Ana Postigo Hilario
No hay ninguna duda. La incapacidad para controlar la ira en el trabajo supone un grave riesgo de descarrilamiento en la vía hacia el éxito. Este ejercicio 18 le ayudará a controlar su ira mostrándole cómo manipular la ira para mejorar su actividad. De manera concreta, le proporcionará algunas estrategias de eficacia demostrada para afrontar las cinco provocaciones de la ira más corrientes que tienen lugar en cualquier trabajo.
Las tres habilidades esenciales en el trabajo
Cada una de las provocaciones mencionadas en este ejercicio es peculiar y requiere una estrategia de control diferente. Sin embargo, el atleta de la ira pone en práctica cada uno de los siguientes conceptos al afrontar cada provocación que sufre en su trabajo.
Control de inmediato la activación airada
No es en absoluto conveniente mostrar una excitación emocional inapropiada en el lugar de trabajo, sobre todo si no es usted el jefe. Esa actitud refleja que no se domina a sí mismo e impide un rendimiento máximo. Convierta la activación airada en energía dirigiéndola hacia sus actividades laborales. Sí está demasiado enfadado para sentarse y ser "creativo", utilice su activación airada para avanzar en el trabajo, de modo que por lo menos obtenga algún resultado positivo. Esto le ayudará a sentirse productivo y le proporcionará una sensación de dominio de sí mismo; así puede "volver" y afrontar de manera productiva el origen de su ira. Si dispone de una respuesta de relajación (vea el ejercicio número 9), utilícela...
Reconozca que desea conservar su empleo
He aquí algunos comentarios que suele hacer la gente cuando se enfadan en el trabajo:
"Así son las cosas". "No puedo hacer nada al respecto". "Tengo que aceptarlo". "No es tan terrible". Todas ellas son afirmaciones muy influyentes para manejar la ira en el ambiente laboral. Sin embargo, aunque en principio pueden impedirla liberación de la ira, no le ayudan a controlarla, pues también implican su impotencia, lo cual, paradójicamente, aumenta la ira que usted desea reducir, y el resultado puede ser una ira crónica. El ejercicio 18 utiliza la suposición de que no tiene usted que aceptar lo que le irrita, sino más bien que quiere aceptarlo porque desea conservar su empleo.
Reconocer esto le permite experimentar ira y, no obstante, mantener las cosas en perspectiva, como gajes del oficio. "No me gusta, pero aprenderé a habérmelas con eso" es mucho más productivo que "No puedo hacer nada al respecto; a fin de cuentas, no es tan malo". Esta última afirmación niega la ira, mientras que la anterior se orienta hacia la tarea: "Puesto que estoy enfadado y quiero mantener mi empleo, ¿qué puedo hacer al respecto para que eso no vuelva a ocurrir?" Esta actitud proporciona el impulso necesario para convertir su activación airada en energía, de modo que pueda elaborar una estrategia de control.
La puesta en práctica
Estar orientado hacia la acción significa esperar que, en la mayor parte de los casos, la provocación no se resolverá por sí sola. Se requiere una acción basada en un plan para resolver la provocación y evitar que vuelva a producirse. Al estar orientado hacia la acción, es usted quien acepta la responsabilidad de controlar la provocación.
Cuando la ira arruina su situación laboral
Esta sección le facilitará práctica para el tratamiento de las provocaciones en el ambiente laboral, exponiéndole a las cinco situaciones más frecuentes provocadoras de ira asociadas con el trabajo. Pensar en una estrategia de control para cada una de ellas contribuye a desarrollar su habilidad para usar la ira estratégicamente.
NOTA
Las provocaciones descritas se basan en datos obtenidos de más de 3.500 individuos que completaron el formulario de control de la ira o han participado en seminarios de control de la ira, talleres o clases. Se ha descubierto que las provocaciones son comunes en todos los ambientes laborales, tanto si se trata de grandes multinacionales como de organismos estatales, pequeñas empresas o diversas instituciones, y se clasifican como abusivas, injustas o ambas cosas a la vez. Más importante aún es el hecho de que reflejan unas percepciones fidedignas de la realidad de la situación. Así pues, no se pueden abordar con el sencillo método de las afirmaciones de afrontamiento para el control de la ira o adquiriendo expectativas realistas (aunque eso sirva de ayuda), sino que requieren unas estrategias de intervención directa.
Provocación número 1: Quedar postergado. "No puedo soportar que me ignoren de esa manera."
Aunque intentemos destacar individualmente, nuestro trabajo implica a otras personas. Para la mayoría de las personas, es un esfuerzo de grupo, pero resulta muy difícil integrarse en el grupo si éste le rechaza a uno. Quedar postergado en el trabajo, o no ser aceptado por los compañeros, provoca la ira por dos motivos:
1) Impide hacer el trabajo de la manera más eficaz, y
2) amenaza nuestra necesidad de sentirnos integrados. También se experimentan sentimientos de agravio. ¿Qué haría usted?
