente Javier Sierra en La conspiración OVNI; Historia de un Watergate ufológico (S.E.P., 1990) el trabajo de intoxicación de William Moore comenzó con el desdichado Paul Bennewitz.

“Bennewitz, propietario de una pequeña sociedad productora de componentes electrónicos, la Thunder Scientific Company, comienza a ser estrechamente vigilado por los Servicios de Inteligencia de la Base Aérea de Kirtland, a raíz de una serie de experimentos que realizó, a primeros de 1980 con una mujer que fue abducida en mayo de ese mismo año en las inmediaciones de Cimarrón (Nuevo Méjico). Suponía Bennevitz que los extraterrestres que secuestraron a la testigo, le habían implantado una especie de microaparato con el objeto de controlarla a larga distancia, y suponía igualmente que utilizando los medios electrónicos adecuados podría interceptarse la señal que, pretendidamente, partiría de ese ingenio insertado en el cuerpo de la abducida hasta alcanzar la nave alienígena. En compañía del Dr. Leo Sprinke, mundialmente conocido por sus investigaciones en este campo, llevó a cabo sus primeros intentos de interceptación. Finalmente, logró captar una señal que, supuestamente, era originada desde el interior de esta persona, pero que luego se vería que procedía de las cercanas instalaciones del almacén de armas nucleares de Manzano, en el interior de la Base Aérea de Kirtland. Esto, unido a los extraños avistamientos de luces no identificadas entrando y saliendo de esta base, llevó a Bennevitz a pensar que los alienígenas se habían instalado en aquella zona militar restringida. (?)

Paralelamente, los militares de Kirtland -que por aquel entonces se encontraban trabajando en los preliminares de la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) o “Guerra de las Galaxias”- detectaron que un “topo” se había colado en su sistema informático...y el intruso no era otro que un ciudadano llamado ¡Paul Bennevitz! Fue entonces cuando APOSI contactó con Moore para espiar a Bennevitz, y, tras cerciorarse de su afición por la ufología, decidió suministrarle todo tipo de información aberrante sobre pactos entre los extraterrestres y las Fuerzas Armadas para que sus afirmaciones de que había detectado “algo raro” en Kirtland no despertaran las suspicacias de los rusos, con el aliciente añadido de un momento histórico en el que el mundo vivía todavía los estertores de la guerra fría”.
Los rumores del pacto secreto de USA con los alienígenas se extendió rápidamente. ¿Qué otra explicación podía tener que las señales recibidas a través del implante hecho a un abducido proviniesen de una base militar americana?
El “tratamiento” de intoxicación con el que sometieron las agencias de inteligencia a Bennevitz funcionaron a la perfección, y el “espía” terminó sufriendo tratamiento psiquiátrico. “El Gobierno volvió loco a Bennevitz -terminó confesando Moore- para detener todo el proceso...”

A ese incidente siguió una vasta campaña de desinformación por parte del Gobierno norteamericano contra la comunidad ufológica. Desinformación que aún continúa. Pero el daño ya estaba hecho. El descubrimiento de Bennevitz abría una puerta a un aspecto estremecedor del fenómeno OVNI: la manipulación de la población civil tras el mito extraterrestre...

Sería demasiado complejo sintetizar todos esos manejos en estas líneas, que sólo pretender invitar a la reflexión al lector. Son muchos los aspectos de este entramado que se ha tejido en torno a la ufología desde sus orígenes en los años 40, e incluso antes. Pero sí conviene citar algunos aspectos especialmente significativos. Con esta nueva dimensión, de tipo “espionaje-militar” del fenómeno OVNI, surgieron casos muy significativos, aunque tal vez erróneamente interpretados.
Una de las “pruebas” del pacto entre USA y las EBEs (Entidades biológicas Extraterrestres), fué encontrada por los ufólogos en la ultrasecreta base aérea de Groom Lake conocida como “Area 51”

El número correspondiente a marzo de 1994 de la revista científica americana Popular Science dedicaba toda su portada precisamente al “Area 51”. En el extenso artículo que publicaba esta revista tan poco sospechosa, se hacía eco de la observación de extrañas aeronaves que se habían visto sobrevolando la zona. En los alrededores de Groom lake se organizaron auténticos turnos de vigilancia ufológica que, tras horas de escrutar los cielos, ha dado sus frutos con fotos y filmaciones de aeronaves no convencionales.

