Paula Cristobo
Galicia es desde siempre tierra de brujas, demonios, meigas, duendes trasgos y todo tipo de artes mágicas, magia negra y mal de ojo, pero hay un tema realmente inquietante para el gallego: el tema de la muerte y todo lo que gira entorno a ella. Esta inquietud por la muerte es de herencia céltica, según sus creencias en las horas de oscuridad el mundo de los vivos y el de los muertos es cuando está mas próximo.
Uno de los hechos mas interesantes dentro de esta obsesión por la muerte es la Santa Compaña, que también es conocida por los siguientes nombres: Estadea, Estadía, Procesión de las ánimas, Hoste, Huestia (así le llaman en Asturias) Hostilla, Estántiga, Pantalla, Visita, visión, Antaruxada Roldiña y Avision.
Básicamente y a grandes rasgos se podría definir la Santa Compaña como una procesión de almas en pena, vestidos con túnicas con capucha que vagan durante la noche. Una de sus señas de identidad es la premonición de la muerte. A partir de aquí hay una serie de características que varía según el testigo que relate la aparición o de la localidad de que se trate.
Normalmente van en dos hileras, generalmente envueltas en sudarios, por lo tanto vestidas de blanco, pese a que en algunos dibujos pueden encontrarse de negro, con las manos frías y los pies descalzos, vaga noctámbula por los bosques, deambula por los caminos, portan algo en sus manos: una luz, una vela, un candil, incluso huesos encendidos o pequeñas campanas que van tañendo, un olor a cera y un ligero viento son las señales de que está pasando la legión de espectros. Al frente va un espectro de mayor tamaño, la Estadea.
Va encabezada siempre por un vivo, el cual porta una cruz y un cubo de agua bendita, lo necesitan para comandar la fúnebre peregrinación y para guiar estas ánimas por caminos de la comunidad, desde el cementerio hasta la casa de las víctimas previamente elegidas.
Puede suceder que el que se encuentra con la procesión a altas horas de la noche, se vea obligado a sustituir a este vivo y a acompañarles en su penoso tránsito. Si en una de las excursiones de los difuntos se encuentra con otra persona, se produce una especie de canje de rehenes, liberaban a la persona que venía encabezando el acompañamiento y obligaban al que encontraban, a vagar junto a ellos todas las noches, portando una gran cruz y conduciendo la comitiva. También se cree que quien realizaba esa "función" no recuerda durante el día lo ocurrido en el transcurso de la noche, únicamente se podía reconocer a las personas penadas con este castigo por su extremada delgadez y palidez...
Cada noche su luz era mas intensa y cada día su palidez iba en aumento. No les permitían descansar noche alguna, por lo que su salud se iba debilitando hasta enfermar sin que sujeto ni médico supieran las causas de tan misterioso mal. Condenados a vagar noche tras noche hasta que morían u otro incauto fuese sorprendido y se castigara a ocupar el puesto de guía.
Se suele aparecer en una encrucijada o cruce de caminos aunque no siempre es así.
Se sigue con la idea de que quien se la encuentra es que le queda poco tiempo de vida, en ocasiones llevan un ataúd en el que va un familiar del que presencia el paso, el que va en el ataúd no tardará en morir.
En algunos testimonios se afirma que la procesión llena la casa del que va a morir como una escenificación previa de su propio entierro.
Se dice que no todos los mortales tienen la facultad de ver con los ojos a «La Compaña». Elisardo Becoña Iglesias, en su obra «La Santa Compaña, El Urco y Los Muertos» explica que según la tradición, tan sólo ciertos «dotados» poseen la facultad de verla: los niños a los que el sacerdote, por error, bautiza usando el óleo de los difuntos, poseerán, ya de adultos, la facultad de ver la aparición. Otros, no menos creyentes en la leyenda, habrán de conformarse con sentirla, intuirla, etcétera. Y es que habría una serie de indicios de la proximidad de la aparición como podría ser el olor a velas surgiendo de repente, o el espanto de determinados animales: perros, gatos, caballos... que según la leyenda pueden ver esos fantasmas por algún tipo de sensibilidad especial.
El buen creyente habrá de dejarse guiar por esa intuición y tomar igualmente las medidas oportunas.
Si la procesión se aproxima a una vivienda, lo mejor es no asomarse a las ventanas, es posible que quieran entregar un cirio blanco para ser guardado y recogido al día siguiente, al ser devuelto conseguirían arrastrar al que lo guardase al mundo de los muertos.
