
A veces nos vemos envueltos en relaciones kármicas, y la sensación de unión es tan poderosa que nos hace pensar que nos hemos encontrado con un alma afín o como popularmente se les llama ‘gemelas’. Nosotros los humanos tenemos siempre la tendencia de buscar estas almas afines, ya que cuando se produce ese encuentro las fuerzas de ambas almas se unen y se retroalimentan sin dejar de ser ellas mismas, y eso supone un paso más en el estado evolutivo espiritual. La tendencia natural del ser humano es hacia la evolución hacia estados superiores de vibración, en el que la luz y la energía biomagnética de los átomos y las células fluyen a un ritmo distinto, y eso se traduce, entre otras cosas, por un mayor estado de bienestar.
Sin embargo, el ego, con toda la carga de prejuicios y deseos que no son más que el resultado de una educación y una tradición de energía mal colocada heredadas en los planos físicos, energéticos y mentales, nos pesa demasiado, y nos impide la consecución de los estados superiores de vibración. El ego es una fuerza dirigente muy poderosa, que aunque sea siempre superada por nuestra voluntad de búsqueda de la integración con la Verdad (la auténtica esencia divina), es una fuerza cinética de miles de años y lleva mucho trabajo ir transmutándola poco a poco. Además, los planos no están separados sino que se interrelacionan, comunicándose entre si en armonía aunque pertenezcan a realidades distintas y aparentemente irreconciliables, lo cual confunde aún más a la mente, ya que es incapaz de aceptarlo sin asimilarlo antes a partir de sus propias creencias aprendidas. De este modo, puede suceder tambien que en el plano espiritual demos con un alma afín pero la conexión no se establezca en el plano físico por dificultades a la hora de manejar el ego. Los miedos, el deseo de tener deseos incumplidos, la creencia que se tiene que elegir entre el amor físico y el mundo espiritual, la dificultad para situarse en el mundo desde el auténtico yo y ocupar el lugar que nos corresponde o la carga de violencia de las emociones como la agresividad y la pasión que están sin canalizar correctamente, todos ellos son perfectamente capaces de estropear hasta el más maravilloso de los encuentros entre dos o más seres humanos, si se les da a ellos el poder.
Tambien puede suceder que el ego se confunda y tome una relación de saneamiento kármico por el encuentro con un alma afín, ya que el ego relaciona la fuerte atracción hacia otra persona con el enamoramiento y la aversión con el odio, ya que ésa es la carga de lo aprendido en todos los años y lo transmitido desde el pasado tanto desde la palabra como la obra y la genética. El ego todavía tiene que aprender, ya que no encaja con sus propios parámetros, que el ‘enemigo’ es un alma que ha venido a ayudarnos a superar una dificultad, tan amante con nosotros como la del mayor amor que tengamos, y que la relación de todos los seres es siempre de mutuo servicio fundamentado en el amor. Éste puede manifestarse de muchas maneras, siempre dentro de los límites de lo aprendido si es a través del ego, pero todos los actos del ser humano son actos de amor, ya que en este planeta está establecido que el amor sea la fuente de absolutamente toda cosa y energía, sin excepción. Y cuanto más se despierta la mente y el corazón a este hecho, tanto mayor es el nivel de vibración y evolución de luz y materia.
