miércoles, septiembre 28, 2022

Sobre Héroes y Santos

Dr. Carlos Raitzin

La nociones de héroe y de santo se hallan muy profundamente enraizadas en las condiciones de lugar, tiempo y circunstancia de cada civilización y varían con estas. Cada corriente tradicional presentan sus propios arquetipos y resulta así complejo hallar un común denominador, una síntesis de lo esencial desde una perspectiva meramente histórica y social. Es necesario recurrir a la filosofía y, mejor aún, a la Tradición Esotérica para poder delinear aquello sin lo cual el héroe no es héroe y el santo no es santo. Y resulta así que es más fácil describir al segundo que al primero pues el santo hace cosas muy precisas y contadas mientras que el héroe puede surgir en tal diversidad de campos que resulta imposible intentar siquiera una enumeración.

El tema es tan vasto y tan rico que no se puede siquiera soñar siquiera en agotarlo en una mesa redonda. En lo que a mí respecta me limitaré a encarar algunos aspectos de la Enseñanza Tradicional que se relacionan muy directamente con estos asuntos.

Pero hay algo ya que nos ayuda en este intento cuerdo o loco de llegar a lo esencial en el tema. Nos referimos a lo dicho por Rudolf Otto en su célebre obra "Lo Santo". Para ser santo no basta ser bueno sino que es necesario un elemento supra humano que es verdadera hierofanía en torno a lo santo. Rudolf Otto llamó a ese algo LO NUMINOSO. Y para ser Héroe con mayúscula no basta ser esforzado y audaz sino que se requiere un adicional imprescindible que es a la vez carisma y predestinación. Como nadie le dio a esto nombre en Occidente propongo hoy el de LO HIEROFACTICO pues lo heroico va mucho más allá de lo bélico, guerrero o soldadesco y se compone no tanto de actos sagrados sino y ante todo de ACTOS SACRALIZADOS.

Pero aquí la clave es que lo Sagrado está presente en lo uno y en lo otro, en lo numinoso y en lo hierofáctico. Sin lo Sagrado no se da ni lo uno ni lo otro sino en mínima y profana medida.

Y así nos enfrentamos con dos actitudes vitales bien distintas pero que solo se perfilan cabalmente a la luz de lo espiritual. Ambos arquetipos, el del Santo y el del Héroe solo culminan y se realizan plenamente cuando los orla la luz carismática de la hierofanía...

Para redondear mejor este punto de vista me voy a referir a una imagen bien conocida y que ha tenido innumerables versiones en las tradiciones hinduista e islámica. Representa esta figura a dos pájaros, uno de los cuales vuela y canta con los ojos bien abiertos mientras el otro, en silencio y con los ojos cerrados, se halla posado en la rama de un árbol. Este símbolo es simple y bello y representa a dos actitudes vitales no opuestas sino complementarias. El pájaro que vuela y canta representa el PRAVRITTI, la vía de la acción y exteriorización.

El pájaro en reposo representa al NIVRITTI, la vía contemplativa o de la interiorización. La culminación natural de la primera vía, la de la acción, es en todas las formas tradicionales, el héroe quien se auto sacrifica por el bien de los otros, es el Kshatriya que elimina el dolor y la pena (KSHAT significa precisamente dolor). En Occidente esto corresponde al arquetipo del caballero medieval del que me he ocupado in extenso en conferencias anteriores. Pero entendámonos bien: sería muy torpe reducir el héroe al guerrero y aún más torpe reducir a este último al militar o soldado de carrera.

La culminación natural de la segunda vía, la contemplativa, no es de manera alguna el santo, como lo entendemos en Occidente, sino el Mahatma o el Acharya, quiénes alcanzan un estado por cierto mucho más elevado. Si bien me he detenido largamente en este tema en otros escritos recalcaré una vez más que el santo es el florecimiento y cumbre de la Vía Mística que es la pasiva o Lunar, la que de ningún modo sobrepasa la corriente de las formas. El Mahatma corresponde a la realización por la Vía Activa de la trilogía GNANA-BHAKTI-KARMA (Conocimiento -Devoción-Acción) y la síntesis de estos tres que es YOGA o Unión con lo Divino en nosotros. Estos elementos corresponden a la Iniciación o Vía Solar y lo llevan al elevado ser que las realiza en plenitud más allá de la corriente de las formas. Y una vez más tropezamos con las dificultades inherentes al lenguaje pues esta Vía Activa o Solar tiene lugar dentro de la Vía Contemplativa y no tiene nada que ver con la Vía de la Acción a la que nos referíamos antes.