En el caso de encontrarla y querer salvar el alma lo que había que hacer es lo siguiente:
Apartarse de su camino, no mirarles y hacer como que no se les ve.
Hacer un círculo en el suelo con la estrella de Salomón o una cruz dentro, meterse dentro de este círculo, rezar y no escuchar su voz.
Llevar encima escapularios, objetos sagrados, ajos o castañas de indias.
Coger algo, para no poder coger la cruz e incluso hacer con las manos alguna señal como los cuernos o la "figa".
En último caso, puede uno tirarse en el suelo boca abajo, con el peligro de que la compaña pasase por encima y lo lastimase.
Sea como fuere, miles de personas en toda Galicia aseguran haberla visto. Cientos de testigos afirman haberse topado en las oscuras «corredoiras» gallegas con una fantasmal procesión compuesta de pálidos espectros vestidos de blanco, mensajeros de la muerte y del miedo.
ASPECTOS PSICOLOGICOS
Se la describe de muchas y diversas formas, con distintos matices dependiendo del lugar del que se trate y por supuesto del testigo que relate la aparición.
Han sido muchos los sociólogos que intentaron encuadrar esta tradición y darle unas características comunes pero hay tantas variantes que esta tarea se hace imposible, con lo que se llega a la conclusión de que cada aldea o pueblo tiene una santa compaña con identidad propia.
Existen abundantes casos y testimonios que apoyan esta creencia, aun ahora en el siglo XXI resulta prácticamente imposible encontrar en Galicia un pueblo o aldea en donde no existan testigos de la visión.
Algunos investigadores con su estudio serio han encontrado explicaciones y posibles respuestas a estas apariciones, puesto que estas se daban en lugares de escasa o inexistente luz, solo un testigo y a altas horas, en algunos casos concretos llegaron a la conclusión de que una partida de mariscadores furtivos, un grupo de contrabando, guardia civil o bandidos que asaltaban en los caminos podrían haber sido confundidos con una procesión de almas en pena.
Fernando Magdalena, del Centro de Investigaciones Psico-bio-físicas de Vigo, confesaba que el número de casos de aparición de la «Santa Compaña» ha disminuido notablemente; "para nosotros es debido en buena parte a la creciente iluminación y asfaltado de los caminos; para los «creyentes» la razón es que ahora se rezan más misas a los difuntos".
Algunos parapsicólogos especularon con la posibilidad de que se trate de una justificación inconsciente del testigo que ha tenido una premonición de muerte y la proyectase mentalmente como «La Compaña».
Javier Alonso Rebollo comenta «En sí mismo este mito reúne las características clásicas de los populares «fantasmas», a pesar de verse influido por otros aspectos del folklore gallego.»
Uno de los mayores legados que el neolítico dejó en esta región es el de la vida más allá de la muerte, y las diversas corrientes culturales y heréticas que llegaron a Galicia nos trajeron la creencia en que eran posibles las comunicaciones con ese más allá. Esto podría entroncar con determinadas creencias espiritistas. Pero además «La Santa Compaña» presenta un aspecto pre cognitivo al anunciar la muerte del visitado por esta comitiva, y también aspectos relativos al desdoblamiento «astral», ya que el vivo que ha de presidir la peregrinación no podrá esconderse en ningún lugar ni huir. Según el mito, cada noche, inevitablemente, y mientras no traspase la cruz a otro vivo, saldrá de su cuerpo cuando esté dormido y aparecerá nuevamente al frente de la procesión de difuntos.
CAUSAS
Las versiones mas compartidas de porque las ánimas vienen a este mundo y andan por los caminos buscando a alguien son las siguientes:
Para reclamar el alma de alguien que morirá en breve tiempo después de esta aparición.
Para reprochar a los vivos faltas o errores cometidos.
Para pedir misas a los familiares vivos y que cumplan los votos que ellas prometieron en vida y no cumplieron.
Para comunicar la muerte de algún conocido al que presencia la procesión.
Para cumplir una pena infringida por alguna autoridad del mas allá a fallecidos en pecado para así restituir el mal hecho por ellas.
La religión católica admite la existencia de un lugar a donde van a parar las almas de los difuntos con todos los pecados perdonados, o bien con faltas leves inmerecedoras de un castigo eterno pero inadmisibles para entrar en el cielo.
