miércoles, noviembre 26, 2008
Esoterísmo y Exoterísmo
-Un enfoque guenoniano-
Dr. Carlos Raitzin
"Decir la verdad es una aventura"
FRIEDRICH DÜRRENMATT
Una cuestión que se presenta tan pronto se abordan estudios sobre la Tradición Iniciática es la relativa a que debe ser considerado como esoterismo genuino en contraposición a lo exotérico susceptible de ser abordado y conocido por todos. Es obvio que un secreto común y corriente tal como puede darse en el seno de una familia o en relación con una técnica industrial nada tiene que ver con el tema que nos ocupa. Pero tampoco será esoterismo un secreto mantenido en una organización espiritual tal como podrían ser las palabras de pase y signos de reconocimiento que se observan en algunas Ordenes. Tales cosas son simplemente secretos y lo mismo se aplica con mayor razón aún a lo que se trata por ejemplo tanto en un cónclave de cardenales como en una reunión de conspiradores.
Lo anterior resulta necesario de aclarar en virtud de confusiones corrientes en este campo, las que se generan normalmente por insuficiente reflexión e incluso completo desconocimiento del fondo del asunto. Es muy frecuente hallarse con personas que afirman sin vacilar "Naturalmente que soy esoterista pues creo en el karma y en la reencarnación". Por supuesto nada hay realmente de esotérico en tal creencia, compartida en el mundo por cientos de millones de personas. Una simple creencia, fé u opinión no puede ser la marca distintiva de algo que se halla en realidad enormemente por arriba de tales cosas.
Es más, tanto karma como reencarnación en la forma en que generalmente circulan por el mundo occidental son tan solo medias verdades, si aceptamos por Verdad entera lo que los Santuarios Iniciáticos y la Doctrina Tradicional afirman al respecto desde tiempos inmemoriales, lo cual es por cierto bastante más complejo. Incluso cabría afirmar que estas cosas son actualmente materia corriente de conversación y convicción en ciertos círculos que se destacan mucho más por su esnobismo y superficialidad que por su genuina espiritualidad.
Entendiendo por "bueno" algo verdadero, simple y conciso, nos encontramos con que una buena respuesta no es fácil ni inmediata de hallar cuando nos preguntamos que es realmente "esoterismo". Y ahí viene a nuestra memoria algo que dijera Lanza del Vasto: "El Esoterismo es un secreto importante que se guarda solo."
Naturalmente, para que esto quede claro hay que saber que es lo importante y porque se guarda solo. Y a eso vamos. Aquí se trata de cosas espirituales y lo importante es lo que puede cambiar profundamente nuestra vida y para bien. Bien entendido, no solo en un sentido tropológico o sea ético-moral sino en una definida forma anagógica y trascendente, suponiendo nos sea dada una apertura en la experiencia metafísica. Quede esto muy en claro pues no faltan los torpes que identifican lo esotérico con mera moralidad y creencia y, lo que es aún más triste y absurdo, con formas de psiquismo diversas, mancias y adivinaciones e incluso con sensualidad refinada. No se equivocaba Guénon cuando señalaba como uno de los males de nuestro tiempo la confusión permanente entre el psiquismo y la espiritualidad. Cuán frecuente es oír desatinos tales como "Esa señora es muy espiritual. Además de ser vidente tira muy bien el tarot". O bien nos endilgan cosas tan aberrantes como "Yo soy muy espiritual. Después de una opípara comida me encanta escuchar buena música". Naturalmente aquí el hedonismo se halla presente pero la espiritualidad no...
Pero lo esencial y principal es que "eso", ese secreto se guarda solo. No tiene acceso al mismo sino aquel a quien se lo concede un poder más alto. La puerta no la abrimos sino que se nos abre en momentos dados y culminantes de nuestra vida. Y si la cruzamos ya no seremos los mismos nunca más. Por supuesto ese género de experiencias interiores es variadísimo pero marca a una vida para siempre, es un punto de no retorno al menos parcial pues deja una huella indeleble en nosotros.
Sin esas experiencias interiores no hay esoterismo, pues este tiene la marca de lo INEFABLE y ATEMPORAL, y si esta marca no existe simplemente no hay esoterismo. Podrá haber parloteos amenos, explicaciones de la vida que van desde la "doxa" vulgar a la más intrincada "episteme" filosófica pero el esoterismo digno de ese nombre estará faltando totalmente...
Naturalmente, nuestras consideraciones tan taxativas podrán provocar la gritería de los beocios y verdaderas oleadas de indignación. Pero en esto hay que proceder como Guénon lo hacía, sin preocuparse de agradar o desagradar a quien sea.
El esoterismo resulta más que necesario dado que es inevitable en el sentido en que lo entendemos: la experiencia metafísica sobreviene cuando llega el momento para cada uno. Y es más que compleja pues es, por su naturaleza misma, inefable (o sea inexpresable con palabras), más que cualquier otra vivencia humana. Esto puesto que lo esotérico precisamente parte y se origina en la Esencia Misma del Vivir, que es lo Supremo presente en cada uno de nosotros.
