jueves, mayo 19, 2022

La Tumba de Pacal

¿Quién no ha oído hablar en alguna ocasión del "astronauta de Palenque?.

Nos referimos a la famosa representación que aparece sobre la lápida del sarcófago descubierto el 15 de junio de 1.952 por el arqueólogo mexicano Alberto Ruz Lhuiller en el interior del Templo de las Inscripciones de Palenque, en el Estado de Chiapas (México), yacimiento arqueológico maya que toma el nombre de la gran cantidad de palos que a modo defensivo rodeaban este conjunto de templos sagrados o casa fortificadas como creyeron identificar los españoles a su llegada. Este templo asentado sobre una pirámide escalonada de ocho cuerpos con 16 metros de altura, debe su nombre a los tableros con inscripciones jeroglíficas (620 glifos) que se hallan en el corredor de entrada, y que junto al resto de la construcción fue mandada erigir por el Rey Pacal (603-683 d.C.), rey maya que gobernó durante el conocido como Período Clásico, al ascender al trono con la edad de 12 años y 125 días. Es el único templo conocido de esta parte de América en el que se ha encontrado en su interior una cripta con restos mortales, pues los mayas jamás levantaron templos en calidad de monumentos funerarios.

Para llegar a la cripta hay que descender por una escalera dividida en dos tramos a 1,50 metros bajo el nivel del suelo. En el momento del descubrimiento fueron encontrados en los seis últimos escalones junto a una antecámara los restos de cinco hombres y una mujer, con extrañas deformaciones en el cráneo y mutilación dental, rodeados de ofrendas funerarias. El mausoleo donde se encuentra el sárcofago real tiene unos 4 metros de ancho por 8 de largo y 6 de altura. El sarcófago alcanza las 20 toneladas de peso con 3 metros de largo por 2 de ancho sobre el que reposa la lápida, está unido mediante unos contrafuertes a los muros de la cripta. Dado que el sarcófago y la lápida son monolíticos y mucho mayores que la puerta de acceso a la cámara funeraria, se cree que primero se construyó la tumba, para seguidamente realizar la pirámide y el templo...

La lápida del sarcófago, un gran monolito con unas dimensiones de 3,79 metros de largo por 2,20 metros de ancho y 25 centímetros de espesor, unas 5 toneladas aproximadamente, nos representa siempre según la versión de los auto denominados expertos en la materia, el descenso del rey en su recorrido por el inframundo, y la creencia maya de la existencia de los tres mundos: los cielos o el mundo de arriba, el mundo de los vivos en el nivel medio, y el mundo de los muertos o inframundo. Sobre su superficie diferentes arqueólogos han creído ver representaciones del Monstruo de la Tierra, un árbol sagrado maya y hasta los cabellos estilizados del dios de la lluvia. Como podemos ver, nada absolutamente relacionado con la más que descabellada idea de un "astronauta".


Pero en el año 1.966 los investigadores Guy Tarade y André Millou realizaron un artículo para la revista turinesa Clypeus en el que dieron la voz de alarma. Ellos no veían monstruos, ni árboles, y ni el más mínimo pelo del cabello del dios de la lluvia por muy estilizado que estuviera. Tan sólo veían a un hombre manejando lo que parecía ser algún tipo de maquinaria moderna, inclinándose preferentemente por el diseño de un avión, cohete o nave espacial. La polémica estaba servida pues.

Pero a todo esto habría que añadir una incognita más. Tanto las dataciones de los arqueólogos como los jeroglíficos descifrados por éstos, aseguran que el longevo rey maya hijo de la Reina Zac-Kuc falleció a los 80 años, después de 68 años de reinado. De ello cabría esperar haber encontrado unos restos óseos que encajasen con la descripción de un hombre anciano. Por el contrario, los restos aparecidos en el sarcófago real tras el hallazgo del Dr. Alberto Ruz Lhuiller corresponden anatómicamente a una persona de unos 40 ó 50 años de edad, además de tener una talla muy por encima de la media que alcanzan los mayas, como han señalado distintos análisis llevados a cabo por diferentes antropólogos, resaltando todos ellos que, los restos del difunto Pacal corresponden a un varón robusto y bien proporcionado. Desde luego nada que ver con un anciano maya octogenario.

La antigüedad de la tumba también podría ser cuestionada, pues en el momento de su apertura la cripta se encontraba cubierta de estalactitas y estalagmitas. El proceso de formación de estos elementos geológicos es extremadamente lento, apenas unos pocos milímetros cada 1.000 años, por lo que cuesta imaginar su presencia en una cripta con una supuesta antigüedad de 1.300 años aproximadamente. Existen leyendas de origen maya-quichés que aseguran que Palenque fue construido por el mismísimo Votán, otro de los nombres recibidos por el mítico Quetzalcoatl. La semejanza del nombre de Votán con el de Wotan, en la mitología germana es el Dios Odín, resulta, al menos, muy curiosa. Recordemos que las tradiciones mesoamericanas nos describen físicamente a Kukulkan, Quetzalcoatl o Votán como un hombre blanco con barbas, y de gran altura, una apariencia más propia de un europeo del norte que de un indígena americano, y que procedía del otro lado del océano. Justo al otro lado de ese mismo océano, el famoso navegante Erik el Rojo fue a buscar en sentido inverso el paraíso terrenal de Wotan o Odín, es decir, rumbo a América.

No es difícil encontrar representaciones en Mesoamérica que nos señalen una fuerte relación con el

"astronauta de Palenque". En la figura A, se aprecia lo que parece ser una nave espacial en forma de puro, dividida en varios compartimentos y cámaras, donde una gran actividad se desarrolla en el control y manejo de diferentes instrumentos.

En la fotografía B, podemos observar a un hombre manipulando instrumentos mientras permanece sentado en el interior de una cabina, al igual que en la imagen moderna que vemos en el dibujo de B2.


En la fotografía podemos ver una placa circular con la forma de un individuo en una extraña pose.

Lleva lo que parece ser un casco que le cubre toda la cabeza, dejando ver sólo la parte de los ojos y los pómulos. Con los brazos cruzados parece flotar en el aire, dándonos una sensación de ingravidez total. Sus pies aparecen por detrás del casco resaltando aún más la sensación de vuelo de éste otro "astronauta". En la imagen de modernos astronautas gravitan en el interior de una nave.

En la fotografía D aparece un enorme cacharro que es calificado como "una estufa o calentador", y aunque no dudamos ni un instante que ese era su uso, no podemos dejar de preguntarnos ¿en que se inspiraría su diseñador para realizar semejante modelo?. 






En la fotografía D2, un transbordador espacial nos hace recordar el diseño del calentador de la fotografía D cuando apreciamos las toberas de propulsión.

Estas imágenes y muchísimas más pueden ser vistas en vivo en el Museo Antropológico Nacional de México, en México D.F.