Cuando una de estas ánimas había cometido alguna falta debía volver desde el otro mundo a este para reparar ese mal, ya que sin obtener su absolución no se le permitía entrar en el purgatorio o en el cielo. Como consecuencia ese ser venía y se aparecía en los caminos de noche pidiéndole a la gente a la que faltó o hirió, y sino al primero que pasaba y "requería".
"Requerir" es cumplir las promesas o votos, incluso reparar daños del difunto por mediación de un vivo que se compromete a asistir a un juramento no cumplido u ofrecer unas misas u otros actos religiosos para poder entrar en el cielo.
Sin el cumplimento de la promesa hecha o sin que le "rasgaran el hábito" no podían salir de su pena eterna. La explicación era que antes enterraban a la gente con una bata o hábito cerrado. Los hábitos eran para entrar en el cielo o en el purgatorio, pero esos mismos hábitos impedían hacerlo si quedaba alguna culpa pendiente. Era entonces cuando se aparecían a los vivos, estos se asustaban y no tenían coraje a oponérseles o a hacerles frente, muchos ni siquiera podían articular palabra.
Cuando esto sucedía, la solución ofrecida (dada por los curas) era la de requerir a este alma. Para ello se hace un círculo en la tierra y otro en el cielo (este espacio ampara) y también una cruz (signo de protección),se rasgan las vestiduras, el hábito que lleva puesto, para que pueda salir de esa pena que le atormenta y cuente lo que hay que hacer, si el que se lo encuentra lo hace ya no volverá a encontrarse con el.
Antes la gente hablaba mucho de estas cosas, aunque la mayoría andaba aterrorizada, algunos aun se acuerdan cuando al final de las misas el cura hacia unas oraciones para proteger a la gente de estas apariciones.
PARALELISMOS
Santa Compaña. Es el nombre que se suele aplicar en Galicia norte.
Procesión de las ánimas. En Galicia Sur, sobre todo en Ourense. Huestia. Es el nombre que normalmente se aplica en Asturias.
Algunos investigadores han intentado buscar paralelismos entre otros casos de «aparición fantasmal» en Galicia y el mito de la Compaña.
Existen además testimonios de gente que dice haber experimentado unas visiones nocturnas fantasmagóricas, de una sola persona, no una procesión, que algunos identifican como la Estadea, Estadía o Antaruxada, unas veces se describen como mujeres envueltas en túnicas blancas que vagan solitarias por los caminos o rondando los cementerios, en otros casos se relata que va envuelta en un hábito negro, no tiene cara, huele a la humedad de los sepulcros y solo se muestra a la gente a la que se va a llevar, pero que algunas personas especialmente sensibles pueden percibirla por una brisa húmeda que entra en la habitación del moribundo.
Según antropólogos como Xosé Ramón Mariño Ferro, de la Universidad de Santiago, es importante tener presente que «La Compaña» es un fenómeno autóctono de Galicia, a pesar de encontrarse también en parte de Asturias y norte de Portugal. Eso nos obliga a un enfoque en buena parte sociológico del mito. Mariño Ferro comentó: «Tenemos una buena prueba del carácter eminentemente gallego del mito en que está asociado íntimamente a los cruceiros. El punto de reunión de la fantasmal comitiva serán determinados cruces de caminos donde se erigen cruceiros muy concretos, y a partir de ese punto comenzará su triste procesión nocturna».
CAMINOS Y "CRUCEIROS"
Muchos de los testigos que afirman haber visto la Santa compaña aseguran haberla visto precisamente en un cruce de caminos, espacios en donde según algunas creencias se llevaban a cabo ancestrales ritos mágicos o de curación se producían apariciones no deseadas, reunión de almas, brujas etc,.
Las muestras de la arquitectura popular relacionadas con este mundo de los caminos de la muerte de las ánimas, son los "cruceiros", cruces y los petos de ánimas.
Los cruceiros se localizan por lo general en las encrucijadas, pero también se encuentran en los atrios de las iglesias, cementerios o en lugares en donde sucedió alguna muerte cristianizando antiguos cultos, protegiendo de apariciones, muertos y otros males, o bien, para hacer alusión a una muerte inesperada o violenta.
En los caminos de las romerías y de las peregrinaciones las cruces nunca faltaban y en la ruta jacobea las hay en gran número.
La mayoría de las veces se realizaba este tipo de construcción para recibir alguna indulgencia religiosa.
El camino tiene una gran significación en el mundo de la religiosidad.
