
El presente es un ensayo personal basado en un trabajo presentado por el profesor Yi-yüan Li, en la Universidad de Hong Kong en 1.993 y publicado en 1.995 por E. J. Brill Editor, dentro de un libro titulado “Tiempo y espacio en la Cultura China”.
El profesor Li es un conocido antropólogo, miembro activo de la Academia Sinica, ex-presidente y miembro activo de la Fundación Chiang Ching-kuo de intercambios escolares internacionales, Profesor Emérito de la Universidad Nacional de Tsinghwa y fundador del Colegio de Humanidades y Ciencias Sociales de la misma universidad.
Los chinos a lo largo del mundo, sean de la formación, condición o estrato social que sean, buscan la armonía y el equilibrio a todos los niveles. Esta búsqueda se realiza a diferentes niveles, logrando la universalización de los conceptos. Esta armonía universal es, de hecho, una popularización del ideal clásico “equilibrio y armonía existiendo en perfección”. Esta búsqueda es un fenómeno que une a todos los chinos, eruditos y no eruditos a lo largo del mundo.
En sucesivos modelos antropológicos se ha propuesto un esquema de tres niveles de evaluación – orientación que pueden explicar como la cultura china ha resuelto esta búsqueda. Estos modelos postulan que las fuerzas básicas ocultas en la cultura china envuelven la búsqueda del equilibrio y de la armonía. Este concepto es a lo que los clásicos se referían como “equilibrio y armonía existiendo en perfección”. Para alcanzar este estado ideal, la persona debería lograr equilibrio y armonía en cada uno de estos niveles. Estos tres niveles pueden ser representados de la siguiente manera:
1. Orden Natural, tian:
a. Las relaciones temporales
b. Las relaciones espaciales
2. Orden Humano, ren:
a. Armonía interna
b. Armonía externa
3. Orden Social, shehui:
a. Relaciones con este mundo
b. Relaciones con el más allá.
Este modelo de tres niveles de armonía fue también utilizado como base del diseño preliminar de una exhibición presentada en 1.988 en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Taichung titulada “La mente de los chinos” en la que el señor Lü Li-cheng actuó como curador bajo la supervisión de Yi-yüan Li, lo que demuestra que su aceptación por los círculos eruditos especialistas en la cultura china es cada vez mayor.
El Orden Natural
Para poder entender las representaciones populares de cómo la armonía puede ser lograda dentro del esquema del Orden Natural, estudiemos sus aspectos de relaciones temporales y espaciales. En términos de relaciones temporales podemos decir que cada persona tiene su propio conjunto de conceptos que son representativos de su entendimiento del Orden Natural, todos salidos de la manera como los chinos entienden que se formó el universo: de su cosmología.
El calendario chino es la manifestación cultural de estos conceptos. Los chinos dividen el tiempo en diferentes ciclos de los que el más conocido es el ciclo lunar, sui. Cada año es representado por la combinación de 10 troncos celestes y 12 ramas terrestres que forma un gran ciclo de 60 años que es el ciclo grande de Júpiter – Saturno, es decir cada 60 años estos dos planetas se encuentran en el mismo sitio en el cielo.
Cada año es simbolizado por un animal real o legendario, marcando el ciclo de doce años de Júpiter. Siempre que una persona pase por el comienzo de un año chino, se considera que cumple un año; así que cando una persona nace ya tiene un año, porque el proceso de cumplir años comienza en la concepción.
En términos de las creencias populares chinas, el concepto de la armonía temporal incluye sincronizar el destino de cada quien con el orden temporal del cosmos. Al nacer, un individuo lo hace con una combinación de troncos celestes y ramas terrestres que representan el año, el mes, el día y la hora de su nacimiento y que le permiten calcular sus ocho caracteres, pa-tzu. Estos caracteres definen el sino o destino, ming, de toda la vida del individuo. Sin embargo como la vida sigue en correspondencia con los tiempos cósmicos, existen varias posibilidades de cambiar, chi-yüan, este destino en algunos momentos específicos de la vida. Estos momentos son considerados el momento de la oportunidad para el individuo, yün, aunque el cambio dependa en mucho de la situación que esté viviendo la persona. De esta manera el ming es considerado fijo y el yün puede ser modificado si uno utiliza ciertos métodos para atraer el cambio. En otras palabras, la búsqueda de la armonía temporal para los chinos tiene su clara expresión de la idea de cambiar el propio yün.
Cada chino busca la manera de calcular como mejorar el resultado de sus ocho caracteres en los momentos específicos a los largo del fluir del tiempo cósmico. Al ajustar el tiempo individual y los ciclos cósmicos, uno puede encontrar momentos armoniosos que son considerados propicios, chi, que traen buena suerte; y momentos discordantes que son considerados no propicios, hsiung, que traen calamidades.
Debido a esta manera de ver el tiempo, los chinos buscan persistentemente el determinar los momentos más propicios y benéficos para lograr cambios hacia algo mejor: “el mejor momento para empezar”, tse-chi k’ai-chang. De acuerdo con estas creencias ninguna decisión puede ser tomada hasta que el momento más propicio sea determinado. A la vez, sin embargo, uno no espera pasivamente por estos mejores tiempos sino que busca activamente el determinar los momentos propicios y no propicios que afectan la propia vida con la idea de “perseguir la buena suerte y evitar las calamidades”, ch’ü-chi pi-hsiung.
