martes, julio 12, 2022

Definición de Secta

No es exagerado afirmar que la relación del hombre con Dios y la exigencia de una experiencia religiosa constituyen el punto crucial de la crisis profunda que afecta al espíritu humano. Mientras sigue avanzando la secularización de muchos aspectos de la vida, hay una nueva demanda de espiritualidad, como lo muestra la aparición de muchos movimientos religiosos y terapéuticos, que pretenden dar una respuesta a la crisis de valores de la sociedad occidental.
Juan Pablo II

Discurso al tercer grupo de los Obispos de Estados Unidos, 28 /5/1993

Hoy resulta casi imposible utilizar el término "secta" para referirnos a una diversidad de grupos, actitudes o situaciones sin que nuestra imaginación se pueble de una serie de asociaciones que muchas veces son totalmente ajenas a nuestra intención. Suicidios colectivos, abusos físicos y psicológicos, utilización de estupefacientes, manipulación de la personalidad. Todas actitudes que resultan socialmente condenables y que se asocian al término "secta".

Esto hace que el vocablo esté cargado de una connotación no solo negativa, sino incluso despectiva que muchos estudiosos y especialistas quieren evitar. Pero por otra parte, al decir ¿qué término refleja con mayor claridad al tipo de grupos o actitudes al que queremos referirnos cuando hablamos de "secta? Por otra parte cuando se utiliza la palabra "secta" en términos generales, se engloba una cantidad de situaciones tan diversas que resultar prácticamente imposible ser preciso respecto de lo que se quiere decir.

Por lo tanto, la primera de la dificultades que se debe afronta en esta área, es lograr un acuerdo acerca de la denominación más adecuada que debiera aplicarse a estos grupos, y el contenido que ha de darse al vocablo elegido.

Muchos evitan emplear el término "secta" para evitar su carga despectiva hacia el grupo y/o personas que lo integran y creen necesario dejar de lado esta carga negativa para poder dar un tratamiento adecuado al tema. Por este motivo recurren a diversos y complicados giros semánticos tales como "nuevas religiones", "nuevos grupos religiosos", "cultos", "movimientos religiosos libres", etc....

Con quienes así consideran la cuestión, coincido en que es preciso evitar el tono despectivo que se le suele dar al asunto. Toda opción religiosa es digna del mismo respeto y toda persona debe ser respetada en su opción más allá de cuáles sean sus creencias. Pero por otro lado también es cierto que con los términos que se suelen utilizar para evitar hablar de "secta", generalmente se carece de precisión y se tiende a confundir con movimientos o grupos que nada tienen que ver con aquello a lo que queremos referirnos cuando decimos "secta". Por ejemplo, cuando se habla de los "nuevos movimientos religiosos", se corre el riesgo de que se comprenda en el mismo grupo a nuevos movimientos surgidos al interior de las iglesias históricas, o a nuevas iglesias que se han conformado en el desarrollo del último siglo. En ninguno de estos casos se trata de sectas.

La cuestión de la denominación, se ve además complicada por la amplitud del universo de grupos a los que suele aplicarse el término en cuestión.

Consideremos que esta dispersión de la experiencia religiosa ha dado como producto grupos con un número de adherentes reducido y circunscripto (como es el caso por ejemplo de Lineamiento Universal Superior de Valentina de Andrade) o a la vez grupos con multitud de adherentes muchos de los cuales suelen utilizan de un modo confuso la denominación de "Evangélicos".

También hay una gran variedad en cuanto a la forma de estructuración de las organizaciones: algunas organizaciones son de tipo claramente piramidal, como los Testigos de Jehová; otras en cambio carecen de una estructura fácilmente identificable como los que se suelen englobar como grupos "afro-brasileros".

Para complicar la situación, hay que considerar grupos que tienen un propósito clara y definidamente religioso como los Mormones; a la vez que otros desarrollan "pantallas" que desdibujan su propósito religioso, tal es el caso de muchos grupos de yoga o de ayuda terapéutica; otros en cambio desarrollan actividades aparentemente de corte puramente comercial, como la Cienciología; o son percibidos primariamente como grupos de choque político, como muchos grupos neo-nazis.

Como contrapartida, si bien se mantiene la dificultad de encontrar una definición precisa, culturalmente todos coincidimos de modo intuitivo en lo que queremos expresar cuando hablamos de "sectas". Quizás lo que esté faltando es que despojemos el vocablo de la carga despectiva que se le suele dar.

El término "secta" en español, proviene del latín; aunque no podamos precisar con exactitud su raíz que podría encontrarse tanto en "sequor" (marchar detrás, seguir a un maestro particular), como en "sector" (cortar, separar, sectorizar a partir de un tronco principal). De aquí que se pueda afirmar que su contenido alude claramente a un grupo o forma social que se separa de un grupo de origen preexistente, en seguimiento de un jefe carismático o de sus enseñanzas.

