Desde las grandes galaxias espirales que abarcan miles de años luz, hasta los miles de millones de átomos que vibran en un grano de arena, todo el universo está hecho de ruedas giratorias de energía. Las flores, los troncos de los árboles, los planetas, los seres humanos...todo está compuesto de círculos que giran, que cabalgan sobre la gran rueda de la Tierra, a su vez lanzada en órbita por el espacio. Unidad fundamental de la naturaleza, la rueda, el círculo de la vida, discurre a través de todos los aspectos de la existencia.
Vórtices de intersección de las fuerzas vitales, cada chakra refleja un aspecto de la consciencia esencial para nuestra vida. Los siete chakras en conjunto forman un sistema para modelar la consciencia, que nos permite conocernos mejor; en lo mental, en lo corporal, en el comportamiento y en la cultura. Tal sistema es un valioso instrumento de desarrollo personal y planetario.
Los chakras son centros de actividad receptores, asimiladores y transmisores de las energías vitales. Conforme todas nuestras acciones y nociones surgen de puntos interiores a nosotros mismos y retornan a ellos, nuestros chakras actúan como núcleos centrales formando la red coordinadora del complicado sistema cuerpo-mente.
Desde el comportamiento instintivo hasta las estrategias más conscientemente planeadas, desde la emoción hasta la creación artística, los chakras son los programas maestros que rigen nuestra vida, nuestros amores, nuestro aprendizaje y nuestra iluminación, a manera de arco iris o canal de comunicación tendido entre la mente y el cuerpo, el espíritu y la materia, el pasado y el futuro, los Cielos y la Tierra. Mientras rodamos a través de los hechos tumultuosos de nuestra época, los chakras son los engranajes que hacen girar la espiral de la evolución y expanden nuestra consciencia hacia el infinito todavía inexplorado.
Los chakras existen simultáneamente en muchas dimensiones y por ello constituyen puntos de acceso a dichas dimensiones. En el dominio de lo físico, son regiones del organismo y pueden medirse como pautas de actividad electromagnética centradas alrededor de los principales ganglios nerviosos. Entonces pueden utilizarse para diagnosticar y curar enfermedades, y tienen, en el mundo físico, instrumentos y asociaciones correspondientes. Los hormigueos en el estómago, el nudo en la garganta, el pálpito del corazón o la experiencia del orgasmo, son otras tantas manifestaciones de la presencia de los chakras en nuestro cuerpo...
En la adolescencia nos dedicamos a desarrollar los chakras inferiores: hay que establecerse profesionalmente o abrirse camino en el mundo de los negocios, explorar la sociabilidad y la sexualidad, desarrollar nuestro sentido de poder personal y dominio del mundo. En épocas ulteriores de la vida quedamos en libertad para explorar algunos de los dominios más creadores y etéreos de nuestra naturaleza espiritual.
Los chakras determinan la evolución de la humanidad, por dar alguna semejanza, en los tiempos primitivos de la humanidad dominaba el primer chakra y el afán de supervivencia donde se centraban todas sus actividades. La agricultura y la navegación marcaron el comienzo de la era del segundo chakra, y en la actualidad estamos pasando por la tercera era nuestra cultura se abre paso mediante mecanismos de poder, de empleo de la energía y la agresión. La cual nos hará aprender por medio del sufrimiento, si no despertamos, y damos un salto cuántico en el amor para evitar el cataclismo al que nos podría llevar aferrarnos al miedo desafortunadamente tan conocido. Para aterrizar en la Nueva Era donde el cuarto chakra "cordial o del corazón" abrirá el camino milagroso, al tan esperado AMOR INCONDICIONAL, regresándonos al Espíritu Unificado. "La Unidad del Espíritu". Una fase de paz, de amor y de equilibrio entre la Tierra y el Espíritu.
En el universo mental, los chakras son pautas de consciencia, sistemas de creencias a través de los cuales experimentamos el mundo que nos rodea y lo vamos elaborando. El hombre que ve en cualquier situación una oportunidad para acrecentar su poder transita por el tercer chakra. La persona que ve el mundo a través del cristal del amor y la compasión está dispuesta a crear esas realidades gracias a su sistema de creencias. Conforme cambian los paradigmas, de nuestra consciencia, el mundo que nos rodea cambia, y ello tanto en el sentido individual como en el colectivo. Nuestros sistemas de creencias, en el núcleo de nuestro ser, crean los chakras que rigen nuestras vidas. Y son las creencias lo que da forma al mundo que vamos haciendo.
