martes, octubre 28, 2025

Relatos verídicos de Exorcista Español

Isabel Ibáñez - Bilbao
Entrevista de EL CORREO - publicada en el nº 30 de Agosto de 2003
Tormento del demonio.
Tres sacerdotes españoles relatan su labor como exorcistas y los casos que más les han impresionado.
Al margen del viejo debate sobre si existe o no el diablo y si éste es capaz de poseer a una persona, lo cierto es que el Vaticano lleva tiempo pidiendo a sus obispos que nombren exorcistas para hacer frente al "creciente número de creyentes que piden ser liberados del demonio". Fuentes religiosas atribuyen este aumento a la proliferación de sectas satánicas y al interés por lo esotérico.
España no es una excepción. Los sacerdotes Fortea, en Alcalá de Henares, y Queralt, en Barcelona, son los nombres oficiales de la Iglesia para estos menesteres. Otras diócesis han escuchado el llamamiento de la Santa Sede y van designando a sus exorcistas.
JOSÉ ANTONIO FORTEA - Exorcista de Alcalá (Madrid)
"Hay diablos con una ironía maravillosa"
-¿Ha visto El exorcista?
-La vi por casualidad en 1994, cuando me quedaban meses para ser ordenado. Puse la tele y ahí estaba. No me pareció mala, incluso ahora, con todo lo que he visto. Entonces no sabía qué me iba a dedicar a ello, pero me ayudó a tener fe en estas cosas. Es verídica, menos el final. No puede vencer el demonio.
El padre Fortea (Barbastro, Huesca, 1968) se define como un "cura normal y corriente, el típico de las parroquias". Sería fácil creerle si no fuera porque a sus 35 años afirma haber atendido "a centenares de personas que decían estar poseídas. Únicamente veintitantos casos eran reales, aunque lo normal es que un cura tan sólo alcance a ver en toda su vida uno o dos". Fortea hizo su tesis sobre este tema a petición de su obispo.
-"Pasé dos años leyendo todo lo que había en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos y viajando por aquel país, por Gran Bretaña, Italia... Me entrevistaba con los expertos y presenciaba sus exorcismos. Cuando volví a Alcalá empezaron a encargarme los primeros casos.
-Habrá visto cosas.
-El segundo caso que tuve fue impresionante, por lo que decía y por cómo le quemaba todo lo sagrado que tocaba, aun sin saberlo. Era un chico de veintitantos años. Una vez le di la mano para despedirme y él la apartó como si le hubiera dado un calambre. No sabía que me había untado un poco de agua bendita en la palma. Algunos descubren incluso si les has puesto unas gotas en la sopa. Hubo que sujetarlo entre varios, estaba tirado en el suelo y aun así lograba levantarse. Profería gritos terribles, blasfemias y empezó a decir los pecados de todos los que estábamos allí: tú esto, tú lo otro. Conmigo se equivocó. Incluso miró a uno de los jóvenes que estaban allí y le dijo con voz extraña: Tú morirás dentro de un mes en un coche blanco.
-Parece lo que le dijo la niña de El exorcista al astronauta: "Usted morirá en su cápsula espacial".
- ¿Ah, sí? Pues así fue. Le dije a aquel joven que no se preocupara porque el demonio es mentiroso, pero lo pasó mal. Estábamos allí rezando por el poseso, pues en eso consiste el exorcismo, y, de pronto, se puso a cantar el Adeste fideles con letra blasfema. Después dijo de corrido las partes de la misa de los fieles. Finalmente, el demonio, que se hacía llamar Quo Bad, salió de su cuerpo y éste quedó en calma.
- ¿Ha sentido alguna vez miedo?
-No. Y eso que vivo solo, pero ya desde el principio leía libros sobre estas cosas en mi pueblo hasta la una de la madrugada y nunca tuve ni una pesadilla. Soy una persona escéptica, un materialista con fe.
-Pero ¿cómo puede decir eso?
-Tengo que ser un profesional del escepticismo porque me pueden engañar sin quererlo, como cuando se trata de una enfermedad mental que lleva a la persona a creer que está posesa. Y a mí nunca me ha ocurrido nada.
-¿No ha visto al diablo?
-No, aunque una vez encendió la luz de mi cuarto. Oí perfectamente cómo pulsaba el interruptor.
-A cualquiera se le pondría la carne de gallina.
-Bueno, me dije que, si eso era lo único que podía hacer, es que realmente puede muy poco. Ja, ja, ja.
- ¿Cuánto humor hay que tener!
-Sí, hay momentos realmente deliciosos.
- ¿Cómo?
-Algunos demonios tienen una ironía maravillosa.
- ¿Ha tenido que esforzarse para no reír?
-Pues en una ocasión estaba yo allí increpando, gritando al demonio con todo mi fervor, con las cosas más sagradas, las fórmulas más santas... y, de repente, el poseso abre los ojos, se incorpora levemente y me dice con toda la compostura "Nos os despreciamos". Evidentemente, tuve que parar porque no me podía aguantar la risa, ja, ja.
Fortea incide en que está creciendo la demanda de exorcistas "porque cada vez hay más gente que invoca a fuerzas ocultas, desconocidas, ya sea con la oui-ja , con hechizos o a través de una secta satánica, y eso hace que cada vez haya más casos de posesión". Y recuerda que desde el siglo XIX hasta 1950 "no hubo ni un solo poseso y por eso no había exorcistas, el cristianismo barrió literalmente la brujería, pero en los sesenta comenzó el interés por el espiritismo, después las cosas fueron a más y empezó a haber brujas y sectas satánicas. Esto ha tenido un despegue impresionante y lo seguirá teniendo, como la santería afrocubana, que produce posesión".
- ¿Y cómo sabe si realmente es posesión o enfermedad?
-Lo que se hace primero es tener una entrevista con la persona y ahí, con la experiencia, ya ves si hay algo de enfermedad, y si no, hay cosas muy concretas típicas de la posesión que no las voy a mencionar para evitar que algún loco las imite, aunque aun así sabría si es mentira.
- ¿Cuál ha sido el más trabajoso?
-Uno muy especial que estoy tratando desde hace año y medio. Es lo que se llamamos un signo, un caso que Dios permite para que lo vean los psiquiatras y lo estudien y se replanteen sus creencias. Se trata de uno entre 2.000 y se presentan todas las manifestaciones.
- ¿Qué quiere decir?
-Conocimiento telepático, hablar todas las lenguas, contorsiones imposibles... y se sabe todos los versículos de la Biblia. Incluso levita.
- ¿Usted lo ha visto?
-No, porque tenía los ojos cerrados, pero sí los que estaban presentes.
- ¿Le han hecho alguna profecía?
-Sí, me hicieron una que se cumplió. Otra persona supo una cosa que sólo sabíamos mi madre y yo. Y ahora me acaban de hacer otra profecía que se cumplirá, yo sé que es así, dentro de dos meses