A esta altura cabe esperar una objeción fácilmente refutable que es la que menciono acto seguido. En relación a la Vía Contemplativa he mencionado la trilogía GNANA-BHAKTI-KARMA que incluye a KARMA o sea acción. Esto parecería contradictorio pero no lo es pues KARMA significa ACCION y, por extensión, ACCION RITUAL. La confusión deriva del mal uso corriente de esta palabra, dado que en el lenguaje cotidiano se designa como Karma a lo que en realidad son efectos kármicos. Etimológicamente karma proviene de las raíces kar- mover y ma- yo, con lo que significa en suma "yo me muevo". Nada más incorrecto pues que confundir "acción" con los "efectos de las acciones".

Veremos en seguida que hay dos confusiones posibles, ambas tan graves como frecuentes. Una, ya mencionada, es confundir al Santo con el Mahatma dado que supone esto no saber distinguir entre la Vía Solar y la Lunar. La otra confusión es confundir al héroe con minúscula con el Héroe con mayúscula y aquí la cosa es aún más grave. De hecho, y para dejar esto bien aclarado desde un punto de vista tradicional, es necesario hacer referencia a lo que en el hinduismo se conoce como "La Gran Batalla" y "La Pequeña Batalla" y en el Islam como "La Gran Guerra Santa" y "La Pequeña Guerra Santa". Desde luego la Pequeña Guerra o Batalla se refiere a la lucha con los enemigos externos o sea a la guerra, mientras que se reserva la expresión Gran Guerra o Gran Batalla para la lucha contra los enemigos internos, mucho más arduos para derrotar. Naturalmente el pequeño héroe es quien vence en la pequeña Guerra Santa y el Gran Héroe quien triunfa en la ardua lucha interior que todos debemos librar. Y de aquí resulta que la primera etapa para llegar a ser un Gran Héroe es llegar a ser un Pandit, no en el sentido actual de la palabra que es pura fórmula de cortesía y respeto, sino en el tradicional. Recordemos al respecto las palabras de Sri Krishna en el Bhagavad Gita: "De aquel que ha quemado las pasiones en el fuego del entendimiento los Sabios (Maestros) afirman que es un Pandit".

Y vale la pena sin duda citar al respecto palabras del Maestro Sri Anantram: "Mientras los enemigos internos no estén vencidos los enemigos externos retornarán siempre".

Para presentar otra imagen simbólica clásica del Pravritti y del Nivritti, o sea las Vías Activa y Contemplativa nos podemos referir a un motivo clásico hindú, donde se representa a Krishna y Arjuna en el carro de guerra en los momentos previos a la batalla de Kurukshetra por el dominio de Hastinapura. Aquí Arjuna es el héroe activo, que combate mientras que Sri Krishna solamente observa y dirige. No puedo extenderme aquí sobre otros aspectos de este simbolismo pero me remito a mí artículo "El Srimad Bhagavad Gita, Suprema Enseñanza", aparecido en la revista ATMA-JNANA y que se reproduce en este sitio web.

NOTA: Arjuna, sentado en el carro de guerra, representa aquí a Jiva, la chispa divina en el hombre, aún en el Samsara pero aspirando al más alto Purushartha o bienaventuranza Espiritual que es Prapti, la Realización Divina. Los cuatro blancos corceles significan el cuádruple esfuerzo de Conocimiento-Deseo-Acción (Gnana-Iccha-Kriya o Karma) y la Síntesis de estos tres que es Yoga o Unión con la Divinidad en nuestro corazón. Las riendas en manos de Sri Krishna son un símbolo de Manas, la mente emocional o inferior, la que debe ser conducida por la divinidad, guía y objeto de nuestra vida, a lo largo del Sendero Espiritual que conduce a la Suprema Meta. La bandera en el techo del carro de guerra, sostenida por el gran ser con apariencia de simio que es Hanuman, el aliado de Rama, es una alegoría de Mahat, la mente cognoscitiva o superior. Esta debe permanecer siempre por arriba de las cosas del mundo, plena de amor y compasión por todos los seres.