En todas las dimensiones, los chakras son una especie de vórtice es además una puerta que comunica todas esas dimensiones a través de una entidad o concepto central. Y dicha puerta existe dentro de nosotros mismos gracias a ella podemos acceder a cuanto podríamos desear explorar.
El cuerpo es el vehículo de la consciencia, y los chakras son las ruedas de la vida que transportan ese vehículo a través de todas sus pruebas, tribulaciones, transformaciones y purificaciones. Para conducir apropiadamente ese vehículo necesitaríamos un manual de manejo, y no deja de ser sorprendente que teniendo un sistema vital tan complicado pocos de nosotros sepamos cómo se arreglan las cosas cuando aquél deja de funcionar correctamente. Es la esperanza de quien escribe estas líneas que todos aprendamos a reafirmar nuestro poder innato de alcanzar la propia curación.
Saber utilizar los chakras nos sirve como sistema para equilibrar los tres cuerpos: mental, corporal y espiritual, para lograr una curación gradual. Para alcanzar el equilibrio de estos cuerpos se trabaja con el apoyo del arte visual, las meditaciones, los ejercicios físicos y la teoría que conlleva al conocimiento de la experiencia interior alcanzando la verdadera realidad al expandir nuestra mente en el Universo Divino o "consciencia cósmica", por medio de la apertura del séptimo chakra.
El viaje es una cruzada, una aventura que nos llevará a conquistar lo que realmente somos y a ver que al cruzar el puente entre materia y consciencia, hemos llegado a nosotros mismos por el camino del amor.
¿Qué sabemos de la vida, a no ser por mediación de la consciencia? Al estudiar nuestra propia consciencia descubrimos en ella numerosas facetas diferentes. Estos aspectos se producen dentro y alrededor de nosotros y comprenden la base fundamental de cualquier realidad que experimentamos.
Todos nos damos cuenta de que hay varias partes dentro de nosotros. Tenemos presente esa parte de nosotros que piensa y que sin duda no es la misma parte que desea. Y ambas, a su vez, son quizá diferentes de la parte que actúa. Si somos afortunados, todas esas partes se hallan de acuerdo entre sí, pero por lo general no suele ocurrir. Son muchas partes diferentes y en muchos casos, se convierten en energías entrecruzadas. Este conflicto merma la energía y la salud del "todo" (sanar significa, precisamente, restablecer la totalidad). Nos cuesta organizarnos para dirigirnos armoniosamente en una misma dirección.
Atendiendo que dentro de una misma cultura, cada individuo está constituido por numerosas fuerzas en conflicto, no es de extrañar que estos individuos experimenten dificultades en el intento de colaborar los unos con los otros de una manera pacífica y eficaz. Creemos estar en una cultura segregada, es decir separados los unos de los otros, y divididos cada uno dentro de nuestro fuero interno.
Desde el origen de los tiempos, los sabios, los filósofos, los sanadores y los grandes iniciados han buscado ese factor "unificador" o denominador común en la diversidad infinita que nos proporciona la vida. Fieles al espíritu nuestra búsqueda es la puerta para salir del mundo de la existencia material, que viene creyéndose por la gente a manera de realidad establecida, digamos, por consenso, y dentro de este contexto suele ser posible la colaboración en orden a un objetivo común. Pero no olvidemos que este nivel es sólo una parte muy pequeña de lo que puede alcanzar la mente consciente. Las percepciones del mundo, de los demás, de nosotros mismos...son ideas concebidas de nuestros sentidos físicos.
Bastaría con que comprendiéramos esta organización para comprender y alcanzar la unidad dentro de nosotros mismos; tal es uno de los sentidos de la palabra iluminación. El entendimiento es la llave, y la consciencia es la puerta que debemos abrir para salir a la libertad. A este efecto sirve la meditación, pero la simple meditación no basta. La consciencia se manifiesta en muchos planos y debe ser entendida y ejercitada en cada uno de ellos para que podamos comprender por entero la organización.
Cuando se ha entendido el todo como una combinación inseparable de partes organizadas, podremos entendernos a nosotros mismos como partes, precisamente, de ese gran todo maravilloso, y sentirnos de nuevo integrados en nuestro propio ser.
La ignorancia es fuente de toda desgracia: Sólo la sabiduría os liberará. Yogatattwa Upanishad