lunes, junio 21, 2021

Apariciones de Fátima, una historia mal contada

Carlos Fernández

El 13 de mayo de 1917, tres niños portugueses se hallaban apacentando su ganado en un lugar conocido como Fátima. Vieron un relámpago y la mayor de ellos, Lúcia dos Santos, sugirió a sus dos primos Jacinta y Francisco Marto, que regresaran a sus casas ante una inminente tormenta. Ante su sorpresa, sobre una encina vieron "una señora vestida de blanco, más brillante que el Sol". Entre otras cosas, la "señora" les dijo que venía "del cielo" y que regresaran a ese mismo lugar el día 13 del mes siguiente.

Así lo hicieron y la "mujercita" volvió a invitarlos a asistir a Cova de Iria el próximo dia 13. En la aparición de Julio, la "señora" les habría hecho unas revelaciones, que más tarde serían conocidas como los "secretos de Fátima", cuya tercera parte fue hecha pública el pasado 26 de junio. Y fue en esta aparición donde la "señora" pidió a los niños que siguieran concurriendo allí cada día 13, y que en octubre les diría quien era, que quería de ellos y les prometió que haría un "milagro" para que la gente pudiera creerles.

Los niños asistieron puntualmente a su cita con la "señora", excepto en el mes de agosto, debido a que los videntes fueron encarcelados y amenazados por el Administrador de Vila Nova de Ourem -Artur de Oliveira Santos- para que les revelara el "secreto". La cita de agosto se produjo el día quince, una vez que los niños fueron liberados, aunque no en la habitual encina sino en un lugar conocido como Valinhos. Los niños acudían puntualmente a cada una de las citas de los días 13, mientras la fama de las apariciones iba aumentando cada mes...

Es así que ya se hablaba de que era la Virgen la que se aparecía a los tres videntes, y el número de personas que acompañaban a los niños a Cova de Iría aumentaba exponencialmente. Pero los sucesos de Fátima se limitaban al relato de los tres niños, ya que ninguno de los espectadores -excepto ellos- podía ver o escuchar a la "Señora". Ni siquiera el joven Francisco podía oírla, quien solo la veía cuando se arrodillaba frente a ella. El 13 de octubre, día en que la "Virgen" había prometido un "milagro", se habían reunido en la agreste explanada de Fátima unas 70.000 personas, esperando ver un fenómeno prodigioso. Y el cielo no los defraudó.

El milagro del Sol

Según cuenta Lúcia dos Santos en su Cuarta Memoria, la Señora se presentó aquel día a los niños como ya era habitual, y aseguró ser la "Señora del Rosario". Anunció que la Guerra iba a acabar (la Primera Guerra mundial) y que los soldados volverían a sus casas. Lúcia pidió a la Señora que curara a los enfermos que allí se amontonaban, a lo que respondió que sólo sanaría a aquellos que pidieran perdón por sus pecados. Aquel día la virgen también les habría pedido a los niños que se construyera una capilla en su nombre. Tras alejarse hacia el naciente, ocurrió el milagro solar, donde según las descripciones, el cielo se abrió y el astro rey comenzó a moverse convulsivamente, causando la admiración de los asistentes.

Este suceso fue observado por miles de personas allí presentes, entre los que se encontraban creyentes, escépticos, campesinos e intelectuales. Y la diversidad y cantidad de testigos le otorga un especial interés al "fenómeno solar", pues el resto de las apariciones de Fátima se limitaban a los tres niños videntes. Uno de los testigos presentes en la explanada de Cova de Iría es el periodista Avelino de Almeida, redactor jefe del periódico lisboeta O Século. Con fina ironía, de Almeida describe pormenorizadamente el paisaje humano que

rodeaba a la ya famosa encina, sin dejarse llevar por la emoción de las masas. En su artículo están retratados los leprosos que buscaban cura de su mal, los vendedores ambulantes que ya en aquel entonces comprendieron el negocio de las apariciones, los librepensadores conversos, los campesinos escépticos, el desborde piadoso e idolátrico de miles de creyentes y por supuesto la copiosa lluvia que caía sobre Fátima, tornando el escenario de las apariciones en un intransitable lodazal.