Probación número 2: El jefe crítico. "Me está desairando continuamente, y casi nunca me dice que hago las cosas bien. Tengo la sensación de que no me aprecia. Sólo pensar en él me sulfura."
Tener un jefe crítico es enojoso porque significa estar sometido diariamente a una crítica destructiva. Es injusto y nos sentimos maltratados. La reacción típica es una respuesta airada, pero como el entorno laboral inhibe la expresión de la ira hacia nuestro jefe, la reprimimos y nos sentimos más airados. Tendemos a desquitarnos de nuestro jefe adoptando una actitud que es a la vez pasiva y agresiva. Hacemos todo cuanto requiere nuestro trabajo, pero ni un ápice más. Contrarrestamos la ira refrenando el entusiasmo, la imaginación y el apoyo. Sin embargo estas acciones proporcionan al jefe más motivos de crítica. ¿Qué haría usted?
Provocación número 3: No obtener la promoción deseada. "He trabajado con ahínco.
Me merezco ese ascenso."
He aquí algunas maneras populares de afrontar esta provocación. o Agitarse y quejarse a los ,compañeros. o Hacer que todo el mundo sepa que le han privado de lo suyo. o Reprenderse a sí mismo.
La mayoría de la gente elige las tres maneras de responder, sin sacar de ello más que resentimiento, celos y quizá la futura pérdida de promoción. ¿Qué haría usted?
Provocación número 4: Ser calumniado por compañeros de trabajo. "Cuando oí lo que decían de mí, me subí por las paredes. Estuve a punto de presentar la dimisión."
Ser víctima de falsos rumores es una causa constante de ira, abusiva e injusta. Y con frecuencia los rumores causan un daño irreparable. La ira está justificada. ¿Qué haría usted?
Provocación número 5: Tratar con el jefe incompetente. "Ese tipo es estúpido e incompetente."
No cabe duda de que la situación más frecuente y más provocadora de ira es tener que tratar con un jefe incompetente, cuyas deficiencias bloquean su necesidad de realizarse en el trabajo y entorpece la actividad de la empresa.
Cómo utilizar la ira para mejorar su trabajo
He aquí algunas estrategias directas de eficacia probada para el control de las provocaciones indicadas. Preste atención a la manera en que los objetivos producen las estrategias.
Provocación número 1: Quedar postergado
Objetivo: Participar en el grupo y lograr la aceptación de éste.
Estrategia de control: En primer lugar, examine su propio comportamiento para ver si es usted mismo quien precipita su propio rechazo. Por ejemplo, si sus compañeros de trabajo hablan con frecuencia de personas y lugares que le son desconocidos, el hecho de que permanezca sentado en silencio y sintiéndose incómodo será considerado probablemente como indiferencia, o si usted habla siempre de cosas que hace y que les excluyen a ellos, puede dar la sensación de esnobismo, o de que no desea integrarse en el grupo. Puede emprender dos acciones.
1. Recalcar verbalmente las experiencias importantes que comparte con ellos. Por ejemplo, si a una enfermera la postergan las demás enfermeras de su planta, puede lograr la asimilación por parte del grupo haciendo hincapié en los estudios y las experiencias laborales comunes. Las experiencias compartidas nutren la cohesión. Esto contrasta vivamente con la actitud de quejarse a la supervisora de que nadie le hace caso, o decir airadamente a los miembros del grupo que no le gusta su manera de tratarle. Esta última táctica no hará más que aumentar la resistencia del grupo a aceptarle.
2. Haga un esfuerzo directo para integrarse en el grupo. Sea amistoso. Por ejemplo, si el grupo sale a almorzar, no espere a que le inviten a acompañarles. Usted puede tomar la iniciativa y decir: "~,Os importaría que hoy vaya con vosotros?" Aunque su compañía no guste a todo el grupo, quizá haya una o dos personas que le aceptarán.
Si aun siendo agradable, servicial y amistoso el grupo sigue sin aceptarle, ello puede ser señal de que el mismo grupo está alterado. Tal vez falta equipo o personal en el departamento, y eso puede ocasionar presión, tensión e ira. Tal vez el gerente o los miembros de grupo están "atascados", atrapados en puestos de trabajo que son callejones sin salida, con pocas perspectivas de progreso. Estas situaciones engendran inquietud, celos, fricción y chismorreo. El grupo "atascado" tiende a convertirse en una camarilla, leal a sus miembros y hostil a los de fuera. Sustituyen con la satisfacción social las oportunidades de trabajo que no tienen y definen el éxito como la pertenencia a la camarilla; pueden ejercer el único poder que tienen manteniéndole a usted al margen o desairándole al negarse a compartir información o pericia. Ésta puede ser la ocasión para efectuar un movimiento lateral, haciéndose transferir a otro departamento o cambiando de empleo.
