Daniel Vargas Gómez
El problema que nos atañe en este artículo viene sujeto a dos cosas; una filosofía realista que nos plantea un mundo exterior objetivable y la necesidad -que por ahora podemos decir es opuesta- de tomar en cuenta la vida propia del sujeto que conoce en el momento en que conoce.
El Idealismo no entrará en discusión ya que considero que hoy en día ha perdido mucho de su valor debido a la inmensa cantidad de detractores que se han encargado de demolerlo desde hace mas de un siglo. Sin embargo el Realismo solo, parece no explicar de forma rigurosa el proceso de aprehensión de la realidad.
Con el Realismo tenemos que lo evidente, el mundo, una realidad fuera de mí que se me presenta a través de los sentidos, debe verse ahora en lo que Ortega llamaría mi circunstancia. No es necesario explicar de momento la validez de lo anterior, tan sólo debemos tomarlo como punto de partida que espero se explique a sí mismo a través de la lectura.
Entremos ahora sí, de lleno, en el asunto. Entonces, yo pienso porque existo. Me percibo, pues, -no yo inmediatamente sino por el mundo-, pero me percibo en mi vida, es decir: me percibo como una vida, como sujeto. Claro que a pesar de ser yo el que percibo no soy yo el que pongo la realidad de las cosas y eso es puramente evidente.
Ahora, el sentido de la cuestión es mi relación con las cosas; en el momento en que las percibo no sé qué es lo que percibo, simplemente percibo, el siguiente momento, la aprehensión de la cosa, ese es mi interés.
Cuando percibo puedo simplemente observar o puedo también tomar conciencia. Entonces, si observo no sé más del objeto sino que existe fuera de mí, mas si tomo conciencia, ¿aprehendo el objeto? Al tomar conciencia ya no contemplo al objeto sino a su imagen en mi pensamiento, si es así estaría yo poniendo el concepto del objeto y no el objeto mismo diciéndome quien es.
Volvamos entonces al principio, tengo mis percepciones, tengo mi circunstancia, mi realidad, ¿cómo es que me comunico con ella? El problema no es idealista-ojo- no afirmo en ningún momento que no se pueda conocer directamente al objeto, ese es el proceso en discusión, sino que cuando hablo de comunicación me refiero a una comunicación subsistente entre sujeto y objeto.
El objeto me habla, se manifiesta y por eso lo percibo, ahora, ¿es del objeto mismo comunicarme su ser? ¿Es de mí, aprehender el ser del objeto?
La respuesta, ambas cosas son ciertas.
La comunicación subsistente es el camino de ida y vuelta entre mi pensamiento y el objeto. Cuando percibo al objeto mi ser me impulsa a aprehenderlo, es inevitable. Si el hombre busca claridad(vuelvo a Ortega) es de ahí mismo que debo partir. La claridad, la necesidad de comprensión es algo inherente a nosotros mismos, en últimas quiere decir esto que el conocimiento no es forzado sino natural. Pero ¡ojo¡ esto no significa que no podamos forzar a la totalidad del objeto a nuestro conocimiento subjetivo del él.
Entendamos pues que si bien yo puedo conocer las cosas, soy "Yo" el que las conoce, es mi conciencia subjetiva. ¿Entonces es de mí conocer el objeto o no? Sí lo es, pero de qué forma, de forma tal que lo puedo conocer pero también deformar. ¿Por qué? Debido a que yo contemplo al objeto desde mi perspectiva y mi perspectiva es limitada- no aprehendo al objeto de inmediato por todos sus ángulos- y no sólo limitada por ser una sola sino por su misma manera de abstraer conocimiento de la cosa. En realidad no debemos complicarnos tanto porque lo que se quiere decir es que nuestra voluntad y nuestra necesidad de conocer pueden ser una mezcla peligrosa en tanto que puedo forzar al objeto a un conocimiento que no es puesto por sí mismo sino por mí en mi afán de claridad. Así, pues, sabemos que es de nuestro el conocer, pero sabemos que podemos confundir o tener un conocimiento erróneo, entonces, ¿Cómo saber que el conocimiento del objeto es su realidad? La comunicación subsistente.
Sé que es de mí el conocer, pero, ¿es del objeto el darse a conocer? Sí, pero de la misma forma en que nosotros confundimos o mejor enmascaramos el conocimiento dado por el objeto a pesar de ser algo natural, el objeto tampoco es absolutamente transparente, es decir: si bien el objeto es inteligible no es absolutamente inteligible. Además requiere de algo más que de sí mismo para darse a conocer, ahí entramos nosotros. Nosotros debemos desentrañar la realidad del objeto, que no es absolutamente oculta ni absolutamente clara.
La comunicación subsistente reside justamente en esto, en esta comunicación entre nuestro intelecto y el objeto. En ambos está presente algo necesario para que exista el conocimiento, la verdad de la cosa. En este sentido estoy de acuerdo con Ortega cuando dice que sin el hombre no hay realidad y sin realidad no hay hombre, en este sentido(mas no en el metafísico) ambos son necesarios y se complementan.