De hecho, el Diccionario de la Real Academia Española relaciona 3 significados para el término "secta": (Del lat. secta). 1. f. Conjunto de seguidores de una parcialidad religiosa o ideológica. 2. f. Doctrina religiosa o ideológica que se diferencia e independiza de otra. 3. f. Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.

De estos 3 significados, solamente el tercero puede ser considerado en algún aspecto arbitrario, ya que la falsedad de una doctrina dependerá del punto en que se ubique quien realice la calificación.

Esto significa que si tomamos el vocablo en su sentido propio y originario, "secta" nos permite designar claramente y con gran amplitud, muchos de los grupos que nos ocupan, sin que ello conlleve carga despectiva alguna. Es más, es en este sentido en el que, durante el siglo I, los escritores romanos se referían a los cristianos como una secta judía: cristiano era aquel que, separándose del tronco histórico del judaísmo, seguía adorando al Dios de Abraham, Isaac y Jacob según las enseñanzas de Jesucristo, Hijo Único de Dios.

Pero además, "secta" es el término que se ha empleado habitualmente en nuestra lengua para traducir el griego "háiresis" usado en el Nuevo Testamento (Ga 5,20; Tt 3,10; 2P 2,1) y con el que los Apóstoles se refieren a las escisiones y grupos heréticos surgidos en la primitiva comunidad cristiana como consecuencia de doctrinas erróneas que se desarrollaban fuera de la comunidad eclesial. Este es el sentido fundante que se ha dado al término en nuestro Occidente cristiano.

Si comprendemos entonces el término "secta" de esta manera como referido a un grupo que se margina de un contexto social en el que ya no se considera contenido doctrinal, social o afectivamente, y despojándolo de toda connotación que implique desprecio; podemos aplicarlo a lo largo de la historia a distintas profesiones religiosas u organizaciones sociales.

En un principio (como ya señalamos) los cristianos fueron considerados como una secta judía por los historiadores del Imperio Romano, del mismo modo como se consideraba a los fariseos, los saduceos y los esenios como otras tantas sectas o divisiones judías.

En un tiempo más cercano a nosotros las iglesias surgidas de la Reforma del siglo XVI (el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo entre otras), recibieron en un principio esta misma denominación ya que se trataba de escisiones del tronco católico.

Una consideración especial particular debemos dar a las grandes religiones del extremo Oriente como el Budismo. En este caso no existen estructuras religiosas claramente definidas (lo que los cristianos solemos denominar "iglesia") que permitan definir con claridad quién pertenece y quién no, quién enseña lo correcto y quién no. Por este motivo, en estas tradiciones se suele referir a las diversas escuelas que siguen las enseñanzas de diferentes maestros como "sectas". Por lo tanto, el término dentro de este contexto tiene un significado claramente diferente del que tiene en el de una iglesia cristiana.

Sin embargo, como veremos en otros capítulos, en Occidente podemos hablar de "sectas" de origen budista o hindú merced al proceso de "occidentalización" que han sufrido esas doctrinas en su presentación en occidente por algunos líderes religiosos.

Sintetizando:

Términos habitualmente en uso:
• Sectas
• Nuevos Movimientos Religiosos
• Nuevas Religiones
• Cultos
• Movimientos Religiosos Libres
• Agrupaciones Religiosas

Dos acepciones al término "secta":

• Principal - Grupo de personas que se auto-excluye de su entorno social, religioso y/o cultural al no considerarse ya contenido doctrinal, social o afectivamente en el grupo de origen.

• En el contexto de algunas religiones orientales - denominación que suele aplicarse a las diferentes escuelas formadas alrededor de las enseñanzas de un maestro.

Relación entre secta y conducta sectaria

Debemos notar que aunque muchas veces se reduce el concepto de secta a las sectas religiosas. En realidad, al referirnos a una "secta" nos estamos refiriendo básicamente a un concepto sociológico que se aplica tanto al contexto de las comunidades religiosas como al de grupos políticos, deportivos o de cualquier otro tipo.

También hay que tener en cuenta que, el concepto de secta no refiere necesariamente a un grupo numéricamente pequeño, o a doctrinas exóticas, o a comportamientos antisociales . Cuando hablamos de una secta nos referimos específicamente a la actitud de auto segregación a partir de una comunidad de origen en la cual ya no se reconoce contenida.

Por esto mismo, por tratarse de un concepto que alude a pautas del comportamiento humano, el fenómeno de las sectas no puede ni debe circunscribirse exclusivamente al ámbito de lo religioso. También hay sectas en el contexto de la política, de la filosofía, la cultura... hasta en el deporte.