NOTA
La integración en un grupo no siempre implica que se haga hincapié en las experiencias comunes o mostrarse amistoso. Hay muchas formas creativas de hacerlo. Jane Pauley, corresponsal de The Today Show, nos cuenta cómo se integró en su grupo laboral.
"La geografía cuenta en el lugar de trabajo. Yo tenía un despacho escondido en un recodo, a trasmano. Era el único de los veinte despachos a cuya puerta la gente se sentía obligada a llamar.
Recientemente, cuando quedó vacante otro despacho, me trasladé y me puse a disposición de los demás. Ahora estoy muy integrada, así que la gente sabe lo que ocurre dentro de mi despacho y yo sé lo que hay afuera." Hoy es una atleta de la ira.
Provocación número 2: El jefe crítico
Objetivo: Hacer que su jefe se dé cuenta de que parte de sus comentarios destructivos no son válidos y hacerle ver los méritos de su trabajo.
Estrategia de control: Se trata de "estructurar" el proceso de crítica de tal manera que obligue a su jefe a considerar su trabajo de un modo más amplio, reconociendo así su mérito de conjunto.
Dígale a su jefe que valora las críticas que le hace y pregúntele sí podrían reunirse periódicamente en privado para examinar su trabajo. Es posible que en las dos primeras reuniones su jefe tenga una larga lista de cosas que usted hace mal, pero a medida que se vayan reuniendo empezará a observar las muchas cosas que hace bien y es muy probable que tome conciencia de su hábito contraproducente.
En efecto, usted controla su ira ayudando a su jefe a cambiar de conducta, "obligándole" a dejar de concentrarse en errores aislados para juzgar su competencia desde una perspectiva más amplia. Este procedimiento se consolidará cuando su jefe empiece a ver que la crítica productiva mejora el trabajo de usted... y el suyo propio. La otra cara de la moneda es que, al requerir "reuniones críticas", usted indica que está dispuesto a aceptar la crítica negativa de una manera productiva y que es capaz de hacerlo. Esta estrategia le ayuda a desarrollar una relación de mutuo apoyo con su jefe y hace que su trabajo sea más fácil y mucho más satisfactorio.
Provocación número 3: No conseguir la promoción que se merece
Objetivo: Aumentar sus posibilidades de conseguir la promoción la próxima vez.
Estrategia de control: Es un tópico, pero cierto: no sirve de nada lamentarse inútilmente. Rumiar en cómo le engañaron no va a ayudarle, ni tampoco es probable que logre lo que desea amenazando con dimitir (puede hacerlo, pero, ¿y si le sale el tiro por la culata y aceptan su dimisión?). Utilice su ira productivamente haciendo lo siguiente:
o Pregunte amablemente a su jefe por qué no le han promocionado y qué ha de hacer para ser el candidato principal a promoción la próxima vez que exista otra oportunidad. Entonces escuche... no discuta ni presente excusas. Tome nota y diga que actuará en consonancia con lo que le ha dicho, cosa que, naturalmente, cumplirá. (Sólo podrá dar este paso si controla su activación airada.)
o Llame la atención a su jefe sobre sus aspectos positivos. Prepare una lista cuidadosa de sus cualificaciones. Comente estos aspectos y entregue la lista a su jefe. La próxima vez que haya oportunidad, es muy probable que el jefe le tenga presente como candidato. Si ha obrado con tacto y ha presentado una buena lista, incluso es posible que su jefe sienta que está en deuda con usted por no haberle promocionando antes, y quizá le aumente el sueldo, le dé un cargo mejor o tenga con usted alguna otra consideración.
o Si no le tienen en cuenta repetidamente para las promociones que se merece, la mejor manera de controlar su ira es canalizar la energía en su trabajo, mejorando la calidad y la cantidad, haciendo que su jefe confie en usted. Una vez consiga esto, estará en condiciones de forzar una promoción. Si esto no surte efecto, continúe en su puesto mientras busca otro empleo que sea digno de usted.
Si sigue estos pasos, utiliza su ira como una fuente de energía positiva para lograr la promoción, en vez de serlo de energía negativa que no sólo empeora las cosas sino que le impide también promocionarse en el futuro. Actuar productivamente crea una actitud positiva, y el resultado suele ser una sensación de bienestar.
Provocación número 4: Ser calumniado por compañeros de trabajo
Objetivo: Detener los rumores actuales y evitar los futuros.