Así, pues, tenemos que la aprehensión del objeto en la mente se verifica mediante la comunicación subsistente, si esta no existiera no podríamos tener certeza sobre el objeto, sería inaccesible. Entonces cuando tomo conciencia, cuando aprehendo el objeto o lo estoy aprehendiendo realmente o sólo aquello que está en mi conciencia lo cual no es la realidad y volveríamos a donde empezamos. Lo que sucede efectivamente es que aquello que percibo si bien me informa sobre el objeto, no es sin embargo sobre lo que se basa mi conocimiento sobre el objeto. No es la reflexión sobre aquello que percibo, es mi reflexión sobre aquello que percibo mientras percibo, en ningún momento pierdo comunicación con el objeto o me adentro alejándome de la realidad. Esta es la premisa Realista indicada. Conozco la realidad en tanto que hay comunicación subsistente, de lo contrario no podría hacerlo.
Parece ahora inevitable que lleguemos, pues, a la inquietud sobre ¿Qué es la comunicación subsistente? Este punto es de capital importancia porque su entendimiento es lo que permite resolver el problema acerca de la aprehensión del objeto en mi conciencia y así la de la realidad en general en tanto pensada por mí. Explicaré entonces lo que considero por comunicación subsistente.
El movimiento Natural de la Comunicación Subsistente.
He denominado a la comunicación subsistente como movimiento porque creo que es la mejor forma de no imaginarla-si es posible- como una mera idea o algún tipo de ficción inmóvil, creo que con este apelativo toma la característica de cierto dinamismo que tiene por esencia.
La comunicación subsistente no es un acto puramente consciente, es un acto necesario para que se de él conocimiento porque sin ella no conoceríamos nada. La comunicación subsistente es en cierto sentido un movimiento que tiene lugar cuando nos encontramos con el mundo, en el mismo instante en que despertamos ante las cosas. La comunicación subsistente es un proceso íntimamente ligado a nuestra realidad y a la de las cosas. Es de nosotros el conocer y de las cosas el darse a conocer; y este hecho es un hecho radical que informa el conocimiento humano. En últimas esta comunicación subsistente es un prerrequisito para el conocimiento, pero es algo que está ya ahí puesto.
En el momento en que abrimos los ojos al mundo ya se hace presente este movimiento. En todo momento existe este contacto con el mundo y no lo podemos cambiar. Podemos ignorarlo o cambiarlo si es el caso, hacer caso omiso de lo que conocemos de esta manera natural. Esto sucede justamente porque debido a que no somos conscientes ni del todo autores del proceso, nos llenamos de inseguridad frente a lo que se nos da a conocer de esta forma. Este es el problema y la bendición del realismo: conocemos las cosas de forma natural y no reflexiva como el racionalismo.
Lo que en el fondo se ve es que hay claramente una presencia de misterio muy fuerte en el conocimiento realista, donde el realista se deja llevar por aquello que se le da a conocer sin necesidad ni capacidad de imponérsele a la cosa que conoce.
Por este camino, el estudio de la comunicación subsistente nos empuja, nos exige adentrarnos en aquello que conocemos, en el ser de la cosa misma. Nos invita si queremos comprenderla a encontrar sus causas metafísicas. Sólo a través del ser, de su esencia y su existencia se pueden hacer evidentes las características de la comunicación subsistente.
Por último, es prudente advertir, que el movimiento natural que sugiere la comunicación subsistente no es un movimiento forzado, obligado para el que indaga la verdad. Es obligado sí, en tanto que sólo a través de él se conoce efectivamente la verdad de la cosa, pero no obliga al investigador a proceder forzosamente de esta manera. Es decir: la comunicación subsistente no ordena al hombre, este es libre de usar su razón indiferentemente de lo que le informe la comunicación subsistente del objeto. Se entiende que el hombre puede racionalizar la realidad y así lo que conoce es verdad sobre su propio pensamiento pero no sobre la realidad. Esto es importante porque la comunicación subsistente así como otras ordenaciones naturales del hombre puede hacerse a un lado o deformarse. Por ejemplo, es posible que el hombre, a pesar de estar ordenado por naturaleza a vivir en sociedad, se sienta a sí mismo distante de los demás y convenga en aislarse y vivir sólo sin contacto humano. De la misma forma puede el hombre deformar el conocimiento natural que obtenemos de las cosas o incluso transformarlo radicalmente.
Todo esto es posible y cabe tenerlo o en cuenta para poder comprender a fondo los errores propios de nuestro conocimiento y nuestra limitada capacidad de verdad. Por un lado no la podemos conocer toda, y por otro, no la podemos conocer en un solo momento del conocimiento, y además, alcanzar la verdad es un proceso que está limitado no sólo por nuestra razón sino también por nuestra perspectiva y nuestro tiempo.