Lo que debe preocuparnos primariamente o llamar nuestra atención son lo que denominamos "conductas sectarias". Las conductas sectarias son un conjunto de tendencias internas subyacentes en todo grupo humano que se nuclea alrededor de un concepto aglutinante (que puede ser tanto religioso como político, económico o de otra índole) y que tienden a provocar la separación y/o división del grupo "madre" generando subgrupos que tienden a aislarse de su contexto socio-cultural reivindicando la exclusividad de la verdad.

Esta tendencia a la que llamamos conducta sectaria comienza a hacerse manifiesta a partir del momento en que el grupo o incluso un individuo aislado, prioriza una afirmación de orden secundario por encima del verdadero objeto de reunión.

Tomemos un ejemplo de conducta sectaria fuera del contexto religioso. Un club deportivo es una agrupación de personas que se reunen inicialmente con el propósito de favorecer la práctica del deporte. Como en toda agrupación social, en su interior podemos encontrar conductas de tipo sectario que se manifestarán o no en diferentes circunstancias. ¿Cuándo estamos en presencia de una conducta sectaria? Cuando ante algún evento interno, un grupo de los asociados comienza a calificar la pertenencia a la institución más por el color de las zapatillas que usa, que por la coincidencia con los objetivos institucionales.

Este tipo de conductas marcan una alteración que ha reemplazado los objetivos primarios del club por elementos de orden claramente accidental. Si esta deformación se ve abonada por el hecho de que el grupo antes mencionado considera que sólo son verdaderos deportistas quienes utilizan tal color de zapatillas, estamos propiamente ante una conducta sectaria: se divide una comunidad social en virtud de una afirmación o característica accidental, calificando a los miembros en función de tal característica.

Aunque pueda parecer extraño, una secta religiosa comienza de modo semejante. Por ejemplo, en el seno de una iglesia cristiana surge un maestro espiritual que convoca y concita particular atención de parte de los fieles. Es posible que este maestro no se distinga por ningún punto especial de su doctrina, pero a partir de su carisma personal consigue una atención y devoción particular de sus seguidores.

El grupo de los seguidores tiende a aglutinarse a partir de su común devoción al maestro. La agrupación antes o después provoca comentarios de parte del resto de la iglesia en cuyo seno ha surgido, y a su vez comienza a buscar elementos que establezcan distinción y pertenencia: se pertenece por aceptar la enseñanza del maestro, por concurrir a ciertas reuniones, por adoptar alguna práctica, leer algún libro o revista, etc. Hasta aquí todo se mantiene dentro de los carriles habituales de las dinámicas de grupo.

Ahora bien, puede ocurrir que en un momento particular un grupo de estos seguidores comience a considerarse -a partir de su adhesión al maestro- más cristiano que el resto de los cristianos. Casi imperceptiblemente, a partir de esta convicción comenzarán no ya a distinguirse sino a dividirse. Comienzan a considerarse que son mejores o verdaderos cristianos y eso se marca a partir de que concurren a las reuniones, o leen el libro, o alguna otra forma de conducta externa. Aquí aparece una conducta sectaria.

Ahora bien, esta conducta sectaria no es en sí misma más que eso; inicialmente es una actitud, una tendencia. Lo importante es cómo evolucionará. Esto dependerá de muchos factores: en primer luegar la capacidad del maestro de detectar la tendencia y hacer primar la comunidad con la iglesia de origen o no; la capacidad del resto de los dirigentes de la comunidad para evaluar la situación y tender a contener el grupo más que expulsarlo; y por supuesto que también la respuesta de los individuos a las sugerencias de los líderes sociales.

Si se privilegia la comunión por sobre la división, entonces esto puede considerarse en un hito de crecimiento de la iglesia que asimila al grupo y evoluciona hacia una comprensión mayor y mejor de sí misma. Si por el contrario se impone la división, se camina ciertamente hacia la aparición de una nueva secta.

Esta conducta sociológica de división y expulsión/exclusión es siempre contraproducente, en cualquier ámbito que pueda darse: la política, la filosofía, el deporte o la religión. Afirmo que se trata de una actitud negativa ya que es en sí misma disolutoria del núcleo social verdadero en función de un valor aparente. Conduce a los hombres a perder su objetivo primario -el bien común-, y los distrae en el seguimiento de un elemento secundario.

Esto ocurre aún en el seno mismo de las que denominamos iglesias tradicionales cuando se generan grupos y divisiones en función no de su fin primario que es la adoración de la divinidad y la felicidad de sus fieles, sino de particularidades circunstanciales que no hacen a la sustancia del objetivo trascendente del grupo.

Estoy convencido de que en general, en el origen de toda secta hay una conducta de este tipo. Pero esto no quiere decir que toda conducta sectaria siempre se estructura finalmente como secta, y no se la debe confundir con una tal. De algún modo, el sectarismo es una de las tentaciones latentes en todo grupo humano fuertemente unido, por lo que debemos también tener particular cuidado de no confundir la tentación de la división con su concreción.