Cuando existe una descompensación entre el nivel energético y el plano del ego es cuando se da el ‘mal de amores’. Toda nuestra esencia, espoleada por las creencias del ego o simplemente atrapada en la conexión energética con esa otra persona, está pidiendo a gritos amarla, amarla hasta el fin de los tiempos… mas el ego surge con su carga por sanear, y llega a la conclusión de que amar a esa persona es equivocado: ella no se lo merece por estar cargada de defectos, nosotros no nos atrevemos o no nos lo merecemos, tenemos miedo del rechazo, nos preocupa más conseguir unos objetivos que el ego dice que son más necesarios para nuestro bienestar como puede ser una mayor riqueza o una ausencia de ligazones con otras personas, dudamos de nosotros mismos como ejes de nuestra vida y por tanto de nuestros sentimientos, pensando que se trata tan sólo de una pasión pasajera, etc. A veces incluso se llega a la vergüenza por amar, o al intento de manipulación del ser deseado a través de abusos y triquiñuelas para conseguir de algun modo que esa persona sea nuestra esclava y nos de lo que necesitamos por la fuerza, ya que pensamos que por ser nosotros mismos no nos la dará. Tememos nuestras decisiones y las suyas, nuestra libertad y la suya, nuestra esencia divina y la suya. Todo eso provoca una lucha interna: la esencia del alma quiere amar sin condiciones, ya que ésa es su propia naturaleza, y el ego bloquea este intento a través de pensamientos negativos o rencores por el dolor que nos ha producido la experiencia que surgió entre nosotros y el ser amado. Por supuesto, muchas veces no nos responsabilizamos de ese dolor y preferimos pensar que fue culpa del otro, que nos trató mal. Esa lucha interna, esa descompensación energética duele, a través del vehículo de una emoción, sobretodo en la zona del pecho y la garganta, que son el chakra que nos conecta con el amor universal y el que se ocupa de la aceptación de la vida tal y como es y el respeto y la confianza en la voluntad divina.
Cómo se puede sanar ese dolor y volver a estar abiertos para funcionar como seres amantes? Reestableciendo el equilibrio entre el alma y el ego, y todos los demás planos que intervienen.
Existe una meditación para ayudar a conseguir eso. Y tambien para obtener una mayor perspectiva de la naturaleza intrínseca del amor en todas las cosas, personas y materia.
Primero de todo cierra los ojos y visualiza a tu ego enfrente de ti. Es el conjunto de todas tus experiencias, vividas en carne propia y vividas por tus padres, tu sistema familiar, tu país, la humanidad entera. Habla con él y dile que sabes lo que haces, que no necesitas ahora mismo de la ayuda de los constructos prejuiciosos que él ha almacenado con la intención de ayudarte a sobrevivir. Pídele que te conceda el tiempo necesario para realizar la meditación sin juicios ni observaciones ‘racionales’. Pídele que por ese tiempo sólo observe, como un compañero silencioso junto a tu hombro. Respira tu petición muy profundamente, hasta que sientas que el ego se relaja y se pone a tu disposición, confiando en lo que tu dispongas.
Ahora, con los ojos aún cerrados, simplemente dedícate a ver lo que sientes. A sentirte. No seas como un cazador de mariposas: no ‘pinches’ las emociones con los alfileres del pensamiento racional para clasificarlas del modo que tú creas más conveniente para engañarte a ti mismo. Simplemente déjate sentir, sin juzgarte, contempla la emoción y deja que haga su trabajo y te cambie tu metabolismo. No intentes explicarte nada, justificarte nada. Las emociones son el vehículo hacia una mayor vibración, y no necesitan pasar a través del filtro de explicaciones racionales. Siente tu cuerpo, dónde duele, dónde se siente inquieto, y visualiza un rayo de sol entrando por tu coronilla como si fueras transparente y concentrando el calor y el bienestar en esa zona dañada de tu cuerpo. Respira muy hondamente mientras visualizas la luz blanca y sanadora penetrando en todo tu cuerpo y llenando todas tus células con amor y energía de felicidad y celebración alegre de la Vida.
Vive lo que sientes, y respira esa emoción. ¿Es dolor? ¿Es tristeza? ¿Deseo tal vez? ¿Aversión? ¿Odio? ¿O todo a la vez? Contempla cómo mientras dejas que las emociones hagan su trabajo en tu cuerpo éste cambia, sintiéndose aliviado de dejar el esfuerzo por contenerlas dentro de los límites de los músculos y los huesos, con lo que después acaban transformándose en dolor físico. Siente la emoción y déjate llevar por ella con la seguridad de que estás protegido por Dios y que no existe emoción mala ni por la que vayas a ser castigado. No tengas miedo de ti mismo, dejarse llevar por una emoción violenta no significa tener que cometer actos violentos. Eso depende sólo de tu decisión personal y es un trabajo a tu responsabilidad. Déjate llevar por la emoción, simplemente, por tu propia cuenta, sin que nadie te interrumpa ni necesites la intervención de nadie. Esto sirve para conectarte con tu auténtica esencia, por el momento del camino en el que estás. Visualiza tus pies conectando con la Tierra con cada espiración, y con cada inspiración tu cabeza conectando con el Cielo. Así, en tu cuerpo ambos planos se integran y equilibran.
