sábado, octubre 01, 2022

El Tai-Chi es un Instrumento para Vivir Mejor

Tew Bunnag

Tew es un maestro que nunca ha pretendido ser “el maestro”. Un día nos dijo: “yo no soy vuestro padre ni vuestra madre, igual podría ser como una comadrona.”

La mayoría de nosotros necesitamos una referencia en la figura del maestro para que nos guíe, para poder seguir el camino interior, pero él muchas veces desaparece de la vista y tenemos que seguir caminando por nuestro propio pie. Quizás por su manera de ser, tarde o temprano, Tew hace despertar el maestro interior en nosotros. La fuente está en el trabajo, en la propia práctica de cada uno, sin embargo su enseñanza vibra dentro de nosotros. En España cerca de 80 personas que están dando las clases de tai chi se iniciaron con su enseñanza. En esta entrevista queríamos preguntar como ve, desde su perspectiva , esta enseñanza y la identidad de una “escuela “ que se ha generado por inercia propia.

Tú hiciste artes marciales como boxeo, karate, taekwondo...

¿Cómo llegaste a practicar Tai Chi?

En Taiwan, en la universidad del centro de estudios Chino mandarín, encontré una persona llamada Sr. Liu que era maestro de ópera china y también hacía tai chi. Un día me invitó a conocer su tai chi. La forma de tai chi que hacía él era más bien una forma propia. Empecé a practicar esta forma. Después del año 65 volví a Inglaterra para estudiar en la universidad de Cambridge. Yo estudiaba el chino clásico y allí había un profesor llamado Dr. Lau que era profesor de chino clásico y primer traductor del Tao Te king del chino al inglés. Era una persona muy intelectual y su traducción fue la mejor en nuestro tiempo. Esta persona también enseñaba tai chi. Tenía un pequeño grupo de práctica de este arte. Igual éramos seis personas y lo practicamos juntos. El Dr. Lau era nuestro profesor pero más bien éramos un grupo de amigos y se despertó algo en mí sobre tai chi y sobre la antigua cultura china misma. En esta época yo aún hacía karate y taekwondo pero el arte del tai chi me atrajo cada vez más. Por otra parte yo me sentía limitado con las artes marciales, estaba harto de competencias, tener un grado de cinturón y querer ser buen karateka. Los amigos que tenía entonces hablábamos de filosofía pero en realidad eran muy competitivos y les gustaba ganar, en cambio el tai chi me llegaba más en profundidad. En aquel momento yo tenía 17 años y era un joven con un carácter muy fuerte, lleno de inquietudes y estaba muy involucrado en los años 60 en Inglaterra. Había movimiento y mucha búsqueda sobre política y espiritualismo, pero todo estaba tan mezclado como una gran ensalada. Entonces el tai chi parecía ser como de otro planeta. A mi me dio calma y me permitió encontrar algo diferente. Cuando miraba la situación de mi vida, la situación de la gente, el país y de toda Europa sentía que el tai chi podría ser válido en algún sentido. No sabía cómo expresarlo pero lo sentía. A decir verdad era con la única cosa con la que yo estaba a gusto. Me ayudó a bajar el ritmo y conectar conmigo mismo. Muchos años después pude encontrar una manera de trasmitir las cualidades del tai chi...

¿Cómo evolucionado tu práctica como maestro desde el inicio hasta ahora? Durante los primeros años de la década de los 60 yo estuve con el maestro budista tibetano Trumgpa Rimpoche y estaba muy implicado con sus enseñanzas. Más tarde él se trasladó a Estados Unidos (desde Inglaterra) y la gente que estaba con él, en su mayoría, le siguieron. Pero yo decidí quedarme en Europa y él también me aconsejó que me quedara a explorar y profundizar en mi práctica espiritual con Dhiravamsa. En ese momento Dhiravamsa era el abad del monasterio budista Tailandés en Inglaterra. Él tenía ciertas ideas pero eran un poco conflictivas con la tradición de su linaje, por ejemplo, incorporar el trabajo con el cuerpo en la vida espiritual.

