sábado, noviembre 06, 2021

El Dios de Krishnamurti y Blavatsky

Alexandre Horne, B. Sc.

Dios es lo menos conocido y lo más discutido por nosotros.

Esta afirmación, que excusa a quien tratara de recusar la construcción empleada, comprende prácticamente todo lo que nosotros, los mortales, podemos decir con alguna certidumbre sobre el tema de la Deidad. Y ahora que Krishnamurti empieza a expresarse más definidamente en algunos particulares (1), y uno de ellos es la Deidad, sus declaraciones parecen perturbar y confundir a más de cuatro teósofos sin más razón que el no comprender su significado a la luz del verdadero conocimiento teosófico que supone poseer. Se le atribuye, por ejemplo, el dicho de que no hay Dios fuera del hombre; y, en seguida, algunos de sus críticos le inculpan de haber negado la existencia de Dios. Su manifestación es la siguiente: “No hay más Dios que el hombre purificado, y no hay poder exterior a él”; y, como ampliación posterior, ha dicho en el Campo de Ommen: “Jamás he dicho yo que no hay Dios; he dicho que solamente hay Dios como manifestado en vosotros; y, cuando hayáis purificado lo que reside dentro de vosotros, encontraréis la verdad.”

Poco bien nos han aportado cincuenta años de enseñanza teosófica sino podemos comprender el sencillo significado de Krishnamurti; porque vemos que en su enseñanza respecto a Dios y el hombre se anticiparon en detalle Isis sin Velo, La Doctrina Secreta y las primitivas cartas de los Maestros. Allí vemos ya establecido el plan preliminar, quizá en previsión de las dificultades que surgen ahora. Pero, por no molestarnos en comprender su base, pues persistimos en las ideas corrientes sobre el hombre y la Deidad (como si H. P. B. no hubiera nacido nunca), nos encontramos confusos y perplejos, víctimas de nuestra ignorancia. Volvamos, pues, al primer período de la historia de la Sociedad y tratemos de determinar qué es aquello de que H. P. B. recibió la comisión de enseñarnos respecto a esta cuestión. Dice ella : “Se me ha censurado a menudo el usar en Isis expresiones que denotan la la creencia en un Dios personal. No es ésa mi idea”. (D. S. II-479)...

Sin embargo, nosotros, que nos proclamamos sus discípulos, persistimos en emplear expresiones antropomórficas con referencia a Dios y pegarnos tenazmente a las heredadas ideas occidentales de un Ser personal divino hasta el punto de horrorizarnos ante una negación de tal Ser externo.

El hecho es que toda la Filosofía Esotérica está basada en la no existencia de un Dios personal y en la existencia de Aquello que es impersonal, inmutable y absoluto. Si la locución Dios personal no ha de proscribirse del todo, no debe emplearse más que en un sentido; esto es en el del Yo superior del hombre, la inmortal chispa divina, que es su verdadero Padre en el Cielo y, por tanto, su Dios personal.

“En toda la literatura mística del mundo antiguo descubrimos la misma idea espiritualmente esotérica de que el Dios personal está dentro y no fuera del adorador. Esta Deidad personal no es una vana palabra ni ficción caprichosa sino una Entidad inmortal, el Iniciador de los Iniciados... Como rápida y clara corriente subterránea fluye aquella sin mancillar su cristalina pureza en las fangosas y turbias aguas del dogmatismo religioso con su forzado Dios en figura de hombre y su intolerancia. La idea del Dios interior palpita en el enmarañado y tosco estilo del Codex Nazarenus, en el grandilocuente y neoplatónico Evangelio de San Juan, en los antiquísimos Vedas, en el Avesta, en el Abhidharma, en el Sankhia de Kapila en el Bhagavad-Gita. No es posible alcanzar el Adeptado y el Nirvana, la Felicidad y el Reino de los Cielos, sin unirnos indisolublemente a nuestro Rey de la Luz, el inmortal Dios que está en nosotros”. (L. D. S. V – 90)

“Cuando hayáis purificado lo que está dentro de vosotros encontraréis la verdad”. Es como expresa Krishnaji la misma e idéntica idea.