Estas dos ideas, la de buscar “el mejor momento para empezar algo” y la del “perseguir la buena suerte y evitar las calamidades” forman una parte integral de la vida espiritual china desde hace miles de años y continúa persistiendo a pesar del rápido avance de las fuerzas de la modernización.
Sin embargo, para lograr este equilibrio y armonía dentro del Orden Natural de la vida, el solo fijar el aspecto temporal no es suficiente. Un desarrollo parecido debe existir a nivel de las relaciones espaciales también. Dentro de la cultura popular china, el concepto de la armonía espacial toma a las fuerzas Yin y Yang como sus raíces, pero también añade la idea de elemento y los ocho trigramas. Puestas juntas, estas fuerzas encuentran expresión dentro del sistema chino del Feng Shui, formando un conjunto coherente que revela el interés de los chinos por buscar el equilibrio y la armonía del espacio.
A este respecto existen, en términos muy generales, algunas creencias que permiten definir los alrededores sagrados de una ciudad, o definir los protectores del pueblo o el celebrar fiestas en las que se utilizan banderas para determinar el sitio en que los defensores espirituales de la ciudad se encuentran.
Sin embargo el concepto de armonía espacial encuentra su clara y más sistemática expresión en la geografía sagrada representada por el Feng Shui. La popularidad del uso del Feng Shui en el interior de las casas y oficinas no solo representa el intenso viaje por el éxito material hoy en día sino que revela que la búsqueda de la armonía espacial es parte integral de la vida de chinos ricos y pobres. Estudios demuestran que la mitad de los jóvenes taiwaneses en la década de los ochenta creían que un buen Feng Shui trae beneficios a la familia y los comercios. De este 50% un tercio pertenecían a religiones extranjeras como el cristianismo. Este hecho revela que el concepto de armonía espacial del Feng Shui es una de las más enraizadas ideas básicas de la cosmología china, incluso para los que optan por creencias no chinas.
El Orden Humano
Dentro de la cultura china, la idea básica detrás de la armonía y el balance del organismo es la percepción del cuerpo humano como un microcosmos donde, al igual que en el universo, el balance entre el Yin y el Yang y los elementos es crucial. Esta idea encuentra se clara expresión en las definiciones que se dan de los alimentos como fríos, leng, o calientes, je. Toda la clasificación y uso de las comidas y bebidas que uno consume debe contribuir a conseguir la meta de mantener la armonía interna, lo que trae buena salud.
Estos conceptos no solo se impusieron en la percepción que los chinos tienen de la comida, de sus hábitos para comer y de preparar la comida sino también en la medicina tradicional, formando uno de los trazos característicos de la vida diaria china.
Pero para los chinos la simple búsqueda de la armonía y del equilibrio a través del aspecto interno es insuficiente. Para lograr un desarrollo óptimo el organismo externo también necesita cuidado. Esto está perfectamente representado en el sistema para poner los nombres en la sociedad china. Para la mayor parte del mundo de hoy un nombre es un simple clasificador que indica una arbitraria relación entre el significador y el significado. Para los chinos existe una misteriosa relación entre los dos: el nombre tiene un poder transformador sobre el individuo. Este poder transformador se observa en dos áreas: primero en el uso de la Teoría de los cinco elementos al nombrar y, segundo, contando el número de trazos del carácter al poner un nombre. Con esto se observa que en la sociedad china, el nombrar representa el deseo de producir un balance en términos de formalidad externa.
Este balance se logra añadiendo al nombre el radical que haga falta según el caso y teniendo en cuenta los cinco elementos o haciendo que el número de trazos del nombre armonice con los ocho caracteres de nacimiento y los cinco elementos.
Orden Social
Para los chinos este mundo en el que vivimos, y el otro mundo, el sobrenatural, son complementarios. El logro de la armonía entre los humanos ha sido una de las mayores preocupaciones de la cultura china guiada por la ética confucionista. El logro de la armonía entre los miembros de la familia viva y entre estos y los ancestros. Una de las características esenciales de este sistema de relaciones humanas es que ellos consideran la familia viva y la familia muerta como si formaran un solo cuerpo, y el verdadero equilibrio solo puede ser logrado cuando las relaciones ente las dos partes es armoniosa.
Otra vez puede observarse que estas creencias persisten entre los chinos incluso si se consideran ateos, o pertenecen a otras religiones que no tienen las mismas creencias.
En todos estos niveles de la experiencia cultural china, se atestigua la búsqueda del ideal de la armonía universal. Este ideal es buscado por todos sin excepción, sean letrados, sean oficiales o miembros del gobierno, que formen parte del pueblo llano o sean educados, que vivan en china o en cualquier colonia china ubicada en Asia o en parte del mundo.
Estas creencias persisten a pesar de las limitaciones materiales o de lejanía con la fuente cultural que es el país, China, en sí mismo. Esta búsqueda es lo que forma lo que podríamos llamar el rasgo definitorio de lo chino y de la individualidad china, lo que determina su modo de vida. Basados en esta idea de la armonía y el equilibrio ellos han sabido encontrar el balance entre el cielo y el hombre, entre hechos e ideas, entre realidad y ficción y entre lo interno y lo externo. Es este sistema de valores que procede de su pasado lo que los identifica hoy y, sin duda, les permitirá entrar de lleno en el futuro que nos depara el siglo que comienza