El periodista se limita en todo momento a hacer una crónica de lo que ve, y en esa misma postura continua cuando Lúcia pide a las multitudes que cierren sus paraguas para rezar. Es en ese momento que comienza a producirse el "milagro Solar". "Se ve a toda la inmensa multitud -escribe Avelino de Almeida- darse vuelta para ver al Sol, que se muestra libre de nubes en el cenit... Es posible ver el contorno del disco sin el más mínimo esfuerzo. No quema, no ciega". Pero el "Sol" comienza a moverse, y el periodista lo describe con estas palabras: "...el Sol tembló, el Sol realizó movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las leyes cósmicas. El Sol "bailó" según la típica expresión de los campesinos". Sin abandonar su tono impasible, Avelino de Almeida continúa relatando otros detalles sobre las gentes que allí se encontraban y sus emociones. Finalmente, el periodista hace un llamamiento a los expertos para que expliquen la naturaleza del fenómeno observado.

A pesar de su breve mención al fenómeno y de sus ácidas descripciones, Avelino de Almeida fue duramente criticado por sus contemporáneos librepensadores, que sugirieron que el periodista estaba defendiendo los intereses del principal beneficiario de las apariciones: La Iglesia. Y es que por aquellas fechas el gobierno republicano había separado Iglesia y Estado y muchos de los privilegios feudales de que gozaba la jerarquía eclesiástica, habían desaparecido. Es por ello que los republicanos veían con muy malos ojos a las apariciones de Fátima. Otro de los testigos independientes que se encontraba aquel 13 de octubre en la explanada de Cova de Iría era el profesor de la Facultad de Ciencias de Coimbra, Dr. Almeida Garrett. Decidido a observar los fenómenos desapasionadamente se apostó en una elevación del terreno de modo que pudiera observar todos los sucesos desde un excelente punto de vista y ayudado por unos binoculares.

El profesor Garrett no escuchó la orden de Lucía de observar el Sol, pero giró la vista ante la actitud de las multitudes que exclamaban mientras observaban el cielo. "No era algo esférico como la Luna -describe Garrett su observación del "Sol"- ni tenía la misma tonalidad ni los mismos claro-oscuros. Parecía de materia pulida...". Según este profesor, no había bruma ni nubes y se mantuvo así durante diez minutos, salvo en dos ocasiones en que unos rayos fulgurantes obligaron a los testigos a apartar la vista. Mientras observaban el Sol, el color de la luz que iluminaba la explanada se tornó violácea. Más tarde el color cambiaría hacia el amarillento. Poco después, el Sol comenzó a girar sobre si mismo y en un momento, ante el estupor de los allí presentes, "el Sol se desprendió de la bóveda celeste" y se abalanzó sobre los atónitos espectadores, para luego alejarse.
No fue el Sol

Resulta poco probable que fuese el Sol el que bailara aquel 13 de octubre. Cualquier movimiento del astro -por muy pequeño que sea- provocaría unas consecuencias catastróficas no solo en nuestro planeta, sino en todo el Sistema Solar. Por aquellas fechas el Director del Observatorio astronómico de Lisboa declaró a los periodistas del rotativo O Sëculo que "Si fuese un fenómeno cósmico, los observatorios astronómicos lo detectarían con exactitud. Pero es precisamente eso lo que falta, el registro inevitable de alguna perturbación en el sistema... por pequeña que ésta fuese".

El entonces obispo de Leiría, tampoco parece muy convencido de que sea el Sol el que se movió el día del "milagro": "Este fenómeno, -escribió Monseñor Correia da Silva en su carta pastoral del 13 de octubre de 1930- que no fue registrado por ningún observatorio astronómico y que, consecuentemente, no pudo haber sido un fenómeno natural, fue observado por personas de todas las condiciones... ".

Sin embargo, el fenómeno tuvo que tener grandes proporciones, ya que fue observado desde otras localidades situadas en un radio de 40 kilómetros alrededor de Fátima. Varios habitantes de Alburitel, situados en una colina a 18 kilómetros de la explanada de Cova de Iria pudieron observar el "prodigio solar". Otro testigo, el poeta Alfonso López Vieira, observó el fenómeno desde São Pedro de Moel, a 40 kilómetros es dirección Oeste. ¿Qué fue lo que ocurrió en Fátima en 1917? ¿Fue una aurora boreal como sugirieron -sin demasiado acierto- los escépticos? ¿Una alucinación colectiva? Parece poco probable. ¿Y si fue un OVNI?