Así pues él decidió renunciar al hábito de monje y yo le apoyé. A principios del año 70 él me dijo que tenía la misión de montar un centro y me invitó a ayudarle, pero en aquel momento no tenía dinero ni fondos. En el año 1975 alguien le apoyó para montar el centro y Dhiravamsa me llamó para trabajar con él. Su centro era muy experimental, utilizaba las técnicas tradicionales asiáticas mezcladas con las técnicas occidentales, en el centro también se hacía trabajo de psicoterapia. Mi primer papel fue enseñar tai chi y meditación. Mi primera mujer enseñaba Yoga. Trabajamos con la gente que había sufrido tanto a nivel físico como a nivel psicológico y también trabajábamos con los budistas tradicionales. El centro llegó a ser famoso porque en aquella época había muy poca gente que se dedicara a trabajar de esa manera en Europa.

Mi profesor de tai chi , el Sr. Lao despertó algo importante en mí. Su manera de enseñar no era muy tradicional; como lo hacen algunos maestros que enseñan a sus discípulos y ellos copian todo exactamente como de un modelo sin poder crear nada. Era algo como compartir la práctica con los amigos. Es por eso que yo tampoco podía hacer algo tradicional y enseñar de esa manera.

Nuestro centro era muy experimental y yo, mientras enseñaba tai chi y meditación, también estaba aprendiendo sobre los sueños con una doctora de la escuela de Karl Jung. También y al mismo tiempo estudiaba sobre Bio-Energía. Durante 3 años trabajamos y probamos diversos métodos, tai chi, terapias, body work y meditación.

Seguramente cometimos algunos errores pero aprendimos mucho.

En estos años el tai chi era algo muy nuevo en occidente. En los años 70 en Inglaterra habían 3 o 4 maestros chinos que hacían tai chi pero parecía que no les interesaba compartirlo con la gente extranjera y sólo lo enseñaban en su comunidad. Así yo estaba más libre de hacer lo que creía en la enseñanza pero quería evitar situarme como un maestro y también quería evitar aquel sistema de enseñanza piramidal. Yo quería una manera de enseñar y trasmitir más abierta donde los alumnos o participantes tomaran su responsabilidad de practicar para conectar consigo mismo a través de la práctica. Creo que el arte del tai chi no se puede importar tal como se hace en Asia, tenemos que adaptarlo e integrarlo en la vida actual con la cultura donde se practica. Creía que esta manera era mucho más sana y también esta era la característica de nuestra comunidad.

De hecho yo nunca había pensado ejercer este rol ni de esta manera, fue por casualidad. Pero tenía una misión y sentía que el tai chi iba a ser importante para ayudar a ralentizar el ritmo de la mente, conectar con nuestro propio centro y tener un camino de corazón para desarrollarnos.

Cada vez somos más personas las que estamos enseñando Tai Chi en España y cuyo origen ha sido tu enseñanza. ¿Qué puedes decirnos a las personas que seguimos este camino o las que quieren ser profesores?

Después de los años 80 yo salí de la comunidad, del centro en Inglaterra. Pero el interés sobre el tai chi estaba creciendo cada vez más y la gente seguía pidiendo recibir esa enseñanza. Después del año 1985 trabajamos en un centro de una comunidad en España. Ahí se inició el primer grupo que, cuando se acabó la comunidad en la que estaban, decidieron dar clases de tai chi. Todo fue sin establecer una escuela “de reglas fijas”. Yo quería que cada uno de los alumnos que formaba se sintiera libre para integrar lo que hacía; por ejemplo, algunos hacían gimnasia holística, otros danza o terapia, etc. Algunos querían profundizar más en el empuje de manos o el qi gong, incluso decidieron formarse con otros maestros.

Creía que este arte siempre puede enriquecerse y desarrollarse en este sentido. Yo estaba en contra de una manera demasiado tradicional que pudiera estancarnos y sigo creyendo en ello.