Los misterios neoplatónicos expresaban también esta misma idea con enseñanza fundamental. Sus devotos lucharon con prácticas adecuadas por evocar y manifestar en ellos sus oyes divinos. La Teofanía, leemos: “No es tan sólo la presencia de un Dios, sino la actual, aunque temporánea, encarnación, la aleación, por decirlo así, del Ser supremo, de la Deidad personal, con el hombre, su representante o agente en la tierra. (L. D. S. V - 83).

Aun aquí el empleo de la frase Deidad personal, es una concesión a la flaqueza del lenguaje humano. Desde el alto punto de vista filosófico la idea de un Dios personal aun en este sentido es ilegítima.

La cita arriba dada con el contexto de que se ha tomado y al que el lector hará bien en dirigirse, aclara algunas manifestaciones que se han hecho respecto al misterio espiritual y psicológico que se cree haber tenido lugar en la persona de Krishnamurti.

Vemos también que en las referencias arriba dadas se dilata el sentido de lo que realmente es el Yo Superior. Basta, por ahora, recalcar una vez más que el Dios personal, si este término ha de usarse, no es otra cosa que la divinidad interna del hombre, y “cuantos más hombres en la tierra, tantos más dioses en el Cielo; pero estos Dioses en realidad son UNO” unidad en pluralidad. A este Padre del Cielo se evoca con la pronunciación de la fórmula Om, porque la frase Om Mani Padme Hum tiene por significación esotérica «Oh, mi Dios, que es estás dentro de mí», y es una invocación directa al Yo divino. El propósito del Ocultismo y el Misticismo es la unión del yo terrestre con el interno, el Yo divino; y, aunque los métodos empleados son diferentes, el fin propuesto es el mismo.

Notad como Krishnamurti habla de habla de haberse unido el Origen con el Término. Es la llama divina donde tenemos nosotros la fuente y la manifestación completa de la chispa divina que está en nosotros es la meta de nuestro ser. La unión con nuestro Amado, la chispa con la Llama, es el designio de nuestra existencia. La unión completa y permanente de los elementos humano y divino señala la consecución del nivel sobre-humano. Por supuesto que esta unión puede tener grados de complemento como el Nirvana -según dicen- tiene niveles.

Habréis notado que hemos empezado señalando el hecho de que la Filosofía Esotérica rechaza un Dios externo personal.

“La Doctrina Secreta no enseña Ateísmo alguno, excepto en el sentido que encierra la palabra sánscrita Nastika, no admisión de los ídolos, incluyendo a todo Dios antropomórfico”. (L. D. S. I. - 486 )

“El puro y simple esoterismo no habla de un Dios personal, y por esto se nos tilda de ateos. Pero en realidad la Filosofía Oculta se basa en la ubícua presencia de Dios, de Deidad absoluta”. (L. D. S. VI -178).

“Y son precisamente estos hombres (Adeptos) los que creen en Dioses y que no conocen más Dios que una Deidad Universal no relacionada ni condicionada”. (L. D. S. I- 508).

El verdadero budista, que no reconoce ningún Dios personal ni ningún Padre y Creador del Cielo y de la Tierra, cree sin embargo, en una Conciencia Absoluta, Adi-Budhi... Si le preguntase a un Brahman de la Secta Advaita si cree en la existencia de Dios, contestaría probablemente lo que le contestaron a Jacolliot: “Yo soy Dios yo mismo”… La contestación del Brahman se le hubiera ocurrido a todo antiguo filósofo, kabalista y gnóstico de los primeros tiempos” (L. D. S. 11- 577 y 578).

Así, pues, “Cuando los teósofos y ocultistas dicen que Dios no es Ser porque no es Nada No-Cosa son más reverentes y más religiosamente respetuosos con la Deidad que los que llaman a Dios El y Lo convierten de este modo en un Varón gigantesco”. (L.D.S. 11- 88).

