sábado, noviembre 29, 2008

Entrevista a Daniel TAROPPIO


Mariella Rossi : ¿Es el hombre un ser creado para ser feliz?

Daniel Taroppio : Su pregunta asume que el ser humano es un ser creado, algo que muchas personas podrían discutir. Pero si obviamos esas respetables objeciones, yo respondo que sí lo es, absolutamente.

En casi todos los mitos de la Creación que conozco, la Divinidad que crea le da a su creatura señorío y responsabilidad sobre el resto de la creación, facultad para ponerle nombre a todas las cosas y el deseo de relacionarse con todo, consigo y con sus semejantes para que el juego de la creación no termine.
Uno de los nombres más antiguos que se conocen de la Divinidad es SAT-CHIT-ANANDA, Existencia o Ser-Conciencia-Dicha o Gozo.... ¿Qué otro estado que la alegría puede corresponder a un ser que ha sido creado “a imagen y semejanza” de esta Fuente Creadora?.... Sin embargo y a pesar de estas condiciones originales, nos olvidamos de esta semejanza, y al vivir en la separación y el olvido, nos marchitamos antes de fructificar, como las flores separadas del árbol que les da la vida....
Es decir entonces que el tema central de la existencia y, por lo tanto, de las posibilidades humanas de vivir en la felicidad, está íntimamente relacionado con este extraño estado de conciencia (pese a ser el más habitual en nuestra sociedad) en el que, como afirmaba Einstein, los seres humanos vivimos en la ilusión de estar separados de la totalidad de la vida, del universo, de nuestra Fuente Primal, de la Conciencia Universal o, simplemente, de Dios o la Diosa, según como cada uno prefiera llamarlo. Esta ilusión de la conciencia en la que, sin fundamento real alguno, nos vivimos a nosotros mismos como entes aislados de todo lo que existe, no sólo es el principal impedimento para experimentar la natural felicidad de la vida, sino que constituye la motivación básica por la cual nos lanzamos a realizar todo tipo de actividades que nos permitan olvidarnos momentáneamente de esta sensación de separación y absoluta soledad cósmica. Obviamente, todas estas actividades que nos prometen felicidad instantánea (compulsión adictiva al consumo, al trabajo, al sexo, a las drogas, a la competencia salvaje, etc.) no nos aportan otra cosa que más infelicidad.
Según la Psicología Transpersonal, todo lo que las distintas escuelas de psicología y sociología han considerado como la raíz del sufrimiento humano (los trastornos sexuales, la búsqueda compulsiva del poder, las familias disfuncionales, las sociedades no igualitarias, etc.) es muy acertado y debe ser tratado debidamente. Sin embargo, si en algún momento no se accede a aquella dimensión última, a ese dolor esencial, a esa ruptura básica con la totalidad, no hay forma de sanar el sufrimiento de raíz. El destino de todo ser humano es el de constituirse como un individuo autónomo y separado, para luego, como adulto sano e integrado, recuperar su sentido de pertenencia a una totalidad mayor. Muy pocas personas e instituciones logran completar este proceso, quedándose por lo general a mitad de camino. En este estado, la felicidad, que es nuestra propia naturaleza original, se nos torna paradójicamente inalcanzable.

