Introduccion
Los cuatro caballeros es el nombre que se da a una fórmula antigua Llamada Si Jun Zi Tang, que contiene cuatro componentes "nobles" y de "buena conducta" que forman la mixtura que tonifica el Qi (... “Chi”, energía, fuerza que impregna a toda la vida), la energía, la fuerza.
El órgano encargado de la fuerza, junto con los pulmones y el intestino grueso, es el bazo, que se encarga de la fuerza mental y también de tener "idea buena", o, al menos, limpia. Sin "buena idea" nadie puede hacer nada; quizá solo se consuma en si mismo, o simplemente se obstine y se obsesione. Los cuatro caballeros tonifican directamente el bazo y dan mas fuerza mental. También un poco mas de empuje a nuestra vida si tenemos alguna cosa clara, pues esta es la condición. Si tenemos fuerza pero no sentido o dirección, de nada nos sirve. La fuerza sin sentido, sin una buena jefatura, no permite superar nada ni progresar hacia delante, así la fuerza nos abandona.
Con "Los cuatro caballeros" pretendo dar y darme fuerza mental, sentido, dirección y rumbo a la vida, a nuestra vida. Acompañados de estos cuatro nobles guerreros, podremos aportar luz y fuerza a nuestras autenticas ideas y formal de vivir.
El gran cambio: el otoño. Y tres estaciones más
A uno le asalta por sorpresa el otoño. Pasa el duro año con sus asuntos y problemas y, ya exhaustos, aparece el calor: nos vamos de vacaciones. Disfrutamos del verano, del tiempo libre, las comidas, y de vivir en la calle. Tomar el aire en este tiempo es un gran placer. El vivir con menos ropa y más tiempo en espacios abiertos es lo que nos airea y nos permite aguantar un año más la dureza del próximo invierno y sus tareas...
Como todo tiene un fin, el verano y sus vacaciones también terminan, y dejan paso a lo cotidiano. Pero volvemos distintos, un poco sin ganas, pesados, quizá más cansados; nos es difícil volver a coger el ritmo de antes de las vacaciones. Parece que han pasado siglos desde que abandonamos nuestros quehaceres, quizá sintamos que nada es como parecía antes de las vacaciones, "antes del año pasado". Podemos decir, como mis hijas, "que asco de mondays" z, que asco de vida, ya que nos sentimos como si un tornado nos hubiera barrido cuerpo y alma y los hubiera dejado vacíos de cualquier sensación humana. Es como una marea en la que el mar se nos ha llevado lo pesado, las obsesiones, las neuralgias, las jaquecas del año, dejándonos a cambio el paisaje limpio de una mañana en la playa con marea baja, que contemplamos... mareados. Vacíos.
Debemos confesar que estas líneas las estamos redactando el primero o quizá el segundo día del regreso, de la resacosa vuelta. Al analizar el porqué de estos "atroces" acontecimientos, recordaremos también que según las estadísticas éste es el momento del año en el que mayor número de parejas se rompen. Empecemos por decir que el verano es el tiempo del corazón. Cada estación del año corresponde a un órgano, y de los cinco órganos principales, la de más calor, el verano, corresponde al corazón. El calor nos relaja y distiende, nos hace incluso más humanos, ya que nos libera de
1 muchos prejuicios, sobre todo debido a la lentitud, la dispersión y el ablandamiento que provoca en nosotros el calor estival. Esta relajación va acompañada, a menudo, de cambios de lugar; nos vamos a la playa, cambiamos los ritmos, hacemos ejercicio... En fin, nos expandimos, nos desahogamos y estiramos el oso hibernador que todos llevamos dentro.
Afloran los instintos más primarios, comemos más y mejor, ponemos el cuerpo al sol; nos desnudamos físicamente y, por qué no, psíquicamente. Damos suelta al cuerpo y algunos, esos privilegiados, ¡se sueltan hasta el pelo! Como digo, nuestros instintos primarios aparecen a flor de piel, libres y sin compromisos. También el sexo aflora. Tenemos más sexo en cantidad y calidad, nos vemos más guapos; nos sentimos más atractivos y un poco más seductores. A veces nuestra realidad invernal sufre una desintegración tal, que decidimos lanzarnos a cosas que en nuestro inconsciente subconsciente antes pululaban y que nunca hubiéramos pensado que fuésemos capaces de hacer. Así, en muchas ocasiones, si no en todas, y en distinto grado o proporción, vivimos una película veraniega, algunos peliculón. Al menos, la imaginación, más viva en la época estival, está a nuestro servicio sin ningún tipo de remilgos.. Nos acompaña, nos distrae, añade nuevos datos, nos lleva a un mundo tan fantástico como deseado por nuestras reprimidas y truculentas mentes.
Orgías aparte, quiero recalcar que el estado mental y físico durante el descanso veraniego es de apertura, flexibilidad y exaltación del instinto. También es cierto que durante ese tiempo ocurren hechos luctuosos, como asesinatos, venganzas etc. Esto no enturbia nuestra tesis, sino que la corrobora, ya que en tal estado de apertura general también se desatan películas y "malos rollos" que ciertos personajes, con una gran carga interior, son entonces capaces de liberar. La represión, el oscurantismo y el inconsciente se desatan y escriben las novelas que cada uno lleva dentro.
No hay mucho que explicar acerca de lo que ocurre al volver a nuestra denostada cueva de oso y al trabajo rutinario. Vemos las mismas caras y circunstancias a las que estamos acostumbrados durante todo el año y que retomamos cada uno de nosotros. ¡Qué asco de mondays! Más que volver a ser osos, volvemos a ser los hombres y mujeres de Neanderthal que pululaban por cuevas, que comían, dormían y únicamente proferían ruidos guturales, pasando así el día lastimosamente.
El corazón, el órgano que guarda el shen o espíritu y también la mente, está en este tiempo caluroso más activo, al igual que las funciones y actividades que controla. Se expande, abre, cual caja de Paridora, su interior y lo deja al descubierto. Se limpia al evacuar lo que lleva dentro, incluidos muchos de los asuntos que durante el año, y a menudo sin querer, nos hemos tragado sin más, sin poner nuestra conciencia en lo que ocurría. El corazón vomita todo lo que le sobra y molesta, dejándonos más sueltos y agradables con nosotros mismos y con los demás. A veces resulta duro, en este tiempo nos enfrentamos a verdaderas tormentas inesperadas que, en ocasiones, derivan en depresión y decaimiento, aún cuando abramos solamente un poquito el corazón.