“Sólo el siempre ignorado e incognoscible Karana, la Causa sin Causa de todas las causas, es quien debe poseer su tabernáculo y su altar en el recinto santo y jamás hollado de nuestro corazón, invisible, intangible, no mencionado, salvo por la voz tranquila y queda de nuestra conciencia espiritual. Quienes le rinden culto deben hacerlo en el silencio y en la soledad santificada de sus almas, haciendo a su Espíritu único mediador entre ellos y el Espíritu Universal, siendo sus buenas acciones los únicos sacerdotes y sus intenciones pecaminosas las únicas víctimas, visibles y objetivas, sacrificadas a la Presencia. (L. D. S. I - 487).
Tal es la filosofía de la Sabiduría Antigua.

Lo Absoluto

Habiendo considerado el Dios personal -lo que es y lo que no es- nos encontramos ahora en mejor disposición mental para apreciar la naturaleza de la Deidad Absoluta, concepto que hemos de apropiar si queremos mejor comprensión de los fundamentos de la Filosofía Esotérica relativa a lo divino.

Por más que discuerden los filósofos en otras materias, concuerdan generalmente en que el concepto más elevado de Dios es el de una Deidad impersonal porque lo personal ha de ser lógicamente limitado. Lo que puede obrar, pensar y poseer atributos personales no puede ser al mismo tiempo inmutable. Por supuesto que los deístas no admiten esto.

Por algún proceso de razonamiento de su especial conocimiento eliminan la contradicción que envuelve la idea de un Ser personal que es infinito en todos sus aspectos, un Ser que piensa y obra y, sin embargo, permanece inmutable para todo. Podemos concebir, sin embargo, algo de su psicología examinando la historia religiosa de un pueblo. Una mirada retrospectiva a los tiempos antiguos nos hace ver dos conceptos usuales de Dios, desarrollándose paralelamente: el del pueblo, guiado principalmente por el sentimiento o sea de un Dios que posee los atributos necesarios para satisfacer las exigencias sentimentales de las masas, y el de los pensadores que satisfaga las demandas de su inteligencia ejercitada. Es indudable que también entre estos dos extremos ha habido siempre gente que se ha dejado guiar por una mezcla de sentimiento e inteligencia, con predominio de uno de ellos en los diferentes períodos de su vida.

Y estos se han encontrado en la situación más difícil entre todos. No bien se creen en posición firme sobre base segura de la fe o de la razón, cuando cambia su disposición de ánimo y sus creencias tan queridas se desvanecen como humo. Con frecuencia cortan tales personas el nudo gordiano entregándose a tiempo al culto de un Dios que, según se ha dicho ya, es personal e infinito a la vez, un Dios que toma parte activa en los asuntos de los hombres y sin embargo permanece inmutable para todo. Nunca se les ocurre que están transigiendo con una contradicción.

La Filosofía Esotérica reconcilia estos discordantes puntos de vista enseñando que hay dos Unos: el Absoluto y su reflejo el Logos; el uno infinito y el otro finito. El último concepto se desarrollará más adelante. Ciñamos, por ahora, nuestra discusión a lo Absoluto. Dice H. P. B.: “La Deidad no es Dios. Es No-Cosa y Tinieblas. No tiene nombre y, por tanto, es llamada Ain-Soph la palabra Ayin significando nada”. (L. D. S. II - 84). “Como tal Ain Soph, no puede ser el Creador ni siquiera el Modelador del Universo ni tampoco Aur (La Luz). Por lo tanto, Ain Soph es también las Tinieblas. Lo infinito inmutable y lo Ilimitado absoluto no puede querer, pensar ni actuar”. (L. D. S. II . 90).

“En todas las Cosmogonías encuéntrase tras la Deidad Creadora y más alta que ella una Deidad Superior, un Ideador o Arquitecto de quien el Creador no es más que el agente ejecutivo. y todavía más e]evado por encima, y alrededor, dentro y fuera hay lo Incognoscible y lo Desconocido la Fuente y Causa de todas estas emanaciones”. (L. D. S. III .69).

