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martes, octubre 07, 2025

Los Arquetipos y las Vivencias del Alma

Raúl Ortega
Las imágenes arquetípicas tocan más en el sentimiento a unos y más en el intelecto a otros. Unos se quedan inmóviles pues no comprenden que significa en la práctica esa poesía, y los otros clasifican y nombran sin cuidado pues no ven que para entender el fondo de la cuestión tienen que seguir el hilo de sus propios sentimientos.
No esperaba encontrarme tan a menudo con gente versada en Jung que aún quiera clasificar nítidamente los arquetipos en compartimentos estancos y asociarlos a cada uno una enfermedad y una fenomenología determinada, y no otra. Esta claridad con la que sueña la academia está demás en estas lides. Nombrar es sólo señalar en una dirección, no poseer la significación total del fenómeno. La sombra más allá se transforma en ánima, y ésta en anciano sabio, y éste a la postre en lo psicoideo, paradójico e irrepresentable.
En psicología todas las enfermedades son relaciones malas con el inconsciente. La sintomatología depende de los contenidos en conflicto, que siempre se articulan irisadamente con otros asociados o más profundos. Los síntomas son expresiones simbólicas en las que está contenido el enfermo, y ya se verá hasta qué punto con la interpretación y asimilación hay que ampliar esta esfera simbólica en la que se está contenido. Los demás síntomas corresponden a los estados afectivos del enfermo. Pensar que una depresión es una enfermedad en sí es como pensar que hay que clasificar a las enfermedades físicas por el dolor que producen.
Clasificar neurosis y psicosis nos sirve para establecer el diagnóstico y el tratamiento adecuado al nivel en el que se está dando el conflicto, pero el conflicto en sí puede ser el mismo. Lo que varía son los grados de asimilación y por lo tanto de virulencia. En realidad, depende del estado del yo en relación con el inconsciente, la diferente «gravedad» de la enfermedad, además de los contenidos inconscientes en sí mismos. Hace unos años tuve la oportunidad de seguir de cerca la evolución en dos individuos diferentes del mismo conflicto. Uno de ellos padecía crisis de ansiedad asociada a contenidos relacionados con erotismo por un lado y filosóficos por otro.
Según me contaba sus sueños, me quedó clara su confrontación con el ánima, que se autor representaba como una mala amante «casada con todos» y que además afeminaba al individuo en cuestión a pasos galopantes. Por otro lado, su intelecto se llenaba más y más de preguntas muy agudas sobre el mundo, sobre las que necesitaba meditar días enteros. Mantenía relaciones con una mujer que justo en ese momento comienza a martirizarlo relacionándose con muchos otros hombres.
Así que tuvo que enfrentarse por dentro y por fuera al mismo conflicto, cosa que hizo durante bastante tiempo y que le reportó una visión diferente de las cosas. Cuando esa visión cristalizó, desaparecieron la ansiedad y la relación compulsiva por sí solas, así como quedaron trocados sus anteriores intereses por otros más abarcantes.
El otro individuo sin embargo mantuvo durante todo el proceso su relación con una buena pareja, pero empezó a imaginarse que ella le engañaba justo después de abandonar ciertas ocupaciones artísticas para prepararse en su futuro de casado. No podía evitar pensar en cosas tales como conspiraciones mundiales de mujeres contra hombres, y en la omnipresencia de un poder diabólico femenino en el mundo. Martirizaba a su pareja con los celos, persiguiéndola a todas partes.