Mariella Rossi: Paradigmas como: "la vida es un valle de lagrimas"..."Ganarás el pan con el sudor de tu frente".."La verdadera felicidad no se consigue en esta tierra" ¿Cuánto nos han influido en esta imposibilidad generacional de encontrar la felicidad...?
Daniel Taroppio : Analizar frases provenientes de textos sagrados es algo muy delicado, que debe ser abordado con prudencia. Y esto se debe a que en estos textos, todo está sujeto a muchos niveles de interpretación y de uso social. Según cual sea el nivel en que nos situemos, vamos a descubrir significados muy diferentes y hasta contradictorios.
En un nivel de análisis socio-político, podríamos calificar esas expresiones como abusos de poder de unos señores que le pusieron a la divinidad otros nombres (muy alejados al que antes mencionábamos de Existencia-Conciencia-Gozo) en los que no había resquicio para la dicha, sino sólo para la obediencia por el temor, la exigencia celosa y el castigo para quienes no cumplían... Quizás algunos de estos señores, que abandonaron la esencia de las enseñanzas y cayeron en la tentación del poder terrenal, pensaron que si la humanidad crecía en relación directa con la Fuente Creadora, ellos se quedarían sin ese poder y riqueza, y terminaron fomentando el olvido en vez del recuerdo... Así, llegaron a convencer a muchos de que sin sufrir no se crece ni se va a ninguna parte....menos que menos al Cielo, que pasó a ser un lugar muy alejado de la tierra, habitado por un juez severo, vengador y poco amoroso, que nos está estudiando y contando las veces que tropezamos, para luego decidir si nos deja entrar o nos envía al infierno.
La imposibilidad de encontrar la felicidad se hizo de este modo la cosa más corriente. Tan obsesionados nos volvimos los humanos con el miedo a equivocarnos y perder, que nos olvidamos que todo había empezado como un juego de la Divinidad consigo misma y con todo lo que crea... todo el tiempo...y en todo lugar...
Sin embargo, en otro orden de análisis, podríamos concebir la posibilidad de que aquellas enseñanzas, antes de ser desvirtuadas por los poderosos de turno, tuvieron una raíz esencial y expresaron una verdad trascendente.
Si de acuerdo a nuestro planteo original, la falsa sensación de separación es la base más profunda del sufrimiento humano, bien podríamos tomar estas citas como expresiones metafóricas del estado en que vive y trabaja quien no ha resuelto esta ilusión alienante. Es decir que en este caso, lo que la Biblia nos estaría diciendo, es que aquél que vive en la ilusión de la separación, habita una “tierra” (un estado de conciencia) que se asemeja a un valle de lágrimas y donde todo se consigue mediante el esfuerzo y el dolor. Por el contrario, aquellos que despertaran a la percepción real de nuestra unidad con la totalidad de la vida, aquellos que bebieran la única agua que calma la sed esencial, conocerían la auténtica felicidad.
Y aunque pueda sonar algo “místico” o demasiado filosófico, esto constituye una verdad absolutamente práctica y operativa. En mi trabajo en empresas e instituciones he podido apreciar con toda claridad este fenómeno. Por un lado están aquellas personas que trabajan desde su alienación y su soledad básicas, para las cuales trabajar es una tarea esencialmente frustrante e insatisfactoria (pese a los ocasionales y siempre efímeros éxitos materiales). Estas personas basan su accionar en la competencia desleal, el oportunismo, el sálvese quien pueda, las intrigas y el arribismo. Obviamente, por más que desde afuera se las vea “progresar”, son personas profundamente infelices. Y por otro, están aquéllas que trabajan desde su intuición original de formar parte de algo mayor, trascendente, y que realizan sus tareas con sentido de pertenencia, de lealtad y de vocación de servicio, alcanzando la duradera y profunda satisfacción de estar trabajando por el bien común. Aquellas empresas e instituciones en las que prevalece esta “mística”, son las únicas que alcanzan realizaciones a largo plazo.
Por último, hay un elemento en su pregunta que considero muy oportuno analizar, y es lo generacional. Para serle muy sincero, no creo que la actual generación (hablando en términos muy generales, por supuesto) esté muy influenciada por estos valores tan autoritarios y autoexigentes. Quizás Chile, por muchas razones muy complejas para analizar aquí, sea una excepción a esto, pero en la mayoría de los países los “valores” que imperan están más relacionados con el ganar mucho trabajando poco, dejar los esfuerzos para más adelante y evitar en todo lo posible las responsabilidades. La cultura del “aquí y ahora” mal entendido, el desgano y la desmotivación suelen ser más graves entre muchos jóvenes que el exceso de exigencia. Pero como le decía, Chile puede