La tendencia de un grupo es fácilmente corregible si se toma conciencia de ella y no acarrea males mayores; por el contrario puede convertirse en una experiencia enriquecedora. En cambio, la división estructurada ya ha destruido, crea distancias que son en general difícilmente salvables y enfrenta a los hombres de un modo que muchas veces es irreconciliable.

¿Cómo podemos distinguir a una secta?

Teniendo en claro que lo determinante es el desarrollo de conductas sectarias, también debemos considerar el hecho de que no todas las conductas sectarias terminan cristalizando en la forma definida de una secta.

Si esto es así ¿Dónde está la línea que separa a las conductas sectarias de las sectas organizada?, y más allá aún, ¿Qué es lo que distingue hoy a una secta de una Iglesia?, ¿Porqué un grupo religioso puede ser calificado de secta?

El número de los miembros del grupo ciertamente no es una característica determinante. Es cierto que en muchos casos se trata de grupos minoritarios, pero esto no significa que todas las sectas son grupos pequeños y minoritarios; no es así. En nuestro país (Argentina) por ejemplo, hay minorías étnicas que se agrupan en iglesias y que ninguno de nosotros se atrevería a calificar como secta. Este fue un error desdichadamente frecuente en un tiempo, y que determinó conductas discriminatorias y dificultó notablemente el encuadre de la cuestión. El sectarismo no está asociado a que se trate o no de una minoría cultural o religiosa, sino a su agresividad social y cultural.

Argentina es una muestra privilegiada de ello; durante siglos han convivido pacíficamente en la misma sociedad no sólo etnias distintas, sino también confesiones religiosas que en otros lugares del planeta están marcadas con fuertes antagonismos tales como los que enfrentaron y aún hoy enfrentan a cristianos, judíos y musulmanes.

Por otro lado también hay minorías religiosas, como son las diversas iglesias cristianas orientales presentes en el continente americano, y que no por ser minoritarias han sido marginadas, perseguidas o consideradas como sectas. Muy por el contrario, han encontrado aquí un espacio propio que les ha permitido cultivar su identidad cultural y religiosa.

Por otra parte, muchas sectas superan numéricamente en cantidad de adherentes a estos grupos nacionales que acabamos de mencionar. La calificación de secta no pasa evidentemente por el número de sus miembros o una cuestión de minorías.

Según recensiona Yves de Gibon en el artículo "secta" del Diccionario de las Religiones, "la Iglesia es el orden establecido por Dios, institución trascendente y permanente que administra la gracia... y basa su legitimidad en su fundador y en la sucesión de sus jefes. La Iglesia está integrada en la sociedad, cuya buena marcha asegura. La secta, simple comunidad confesional..., se niega a comportarse como responsable de la salvación de todos y, en tono profético, proclama que detenta la verdad y el carácter evangélico puro, pues salvarse es una cuestión personal y no de relación con una institución".

Quizás pueda ayudarnos más la amplia definición descriptiva dada por la Jonhson Foundations Winspread Conference Center, reunida en 1985 en Racine (EE.UU.) y que a mi juicio considera tres perspectivas que son complementarias:

"Una secta es un movimiento totalitario, caracterizado por":

1. Perspectiva ..."la adscripción de personas totalmente psicológica dependientes de las ideas de un líder y de las doctrinas del grupo,"
2. Perspectiva sociológica ... "que puede presentarse bajo la forma de identidad religiosa, asociación cultural, centro científico o grupo terapéutico;"
3. Perspectiva metodológica ... "que utiliza las técnicas de control mental y persuasión coercitiva para que todos los miembros dependan de la dinámica del grupo y pierdan su estructura de pensamiento individual en favor de la idea colectiva y del grupo, creándose muchas veces un fenómeno de epidemia psíquica y un fenómeno de pensamiento colectivo, sin que tenga que ver la personalidad propia del individuo."

Como surge de la lectura de esta definición, en ella se reseñan actitudes, metodologías y recursos en general, que muy posiblemente asociemos no sólo a las que habitualmente denominamos "sectas", sino que también podemos encontrarlos en grupos que pertenecen a cualquiera de las comunidades religiosas tradicionales; e incluso fuera del ámbito religioso, en agrupaciones de corte político, social, deportivo, etc.

Es por esto necesario ser cuidadosos para no perder una perspectiva global y tener en cuenta que un grupo con actitudes sectarias no es estrictamente lo mismo que una secta.

Para ser más precisos, una secta es una agrupación en la que los vicios de conducta a los que hemos denominado "conductas sectarias" se han transformado en estructurales y han llegado a convertirse en característicos de la misma. Así, las actitudes o abusos que son excepcionales o marginales en otros grupos, en la secta se convierten en norma. Dicho de otro modo, una secta es un grupo social en el que la conducta sectaria se ha convertido en la norma.