¿Fue un OVNI?
El dedo en la llaga lo pusieron la doctora Fina

D'Armada y el historiador portugués Joaquim Fernández, cuando publicaron su libro Intervención extraterrestre en Fátima. Sin prejuicios, D'Armada y Fernández analizan los fenómenos observados en Fátima en 1917 desde una perspectiva moderna, llegando a la conclusión de que los fenómenos ocurridos en la Sierra de Ourem en aquellas fechas

tienen todos los ingredientes propios de un avistamiento OVNI. D'Armada estaba becada por el Instituto Nacional de Investigación Científica, y pudo consultar los archivos secretos que se encuentran en el Santuario de Fátima, y que incluso son inaccesibles para las entidades religiosas. Entre estos documentos se encuentran los testimonios recogidos por el cura de la feligresía, que entonces recogió las declaraciones de los niños y que acabó abandonando la aldea por no estar convencido de que las apariciones correspondieran a la Virgen María.

Entre los datos más significativos de cuantos se describen en aquellos primeros documentos, destaca la descripción de la "señora" que apareció a los pastorcillos: Media un metro de altura y llevaba un sayo blanco y dorado, que no llegaba hasta los pies. La ropa tenía costuras a lo largo y a lo ancho como si estuviera acolchado. Además, estaba cubierta con una capa blanca y llevaba una esfera a la altura del pecho, que luego se interpretó como el Sagrado Corazón de María. En sus primeras declaraciones, los niños describieron a la "mujercita" con ojos negros y gran belleza, que hablaba sin mover los labios. Tampoco movía los pies al desplazarse y descendía hasta el lugar de la aparición por una rampa luminosa.

Si bien la historia oficial no lo refleja, Fina D'Armada encontró en los antiguos documentos la referencia a una cuarta vidente, llamada Carolina Carreira, hija de Maria Carreira, un personaje importante e la historia de las apariciones y responsable de la construcción de la capilla de Cova de Iría. Carolina habría tenido un encuentro con "un niño" que aparentaba unos 9 ó 10 años y que se comunicó con ella sin hablar, "como dentro de mí". Entre los documentos consultados por D'Armada, existen numerosos testimonios sobre el fenómeno del 17 de octubre.

Antes de comenzar las apariciones, fueron vistos por numerosos testigos pequeños objetos luminosos, conocidos en ufología como foo-fighters, incluso uno de ellos golpeo en la cara a una hermana de Carolina Carreira. También fue observado un globo plateado, un objeto en forma de escalera y "nubes" que iban en dirección contraria al viento. En cuanto al "fenómeno solar", algunos testigos aseguran que fue el propio Sol el que se movió, mientras que otros sugieren que un disco "metálico" o de "vidrio" se antepuso al astro. Finalmente, el "Sol" se volvió transparente y dentro del disco se observaron tres seres, que -influenciados por el contexto- fueron interpretados como la "Sagrada Familia". Uno de los tres fue visto con el brazo extendido y fue interpretado como una bendición de San José.
Curaciones milagrosas

Ambos investigadores abordan también otro aspecto polémico y poco estudiado: el de las curaciones milagrosas que se produjeron el día 13 de octubre de 1917. D'Armada y Fernández contabilizan hasta siete curaciones que se produjeron ese día. La mayoría corresponden a dolencias no muy graves como gripes, hinchazón de miembros y vientre; y algún caso de remisión de tumores o paludismo. Curiosamente, y según los datos manejados por los investigadores portugueses, las personas que se curaron aquel día se encontraban en una zona muy concreta del recinto de Cova de Iría, por donde el "Sol" sobrevoló a los allí presentes. También se habrían secado las ropas de quienes se encontraban en esta situación, después de la lluvia torrencial que precedió a las apariciones.

Los autores establecen de este modo un paralelismo entre estos sucesos y otros registrados en otras apariciones marianas y en presencia de Objetos Volantes No Identificados. ¿Fue un encuentro cercano con OVNIs lo que motivo el culto mariano en Fátima? ¿Manipuló la Iglesia los acontecimientos de 1917? ¿Desclasificará la Iglesia los documentos secretos relativos a las primeras investigaciones?

Posiblemente estamos lejos de conocer la verdad sobre los sucesos que ocurrieron en la explanada de Cova de Iría en 1917. El tiempo juega en contra y uno a uno los testimonios directos se van perdiendo. Entretanto, las "certezas" solo las da la Fe. Pero más allá de los hechos, alrededor de las apariciones de Fátima se generó un entramado social, político y económico que poco tiene que ver con la fe.