Naturalmente puede surgir otro tipo de objeciones. Por ejemplo no faltará quien arguya que sucede con quienes han sido iniciados en una Orden Iniciática o por un Maestro de rango espiritual muy elevado, pues pensarán que tales personas son necesariamente esoteristas. Lamentablemente esto no es siempre el caso y tales personas podrán solamente llegar a ser verdaderos esoteristas si están calificadas para ello. De lo contrario las iniciaciones no surtirán efecto inmediato y quedarán en estado latente para tiempos futuros más o menos remotos. Las apariencias externas, las dignidades, grados y cargos son oropeles externos que no hacen en modo alguno al verdadero esoterista.
Y cabe ahora decir algo respecto del tan remanido tema de la "necesidad de secreto". De hecho en la gran mayoría de los casos en que se silencia algún aspecto doctrinal o de disciplina espiritual invocando tal necesidad solo hay en ello una maniobra claramente identificable como "táctica de poder". A esto lo consideramos cosa muy innoble por cierto pero es necesario decir que no es así en todos los casos. Hay ocasiones en que el secreto se halla sobradamente justificado pues la persona que se adueñara de algún conocimiento para el que no esté preparada podría causar daño con ello, tanto a los demás como a sí mismo. René Guénon destacaba que el mundo moderno desconfía y hasta abomina del secreto pero ello no es más, en definitiva, que otra consecuencia de la actitud mental desacralizante y profana de nuestros tiempos. El secreto es parte importante de la disciplina iniciática no solo por las razones antes apuntadas sino incluso como ejercicio de la voluntad.
Surge a esta altura otro punto importante ya subrayado por René Guénon en sus "Aperçus sur l' ésotérisme chrétien". Es lo relativo a que el esoterismo bien entendido no puede ser contrario al dogmatismo exotérico de cualquier credo religioso. De hecho lo verdaderamente esotérico se halla tan por arriba y tanto más allá de lo religioso que resulta ridículo pensar en enfrentamientos entre ambas actitudes y situaciones, ya que se trata de cosas esencialmente distintas. Para expresarlo con una imagen clara las muletas solo son útiles para quien no puede andar con sus piernas y ese es exactamente el rol de las religiones, necesarias tan solo y en tanto la larva no se convierta en mariposa.
A menudo se comete un error pueril aceptando que lo exotérico corresponde a un nivel elemental, a una aproximación de lo esotérico. Guénon mismo cayó en algún momento en esta apreciación completamente errónea. Lo único correcto es afirmar que lo exotérico puede constituir bien a menudo una preparación para lo esotérico, lo que en efecto sucede. Pero no cabe hablar de aproximación pues la diferencia de nivel es tan abismal entre ambas cosas que constituye una verdadera ruptura y es por ello que toda comparación resulta tan grosera como ridícula.
Por supuesto, como Guénon mismo señala, las calificaciones de "herejes, blasfemos, relapsos" (entre otras) aplicadas tan a menudo a los esoteristas por parte de los fanáticos religiosos no son otra cosa que un medio torpe pero eficaz para desembarazarse de quienes resultan molestos por variados motivos. Lo que debe entonces quedar en claro es que una secta o religión por si misma no puede de ningún modo alcanzar a lo Iniciático. Lo único posible y que se dá en muchos casos pero no en todos es que las religiones posean un núcleo iniciático de origen y fundamento suprahumano.
Ahora bien: una vez más recordemos con Ernesto Renán que no tiene sentido efectuar distingos entre secta y religión. Bien claro lo decía este autor: "Una religión es una secta que ha prosperado".
Es menester repetir una y otra vez que lo esotérico es respecto a lo religioso y dogmático lo que el espíritu respecto del cuerpo. Cuando una religión ha perdido contacto con lo esotérico -señalaba Guénon- se torna solo "formalismo incomprendido y letra muerta" y esa confesión religiosa está destinada a desaparecer con el tiempo, tal y como ya han desaparecido tantas religiones del pasado cuando lo iniciático dejó de ser su eje natural.
Guénon comete a nuestro juicio en este punto un error de proporciones. El sostenía que solamente puede alcanzarse la Iniciación dentro de lo que se denomina una organización u orden iniciática tradicional y regular. Si bien esto es cierto para la gran mayoría de los mortales no lo es en todos los casos. De los muchos ejemplos que podríamos brindar al respecto de esto último elegiremos uno muy poco conocido. Es el de Santa Rosa, que en la Lima del siglo XVII mal podría haberse conectado a organizaciones iniciáticas allí donde estas eran del todo inexistentes. Sin embargo nos consta, pues los hemos tenido ante nuestros ojos, que en sus escritos ella describe e ilustra con sus propios dibujos la apertura del chakra del corazón, experiencia iniciática por excelencia. Por supuesto que los ignorantes seguirán afirmando que ella era una gran mística y otras cosas por el estilo. Esta gente debería aprender que la mística, culminación natural del exoterismo religioso, jamás podrá alcanzar el nivel de la Vía Activa de Realización Espiritual que es, por supuesto, el esoterismo iniciático.