La filosofía del tai chi es un arte vivo y está evolucionando. De todos modos quería que la gente que yo formaba supiera bien lo básico del tai chi, los ejercicios básicos de qi gong, la forma corta y larga, los ejercicios marciales, el aspecto meditativo, las teorías básicas de la medicina china y su filosofía. Y por otro lado quería acentuar el desarrollo espiritual, esto se refleja al intentar responder sobre nuestra realidad, “¿dónde estoy? “. Para mí, el nivel más profundo de la práctica es la actitud de rezar, porque la meta del tai chi es amor, paz y armonía. Sí queremos ir más en profundidad tenemos que trabajar en este terreno.

Los que están enseñando en el nombre de esta escuela o en mí nombre espero que estén de acuerdo . Otra cosa es sí lo haces o no, eso pertenece a la responsabilidad de cada uno. A la hora de transmitir cada uno ha de decidir la manera. Esta cualidad espiritual es lo que yo quería transmitir en el modo de ser profesor o profesora de tai chi.

Tanto alumnos como profesores a veces nos vemos envueltos en la ansiedad y las prisas de aprender y enseñar. ¿Qué puedes decir sobre esto?

La paciencia es una arte para ralentizar y volver al centro. Yo estoy empezando a enseñar a los principiantes. Algo que desde hace mucho tiempo no hacia, pero ahora lo hago con placer. Y aconsejo a la gente que olvide muchas cosas que sabe y les pido que se relajen. Se trata de no tener ambición de resaltar y dominar. No ir en busca de cosas nuevas tal como vamos al mercado consumiendo siempre con ganas de absorber y ganar otra identidad. Se tarta de encontrar tu propio camino. Hay que tomarse tiempo, disfrutar y vivir con lo que estás haciendo. Es como una celebración que te da lo sagrado de la vida y fluye en tu cuerpo, no es un deber, no es algo que se tiene que “ dominar”. Relajarse y quedarse con pocas cosas en vez de ampliar tu conocimiento. Se trata de profundizar en aquello que tienes que trabajar.

Los problemas de la vida no tienen solución simplemente por hacer tai chi, pero espero que la sensibilidad que se desarrolla y despierta a través de la práctica , nos ayude a vivir con más coraje y más claridad. No se pueden evitar los problemas de la vida pero sí nos podemos permitir vivirlos diferente. El tai chi es una herramienta para vivir mejor con más cariño y amor.

¿Qué significado tiene que en los últimos años te hayas dedicado a trabajar en *Human Development Foundation en Tailandia y qué quieras compartir con nosotros esa experiencia? Y ¿Qué significa el servicio a los otros y la entrega? Por circunstancias personales tuve que volver a mi país para cuidar a mi madre y ayudar a un viejo amigo de la familia. Decidí hacer algo muy sencillo, empezando desde cero , aplicando lo que había aprendido y enseñado durante todos estos años. En la Fundación he aprendido mucho; como utilizar la sensibilidad del tai chi ayudando a la gente. Aunque no quiero decir que la gente que hace tai chi haya de buscar este tipo de trabajo, es algo muy personal. Ha sido una época de mi vida muy importante el dar y ofrecer con una simple entrega. Verdaderamente eso me llena y es un trabajo que me desafía mucho, es muy interesante. Si tu quieres hacerlo no es necesario trabajar en un hospicio puedes hacerlo con tu vecino o con la gente más próxima.

La última pregunta, ¿Cómo definirías las características de la enseñanza de esta escuela o esta tradición?

No pretendemos aumentar el poder del maestro ni de la jerarquía tradicional. El profesor está aprendiendo constantemente. Aprender a saber respetar a los alumnos como si fueran nuestros maestros porque aprendemos mucho de ellos. Tenemos que cuidar cada experiencia y cada compromiso personal. No nos olvidamos de la noción de amor, paz y armonía; intentamos recuperar el fondo filosófico de la práctica que viene del taoísmo y del budismo e intentamos vivirlo en nuestra manera de trasmitir. Hay gente que piensa que el tai chi es la forma de los movimientos que hacemos, pero no sólo es esto. Tenemos que saber el sentido que hay detrás de ello y buscar la manera de ofrecer algo completo. Igual esto puede cambiar el modo de ver la vida.