Castelao afirma que: "existe (...) la necesidad de cristianizar las encrucijadas, los movimientos paganos de los caminos y los caminos mismos, como la necesidad de cruces que de pronto se encuentran en las sendas de nuestra tierra, sostenidos por la idea de la muerte. De día los caminos son para los caminantes vivos; pero de noche los caminos son para los difuntos, que andan penando sus pecados; y nuestra alma viajera buscó la compañía de la cruz para libertarse del miedo. (...) la muerte, la noche, el camino y la cruz están unidos por una ligadura mágica". Al mismo tiempo, Castelao está apuntando aquí un posible origen de los cruceiros.
Hay un carácter funerario de las encrucijadas y de los cruceiros como lugares en donde se enterraba a los niños sin bautizar, en donde se aparece la Santa Compaña y donde se detienen los entierros para rezar los responsos con el ataúd.
Pero, las encrucijadas no tienen sólo un carácter funerario, sino que también lo que Taboada Chivite denomina característica demoníaca y mágico-brujeril. En el primer caso, el cruce de caminos es el lugar en donde se aparece el demonio; también los ruines, que son los que recibieron el castigo eterno del infierno, aparecen en estos lugares y de ellos se debe huir y protegerse, pues nunca andan a nada bueno; los ruines, a veces, se les conoce bien por la fría bofetada que se siente al pasar junto a ellos, y, otras veces, se les confunde con las ánimas del purgatorio, entonces hay que recurrir a diversos sistemas para su identificación.
Quiero dejar constancia de la visión particular de estas construcciones como una mera preocupación de almas pendientes de su destino, seguramente muchos investigadores de temas etnográficos estarán en desacuerdo con esta interpretación.
El bautismo prenatal, que comúnmente tiene lugar en los puentes, también se hace en las encrucijadas, en ellas, delante del cruceiro se curan algunas enfermedades como el mal de aire, o aire de gato, o arangaño, etc. la mayor parte de ellas en relación con los niños. Las brujas se reúnen también en estos lugares, muchas de ellas, para juntarse con el demonio o para pedirle favores determinados.
El bautismo prenatal era un hecho muy curioso, que se practicaba antes y del que todavía pueden hablar de su existencia gente anciana. Tenía todo un protocolo, se realizaba cuando a una mujer se le morían los hijos, bien fuera en el vientre materno o después de dar a luz. Cuando iba dar a luz se la llevaba a un puente, a ser posible que tuviese un cruceiro, se tenía que efectuar a medianoche y se impedía el paso a toda persona que intentase cruzar el puente antes de esa hora. A las doce se solicitaba al primero que pasaba para que realizase el bautismo, se le entregaba agua y sal, tenía que depositar la sal en la lengua de la parturienta y el agua en el vientre al tiempo que pronunciaban las palabras "yo te bautizo..." Después de esto se cenaba, invitaban al que había hecho el bautizo y acto seguido se tiraban las sobras de la cena al agua.
LA HUESTIA
Así es como llaman a La Santa compaña en Asturias, también conocida como La Buena Gente
Consiste en un grupo de fantasmas vestidos con sudarios que iluminan su recorrido con hachas de cera o huesos encendidos a modo de antorchas, un grupo compuesto por una procesión de difuntos que vagan en la noche sin rumbo. Son unos ángeles sin cielo que recuerdan a los vivos las consecuencias del pecado.
Se dice que los integrantes de La Huestia son los espíritus de las personas que el muerto conoció en vida y que murieron antes que él. En este caso, se piensa que La Huestia tenía como propósito servir de consuelo a los muertos más que sembrar el pánico entre los vivos. Cuando en la aldea hay un moribundo acuden a la caída de la noche portando un ataúd. Una vez en la morada del enfermo le dan tres vueltas. A la tercera vuelta, el enfermo fallece, y una réplica de su cuerpo ocupa el féretro que La Huestia se lleva entre cánticos fúnebres Al alejarse de la casa del fallecido, apagan las antorchas y se pierden en la oscuridad
Hay otra versión que asegura que La Huestia sólo es un ejército desconocido que vaga perdido en la noche y que acarrea la muerte y la destrucción. y su propósito no es, en este caso, aliviar a los enfermos con la muerte, sino causar dolor entre los aldeanos. En ese caso, comparando esta con la primera versión, se sustituye el efecto por la causa, relacionando lo fúnebre con aquello que lo provoca.