La filosofía de lo Absoluto, de un concepto de la Deidad tan impersonal e inactiva que jamás pueda participar en la vida del hombre, choca a primera vista por fría y triste. H. P. B. reconoce plenamente la dificultad; y, hablando de los filósofos orientales, dice : “Pues lo Único e Inmutable, Parabrahman, el Todo Absoluto y Único, no puede concebirse en relación con lo finito y condicionado. . . Pero ¿se separa absolutamente de Dios al Hombre? Por el contrario, los une todavía más íntimamente que el pensamiento occidental con su idea del Padre universal; pues los orientales saben que su inmortal esencia es el hombre la Unidad inmutable y sin par”. (L. D. S. V- 288).
“Verdaderamente soy Yo el Supremo Brahman dicen los vedantinos. (L. D. S. V. 91).

El Logos

Ahora llegamos a la consideración del segundo Uno, arriba citado, el Logos, el reflejo de lo Absoluto. Como se ha dicho: “Lo infinito inmutable y lo ilimitado absoluto no puede querer, pensar ni actuar. Para hacer esto tiene que convertirse en finito, y lo verifica por medio de su Rayo, penetrando en el Nuevo Mundo o Espacio Infinito y emanando de él como Dios Finito”. (L. D. S. II - 90).

“En la Metafísica Oculta existen propiamente hablando dos Unos: el Uno, en el plano inalcanzable de lo Absoluto y de lo Infinito, acerca del cual no es posible especulación alguna, y el segundo Uno, en el plano de las emanaciones.

El primero no puede ni emanar ni ser dividido, pues es eterno, absoluto e inmutable; pero el segundo, siendo, por decirlo así, la reflexión del primer Uno (pues el Logos o Ishvara en el Universo de Ilusión), puede verificarlo.

Emana de sí mismo... los Siete Rayos o Dhyan Chohans”. (L. D. S. I - 254).

Aquí tenemos, pues, los dos aspectos de la Deidad, de que hemos hablado: el Dios del pueblo y el Dios de los filósofos. Dios Finito y Dios Infinito. Por supuesto que ningún deísta piadoso admitiría ni por un momento que el Dios a que él adora sea finito; pero esto se debe a una mera confusión de ideas de que hemos hablado. Siente en su corazón la necesidad de un Dios que pueda responder a las necesidades humanas, pero no puede librarse del hecho impreso en su intelecto de que Dios, para merecer la posición que se le ha dado del Señor del Universo, tiene que ser infinito e inmutable; y por un juego de manos mental, reviste a su concepto de Dios de los atributos de personalidad e infinidad.

Nos ha descubierto ya, sin embargo, el análisis que estos dos aspectos de la Deidad no deben confundirse. La reflexión nos impone además la necesidad de ser sinceros con nosotros mismos aun hasta el punto de renunciar a queridísimas creencias cuando la razón nos demuestra la necesidad de hacerlo, si no queremos figurar entre los tildados por nosotros como esclavos de la fe ciega. Hemos visto que lo Absoluto, al nacimiento de una Era de Manifestación, se refleja y surge como un Dios Finito que, a su vez, emana los Constructores o Dhyans Chohans, que, a su turno, dan existencia al universo. Son los Constructores que llevan a cabo el plan del Arquitecto. Y aquí topamos con otro misterio: el misterio del Uno en los muchos Unidad en Multiplicidad. Porque el Uno de que nosotros hablamos, que es reflejo de lo Absoluto, es realmente una abstracción. Como dice H. P. B.: “La Mente Universal representa a la colectividad de las Mentes Dhyan Chohitnicas”. (L. D. S. II - 479).

“En la Filosofía Esotérica, el Demiurgo o Logos, considerado como el Creador, es sencillamente un término abstracto, una idea como la palabra ejército.

