miércoles, noviembre 19, 2008

El Diluvio Universal

Por Juanjo Perez


"Hazte un arca de maderas resinosas, divídela en compartimentos, y la calafetas con pez por dentro y por fuera. Hazla así, trescientos codos de largo, cincuenta de ancho y treinta de alto; harás en ella un tragaluz, y a un codo sobre este acabarás el arca por arriba; la puerta la haces a un costado; harás en ella un primero, un segundo y un tercer piso. Voy a arrojar sobre la tierra un diluvio de aguas que exterminará toda carne que bajo el cielo tiene un hálito de vida. Cuanto hay en la tierra perecerá. Pero contigo haré yo mi alianza; y entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos. De todo viviente y de toda carne meterás en el arca parejas para que vivan contigo; macho y hembra serán. De cada especie de aves, de ganados y de reptiles vendrán a ti por parejas para que conserven la vida..." (Génesis 6, 14-21)

Yavé-Dios no podía ser más claro con Noé. Ni sus especificaciones arquitectónicas podían ser más concretas. Con las medidas e instrucciones dadas por Yave, el justo varón se puso manos a la obra, y con la ayuda de sus hijos Sem, Cam y Jafet construyó, según el relato del Pentateuco bíblico, una colosal embarcación destinada a prolongar la vida tras el devastador diluvio.
Para los teólogos y exégetas más racionalistas, el arca no existió como tal embarcación, sino que se trata de un símbolo del bautismo, o de la Iglesia de Dios que salva a los pecadores que ingresan en ella. Para ello se basan en las citas que hace Mateo, Lucas y el libro de los Hechos de los Apóstoles. Sin embargo, dejando a un lado las divagaciones teológicas, el diluvio, como un hecho histórico, aparece reseñado en demasiadas culturas además de la judeocristiana. Y resulta demasiado poco convincente la teoría de que, las increíbles coincidencias entre leyendas, precolombinas, hindúes, mesopotámicas o egipcias, sean solo fruto de una casualidad...
El "Noé" de Gilgamesh y otros "diluvios"
"Destruye tu casa y construye una barca, abandona todas tus pertenencias y ve en busca de la vida, deja atrás los bienes materiales y salva tu alma... Destruye tu casa, te digo, y construye una barca con sus dimensiones en la justa proporción con su anchura y longitud en armonía. Instala a bordo de la barca la semilla de todos los seres vivos." Este texto nos puede resultar familiar, pero no se trata de un relato bíblico sobre Noé y el Diluvio, sino de la dramática odisea de un rey de la vieja Sumer, cuya proeza, recogida en los mitos mesopotámicos, ha llegado hasta nosotros a través de miles de tablillas de arcilla grabadas con escritura cuneiforme arrancadas, a las arenas de Irak, donde permanecían desde el tercer milenio antes de Cristo.
Dios advierte a Gilgamesh de la inminente destrucción de la Tierra inundada por las aguas, y el "Noé mesopotámico", como el judío, acomoda en su arca a los hombres y animales que habrán de repoblar el mundo tras el diluvio: "... Instalé a bordo a todos mis parientes, cabezas de ganado, animales salvajes procedentes de los espacios abiertos, a toda suerte de artesanos..."
Con una insólita sincronicidad con el relato bíblico, el "arca de Gilgamesh" sufre las lluvias que inundarán la Tierra hasta quedar varada en un Ararath iraki: "...A una distancia de catorce leguas apareció una montaña, y la barca embarrancó allí: quedó atrapada en la montaña de Nisir, inmóvil..."
Igual que en relata el Antiguo Testamento respecto a Noé, Gilgamesh soltó una paloma tras haber embarrancado el arca "... pero como no halló lugar donde posarse, regresó. Luego solté una golondrina; ésta se alejó volando, pero al no hallar donde posarse también regresó. Solté después un cuervo, el cual al comprobar que las aguas habían retrocedido comió, revoloteó sobre la barca, emitió unos graznidos y no regresó...".
¿Coincidencia? ¿casualidad? Parece improbable, sobretodo si tenemos en cuenta que en Centroamérica existen también relatos muy similares sobre un apocalíptico diluvio.
En una rara colección de documentos aztecas conocida como Vaticano-Latin Codex se recogen las leyendas de este pueblo, con relación a los ciclos históricos que había vivido la tierra. Esos ciclos se dividen en "soles" siendo la nuestra la era de "Los Hijos del Quinto Sol". Antes que nosotros, afirma el Vaticano-Latin Codex, en la era del Cuarto Sol o Tzontlilic, se produjo una destrucción masiva a manos de un diluvio.
En otro documento azteca, la Piedra del Sol de Axayacatl, se especifica que los hijos del Cuarto Sol perecieron a manos de la diosa del agua "Chalchiuhtlicue" "La destrucción se produjo en forma de lluvias torrenciales e inundaciones. Las montañas desaparecieron y los hombres se transformaron en peces".
En Colombia los indios chibchas mantienen viva la leyenda de Chía, que utilizó sus medios mágicos para provocar un diluvio en el que pereció la mayoría de la población. En Ecuador son los indios cañaríes los que relatan una vieja leyenda sobre un diluvio del que escaparon solo dos hermanos que se habían refugiado en una alta montaña. Por su parte, en Perú, son muchas los mitos referentes a un indio a quien una llama advirtió de que iba a producirse un diluvio, salvándose gracias a aquella advertencia. También los araucanos de Chile, y los yamana de Tierra de Fuego mantienen tradiciones similares.
Un mito universal
Según refleja Graham Hancock en La Huella de los Dioses (Ediciones B), en Norteamérica también existen leyendas similares, "entre los inuit de Alaska, existía también una tradición sobre un terrible diluvio que, acompañado de un terremoto, se extendió por toda la tierra."