Empezó a interesarse por multitud de aficiones que no le satisfacían. Pronto su lenguaje se llenó de imágenes oníricas y se hizo prácticamente incomprensible. Hizo un esfuerzo tremendo por restablecer regresivamente su personalidad y vivió un tiempo anclado a un mundo tan «normal» como triste y apagado. No fue capaz de seguir el hilo de los contenidos que se le imponían y al final fue poseído. Le diagnosticaron ahora paranoia, ahora psicosis maniacodepresiva, y ya no podían distinguirse los contenidos de sus sueños de los de sus visiones. Acudió a suicidarse al mismo lugar donde de pequeño observaba solo a las criaturas del bosque, envuelto por la naturaleza. Descanse en paz, y Dios me perdone si en mi mano estuvo hacer algo y no supe qué. Neurosis de ansiedad, histeria, psicosis, depresión, erotismo, trascendencia. Amor y Muerte.
Detrás la Sombra y presta detrás el Ánima, cuando el problema ya no es la completez de la madurez si no la apertura de conciencia con alimento arquetípico, cuando no basta con actualizar tendencias pasadas escindidas si no que se exige la unificación de los opuestos en algo resurgente.
¿Cómo separamos unos contenidos de otros igual que distinguimos un círculo de un cuadrado? Esto más bien tiende a ser una cuadratura circular. ¿Cómo adscribimos una enfermedad a cada arquetipo, si su comportamiento es tan variado con la conciencia como el comportamiento de unos hombres con otros?
En ambas biografías se dio el tema de la transformación de la mujer en animal peligroso, en una en sueños que provocaban fobias correspondientes en la vida diurna, y en la otra en visiones psicóticas, por poner un ejemplo más.
¿Es que estaban ambos llamados a realizar la misma tarea?
No, pues hay que distinguir entre el significante colectivo y el significado particular de éste para cada uno. El tema de la Conjunción es arquetípico, pero lo que significa en hechos para cada uno de los que lo viven es diferente. Este es el sentido de la Individuación. Me parece que hablar de psicología junguiana es hablar en estos términos. Así lo corroboran me parece von Franz, Jaffé, Spiegelman y otros «alumnos aventajados». Entrometer taxonomías ajenas es volverse a la dispersión de las categorías mentales y sus fenómenos falsamente aislados gracias a la diosa nomenclatura, cuando siguiendo el hilo de Ariadna del inconsciente habíamos empezado a asociar lo inconmensurable.
Los fenómenos que intervienen en estos acontecimientos son fácilmente observables por un ojo medianamente entrenado; sólo aportamos algo nuevo cuando sintetizamos las experiencias en el hilo etiológico y teleológico propio de ellas y conseguimos la visión de conjunto que tenga el sentido adecuado. En este «sentido adecuado» es en el que definitivamente se despega esta psicología del resto. Para concluir, quisiera proponer la siguiente cita de Edward F. Edinger para reflexión: «En el inconsciente hay un centro transpersonal de conciencia latente y de oscura intencionalidad [el Self]. (...) El hombre ya no está solo en la psiquis y en el cosmos; las vicisitudes de la vida adquieren una significación más vasta y novel.
Los sueños, fantasías, enfermedades y coincidencias se vuelven mensajes en potencia del Compañero Invisible con el cual compartimos nuestra vida. Al comienzo, el encuentro con el Self es indudablemente una derrota para el ego, pero con perseverancia, de la oscuridad nace la Luz. Uno descubre al Ser Inmortal, que hiere y cura, que lanza por tierra y levanta, que hace lo pequeño y lo grande; en pocas palabras, el Uno que nos hace enteros».