La historia manipulada

La práctica totalidad de la historia oficial de los fenómenos de Fátima está extraída de las memorias de la hermana Lúcia. Francisco y Jacinta fallecieron poco tiempo después de las apariciones, y Lúcia fue la única testigo viva de los acontecimientos de Fátima. Presionada por las circunstancias, y siendo una adolescente, ingresó en una orden religiosa donde además de encontrarse suficientemente aislada de la sociedad, debía obediencia a su confesor y al obispo de Leiría. En estas condiciones, y luego de aprender a leer y escribir, fue que la hermana Lúcia recibió la petición de

José Alves Correia da Silva -obispo de Leiría- de describir algunos de los sucesos de Fátima y sus protagonistas.

Lúcia terminó sus primeras memorias a finales de 1935 y en años sucesivos le fue pedido que escribiera otros "recuerdos", completando así sus seis memorias. Y son estos escritos la única fuente documental disponible para conocer la historia oficial de Fátima. Por este motivo, muchos críticos de las apariciones aseguran que la Iglesia ha cambiado convenientemente su versión sobre las apariciones, distinguiéndose una "Fátima I" correspondiente a las primeras investigaciones y recogidas de testimonios, de la "Fátima II" escrita por Lúcia casi 20 años después de los sucesos y sustancialmente distinta de la primera versión.

Y si la historia de Fátima está salpicada por las manipulaciones, mucho más podría decirse del llamado 'tercer secreto'

Un Secreto a voces

Tan sólo un mes después de la revelación del secreto, el 13 de agosto de 1917, los tres videntes fueron encarcelados por Artur de Oliveira Santos, Administrador de Vila Nova de Ourem. Para intimidar a los tres niños, los amenazó con freírlos en aceite hirviendo si no le revelaban el contenido del "secreto". Pero los niños guardaron silencio y se hubieran dejado matar con tal de no desobedecer a la "Señora". Y la prematura muerte de Jacinta y Francisco, dejó como única depositaria del secreto a Lúcia dos Santos.

En 1927, y por orden de sus confesores, José da Silva Aparicio y José Bernardo Gonçalves, Lúcia escribe por primera vez el contenido del mensaje. Después de leerlo, los sacerdotes mandaron quemar los originales. A petición del obispo de Leiría-Fátima, Lúcia escribe en 1941 su tercera memoria donde desvela las dos primeras partes del secreto, que se hacen públicas un año más tarde. No fue hasta 1944, mientras Lúcia residía en el convento de las Doroteas en Tuy (Pontevedra), que la vidente escribió el texto que describe la tercera parte de la revelación. En el sobre, sugería que el contenido no se hiciese público hasta 1960.

Las circunstancias que rodearon a este secreto, sumado a los 83 años de silencio sobre su contenido y a las numerosas especulaciones sobre sus predicciones apocalípticas, habían creado sobre el "tercer secreto de Fátima" una enorme expectación. Ésta alcanzó su punto más álgido el 13 de mayo del 2000, durante la visita de Juan Pablo II a Fátima, con motivo de la beatificación de los dos videntes fallecidos, Jacinta y Francisco Marto.

Una visión profética

Una vez terminada la ceremonia de beatificación, tomó la palabra el cardenal Angelo Sodano, quien se refirió al texto escrito por la hermana Lúcia sobre el tercer secreto como "una visión profética, comparable a la de las Sagradas Escrituras". Y aunque no reveló el contenido íntegro del texto, advirtió sobre el carácter simbólico del mensaje.

En su exposición, Sodano ofreció algunas pinceladas sobre el contenido, asegurando que se refería "a la lucha de los sistemas ateos contra la Iglesia y los cristianos". Ante la perplejidad de quienes seguían atentos la ceremonia, el cardenal Sodano aseguró que el secreto también hacía alusión a Juan Pablo II que "cae como muerto bajo los disparos de un arma de fuego".
El texto, interpretado

Hubo que esperar algo más de un mes para que la Santa Sede divulgara al completo el texto escrito por Sor Lúcia en 1944. El encargado de presentarlo fue el cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la doctrina de la Fe y principal estudioso de este documento.

Lúcia dos Santos era analfabeta en el momento de las apariciones, entre otras cosas porque no había escuelas para mujeres en la Fátima de aquella época. Y curiosamente, una de las peticiones que le habría hecho la "Señora" es que aprendiese a leer y escribir. Así lo hizo años después, aunque apenas alcanzó el tercer curso. Es por eso que el texto -que aunque está escrito en portugués- presenta numerosos errores semánticos y de ortografía.