Según los especialistas, las actitudes o abusos que caracterizan una conducta sectaria deberían encontrarse todos a la vez dentro de un mismo grupo para que pueda ser calificado como una secta. Estas características pueden agruparse en cinco ítems:
1. Estructura organizativa piramidal 2. Sumisión incondicional a la dirigencia.
3. Anulación de la crítica interna.
4. Instrumentalización de los adeptos en orden a obtener los fines de la secta.
5. Ausencia de control de una autoridad superior sobre la secta.

A juicio de algunos investigadores, cuando encontramos todos estos elementos reunidos en un mismo grupo humano de modo simultáneo, no cabría la menor duda de que nos encontramos ante una secta. Pero esto no elimina la dificultad concreta que surge ante cada caso concreto al momento de evaluar estos elementos y la necesidad de definir algunos términos como por ejempo "sumisión incondicional"..

Esta dificultad se presenta además porque ningún grupo admitirá ser calificado como secta ya que al constituirse en poseedor del monopolio de la verdad y de la salvación considera a toda otra agrupación (sea cual fuese su finalidad, su historia y sus dimensiones), como antagónica y en definitiva como secta. La secta se considera a sí misma la única comunidad válida, y por lo tanto, toda otra propuesta es una secta.

Una complicación adicional está dada por el manejo que los medios de comunicación suelen hacer estos temas, el que en términos generales tiende a cargar al término de un contenido negativo tal que solo una psicología enferma en grado extremo se sentiría halagada de que se le aplicara tal calificativo.

De aquí, que una vez más deba afirmar que la línea divisoria entre un grupo con conductas sectarias y una secta es tan tenue que en muchos casos concretos se cabalga por sobre ella sin siquiera advertirlo.

Vale la pena detenernos un momento a considerar también la terminología que ha empleado para referirse al tema la IVª Conferencia General del Episcopado Latinoamericano en los números 142 a 152. En estos puntos, los Obispos latinoamericanos distinguen las que denominan "sectas fundamentalista"', de los llamados "movimientos religiosos libres". De este modo, los obispos reservan el término "secta" para los grupos de origen claramente cristiano que se han desgajado de alguna de las iglesias históricas, mientras que los grupos de origen sincrético, no-cristianos, derivados de las religiones asiáticas, son denominados "movimientos religiosos libres'", quizás para destacar que no son grupos cristianos desgajados de su tronco histórico, sino productos nuevos surgidos de circunstancias diversas.

Sintetizando hasta aquí

Evidentemente el tema es muy diversos y amplio. Las opiniones igualmente son diversas. Es importante entonces que hagamos una síntesis para dejar al menos algunos puntos en claro:
• El fenómeno de diversificación de la experiencia religiosa contemporánea al que generalmente se alude con el término "secta" es muy variado y tiene manifestaciones muy diferentes lo que hace inadecuado el empleo de un único término para referirnos a él en su totalidad.
• A pesar de esto, parece insoslayable el hecho de que el término "secta" es -al menos por el momento-, el más adecuado para identificar en términos generales la problemática a la que nos estamos refiriendo dada su capacidad de significación.
• Hay que distinguir las conductas sectarias de las sectas propiamente dichas. Las conductas sectarias se originan en el centro de toda organización social rectamente encauzadas pueden ser un elemento de crecimiento de las organizaciones. Las sectas son conductas sectarias estructuradas y organizadas que toman autonomía respecto de su grupo o comunidad de origen. • Tanto la fenomenología de la conducta sectaria como la del fanatismo, son elementos propios del campo de la psicología y la sociología, no exclusivos de lo religioso. Hay conductas sectarias en todos los ámbitos de la organización social.

Diferencia entre religión, iglesia y Secta

En nuestro lenguaje hay otra confusión, no solo la que surge de si se utiliza el término secta o no. Es la confusión que se da por el empleo errático de los vocablos "religión", "iglesia" y "secta". Así, es posible que alguien pregunte si el Umbandismo es una iglesia, una religión o una secta.

Quizás un ejemplo nos ayude a precisar los términos. El Cristianismo es una religión, la Iglesia Evangélica es una iglesia cristiana, la Iglesia Universal del Reino de Dios una secta.

Cuando hablamos de una religión, estamos refiriéndonos a un sistema doctrinal y ritual a través del cual una comunidad obtiene una serie de respuestas a los interrogantes universales, fruto de una concepción singular acerca del hombre y su posibilidad de relación con la trascendencia. De acuerdo a esta definición, son propiamente religiones el Cristianismo, el Budismo, el Islamismo, el Animismo, etc.

Hay que llamar la atención que la religión es una realidad integral de la persona humana que compromete su totalidad como una unidad: intelecto, voluntad, alma y cuerpo. Un simple sistema doctrinal no alcanzaría la categoría de religión. Como estructura intelectual podría ser una escuela filosófica o de pensamiento; pero para ser una religión se requiere que esa estructura conceptual comprometa los sentimientos, aspiraciones y conductas de la persona.