Estrategia de control: Tiene dos opciones. Primera, hacer caso omiso de los rumores, lo cual será una estrategia eficaz si realmente no le importa lo que piensen los demás y si los rumores no afectan a su rendimiento laboral, sus progresos y su satisfacción en el trabajo. No obstante, si cualquiera de estos tres aspectos del trabajo está amenazado (cosa que ocurre casi siempre), la segunda estrategia de eliminar el rumor es más apropiada. Su objetivo aquí es utilizar la ira productivamente para defenderse.
He aquí lo que ha de hacer para eliminar un rumor:
Buque el origen del rumor. Pregunte a cada persona dónde lo ha oído, empezando por quién se lo haya dicho primero. Antes de separarse de cada uno, dígale: "Te agradeceré que no extiendas este rumor, sobre todo porque sabes que no es cierto. Sé que no eres la clase de persona que propagaría un rumor falso. Gracias." Enfréntese al rumor. Hágalo en el caso de que llegue a la fuente del rumor:
1. Exprese su sentimiento. Utilice afirmaciones personales y su RR.
2. Trate de averiguar lo que motivó el rumor. ¿Fue algo que usted dijo o hizo? No discuta.
3. Demuestre su comprensión e interés parafraseando lo que ha oído y expresando de nuevo sus sentimientos.
4. Pregúntele cómo se sentiría él si estuviera en su lugar.
5. Dele la mano y muéstrese optimista.
Al final la gente dirá lo que quiera a quien sea. Quizá su mejor estrategia sea esforzarse por tener unas buenas relaciones con todo el mundo.
NOTA
Sara Weddington, ayudante del presidente de Estados Unidos, ilustra un aspecto clave del tratamiento de quién inicia un rumor: "Me enfadaba muchísimo al oír decir a alguien que yo había hecho tal o cual cosa, lo cual era totalmente falso. En ocasiones me he enfrentado a la persona en cuestión y le he dicho: "Te he oído decir esto y lo otro. Quiero que sepas cuáles son los hechos; sé que no querrías extender falsos rumores". Quizá eso es exactamente lo que quieren, pero es preciso encontrarles una salida. El viejo sistema chino de salvar las apariencias no ha perdido vigencia en el mundo del trabajo". Los presidentes conocen el valor de trabajar con atletas de la ira.
Provocación número 5: Tratar con el jefe incompetente
Objetivo: Lograr que sea más competente.
Estrategia de control: Como no puede despedir a su jefe, el mejor plan consiste en utilizar su posición a fin de aumentar el éxito de todos. Su objetivo específico es el de minimizar cualquiera de sus efectos perjudiciales y utilizar su presión laboral para poner en practica proyectos importantes. Una forma de lograrlo estriba en convertir a su jefe en un aliado, de modo que sea receptivo a sus observaciones. Sea amable, muéstrese respetuoso y utilice una variante de la supervisión consultiva. Pregúntele qué opina de su trabajo, lo cual le permitirá instruirle al comentar sus ideas. Señale los beneficios de poner en práctica ciertos conceptos, de modo que use el poder que le confiere su cargo para el progreso de la empresa y los empleados. No deje de agradecerle su crítica productiva. Con el tiempo, cultivara una relación productiva y él no tendrá inconveniente en pedirle consejo. Al final es posible que tenga que tratar con un subordinado incompetente: su "jefe".
NOTA
Esta estrategia se basa en la suposición de que la esencia de una relación entre superior y subordinado es la interdependencia. Ayudar a su superior para que realice su trabajo lo mejor posible se convierte en la tarea del subordinado, como saben bien los expertos japoneses en dirección empresarial.
Tanto si es usted presidente de una empresa como empleado, saber la manera de manejar la ira en el trabajo es esencial para lograr el éxito y la satisfacción en su tarea. ¡Es una habilidad muy remuneradora!
PRÁCTICA
1. indique dos actividades laborales que puede hacer al experimentar la activación de la ira.
2. Haga una lista de lo que hacen su jefe, sus compañeros o sus subordinados y que causan su ira. A continuación, elabore una estrategia de control para cada una.
Provocación en el trabajo
Estrategia de control
EL MAYOR ERROR QUE PUEDE COMETERSE EN ESTE EJERCICIO ES ...
Creer que no es apropiado expresar ira en el trabajo, porque la activación airada se equipara a la expresión de la ira, lo cual induce a la generalización excesiva de que la ira en el trabajo sólo puede ser contraproducente. Los individuos que sostienen esta creencia son menos entusiastas y productivos, así como ineficaces. Los individuos y organizaciones que sancionan la expresión de la ira canalizando la activación airada hacia unas acciones creativas y productivas orientadas a los resultados son todo lo contrario.