En él se describe a un obispo vestido de blanco (que suponen que es el Papa) caminando por una ciudad en ruinas, repleta de cadáveres. Al llegar a una cima donde hay una cruz, el obispo se arrodilla frente a ella y cae muerto por disparos de armas de fuego y flechas(??). Otros religiosos y seglares le acompañan y también son asesinados por los soldados. El texto termina describiendo una macabra imagen donde dos ángeles recogen la sangre de los caídos y con ella "regaban a las almas que se aproximaban a Dios".

Una interpretación muy simbólica

Si bien la visión de Sor Lúcia parece provocada por el éxtasis, las interpretaciones que realizó la Santa Sede no le van a la saga. Y aunque las dos primeras partes del secreto no necesitaban interpretaciones eruditas, en esta parece ser que la Virgen jugó a los jeroglíficos. Prueba de ello es que frente a los 36 folios que redactó Ratzinger a modo de interpretación del secreto, el texto escrito por Lúcia consta de apenas 52 líneas.

Según la versión hecha pública por Ratzinger, el obispo vestido de blanco representa a Juan Pablo II. Cuando se dice que encuentra la muerte por armas de fuego y flechas, al pie de una cruz toscamente construida y a manos de soldados, los intérpretes del Vaticano aseguran que es una premonitoria visión del atentado que sufrió el Papa el 13 de mayo de 1981, a manos del asesino profesional turco Mehmet Ali Agca.

Por esa ambigüedad que se permite a las interpretaciones simbólicas, nada se dice de lo que representa la tosca cruz, ni de los otros soldados, ni de sus flechas. Y si bien el protagonista de la visión de Lúcia cae muerto, Juan Pablo II aun continúa vivo. Por lo visto, y según dijo el propio Pontífice, "una mano materna desvió la trayectoria de la bala".

Aunque se encuentra en la misma escena de la revelación, los otros religiosos y seglares que caen a manos de los soldados representarían -siempre según la Santa Sede- la lucha de los ateos contra los cristianos y la propia Iglesia Católica.
Los otros secretos

La interpretación que la Iglesia ha hecho de los secretos de Fátima ha sido literal en algunas ocasiones, y ambigua y simbólica en otras, restándole seriedad a estas revelaciones.

La primera parte del secreto es la revelación del infierno. La Señora de Fátima habría mostrado a los niños como era el infierno, cubierto de fuego y de almas en sufrimiento.

Pero es el propio Juan Pablo II -tan creyente en los mensajes de Fátima- quien interpreta simbólicamente este secreto asegurando que al contrario de lo que creía la gente, el infierno no tiene fuego. "Más que un lugar, el infierno es la situación de quien se aparta de modo libre y definitivo de Dios...", aseguró el Pontífice en su audiencia del 28 de julio de 1999.

De todos modos, la descripción del infierno que detalla Lúcia en su tercera memoria, es sospechosamente parecida a la del libro titulado Misión Abreviada, escrito a finales del siglo XIX. Este texto era muy popular en aquellos años entre quienes predicaban en las "Santas Misiones", destinadas a contrarrestar la actitud laica del gobierno republicano de entonces. Estas 'misiones' también predicaron por la sierra de Ourem, por lo que es posible que los videntes conocieran esta imagen del infierno.

La segunda parte del secreto tiene también sus puntos oscuros. Según cuenta la hermana Lúcia en sus memorias, la Virgen predijo el fin de la primera guerra mundial y el comienzo de una segunda. Y lo más polémico es que habló de la consagración de Rusia al Sagrado Corazón. Esta "profecía" es interpretada como la caída del comunismo ateo de la Unión Soviética y sus países de influencia.

Sin embargo, hay un anacronismo en las fechas. La revelación del secreto ocurrió el día 13 de julio de 1917, mientras que la revolución Bolchevique no se produjo hasta el mes de noviembre. La expansión de este régimen y la constitución de la URSS vendría cinco años más tarde. Resulta poco probable que los niños hubieran oído hablar de Rusia y su ateísmo en aquel lugar, más aun cuando los sucesos significativos aun no habían ocurrido. Así es que los defensores de las apariciones interpretan esta parte del mensaje como una profecía digna de crédito.

Por el contrario, sus detractores argumentan que todo el contenido del secreto fue escrito 20 años después de la revelación, cuando no había más testigos vivos que la Hermana Lúcia. Ya en 1944 el padre Dhanis, profesor de la Universidad de Lovaina y uno de los precursores de la Teología de la Liberación, publicaba un impecable estudio sobre las apariciones de Fátima donde centraba sus críticas en los "secretos". Con la frase Testis unus, testis nullus (testigo único, testigo nulo) pone en duda las palabras de la vidente. Y aunque no duda de su buena fe, profundiza en su psicología para concluir que sufre una leve mitomanía provocada por el impacto de los acontecimientos.