Ahora bien, el Cristianismo como religión merece una consideración particular ya que ha dado origen a través de dos milenio de historia a una serie de comunidades que, aún cuando mantienen como vínculo de unidad su fe en Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre, se han congregado en diversas iglesias que se han estructurado a través del espacio geográfico y de los siglos como comunidades identificadas con ciertas peculiaridades doctrinales y rituales. Una iglesia tiene una identidad estructural, doctrinal y ritual que trasciende las personas, el tiempo y el espacio. De aquí que en el contexto cristiano haya una Iglesia Católica, otra Ortodoxa, otra Evangélica... todas igualmente cristianas, y todas iglesias.

Esta organización eclesial es propia del cristianismo, y no podemos buscar tales estructuras en otras religiones como el Budismo o el Bhramanismo.

Teniendo en cuenta la diferencia existente entre religión e iglesia, la secta es una segmentación de estas unidades antes descriptas, a partir de la adhesión a una enseñanza y/o práctica particulares al margen de la estructura ritual y doctrinal de las religiones o iglesias.

Así, dentro del Budismo encontramos cientos de sectas que hacen referencia a una gama muy variada de maestros espirituales que a lo largo de los siglos han enseñado una gran diversidad de maneras de comprender las enseñanzas de Buda. Este fenómeno de segmentación se da al interior de todas las religiones y las iglesias.

Así, si retomamos la pregunta inicial, el Umbandismo no es una religión. La religión propiamente es el Animismo, es decir un sistema ritual y de creencias que rinde culto a las fuerzas latentes en las realidades inanimadas, tales como el agua, el rayo, etc.. Tampoco podría ser una iglesia, ya que no se trata de un sistema cristiano, sino de un sincretismo de origen claramente pagano.

Secta - Grupo humano que se auto margina de su entorno social, religioso y/o cultural, al priorizar una afirmación secundaria por encima de la Verdad, lo cual ocurre generalmente al seguir un maestro particular o su doctrina. Este grupo, por su conducta se inhabilita a si mismo para la comunión.

Elementos para una historia de estos movimientos en Occidente

... A Melkor, entre los Ainur, le habían sido dados los más grandes dones de poder y conocimiento, y tenía parte en todos los dones de sus hermanos. Con frecuencia había ido solo a los sitios vacíos en busca de la Llama Imperecedera; porque grande era el deseo que ardía en él de dar Ser a cosas propias, y le parecía que Ilúvatar no se ocupaba del Vacío, cuya desnudez lo impacientaba. No obstante, no encontró el Fuego, porque el Fuego está con Ilúvatar. Pero hallándose solo, había empezado a tener pensamientos propios, distintos de los de sus hermanos...
J. R. R. Tolkien

El Silmarillion

Desde el inicio de la historia

En torno a la problemática que plantean las sectas a la cultura contemporánea se han elaborado varias "verdades" aceptadas acríticamente por la mayoría de nosotros. Una de estas verdades es la afirmación de que el fenómeno del comportamiento sectario es un hecho propio del ámbito de la experiencia religiosa, a punto tal que el término "secta" se identifica espontánea y popularmente con "secta religiosa".

Esto es sociológica, psicológica e históricamente incorrecto. Como ya expliqué en el capítulo anterior, la conducta sectaria es una realidad propia de la condición humana, un fenómeno propio del campo de la psicología y la sociología. Es decir, el comportamiento sectario es posible que se manifieste en cualquiera y en todos los ámbitos propios del obrar humano.

Así lo expliqué al hablar del fenómeno subyacente a las que he denominado "conductas sectarias". Podemos encontrar conductas y organizaciones sectarias en todos los ámbitos de la convivencia humana: los partidos políticos, la organización comunitaria, el deporte, etc.

Otra de estas "verdades" que son dogmáticamente aceptadas hoy, es la creencia de que este es un fenómeno casi exclusivo del cambio de milenio. Esto es también un error.

Ante todo no podemos ignorar la historia. Así lo prueba un hecho fácilmente comprobable: muchos de los grupos de origen cristiano más difundidos hoy encuentran su origen en movimientos surgidos durante el siglo XIX (Mormones, Testigos de Jehová, etc.).

También hay que tener en cuenta que por tratarse de una realidad propia de la naturaleza humana, fenómenos tales como el fanatismo y el fundamentalismo, así como el del sectarismo han impregnado todos los ámbitos de la convivencia humana y toda su historia. Difícilmente podamos encontrar período de la historia de la civilización en el que la sociedad no se haya visto atenazada por organizaciones como las que nos ocupan. Más aún, el fanatismo y el fundamentalismo han sido el signo distintivo de períodos oscuros de todas las culturas.