ser, en algunos aspectos, una excepción a esta moda típicamente post-moderna. Obviamente, este es un tema que requeriría una entrevista por sí mismo.
Mariella Rossi : Hay otros caminos diferentes al dolor y al sufrimiento que nos lleven a la felicidad ¿Cuáles?
Daniel Taroppio : El dolor es un elemento constituyente de la existencia. Procurar una vida sin dolor es querer construir una realidad de plástico, y en el plástico no hay intensidad, pasión ni éxtasis. El plástico, a lo sumo, puede proveer confort, pero esto tiene muy poco que ver con la felicidad.
Sin embargo, es fundamental reconocer que, si bien el dolor es inevitable, el sufrimiento es optativo. El sufrimiento aparece cuando me quedo pegado al dolor sin poder aprender lo que viene a enseñarme... El dolor sólo deja paso a la felicidad después de la certeza de haber aprendido lo que de otra manera (con una vida de plástico) no hubiera podido aprender..... Es decir que el dolor es existencial (es parte constitutiva de la vida), mientras el sufrimiento es psicológico (es parte de nuestra ignorancia ante los procesos de la vida).
Por supuesto que hay otros caminos diferentes al sufrimiento... la autoconciencia es uno de ellos... Buscar hacia adentro la puerta que nos conecte con el significado de la vida, la personal y la que nos rodea... la que nos empuja a saltar más allá de nuestros propios límites.
Hace muchos años me conmovió leer la autobiografía de la famosa escritora británica Eileen Cady, en la que relata todas las “noches oscuras del alma” por las que atravesó en su vida. Unos años después, y gracias a que nuestros libros eran publicados por la misma editorial, tuve el honor de conocerla. Una tarde, tomando el té en su casa de Escocia, me atreví a preguntarle: “¿Eileen.... todavía le siguen tocando “noches oscuras del alma” que atravesar?”, y con su dulce sonrisa de anciana sabia me respondió: “por supuesto, las noches oscuras nunca terminan....... la vida siempre tiene alguna prueba más para nosotros, pero como ya no me resisto, cada vez son más breves....los dolores que antes me llevaba meses o hasta años comprender y aceptar.....ahora suelen llevarme días”

Mariella Rossi : Si alguien tiene la decisión de ser feliz, ¿qué pasos concretos le sugería que diera?
Daniel Taroppio : Si alguien tiene la decisión de ser feliz, y de construir una familia, una institución o una empresa feliz, yo le daría dos buenas noticias: la primera es que si está decidido, ya tiene hecha la primera mitad del trabajo, y la segunda es que para la otra mitad, afortunadamente, cada día existen más y mejores propuestas. Pero por supuesto, es preciso ser muy cautos a la hora de elegir un trabajo concreto de Desarrollo Personal, puesto que en este campo, como en todas las actividades humanas, existen algunas propuestas serias y otras que no lo son tanto.
Afortunadamente, Chile cuenta con una oferta muy importante en materia de escuelas de Desarrollo Personal e Interpersonal, y la gran mayoría son muy serias y confiables; por lo que las personas e instituciones chilenas tienen muchas posibilidades de progresar en términos humanos. La disciplina del Desarrollo Personal e Interpersonal no consiste en una simple formulación de propuestas idealistas tipo “New age” sino en una estructura conceptual sólida, con un respaldo académico cada vez más amplio en universidades de todo el mundo y que produce tecnologías efectivas para el crecimiento humano, las cuales están produciendo transformaciones extraordinarias en todo tipo de ámbitos institucionales. Afortunadamente para nuestra sociedad, cada vez son más los ejecutivos, los líderes de opinión, los políticos y los religiosos que se están valiendo de estas metodologías para su propia transformación y la de las instituciones a su cargo.
La corriente psicológica en la cual trabajo, que es la Psicología Transpersonal y la Psicología Integral, está aportando modelos organizacionales que ya han sido incorporados por muchas de las más importantes empresas del mundo. En nuestro modelo, hablamos de la Práctica Transformativa Integral, que es un sistema de trabajo que posibilita el desarrollo humano en todos los niveles y ámbitos de nuestra vida. Esta práctica comprende un trabajo corporal (ejercicios, dieta, descanso), emotivo-afectivo (relaciones interpersonales), creativo-intelectual (trabajo, arte, estudio, recreación) social (servicio al prójimo) y trascendente (autodescubrimiento y realización del sentido de la existencia).
Cabe aclarar que cuando hablamos de trascendencia no estamos haciendo referencia a una temática religiosa confesional, lo cual consideramos que está reservado al ámbito privado de cada persona (su religión, sus creencias) en el que no debemos ingresar, sino al sentido trascendente de los actos y decisiones cotidianas.
Cuando una persona, familia o institución descubren esta dimensión trascendente en cada pequeño y simple acto de cada día, “lo cotidiano se vuelve mágico”, y las relaciones interpersonales se convierten en activadoras del autoconocimiento, la inteligencia, la creatividad y la integridad ética, todo lo cual constituye el único camino hacia la felicidad estable y duradera.