Aunque algunos personajes, como el polémico físico Bob Lazar aseguran que tras haber sido contratados para trabajar en la base como personal de mantenimiento, llegaron a ver naves discoidales “una de ellas -decía Lazar- similar a las fotografiadas por Billy Meier”.

La historia es más larga y compleja. Pero elementos como las “comunicaciones” entre el implante de la abducida y la base Kirtland, detectados por Bennewitz, o los “platillos” y otras naves no convencionales observados en el “Area 51”, son prueba evidente para algunos ufólogos norteamericanos de que el gobierno ha hecho un pacto con los alienígenas para intercambiar tecnología extraterrestre a cambio de un “permiso de abducción”.

Quizá, sólo quizá, la respuesta pueda ser mucho más sencilla. Quizá los “platillos” y los OVNIs triangulares sean, sencillamente, aeronaves sofisticadas, pero terrestres. Y quizá las abducciones -o algunas abducciones- sean experiencias ilegales de manipulación genética por parte de científicos militares. O quizá...
Manipulación En 1979, se publicaba en Zaragoza (Editorial Alvarez Esbec) un libro sorprendente: Bases de OVNIs en la Tierra.

El libro, escrito en primera persona, pretendía ser la biografía de un joven español e hijo de americanos (su padre sería un oficial de la base de Torrejón) reclutado por la CIA y adiestrado para convertirse en un ufólogo y contactado, según fuese preciso, al servicio de la Inteligencia yanki.

A lo largo de 223 páginas, el autor, que firma como Douglas O’ Brien explica cómo la CIA le habría facilitado documentación ufológica, credenciales de la FSR, amenazas a testigos que vieron demasiado, cómo había organizado “Alertas OVNI” cerca de bases enemigas para poder fotografiarlas con la excusa ufológica, etc. Al final, los remordimientos por sus acciones, y la convicción final de que, después de todo, también existían OVNIs extraterrestres, llevaría a este “espía”a confesar públicamente sus acciones a través del citado libro. Ciertamente, el relato es apasionante como novela de suspense y como una auténtica premonición de los aspectos militares del fenómeno OVNI que se destaparían diez años más tarde.
Por fin, en Abrin de 1994, pude identificar, localizar y reunirme con el verdadero autor del libro, Francisco Javier Esteban, en la ciudad Zaragoza.
Esteban, en la actualidad miembro de la asociación negativista ARP, me explicó que el libro era una novela construida con información ufológica extraída de infinidad de fuentes, mas una dosis de fantasía. Sin embargo, el argumento de Bases de OVNIs en la Tierra se haría realidad, aparentemente, justamente dos lustros después de su publicación también en España.

El “affaireSouza” Sábado 9 de diciembre de 1989. Haro (Logroño). Con lágrimas en los ojos, Jefferson Souza, joven de origen brasileño pero afincado en USA, hacía una sorprendente confesión: “Yo estoy en una posición muy difícil. Se espera que hable de determinadas cosas y me es muy difícil hacerlo... pero tengo que hacerlo. Pienso que ya basta de tantas historias, de tantos cuentos... Es hora de hablar de manipulaciones. De manipulaciones de personas con personas, de gobiernos con personas...Yo no sé si es el momento ni el lugar, pero yo un día tenía que explotar”.
Aquella jornada histórica se había iniciado horas antes. Cuando yo llegué al hotel Los Agustinos, invitado a aquel I Congreso de Parapsicología y Ufología de la Rioja, Enrique de Vicente (director de la revista Año-Cero) estaba esperándome en el hall.Visiblemente excitado, más aún que de costumbre, me acompañó a la habitación. “Casualmente” nos habían colocado en la misma. Eso inquietó aún más a Enrique, quien asegurando que tenía algo importantísimo que decirme, se negaba a hacerlo en la habitación. “No podemos hablar aquí, salgamos fuera...”. Se iniciaba entonces para mí una especie de película de espías y OVNIs absolutamente increíble.
Según me explicaba De Vicente, Jefferson Souza, sobre quienes varios investigadores teníamos sospechas, se había derrumbado durante la comida, confesándole a Enrique ser un agente de desinformación adiestrado ufológicamente por la CIA.
Jefferson Souza había llegado por primera vez a España un año antes, presentándose en Cataluña como contactado, y narrando su increíble historia. Nadie podía imaginar entonces el peligro que supondría para la ufología española meses más tarde, y el inexplicable protagonismo que alcanzaría en el país. Pero vayamos por partes.