Es que en el fondo de esta experiencia deformante de la libertad del hombre que hoy denominamos "secta", se encuentra una tendencia inserta en el corazón del hombre que lo lleva a acomodarse más fácilmente en la división que a trabajar por la unidad y la concordia. Una tendencia que los cristianos hemos de afirmar que reconoce su origen en el diálogo que sostuviera Eva con la Serpiente: "...Dios sabe muy bien que cuando ustedes coman de ese árbol, se les abrirán los ojos y serán como dioses, conocedores del bien y del mal".

Ser "conocedores del bien y del mal", ser dueños del bien y del mal, es básicamente la tentación de la autarquía, de ser los propios señores, de constituirnos en el propio centro y punto referencia. Esta y no otra es la raíz de la división, del enfrentamiento, y por supuesto, también la raíz de nuestra atomización social, cultural, y religiosa.

De este modo se podría decir que la primera secta, la secta originaria y primigenia es la constituida por los adoradores de sí mismos, los que enarbolan su pretensión de "ser como dioses" como bandera y divisa. Son secta porque se han cortado, desgajado del tronco original. Porque han seguido las enseñanzas de un maestro particular: ellos mismos. Y así se han separado de la comunión.

En términos de teología cristiana, son secta porque absolutizan una verdad parcial: que el hombre es señor de todo lo creado. Y se olvidan de la verdad primera: que el hombre antes que cabeza de la creación es también una creatura. Todas las "sectas" que se han presentado a lo largo de los siglos no son más que formas, variantes propias de cada lugar y circunstancia histórica, de una primera y misma ruptura, la única verdaderamente original.

En esta ruptura primigenia de la comunión con la Trascendencia y con la creación podemos encontrar también el principio de respuesta a todas los desafíos que la problemática de las sectas suele plantear. La problemática tanto religiosa como social, económica, política y cultural que plantea el así llamado "desafío de las sectas" tienen una solución clara: reconstruir en el corazón de cada hombre, a través del esfuerzo y la fidelidad personal a la Verdad, la unidad y armonía del orden querido por el Creador.

El hombre se ha separado de la Trascendencia; esta es la ruptura armónica fundante, la pérdida de la armonía y la unidad trascendentes propias del hombre. Esta disonancia o rupruta no es un hecho exclusivamente religioso, se proyecta a todos los órdenes de la existencia humana, tiñendo con su realidad todo el ámbito de lo social y lo cultural. Tal es el mensaje que los cristianos podemos leer en el relato de la Torre de Babel.

En este vacío de trascendencia que se genera en el corazón del hombre está también la explicación y el principio de cura de cada persona afectada. Una pregunta frecuente es ¿qué es lo que lleva a estas personas a someterse a la doctrina y disciplina de una secta?

En términos generales la raíz profunda de la personalidad que es captada no es el vacío afectivo, un estado de crisis personal o el fracaso familiar o económico. Estos elementos también suelen estar presentes, pero por debajo de ellos, en un nivel más profundo hay vacío de trascendencia.

Una personalidad religiosa madura tiene un eje trascendente que le permite generar respuestas a las crisis por la que pueda atravesar. Una personalidad que carece de ese eje trascendente lo busca. Y la secta es una respuesta fácil, rápida y simple a esa búsqueda.

"El impulso hacia los valores absolutos, si no está sostenido por una auténtica experiencia religiosa y un serio compromiso moral, lleva con frecuencia hacia personas que prometen fáciles descuentos en la fatiga de la búsqueda y aseguran rápidos atajos en la consecución del conocimiento de los misterios divinos."
Juan Pablo II
Discurso a los participantes en la asamblea plenaria del Pontificio Consejo para la Pastoral de los Emigrantes e Itinerantes.
26/10/1989

Hacia las puertas del siglo XIX

Con las salvedades y precisiones que hemos hecho hasta este punto, el término "secta" es el que permite identificar más globalmente los grupos a los que me refiero en este trabajo. Ahora bien, como también he dicho en el capítulo anterior al hacer las consideraciones concernientes a la definición, el término español "secta" es el que se utiliza en el Nuevo Testamento para traducir el griego "háiresis", y por lo tanto resulta evidente que la aparición del fenómeno no es un privilegio de nuestro tiempo sino que, al menos a lo largo de la era cristiana, siempre ha habido grupos que por razones diversas se marginan de una vida eclesial y social plenamente concebida.

Durante los primeros siglos del cristianismo se aplicó esta denominación a grupos gnósticos de origen cristiano que buscaban fórmulas de compatibilizar el pensamiento pseudo mágico de origen griego y persa con el Cristianismo de difusión creciente sobre todo en el cercano Oriente.

Centurias después, durante la Edad Media, los cátaros y otros grupos heterodoxos europeos comenzaron a ser reconocidos como sectas. Había un denominador común: la búsqueda de compatibilidad entre elementos provenientes del pensamiento mágico de origen pagano y la fe cristiana.