En muchos rincones de Asturias se identifica La Huestia con grupos de monjes que se disfrazaban por las noches para aliviar el rigor de sus votos o con el pequeño cortejo de sacerdote y acólitos que acuden con la urgencia de la agonía a administrar la Eucaristía al enfermo cuya vida peligra.
CORRESPONDENCIAS
Entre los mitos homólogos de otras culturas hay que considerar las Walkyrias nórdicas, que forman el cortejo que traslada a los héroes al Walhalla o paraíso de las almas perdidas y en la literatura y folklore infantil inglés encontramos cuentos de fantasmas y "blackdogs", que pueden ser demonios o fantasmas de personas y perros que regresan a la tierra a purgar sus penas como sucede con la santa compaña.
TESTIMONIOS
En Mugardos, un pequeño pueblo costero de la provincia de A Coruña, un hombre pudo presenciar la visión de múltiples fenómenos de este estilo. Intentaré reproducir con la mayor fidelidad lo que él contaba.
Tenía 2 oficios: era enterrador y trabajaba en un cine.
La primera vez que vio La Santa Compaña estaba solo en el cine: un numeroso grupo se le apareció, sabía que estaba absolutamente solo, no quería mirar, solo olvidarse de lo que había visto, pero a estas apariciones sucedieron otras y casi siempre mostrándole la persona que moriría. Es bastante inusual que la compaña se aparezca en este tipo de lugares, pero según este testigo, así fue la mayor parte de las veces.
En una ocasión, estaba en el cementerio y oyó golpes en uno de los nichos, pertenecientes a una familia del pueblo. A continuación se fue a trabajar a la "glorieta" (este es el nombre dado a la caseta que hay en los cementerios en donde el enterrador guardaba sus herramientas y en donde se practicaban las autopsias), estando allí se dio cuenta de que no estaba solo, "alguien" cogió sus herramientas y las tiró fuera, salió a recogerlas y nuevamente se las tiraron, hasta que lo echaron, de alguna manera comprendió que los estaba molestando, así que desistió en su empeño y decidió irse a casa. Al salir se encontró con una vecina que estaba colocando flores a su familia, le dijo que se iba. Esa misma noche moría una mujer acuchillada por su marido y que este hombre enterró en el mismo nicho de donde habían salido los golpes. Días mas tarde la vecina le confesó que aquel día, cuando se dirigía hacia la verja del cementerio, fue tirada al suelo, golpeada y pisoteada por un grupo de gente que ella definió como la Santa Compaña.
En aquella época era común que la persona que cerraba el cementerio (en este caso el hombre del que hablo), preguntase a gritos antes de cerrar "¿queda alguien?". Uno de esos días como siempre y tras preguntar, cerró y se fue a trabajar al cine.
Horas mas tarde fueron a buscarlo para que abriese la verja del cementerio, en donde se encontraba una mujer aterrorizada y con un fuerte ataque de nervios. Se extrañaron de que la mujer no contestase a la pregunta de rigor a lo que ella respondió que un grupo de las características de la Compaña se lo impidió, la pusieron encima de una sepultura contigua a la suya sin posibilidad de moverse ni gritar. A los pocos días una persona era enterrada en esa sepultura.
Este hombre del que hablo sabía siempre de antemano quien de sus conocidos, amigos o familiares iba a morir, no siempre de la misma forma, algunas veces veía a la persona, otras el entierro, o con algún "aviso". Incluso llegó a ver el entierro de su propio hijo, aunque en esta ocasión se equivocó. Veía un entierro en el cual estaban todos los miembros de su familia, excepto su hija, que estaba embarazada y con algunas complicaciones debido a ello. Como estaba preocupado por la salud de su hija, le pasó inadvertido que otro de sus hijos faltase. Este hijo sufrió un aparatoso accidente laboral en un astillero de la zona y murió, al tiempo que su hija permanecía ingresada en el hospital con su bebé recién nacido, por eso faltaban ambos en la visualización del entierro.
En otra ocasión estaba en una tienda, vio entrar a tres niños. Una vez que se hubieron marchado los niños, la tendera y un par de personas mas, hablaron de los dos niños que acababan de entrar. Se sorprendió porque vio tres niños,(a los cuales conocía perfectamente) y no dos. Preguntó si todos habían visto solo dos niños, todos los allí presentes así lo confirmaron, así que preguntó quienes eran. En ese instante supo que el tercero al que nadie mencionó, moriría y así fue.
El tercer niño que solo él vio, murió al poco tiempo.