Vale la pena decir algo más sobre lo precisado respecto de las acciones del héroe, las que no son sagradas en sí mismas como lo son las acciones rituales del Brahmin, sino SACRALIZADAS. Y esto nos hace desembocar rectamente en la Ciencia de la Acción Perfecta o Naishkarmya, la cual según afirma Sri Krishna en el Gita, es un logro supremo. La acción perfecta supone dos componentes esenciales que sacralizan a todos los actos puros. Estas componentes son el Samnyasa y el Tyaga. El Samnyasa supone obrar inegoistamente y espontáneamente, sin pensar en recompensas y renunciando a los frutos de la acción. El Tyaga supone entregar esos frutos como ofrenda a la Divinidad, cualquiera sea el nombre que a esta le demos.

Quien realiza cualquier acto de esta forma no queda ligado a sus acciones por efectos kármicos y es por ello que esta Ciencia de las Acciones Perfectas constituye un LOGRO SUPREMO, como puntualiza Sri Krishna en el Gita. Sus actos se SACRALIZAN pues se ejecutan de manera impersonal e inegoísta, como purísima ofrenda a Dios.

Pasando al mundo occidental, deseamos revisar el concepto de héroe tal como se lo entendía en el pasado y que va mucho más allá del guerrero, no importa cuan grandes sean las proezas que este pueda cumplir. Vale la pena hacer referencia a un muy curioso texto mítico- alquímico del Renacimiento, debido a Cesare della Riviera, el que permanecía casi totalmente olvidado hasta que Julius Evola lo rescató y republicó en lenguaje moderno en 1932. El título de esta obra es "Il mondo mágico de gli heroi", y en ella la noción de héroe alcanza precisamente una significación distinta y más alta que la que se da hoy a este vocablo manoseado y degradado. Para della Riviera y sus contemporáneos el héroe es un semidiós o bien una suerte de fusión del ser humano con la deidad. Lo hierofáctico se halla pues plenamente presente y contrasta esta noción con la usual y muy degradada en el mundo moderno donde se suele llamar héroe al autor de varios goles en un partido de fútbol. Y es de interés, por poco conocida, revisar incluso la etimología de la palabra "héroe", la que proviene de Hera o Juno, la más alta diosa del Olimpo. La raíz her- en sí indica una hipostasis de lo divino y lo humano, y así la vemos aparecer en los nombres de tantos dioses y semidioses: Hermes o Mercurio, Hercules o Heracles y los Heraclides o sea sus descendientes, Hermos que acompaña a Teseo contra las Amazonas, Hermione, Hercyna, Hermocares, etc.

Naturalmente esta degradación del concepto a nadie puede extrañar pues es solo una consecuencia más de la completa desacralización de la existencia que hoy impera. En suma podríamos decir que para los antiguos el "héroe" era quien poseía la "virtud" pero no en un sentido meramente moral como hoy tiene esta palabra sino entendida como "fuerza mágica", "energía", "potencia" con la misma raíz VIR de vir, hombre, de virilis, virilidad y de vis, fuerza.

Claro está que volver a la Tradición supondría una revisión tan grande de nuestros puntos de vista corrientes que equivaldría en los hechos a una "revuelta contra el mundo moderno"(título este precisamente el de una de las obras de Julius Evola).

Se podría objetar a estos puntos de vista que, con tales premisas, ya no existirían héroes en el mundo moderno. No es así sin embargo pues en todas las épocas la vida y el vivir se hallaron plenos de actos de heroísmo.

Lo que desgraciadamente falta más y más en estos días es un recentrarse en los valores espirituales. Solo de este modo hallarán su pleno valor esos esfuerzos diarios de todos y de cada uno, al realizarse en la forma correcta. Esto supone llevar a cabo nuestras acciones cotidianas en forma plenamente inegoísta e impersonal y ofrendándolas con la vida toda como reverencia humilde y acto de adoración a Dios.