miércoles, septiembre 22, 2021

YOGA - De lo Profesional a lo Espiritual

Podemos decir que una clave base para el éxito de un enseñante de Yoga, es el “ser profesional". Y como éxito, no entendemos el tener muchos alumnos, sino el hacer de la transmisión del yoga una herramienta efectiva para la ayuda a los demás; a encontrar el camino hacia el mejoramiento y encuentro consigo mismo.

¿Qué es el ser Profesional?

Analicémoslo desde el punto de vista yogui, con los Yamas y Niyamas:

1. Ahimsa: la no violencia, el respeto profundo de lo que es el otro, no hay un intento manipulador por cambiar al alumno.

2. Asteya: tener una relación adulta con el alumno. Evitar las falsas e infantiles expectativas.

3. Satya: ser auténtico. Decir la verdad. Uno sólo puede transmitir aquello que es y experimenta.

4. Aparigraha: ser sencillo, esencial y atender al otro con el corazón.

5. Bramacharya: no dejarse llevar por lo que a uno le apasiona, sino tener la contención necesarias para proponer al otro lo que él necesita.

6. Shaucha: tener claridad y orden en lo que uno prepara y propone.

7. Santosha: es fundamental el disfrutar del propio trabajo, el no convertirse en “un funcionario”.

8. Tapah: el ser muy constantes /el que la sigue la consigue...

9. Svadhyaya: tiene que haber una revisión regular, tanto propia (ejemplo: grabarse una clase), como ser siempre alumnos de otros enseñantes.

10. Isvara-Pranidhana: realiza cada trabajo con toda tu atención y cariño, sin apego a los resultados.

Dicho todo esto ¿podríamos superar la prueba del programa de tv “Al descubierto”?... Me explico: imaginamos que somos profesores de yoga y que en una clase se incorporan dos nuevos alumnos, que en realidad son periodistas camuflados de un programa de televisión, y que van a intentar pillarnos los “cuentos chinos” que contamos. ¿Podríamos mantener y defender ante una audiencia televisiva todo aquello que decimos en una clase?...

La experiencia como profesores nos va dando la capacidad de observar y decidir con precisión las necesidades del grupo o del alumno. Por ejemplo, el tipo de clase ante un grupo concreto. Un grupo que tenga una tendencia hacia la excesiva expresividad, relajamiento, o sea, lo que llamaríamos un grupo sensual, necesitaría un trabajo de esfuerzo. Mientras que un grupo con una predominancia al bloqueo, excesiva tensión, lo que llamaríamos un grupo competidor, necesitaría una clase más relajada. También, el tipo de clase de yoga que necesita una persona con problemas de depresión o de estrés, o cualquier otro. Sabemos que el Yoga tiene más calidad cuanto más personalizado seamos capaces de transmitirlo.

1 Por otro lado, a veces tenemos expresiones como “qué clase o curso más bueno, he salido removidísimo” u otras parecidas, que confunden el experimentar emociones intensas, con el asimilar la sabiduría necesaria para dar un paso de madurez en nuestra vida diaria. Tal como lo expresa un maestro jesuita: ”una manzana cayó del árbol. Las que permanecían en las ramas arrancaron a reír al ver la caída. La manzana desde el suelo les gritó <<inmaduras, que sois unas inmaduras>>.”

¿Cómo sabemos al acabar una clase o un curso, que hemos impartido o recibido, si es un trabajo de “éxito”?. La respuesta afirmativa es cuando la persona acaba en un estado más cercano a eso que llamamos SATCHITANANDA. Descomponemos la palabra para saber su significado: SAT: es el estado de energía-vitalidad. CHIT: el estado de inteligencia-lucidez. Y ANANDA: el estado de amor-felicidad.

Así que nos podremos preguntar, ¿he ayudado a esta persona a que encuentre en sí mismo, mayor poder para que alcance lo que busca?, ¿se encuentra ahora esta persona con un mayor estado de lucidez que la ayude a superar los obstáculos de su vida cotidiana?, ¿con los ejercicios que he propuesto he ayudado a que la persona se libere de algunos velos que la separan de su esencia, que es amor? ¿es su contentamiento actual auténtico y permanente?.

Hay una frase que ilustra muy bien cual debería ser el trabajo de la enseñanza de Yoga: “Ayúdame a abrir la ventana, pero no me describas el paisaje”. Y el resto se hace solo, porque en el fondo de todos nosotros somos energía, inteligencia y felicidad.

Satchitananda, es una experiencia total y profundamente espiritual, pero no por ello alejada de nuestra vida cotidiana. Como nos decía Walt Whitman :”Por lo que a mi respecta, sólo conozco milagros”.