Durante su conferencia-confesión en Haro, Souza entonaba un “mea culpa”, excusándose por haber engañado y mentido a algunos conocidos investigadores españoles, entregándoles información “preparada” por sus superiores para que, así deformada, se publicase y circulase entre los ufólogos españoles y europeos. Su misión era la de construir las creencias que convenían sobre los OVNIs.

Según Souza, las agencias de inteligencia eran conscientes del gran valor sociológico que el mito extraterrestre tiene en la sociedad occidental, y había descubierto su valor potencial para manipular a masas de individuos creyentes en los OVNIs.

Aquella noche, después de la cena y de la entrega de los Premios Paracelso, y tras conseguir despistarnos del resto de los ponentes y comensales, Jefferson Souza, Enrique de Vicente y yo, nos reunimos en una discreta sala del hotel con la intención de profundizar en las revolucionarias afirmaciones del americano-brasileño. Durante casi cinco horas, Enrique y yo (más tarde se nos uniría Sinesio Darnell) pudimos bombardear a preguntas a Souza sobre quién le pagaba, qué información debía distribuir, etc. Todo está grabado.

Jefferson afirmaba haber acudido a Haro, en este segundo viaje a España, con la intención de “reclutar” a algunos investigadores españoles (De Vicente y yo, entre ellos) para participar en esta mascarada. En mi caso, ésta era ya la tercera vez que alguien intentaba sobornarme para cometer un fraude ufológico. Yo jamás acepté estas proposiciones, pero sé que otros lo han hecho; de ahí mi escepticismo en muchos aspectos del fenómeno OVNI. Si la información que barajamos es falsa, las conclusiones originadas por ella jamás podrán obedecer a la verdad.
Según decía Souza, siendo un niño había sido abducido y sometido a un implante. Más tarde descubrió que sus captores no eran alienígenas, sino militares norteamericanos, y que él, como muchos otros niños brasileños había sido utilizado como “conejo de indias”. Siempre según su relato, años después fue “reclutado” por la CIA y trasladó su domicilio a USA. Allí, al igual que el personaje de Bases de OVNIs en la tierra, fue instruído para introducirse en el mundo de la ufología y actuar como agente de intoxicación. Sabiendo que la mayoría de los autores no investigan, sino que se limitan a publicar refritos de otras fuentes, basta introducir un dato en una publicación o conferencia, etc, para que otros divulgadores la retomen y la reproduzcan constantemente, siendo enriquecida y distorsionada con el paso del tiempo. Es lo que yo llamo el efecto “bola de nieve”.
Según aseguraba Souza, algunas abducciones eran experiencias totalmente reales y físicas, pero los raptores no son extraterrestres, sino científicos norteamericanos que usan los cerebros de los abducidos como laboratorio. Los implantes -afirma Jefferson- son de tecnología japonesa extremadamente sofisticada y actúan creando un vínculo terrible entre el abducido y sus captores, como descubrió casualmente Paul Benewitz (ver Secuestrados por los OVNIs, Espacio y Tiempo,1992).

Por otro lado, el supuesto ex-ufólogo a sueldo nos habló del “Proyecto Némesis”, un hipotético experimento psicosocial consistente en crear grupos de disciplinados “soldados” reclutados a través de hipotéticos contactados. Souza afirmaba que las agencias de inteligencia americanas hacía muchos años que fabricaban “platillos volantes” (en eso no mentía) y que los habían utilizado en una particular misión. Una vez seleccionado un personaje de gran carisma natural, se le convencía de haber contactado con alienígenas, lo cual es sumamente fácil cuando se tiene esa tecnología. Si un “platillo volante” aterriza en el patio de tu casa, y un individuo de dos metros sale del interior y le dice que es extraterrestre, lo más probable es que le creas a pies juntillas.