Del mismo modo que este último es un término que abarca :todo lo referente a una corporación de fuerzas activas 0 de unidades operadoras (los soldados), así es el Demiurgo, el compuesto cualitativo de una multitud de Creadores o Constructores”. (L. D. S. II - 136).

Estos Dhyans Chohans son: “Entidades pertenecientes a mundos más elevados en la Jerarquía del Ser y tan inconmensurablemente exaltadas que para nosotros deben de parecernos Dioses y colectivamente Dios”. (L. D. S. I - 259).

“Pero hemos de observar que sólo podemos dar a esta colectividad el nombre de Dios por consideraciones poéticas y no como a representación de una realidad estricta objetiva. Y así: Del Logos o Deidad Creadora... En la India es un Proteo con 1.008 nombres y aspectos divinos en cada una de sus transformaciones personales…El mismo difícil problema del Uno en los Muchos y de la Multitud de Uno se encuentra en otros Panteones: en el egipcio, en el griego y en el caldeo-judáico”. (L. D. S. II . 82).

“En el Zohar, el Dios superior… como en el caso de las filosofías inda y budista, es una pura abstracción, cuya existencia objetiva niegan los últimos.

Este mundo es el símbolo objetivo del Uno divino en los Muchos... y este Uno es la agregación colectiva o totalidad de los principales Creadores o Arquitectos de nuestro universo visible”. (L. D. S. I- 264).

La Doctrina Secreta:

“Admite un Logos o un Creador Colectivo del Universo, un Demiurgo, en el sentido que se implica al hablar de un Arquitecto como creador de un edificio... Pero aquel Demiurgo no es una deidad personal; esto es, un Dios extra cósmico imperfecto sino sólo la colectividad de los Dhyan Choans y de las demás fuerzas. (L. D. S. I. 486).

La Filosofía de los Maestros

Creemos haber expuesto ya la cuestión de la Deidad en algunos de sus aspectos filosóficos desde el ventajoso punto de vista de la Sabiduría Antigua; desde luego suficientemente para imprimir en nosotros cierto grado de humildad y ánimo abierto en estos profundísimos problemas humanos. Y ahora, para dar un fin digno a este ensayo, nos limitaremos a citar al Maestro K. H.

En una carta dirigida a A. O. Hume en 1881 le encontramos objetando a la frase Mente Infinita y prefiriendo llamarla Fuerza Infinita, una Fuerza que se despliega “no más que los regulares e inconscientes latidos del pulso eterno y universal de la naturaleza a través de los millares de mundos”. “Este movimiento perpetuo es la única deidad eterna e in creada que podemos reconocer”. El niega la existencia de Dios como espíritu inteligente, Creador, gobernador moral : “Ni nuestra filosofía ni nosotros creemos en un Dios, y menos en uno cuyo pronombre requiere inicial mayúscula... Sabemos que hay vidas espirituales y planetarias otras y sabemos que en nuestro sistema no hay tal cosa como Dios personal ni impersonal. Parabrahman no es un Dios sino la ley absoluta e inmutable, e Ishvara es el efecto de Avidya y Maya, ignorancia basada en la gran ilusión.

La palabra Dios se inventó para designar la desconocida causa de los que el hombre ha admirado o temido... Estamos en situación de sostener que no hay Dios ni dioses tras ellos... Nuestro propósito principal es libertar al hombre de esta pesadilla y enseñarle la virtud por amor a la virtud ya moverse en la vida confiando en si mismo en lugar de apoyarse en muletas teológicas que por innumerables centurias fueron la causa directa de casi todas las miserias humanas.

Si las gentes quieren aceptar y considerar como Dios a nuestra Vida Única, inmutable e inconsciente en su eternidad, pueden hacerlo y atenerse así a una incorrección más gigantesca.

Nosotros no somos Advaitis, pero nuestra enseñanza respecto a la Vida Unica es idéntica con la del Advati respecto a Parabrahman... y sabe que no hay Dios fuera de él”.

«No hay más Dios que el manifestado en vosotros», dice Krishnamurti. «No hay más Dios que el hombre purificado».