Aquí hemos llegado al núcleo mismo del problema pues el esoterismo real y auténtico es el Conocimiento trascendente logrado por medio de la experiencia metafísica. En cambio las creencias religiosas suponen por si misma la ignorancia, dado que nadie necesita creer lo que sabe positivamente. Al creer confesamos que no sabemos y es por ello que creencia e ignorancia son hermanas inseparables. El problema es que las religiones no se resignan a aceptar esta conclusión tan evidente como desagradable para ellas y crean entonces una confusa maraña de patrañas para tapar este boquete obvio: infalibilidad, revelación, magisterio doctrinal y otras muchas palabras que buscan eludir lo obvio e insoslayable que es lo poco que saben dentro de lo mucho que hablan. Como puntualizaba lúcidamente Arturo Reghini: "Más les valdría saber que creen y no creer que saben"...
Donde si cabe una vez más coincidir plenamente con Guénon es en cuanto que el único secreto que no puede ser traicionado es el iniciático y esto, precisamente, por cuanto ya se ha dicho que es INEFABLE, con lo cual mal se lo podrá comunicar a nadie. De la única forma en que un tal secreto puede ser "representado" es en modo ritual o simbólico, cosas estrechamente vinculadas pues los rituales son símbolos. Es de sobra sabido que rito y símbolo son guardianes severos que no entregan sus tesoros sino a quien está calificado para recibirlos, en cuyo caso sería falso y torpe hablar de traiciones e infidencias.
Por esto mismo es que las organizaciones iniciáticas son "cerradas" o sea que no reciben a cualquiera indistintamente. De hecho, quien no posea las indispensables cualidades y calificaciones perdería en ellas tiempo y esfuerzo, sin alcanzar beneficio o cambio positivo alguno en el corto plazo de la vida y perjudicando a los demás integrantes de la organización.
Por último subrayemos -siempre siguiendo a Guénon- una analogía evidente entre las voces latinas "sacratum" y "secretum". En ambas se trata de lo que se pone aparte y se excluye del dominio o conocimiento profano. Es necesario colocar esto a la luz de lo visto antes aquí y de lo expuesto en detalle en nuestro artículo "Vía Iniciática y Vía Religiosa". Lo esotérico es lo "Sacratum" por excelencia, lo que escapa por su misma naturaleza y nivel a los entendimientos vulgares que no rebasan el nivel de lo dogmático y de lo sensible.
NOTAS
1- El mundo moderno, enemigo del secreto y ansioso de "divulgaciones" de todo género pretende hacer esto mismo en el orden esotérico e iniciático. Tal pretensión ridícula nace de querer extender al Conocimiento Sagrado los métodos propios del conocimiento profano. Para fijar ideas digamos que un curso de esoterismo sería una quimera pues cuando las palabras son insuficientes solo resta el silencio...
La divulgación didáctica es pues imposible en razón de la naturaleza misma de lo que se pretende abordar.
2- Podremos pues considerar lo exotérico y lo esotérico tanto como dos aspectos o caras de una doctrina, antes complementarios que contrapuestos o bien como cosas completamente distintas e incluso contrapuestas o divergentes entre sí. Lo mismo dá pues se hallan tan netamente separadas que no puede darse entre ellas contacto real alguno. La dicotomía anterior es conceptualización de la mente concreta en la esfera de la personalidad mientras que la experiencia interior corresponde a la individualidad. Aquí corregimos el uso de estos dos términos, personalidad e individualidad, que Guénon curiosamente invierte. Recordemos que etimológicamente personalidad deriva del latín "persona" o sea máscara y que, en consecuencia, solo puede designar lo externo como aquí lo hacemos. De hecho lo esotérico es, por excelencia, Brahma-Vidya o sea Conocimiento Divino. Pretender traducir esto al lenguaje ordinario, ya sea hablando de "teosofía" o con otro vocablo, es un despropósito como señalara con justeza el Swami Subrahmanyananda (el sublime Parama-Gurú) que en el mundo profano fuera el Dr. Sir Subrahmanya Iyer.Y en esto también nos apartamos un tanto de René Guénon...
3- Si bien ya nos hemos referido brevemente en este y otros trabajos a la confusión permanente y lamentable de lo iniciático con lo místico, permítasenos ahora agregar otro clavo al ataúd. Lo místico, que es componente culminante de lo religioso-exotérico. Aquí lo importante es comprender que la experiencia mística es experiencia de la personalidad en cuanto esta se somete a la Vía Pasiva abriéndose así a la recepción de lo suprahumano. Como esto es lo más elevado que pueden concebir algunos sectarios religiosos, no vacilan en declarar estos que tal vivencia es el "non plus ultra" para el género humano y descartan así de paso a todo esoterismo. Esto es cómodo pues tal cosa es inaccesible para ellos y es bien sabido que EL SER HUMANO SIEMPRE DESTRUYE LO QUE NO COMPRENDE. Pero otros sectarios, que ni siquiera esto comprenden, terminan por supeditar la mística y sus experiencias propias a... la teología. Es el caso de Jacques Maritain en su obra "Los Grados del Saber" y entramos con esto de lleno en el reino del disparate...