Una vez hecho esto, el “contactado fabricado” entregaría su vida a la trascendente misión de difundir los mensajes de los “Hermanos del Cosmos”. El “Proyecto Némesis” se encargaría de apoyar al contactado facilitándole todas las pruebas necesarias: avistamientos -previa cita de sus “platillos volantes”-, fotos, filmaciones, algún mineral extraño (debidamente manipulado en los laboratorios siderúrgicos de la CIA), etc. Souza mencionaba casos como el de Billy Meir, como ejemplo del “Proyecto Némesis”.

Realmente, las afirmaciones de Souza eran increíbles, y el vértigo de la conversación, agotador. Todo lo que alguien pudiese creer sobre el fenómeno OVNI era demolido en aquella conversación. Pero Souza continuaba mintiendo y, de haber sido realmente un intoxicador gubernamental, al verse descubierto por De Vicente, no había dejado su papel, sino que lo había disfrazado de arrepentimiento. Los sucesos que tuvieron lugar en los días sucesivos demostraron que, fuese lo que fuese, Jefferson Souza mentía como un bellaco, y su destructiva actuación en España no tenía buenas intenciones.

Dos días después, el lunes 11, yo pensaba viajar a la montaña de Montserrat (Barcelona) para continuar la investigación que venía realizando sobre los contactos OVNI con Luis José Grifol. Pero antes, aprovechando el ofrecimiento de unos amigos de llevarme, quería visitar Desojo, un pequeño pueblo navarro donde se emplazaba otro grupo de contacto: Adonai. Cuando comenté mis planes, Souza se mostró extremadamente interesado en acompañarme para conocer a estos contactados. Tendría, pues, durante las siguientes 48 horas, oportunidad de interrogar a fondo a Souza.
Así pues, al día siguiente salíamos juntos hacia Desojo en el coche de ese matrimonio amigo. Ellos nos dejarían a Jefferson y a mí en la estación de ferrocarril de Logroño.

Cuando, ya bien entrada la noche, los cuatro nos despedimos de Lice Moreno, líder de Adonai (quien, por cierto, no se había dejado seducir por Souza), protagonizamos una anécdota significativa, entre las muchas que se produjeron en el viaje.
Apenas habíamos recorrido unos kilómetros cuando Jefferson llamó nuestra atención: “¿Os habéis fijado que hace un rato que nos sigue ese coche?”. La verdad es que, por mucho que nuestro conductor acelerase o redujese, este vehículo seguía detrás de nosotros. La tensión llegó a tal extremo que, en algún punto de la carretera entre Desojo y Logroño, nuestro conductor dio un volantazo sacando el coche de la carretera. Entre la polvareda vimos que el otro vehículo aceleraba, perdiéndose en la noche. Al menos durante un rato...

Souza sabía, y sabe (aquí es donde quiero llegar) utilizar a las personas y estimular sus emociones en su beneficio. Sin embargo, no deja de ser curioso que cuando llegamos a Logroño, pasada la medianoche, se produjo otra “anécdota”.
Visiblemente inquietos, mis amigos nos dejaron en la estación de ferrocarril y continuaron camino hacia su casa. La estación estaba desierta. No había absolutamente nadie. El tren no pasaba hasta la 1:30 de la madrugada, así que sugerí a Jefferson que me esperase en la estación con las maletas mientras yo buscaba algún bar donde comprar algo de comer y de beber, porque todavía no habíamos cenado.
Salí de la estación y tardé un rato en volver. Cuando regresé, me sorprendió encontrar a Jefferson hablando animadamente con alguien. Estaban sentados de espaldas y no me vieron llegar. Cuando estaba a un par de metros, Souza me descubrió, pero yo había podido escuchar que estaban hablando en inglés. El otro individuo, un joven vestido de manera informal, se disculpó y se marchó. Jefferson me comentó: “Qué coincidencia ¿verdad?, otro americano aquí...” Sí, la verdad es que era una casualidad encontrar a otro americano en la estación de tren de Logroño a la 1:30 de la mañana...