Ahora piensa en el ser amado, aquel a partir de cuya relación has acabado padeciendo ‘mal de amores’. Dile repetidas veces con intención de mostrar respeto y aceptación: “Reconozco la parte de Dios que tú representas”. Si eres capaz de hacerlo, mentalmente visualiza cómo te inclinas ante él, en señal de respeto y aceptación. Y ahora respira hasta acceder al plano del amor: siente todo el amor que has sentido por esa persona, siente el amor que todavía le darías si pudieras, siente que no existen peticiones ni reproches. Sólo un estado de amor compartido, en el que el alma de esa persona está en el mismo estado amoroso que la tuya. Siente la alegría de esta unión, la paz, la calma, la serenidad… surgiendo de forma natural. Siente cómo entre vosotros las sonrisas y los abrazos se producen naturalmente, en ausencia de conflictos, y que eso es lo que ambas almas estaban deseando.
Ahora visualiza tu corazón como un espacio similar a un útero lleno de luz verde. Acoge la energía del alma de tu amado o amada dentro de este espacio, y siente cómo se transforma en un bebé acogido en ese espacio dentro de ti. Visualiza cómo, desde tu corazón, envías todo el amor y el cariño que a ese bebé le falta para estar tranquilo y crecer. Respira hondo… y siente que el bebé acaba de concretarse, de coger forma, alimentado por la energía de tu amor incondicional. Arrúllalo, háblale… él es el alma del ser amado. Ahora ya es tuyo. Está en tu corazón, protegido por tu amor. Ya no tiene sentido sentirse solo o rechazado, porque el amado o la amada, en tu corazón, te pertenecen y ya son parte de ti. Has logrado la unión de ambas almas. Pídele al ego ahora que contemple la escena, siente su alegría y su sorpresa, y pídele que te ayude a cambiar tus parámetros mentales para empezar a amar de esta manera de cada vez más frecuentemente.
Después de esta meditación o visualización es muy probable que el dolor del pecho y la garganta hayan desaparecido, porque se le ha permitido al alma seguir su impulso natural de amar sin que el ego se haya visto amenazado o vulnerado. Es buena idea acunar al bebé de nuestro amado o amada en nuestro corazón cada vez que nos sintamos doloridos o solos, y tener presente en nuestra vida diaria que ahora llevamos al alma de otra persona en nuestro corazón, y eso nos hace asumir responsabilidad sobre nosotros mismos. Por supuesto, se pueden llevar tantas personas en el corazón como se deseen. No existe otro espacio más infinito! Pero sobretodo es conveniente dedicarles el tiempo de atención consciente que se merecen. Este tal vez sea uno de los mayores actos de amor posibles hacia otro ser amado. Simplemente llevar al otro en el corazón y amarle incondicionalmente. Es una forma sencilla y muy poderosa de sanación personal que tambien beneficia a los que están a tu alrededor.
El siguiente paso en la meditación es visualizarse a uno mismo como el bebé en el corazón amoroso del ser amado. Esto puede suponer una dificultad aún mayor para el ego, sobretodo si se ha sufrido un rechazo por parte de la otra persona, ya que éste no entiende que puedan existir ambas realidades a la vez y siempre busca razonar a través de la lógica aristotélica. Pero con perseverancia y fe se consigue, y entonces el ciclo sanador con esa otra alma se concreta, madura y se vuelve a un estado mental, emocional y físico abierto a nuevas posibilidades, más exitosas tal vez, de contacto con almas afines u otras relaciones kármicas necesarias para el crecimiento personal. Esta meditación tambien ayuda en los procesos del perdón y de dejar atrás el pasado – entendido como dejar atrás formas de actuar y pensar ya obsoletas hacia otras más evolucionadas – porque solucionan el conflicto desde el plano en que éste no existe siquiera: el plano de las almas. El plano donde la ciencia es el amor y el orden de todas las cosas está regido por éste. Sin límites. Todo es posible con la ayuda del amor y desde el plano del amor. Todo.
Mis mejores deseos. Que la Luz, el Orden, el Amor y la Verdad os guíen y os acojan en su corazón. Yo tambien, amorosamente, os acojo en el mío.