Se acabó el secreto

Ahora que la tercera parte del secreto ha sido desvelada, cabe preguntarse porqué fue ocultado durante décadas. Aunque las interpretaciones fueran correctas, su validez como profecía es nula, ya que fue divulgada después de que ocurrieron los hechos que supuestamente preconizaba. Quizá los Papas anteriores no lo divulgaron porque era conveniente mantener la expectativa. O simplemente callaron por vergüenza ajena. En todo caso el texto nada tiene de trascendente y está muy lejos de las especulaciones que durante años se habían barajado sobre su contenido. No hay referencias a una tercera guerra mundial, ni visitas de extraterrestres ni Apocalipsis termonuclear. Solo una ambigua revelación personalizada en la figura del Papa.

"Con la revelación del tercer secreto de Fátima se cierra una etapa de la historia, llena de especulaciones", manifestó el Secretario de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Monseñor Bertone. Sin embargo la decepción que produjo, tanto el contenido del mensaje como su interpretación, no ha dejado indiferentes a creyentes y no creyentes. Pero el cardenal Ratzinger se cubre las espaldas asegurando que el contenido del mensaje no es dogma de fe y "no es necesario creérselo". Pero probablemente se necesite mucho más que fe para creer en él y en su ambigua interpretación.

Oro Nazi: El cuarto secreto de Fátima

La noticia no dejó indiferente ni a creyentes ni a escépticos. Las cuentas del Santuario de Fátima habían guardado oro nazi. En un amplio reportaje publicado por la revista portuguesa Visão, se presentaban todos los detalles y algunos documentos que confirmaban la presencia de al menos cuatro barras de oro con el sello del Tercer Reich en una cuenta secreta del Santuario entre 1976 y 1986.

A partir de 1959, las autoridades del Santuario decidieron derretir el oro que los fieles entregaban como limosnas y guardarlo en el desaparecido Banco Pinto & Magalhães. En 1970, abren una cuenta no oficial, o "cuenta 2", cuyo contenido era desconocido para las autoridades fiscales portuguesas. Por necesidades propias de la entidad bancaria -y con consentimiento de las autoridades del Santuario- parte de ese oro fue utilizado por el BPM, con la promesa de reponerlo.

En 1976 la Polícia Judiciaria portuguesa realizó una exhaustiva investigación de las cuentas del BPM con el fin de esclarecer algunas irregularidades financieras de esta entidad. Es entonces cuando descubren que en la cuenta del Santuario había cuatro barras de oro provenientes del Preuss Staats Meunze -Berlín-1942. Las autoridades del Santuario ya tenían conocimiento de la procedencia de estas barras de oro, ya que el Consejo de Gestión del Banco había enviado a Luciano Guerra -rector del Santuario de Fátima- una relación de todas las existencias de oro. Recientemente, el propio Luciano Guerra admitió en un comunicado oficial, que el santuario de Fátima tuvo en una de sus cuentas, oro proveniente del Tercer Reich.

Fátima S. L.

Las cuentas sobre los ingresos económicos del Santuario de Fátima no son de dominio público, y resultan difíciles de calcular. Algunas fuentes sostienen que el movimiento de dinero, proveniente de las limosnas, la venta de velas y otros ofrecimientos, supera los 500 millones de pesetas al año. La cifra se eleva exponencialmente si consideramos los beneficios relacionados con el turismo, la hostelería y la venta de todo tipo de baratijas relacionadas con las apariciones. Si bien en el recinto del Santuario sólo se venden velas -a precios nada económicos-, basta recorrer unos pocos metros para encontrar todo tipo de tiendas con los más variados objetos. Botellas de agua de Fátima, estampas de los niños y la virgen, imágenes luminosas, videos, libros en varios idiomas, rosarios, etc.

Pero no solo se venden artículos religiosos. Por los estrechos caminos de Aljustrel aldea donde nacieron los tres videntes- encontramos todo tipo de mercancía. Compartiendo mesa con las imágenes religiosas se pueden ver botellas de vino de Oporto, emblemas futbolísticos, ropa deportiva, miel de Fátima "Fatimel" y otros objetos que nada tienen que ver con el culto mariano.