Al día siguiente nos despedimos en la estación de Sants. Aunque deberíamos vernos esa noche en Montserrat. Y allí vería, por primera vez, un ejemplo de la hábil manipulación de Souza con los contactados. En la montaña organizó ya el “show” y consiguió dividir a los fieles seguidores de José Luis Grifol en dos bandos, uno de los cuales lideraba, obviamente el mismo Souza. Aquel meteórico protagonismo me hizo intuir sus intenciones.

Requeriría mucho espacio desmenuzar las andanzas de Souza por España, pero en sólo unos días había sido entrevistado en programas de TV y radio, así como en semanarios nacionales.

Fui testigo de su empeño de enemistar a investigadores, contando mentiras de uno a otro; dividió grupos de contacto consolidados hace años erigiéndose en líder... Era alucinante su rapidez en captar adeptos, y el secreto era sencillo: sabía dar a cada cual lo que quería.

Dada la gravedad que revestía el asunto, y después de entrevistarse con investigadores como Antonio Ribera, Andreas Faber Kaiser, etc, que habían conocido a Souza en su anterior viaje a España, convocamos una reunión en Tarrasa para el 15 de Diciembre. Allí, Javier Sierra, Josep Guijarro, componentes de los grupos AFK, UNIFA y otros, debatimos durante ocho horas el problema Souza. La conclusión es que, realmente podría tratarse de un intoxicador actuando para alguna asociación no identificada (que igual podría ser la CIA que un grupo de escépticos profesionales).
Mientras tanto, su apariencia inocente y su origen yanki habían conseguido que, en unos pocos días, hubiese dado una conferencia y organizado tres grupos de seguidores en varias poblaciones catalanas. Sin embargo, con sus grupos se comportaba de una forma y, fuera de ellos, de otra. Lo que él no podía prever es que yo estaba recopilando todas las grabaciones de sus intervenciones en radio y TV de sus conferencias, e incluso de sus reuniones privadas. En total, más de una docena de horas de grabación que, una vez contrastadas, evidencian sus elaboradas mentiras.
El día 13 de diciembre, por mediación de Enrique de Vicente, que aún estaba conmocionado por la confesión de Souza, se grababa una entrevista a Jefferson para emitirla en el programa Espacio en Blanco, a condición de que fuera radiada una semana después. Esto debería dar tiempo a nuestro personaje para salir del país y recuperar su archivo. La entrevista se emitió el día 23, y en ella el “intoxicador” decía cosas como : “Quiero dejar bien claro que yo hablo por este micrófono por mi libre voluntad, y me desarraigo de cualquier compromiso adquirido anteriormente. Hay unas fotografías que son microfilmes en mi archivo, y creo que es la salvaguarda que yo tengo. Espero que emitan este programa por lo menos el día 20, que me dará tiempo a tenerlo en mis manos. Mi archivo es lo único que me salva... hay copias de sueldos, pagos... La CIA no perdona”.

Sin embargo, en una conferencia que daba paralelamente en San Félix de Codines, creaba un nuevo grupo de trabajo llamado “ADN” que, según sus propias palabras, estaría respaldado por dos universidades americanas: “Nosotros tenemos dos universidades entre nosotros, siendo una de ellas la Universidad de Los
Angeles, a través de unos amigos personales míos que, por medio de la división de parapsicología, colaborará con nosotros. Por tanto, tendremos apoyo académico...” Y digo yo ¿cómo demonios un pretendido ex-agente de la CIA, perseguido por asesinos a sueldo, va a trabajar tranquilamente con una universidad de la propia CIA?
Durante casi seis meses, estuve investigando a Souza y descubrí que estaba realizando similares “chanchullos” en otros países, como Francia, Brasil, Argentina o USA, donde eran ya famosas sus turbias actividades como, por ejemplo, la “Misión Vega”, que llevó a cabo en Nueva York dañando psicológicamente a varios contactados. En una carta fechada el 18 de diciembre de 1989, la investigadora Mónica Williams lo definía de forma muy acertada: “Souza no es agua clara...” Lo que, sin embargo, nadie sabía es de dónde sacaba el dinero para los increíbles viajes que hacía por todo el mundo. En una semana podía visitar España, Méjico, Alemania y USA, sin que nadie le conociese oficio alguno. Aunque, también debo decirlo, trabajó como “sanador” en Cataluña durante un tiempo... Al parecer, como buen abducido, los extraterrestres le habían desarrollado su nivel vibracional...
En el colmo del absurdo, Jefferson Souza aparecía reseñado en el catálogo de productos de UFO Library. En una selección de grabaciones magnetofónicas, de conferencias de grandes contactados, como Sixto Paz, Edward Meier, George Adamski, Benjamin Creme, etc, aparecía el contactado Jefferson Souza. Y, al mismo tiempo, en el núm. 297 de “Mufon UFO Journal” (la revista publicada por la organización ufológica más importante del mundo), Walter Andrus nombraba a J. Souza como el Director de Mufon en España...