Hasta aquí podemos enunciar un primer tipo de grupos que surgen aún en nuestro días y que han estado siempre presentes en la historia del Cristianismo: los que son producto de intentos de armonización, actualización o adaptación de antiguas creencias paganas. Grupos en los que el antiguo pensamiento mágico sigue presente y se esconde bajo disfraces variopintos para reaparecer con fuerza periódicamente.

En el período moderno, esta denominación de "secta" comenzó a aplicarse particularmente a las iglesias derivadas del movimiento de la Reforma Protestante del siglo XVI; movimiento cuyo propósito declarado (al menos en la intención de sus fundadores) era purificar a la Iglesia Católica de lo que ellos consideraban como sus más graves errores y debilidades.

Pero el movimiento reformista, era un intento de purificación no obrado desde el interior de la Iglesia misma, sino que se trató de un intento de purificación aplicado desde fuera, una purificación que no contemplaba las notas de trascendencia y permanencia que la Iglesia ha recibido por su misma institución divina.

La Reforma, fue un intento de purificación desde un apartarse del viejo tronco que se valoró apriori como total e irremediablemente deteriorado, no a través de una profundización en lo divino que se esconde detrás de lo humano (como lo exige en definitiva la dinámica de la Encarnación); lo que la convirtió en una búsqueda de pureza descarnada y por ende, peligrosa.

En esto mismo podemos decir que radicó el drama más profundo que debió enfrentar el movimiento reformista, ya que no pudo evitar ser manipulado por algunos gobernantes del momento (tal como fuera el caso de Enrique VIII de Inglaterra, o de los príncipes alemanes), que no dudaron en aprovechar el proceso de reforma religiosa como un instrumento que les permitiría romper la unidad de la Iglesia, principal obstáculo en la concreción de sus propósitos de absolutismo político y en su necesidad de fondos de financiación para campañas militares.

Obviamente que aquellos dirigentes políticos, no estaban preocupados por la mayor o menor santidad de los cristianos y de su Iglesia, sino que vieron en la Reforma un instrumento potencialmente apto para concretar sus designios de ejercer un poder absoluto sobre pueblos y territorios.

Para este propósito, la destrucción de la unidad de la Iglesia era el requisito indispensable, ya que la ruptura de la unidad en la fe convertía al poder político en el único factor aglutinante de las nacionalidades; de este modo, quienes deseaban eliminar todo límite en el ejercicio de su poder, encontraron en la Reforma protestante un resorte propicio para minar las estructuras religiosas de sus pueblos y dejarlos a merced de los mercenarios de sus propios intereses.

Así las cosas, la Reforma encontró prontamente en muchos príncipes europeos de la época un apoyo notorio, sin el cual no hubiera sido posible llevar adelante el proceso de división de la Iglesia; pero por lo mismo, la Reforma Protestante debió pagar un precio excesivamente alto: someterse a los condicionamientos que le impusiera del poder civil.

Desde nuestra perspectiva histórica, podemos afirmar hoy que, en general, ninguno de los reformadores logró erradicar en la vida de las comunidades cristianas que se desgajaron del tronco histórico del catolicismo lo que condenaban en la Iglesia Católica.

Pero el daño provocado no se redujo simplemente a la división del Pueblo de Dios, sino que se introdujo un elemento agravante más: los grupos reformistas, adoptaron como norma de interpretación bíblica lo que se denominó "Principio de Libre Interpretación", introduciendo así de modo definitivo y estable en la vida religiosa de Occidente un virus intelectual que carcomería sus entrañas: el subjetivismo. Este subjetivismo es la causa por la cual las iglesias emanadas de la Reforma no pudieron mantener estables por mucho tiempo sus lineamientos fundacionales, dando lugar en el transcurso de pocos años a un proceso incipiente de disgregación religiosa que se ha proyectado hoy en una atomización de la experiencia religiosa que se constata fácilmente a través del continuo surgimiento de nuevos grupos, y en el continuo peregrinar de individuos de unos grupos a otros, ya que no encuentran "su lugar".

Este proceso de atomización de la experiencia religiosa originado en el protestantismo se ha visto agravado sobre todo en los últimos tiempos, por la intromisión de fuertes intereses económicos y políticos junto a los propios de la predicación del Evangelio.

Ese subjetivismo del libre examen propio de las iglesias surgidas del movimiento reformista del siglo XVI, unido a una concepción de la iglesia de naturaleza disolvente (recordemos que en el modelo congregacionalista, es la comunidad la que marca las pautas doctrinales y de organización), es el sustrato teológico y espiritual a partir del cual se gesta el segundo modelo de grupo que nos ocupa: los originados específicamente en las grandes confesiones cristianas, y donde el componente mágico es inexistente o mínimo.

Este breve análisis histórico nos lleva a que debamos fijar nuestra atención en lo que fueron los dos grandes polos de este "estallido religioso" occidental, que nos ocupa, en el transcurso del siglo pasado.