Los luisenos de baja California cuentan una leyenda sobre un diluvio que inundó todas las montañas y destruyó a la mayor parte de la humanidad. También ente los indios Dakotas se afirmaba "el mar y las aguas habían anegado en una época la tierra, de forma que toda vida humana quedo destruida". Por su parte, los chickasaws aseguraban que el mundo había sido destruido por el agua "pero una familia se salvó junto con una pareja de cada especie animal".
Pero el mito del cataclismo acuático no se limita a América. En un lugar tan distante de la cálida California, como el bosque tropical malasio, los chewong creen que cada cierto tiempo su mundo se ha visto boca abajo, siendo inundado y destruido por el agua. En Laos, al norte de Tailandia, existe la leyenda de unos seres llamados los Thens, que provocaron el fin de una era creando un diluvio del que solo se salvaron tres grandes hombres y varias mujeres, a bordo de una lancha. Asimismo los karins de Birmania poseen unas tradiciones sobre el diluvio, al que tan solo sobrevivieron dos hermanos a bordo de una lancha. En Vietnam se especifica que esos hermanos, hombre y mujer, iban acompañados de una pareja de cada especie animal.
En la mitología griega también se insiste en varios cataclismos debidos a inundaciones apocalípticas. Según la leyenda Zeus mandó destruir a toda una humanidad que vivió como dioses, y tras esa civilización -curiosamente la cuarta raza, como apuntan las leyendas aztecas- llegó la quinta humanidad del planeta: la nuestra. De hecho, la famosa leyenda de la Atlántida, recogida por el filósofo Platón en sus diálogos Timeo y Crítias también se refiere a la desaparición de todas una civilización a causa de las aguas...
Mas aún, cuando el héroe Prometeo robó el fuego de los dioses para entregárseloa los hombres, estos, llevados por la ira, decidieron destruir la Tierra con un terrible diluvio. Sin embargo Zeus advirtió a Prometeo a través de Deucalión, construyendo el héroe una caja de madera introduciendo en ella todo cuanto era necesario, y salvándose así con Pirra del terrible diluvio.
En la India védica, un personaje similar a Noé era reverenciado hace tres mil años: "...cuando un hombre sabio llamado Manu realizaba sus abluciones, halló en la palma de su mano un pececillo que le rogó que le dejase vivir. Manu se compadeció de él y lo metió en un tarro, Al día siguiente, comprobó que el pez se había hecho muy grande y lo llevó a un lago. Al poco tiempo el lago resultó demasiado pequeño para albergar al pez. 'Arrójame al mar -dijo el pez (que en realidad era una manifestación del dios Visnú)- pues estaré más cómodo'. Luego advirtió a Manu que iba a desencadenarse un diluvio. Le envió una gran barca, con órdenes de instalar en ella a una pareja de cada especie viva y las semillas de cada planta, y luego subiera el mismo a bordo...".
Hasta en el Egipto faraónico, se recoge esta leyenda. En un texto funerario conservado en la tumba del faraón Seti I, por ejemplo se habla del diluvio. Las razones de ese cataclismo aparecen reflejadas en el capítulo CLXXV del Libro de los Muertos donde el dios Toth sentencia: "... voy a destruir todo cuanto he creado. La Tierra se hundirá en el abismo por medio de un diluvio, y su superficie aparecerá lisa como en tiempos pretéritos...".
En total -afirma Hancock- se han rastreado más de quinientas leyendas sobre el diluvio en todo el mundo. ¿Realmente puede atribuirse esa leyenda universal a un cúmulo de casualidades entre los folcloristas de todo el mundo? Parece muy poco probable.
Las glaciaciones y el diluvio
Para algunos autores, como el citado Graham Hancock (Las Huellas de los Dioses), existe una evidencia "racional" de que el diluvio es un hecho histórico. Según Hancock ya el mismísimo Charles Darwin encontró restos de caballos entre fósiles de saurios en América, llegando a la conclusión de que antes de las glaciaciones estos animales existían en el continente americano. A esto debemos añadir el descubrimiento fósil de útiles de piedra "congelados in situ en grandes profundidades, y en asociación con la fauna del periodo glacial, lo cual viene a confirmar que existían hombres contemporáneos de los animales extintos en Alaska".
También se han descubierto hierbas, campánulas, juncias tiernas y habichuelas silvestres, todavía identificables y sin deteriorar en la boca de animales congelados en Siberia, como mamuts prehistóricos. Por otro lado, según Hancock, en Pekín se han encontrado restos humanos junto a los huesos de mamuts y búfalos antiquísimos. Y hasta se han descubierto restos de vegetación tropical congelada junto a los restos de esos animales en zonas hoy aún polares. ¿Qué significa todo eso?
Para Hancock los estudios científicos demuestran que la última glaciación se extendió por todo el planeta, congelando bajo montañas de hielo medio mundo, incluyendo zonas tropicales. Sin embargo, por algún fenómeno desconocido, el hielo, que se había formado durante una glaciación de miles de años, se descongeló a una velocidad extrañamente rápida. En muy poco tiempo las aguas crecieron de tal forma que inundaron zonas montañosas a las que no había llegado el hielo, inundando millones de kilómetros cuadrados, y provocando una catástrofe en la que perecería una humanidad anterior a la humana, cuyos supervivientes recordarán aquel drama como un relato mítico: El Diluvio.