En cuanto reuní algunas de estas pruebas, decidí denunciar públicamente las actividades de Souza, y así lo hice en un reportaje publicado en la desaparecida revista Karma-7 y en una emisión del programa de radio El Gran Sabbat, el mismo que utilizara el propio Souza.

Sin embargo, dos años después Jefferson volvió a actuar en España. En una serie de cartas que pude interceptar, se puede ver claramente que en agosto del 92, nuestro personaje volvía a la carga.

En esta ocasión Souza intentaba contactar con grupos de investigadores jóvenes, pero muy prometedores, actuando más en la sombra. En una carta del momento, el muy sinvergüenza decía “Disculpe el malo español, todavía lo estoy aprendiendo”, cuando dos años antes lo hablaba perfectamente.

En otra sustanciosa carta dirigida al grupo ANJOMA (tres jóvenes amigos apasionados por el misterio) de Cádiz, y fechada en septiembre del 92, Souza decía cosas como: “Yo trabajé en NSA (Nacional Security Agency). Sí, recibí directamente instrucciones para ofrecer una propuesta de empleo a Mr. Enrique de Vicente, distribuir información falsa sobre un inexistente proyecto llamado Majestic. Mi viaje tenía tres rumbos: Barcelona, País Vasco y La Rioja. Debí contactar unidades “X” en un gran grupo ufológico en Madrid y unidades “Y” en Galicia”.
“... en Haro debería hacer una ponencia sobre el Majestic. Yo cargo muchas cosas en mi conciencia, y me acuerdo de que, al hablar con Mr. Enrique de Vicente, varios pensamientos se me vinieron como ¡Basta de engaños! ¡El es un estudioso serio que hace lo que mejor puede en su país! Mismo así, sí le hice la propuesta (esta era mi primordial misión), la cual rechazó, lógicamente” .

“Fue (yo) visitado por agentes armados más tarde, después de una larga charla con Mr. de Vicente, Mr. Carballal, Mr. Darnell...”.

“A mi retorno a América, fuí severamente castigado (incluso físicamente).”
“Y el episodio de Radio Barcelona fue el primero de muchas inquisiciones y crucificaciones del nombre de Jefferson de Souza, que aquí, gracias a la ayuda de NSA, soy sinónimo de agente de la CIA o Maestro de la Desinformación. De Vicente, Carballal, Sierra, Guijarro, antes aliados míos (o por lo menos yo así lo pensaba), se vuelven en mi contra por presiones de otras personas en falso testimonio o afirmaciones mías que el NSA me obligó a hacer...”.

Resulta absolutamente imposible saber hasta dónde miente Jefferson Souza y cuándo empieza a decir la verdad. No se puede afirmar categóricamente que sea un instrumento de intoxicación de las agencias de inteligencia americana, de alguna organización privada, o que estemos ante un infantil fabulador, pero su caso ha supuesto un excelente ejemplo de hasta qué punto es manipulable el fenómeno OVNI. Sobre todo, el affaire Souza es una seria invitación a la prudencia y al sentido crítico, porque de lo contrario, somos fácil presa para los engaños y fraudes más sorprendentes que podamos imaginar, y el riesgo es grande. Nos jugamos nuestra cordura y nuestra libertad.