 

sábado, octubre 04, 2025

Liberando Emociones

Viviana Blas
A medida que nuestra vida va avanzando, vamos viviendo un sinnúmero de experiencias, tanto buenas como malas, que van dejando su huella en nuestro ser. Algunas de esas vivencias han dejado una huella mayor que otras, por lo cual, el quantum emocional involucrado en las mismas es mayor y más intenso que en aquellas experiencias que se han transformado en simples recuerdos intrascendentes.
Esas emociones que, por diversos factores, muchas veces no han podido ser expresadas en su momento (en general ocurre con las emociones negativas), han quedado acumuladas en nuestro interior. Cuanto más antigua sea la data en que se engendraron esas emociones, mayores raíces habrán echado en nosotros. El hecho de que las defensas las mantengan "contenidas" o, como comúnmente se dice "tapadas", no significa que no existan.
Aunque no lo reconozcamos, esa carga de energía acumulada, de alguna manera, se mal canaliza a través de los denominados "síntomas". Es así como comenzamos a enfermarnos física o psíquicamente, ya que esa energía negativa va al cuerpo (por ej. úlcera, tensiones), o a la mente (en forma de miedos, inhibiciones, etc). Los síntomas mantienen deformado y disfrazado al contenido que les dio origen.
Por eso no reconocemos cuál es la verdadera causa del mismo y, muchas veces, resulta que cuando el médico nos dice que orgánicamente "no tenemos nada", nos está diciendo también que el origen de nuestro síntoma corporal es, en estos casos, psicológico.
Así, nos encontramos con que nuestros síntomas (ya sean limitaciones, somatizaciones, etc.), están denunciando una problemática latente que es la que les está dando origen. Lo cual nos lleva a revisar, dentro de un ámbito terapéutico, a las diversas etapas de la vida por las que hemos pasado, para así poder conectarnos con nuestras propias emociones y poder encontrar una explicación que nos permita hallar una solución a nuestros problemas. Empezamos así a rebobinar nuestra historia y, a medida que lo hacemos, nos sorprendemos reiteradas veces culpando a nuestros padres por todo lo que nos pasa.
Esta etapa se elabora, muchas veces, con gran dolor pero, en vez de culparlos, avanzamos más en nuestro propio crecimiento si los comprendemos y si entendemos que ellos nos dieron (o no nos dieron) hasta donde pudieron hacerlo de acuerdo, también, a la propia historia de cada uno de ellos.
Así, al poder comprenderlos, podemos ir auto superándonos para poder avanzar hacia nuevas sendas. Pero, al recorrer este proceso, nos encontramos con que hay algunas situaciones que nos ocurren y que no sabemos por qué nos pasan. Por lo que, al continuar procesando nuestra propia información, podemos comenzar a recordar acontecimientos que estaban totalmente reprimidos y que, justamente por estar reprimidos, nos manejaban ellos a nosotros creando nuestras limitaciones, trabas, nuestras repeticiones de lo mismo que nos hace sufrir y tropezar siempre con la misma piedra, como si fuese un destino del cual no podemos escapar.
Así, podemos ver que estamos repitiendo historias pero, en realidad, lo que estamos repitiendo es la forma particular en que nosotros las hemos incorporado en nuestro interior. Además, la forma en que nos vinculamos con los demás es la que hemos aprendido desde nuestra temprana infancia, y que ahora las interactuamos con las distintas personas que vamos conociendo a lo largo de nuestra adultez.
En esta búsqueda interior, cada vez que hallamos ese "algo" que nos estaba faltando, experimentamos un verdadero "insight" o "darse cuenta" que nos permite avanzar en segundos lo que no hemos avanzado en años. Ese "algo" es una información que nuestra mente inconsciente se estaba guardando y que, al enterarnos, pasan a nuestra mente consciente, ampliando así nuestro campo de conciencia.
El "guardar" las emociones negativas da origen a enfermedades físicas y psíquicas. Pero si, dadas las circunstancias de la vida, ya están contenidas en nuestro interior, lo más sano es, dentro de un marco de protección terapéutica, tratar de atreverse a sentirlas, enfrentarlas, descargarlas y elaborarlas. Cuanto más las evitemos sentir, tanto más crecerán dentro nuestro, ejerciendo presión por salir y expresarse.
Además, al modificar terapéuticamente un estado emocional, también estaremos modificando a las ideas que lo acompañan, ya sean éstas recuerdos, fantasías, creencias, etc, y viceversa. Los procesos emocionales necesitan ser experimentados. Así, por ejemplo, si nos tocó vivir una pérdida, tendremos que pasar, más tarde o más temprano, por el denominado proceso de duelo, sintiendo el dolor que nos provocó tal pérdida. Si dicho proceso ha estado contenido de alguna manera, es necesario revivirlo, descargarlo (emocional) y elaborarlo (intelectual) para poder ir despidiéndonos y desprendiéndonos del recuerdo de la persona que hemos perdido.
Al seguir los procesos emocionales naturales, podremos alcanzar nuestra paz interior. De lo contrario, estos procesos se vuelven patógenos. Cuanto más al día estemos con nuestras emociones, menos carga tendremos, seremos más valientes por habernos enfrentado y por no haber tapado, saldremos más sólidos y fortalecidos de dicha experiencia, tendremos menos predisposición a somatizar una gran gama de enfermedades, podremos avanzar en nuestros proyectos sin inhibiciones ni miedos, y habremos acrecentado nuestra confianza en nosotros mismos.
Para no quedar atrapados en el destino que nos hace construir nuestro pasado, podemos modificar nuestros pensamientos presentes, sabiendo que nuestros pensamientos son nuestro destino.